En una extensa charla con LA NACION, el periodista, que debutará en el teatro Broadway con la Lapeband, reflexiona sobre su paso por terapia intensiva, sus dificultades físicas y analiza su futuro laboral en TN, eltrece y LA100
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“Hago 10 horas de aire por día”, recapitula Sergio Lapegüe, orgulloso y algo asombrado por su propia performance. El periodista conduce junto a Roxy Vázquez, Tempraneros, el noticiero de la primera mañana de la señal de noticias TN; al mediodía se pone al frente de Noticiero Trece; y, a partir de las 18, lidera el programa de radio Atardecer de un día agitado por LA100. Suena a mucho trabajo y lo es.
Será por esa actividad frenética que el carismático periodista nacido en Lomas de Zamora se sumerge en la música como un catalizador de bienestar. Tal es su afición por tocar instrumentos y cantar que, hace seis años, formó Lapeband, la agrupación en la que comparte estelaridad con Javier Benítez y Hernán Palazzo, sus amigos de toda la vida. Este domingo 21 de noviembre, ofrecerá su repertorio en el teatro Broadway porteño junto a esos compañeros de ruta y una big band de casi una decena de experimentados músicos. “Con los chicos nos conocimos gracias a la música cuando teníamos 17 años”, recuerda el periodista, encargado de la voz principal y la guitarra de la banda.
Dar de nuevo
Para conversar con LA NACION, Lapegüe invita al quincho de su casa, al que se llega luego de atravesar un bello jardín con piscina en ese hogar que habita con Bochi, su mujer, todo un personaje, y sus hijos Micaela, actriz, y Franco Elvis, recibido con medalla de honor en Administración de Empresas, aunque ellos van y vienen ya que cuentan con departamento propio. En el mismo espacio donde se realiza esta entrevista, fue donde el conductor se contagió Covid-19 y su salud transitó un estado crítico debiendo pasar 21 días internado en terapia intensiva. “Fue acá, donde estamos sentados”, dice.
-¿No fue en el viaje que habías hecho poco tiempo antes?
-No. Fue acá, con mis amigos de la banda. El que tenía el virus no lo sabía, y yo me contagié. Como padezco asma, no estuvo bueno. Fue como una nube, hasta el día de hoy me despierto y me quedo mirando el techo agradeciendo la bendición de estar en mi casa.
-Era muy conmovedor verte en los videos que grababas internado durante el tránsito de la enfermedad.
-Armé un documental con todo lo que grabé...
-Hemos visto ese material.
-En realidad, hay mucho más porque no subí a las redes todo el material registrado. Es algo que hice por mi familia porque pensaba que, si se trataba de un cuadro que iba a ser terminal, quería dejar mi testimonio.
-Pero no se trataba de una situación tan extrema. ¿O sí?
-Si bien mi situación no era terminal, veía a la gente que moría alrededor mío.
-No es una imagen metafórica.
-Para nada. Hablo de gente que salía dentro de una bolsa negra.
-Difícil convivir con eso, poco estimulante para una recuperación.
-Me preguntaba cuándo me tocaría. Fue increíble, me había ido de vacaciones y corrido 100 kilómetros en tres semanas y, poco después, no me podía levantar de la cama.
-Tuviste mucha voluntad para grabar lo que te iba sucediendo.
-Te voy a contar algo que nunca comenté.
-Te escucho.
-En el último año del colegio secundario, nos preguntaron qué queríamos ser o hacer. Uno respondió abogado, otra dijo médica…
-Y vos habrás dicho que querías ser periodista.
-No, dije: “Yo quiero trascender”.
-¿Trascender?
-Me miraron todos con cara rara, pero mi idea siempre fue dejar algo. En la radio, quien me escucha en La100, sabe que siempre hay un mensaje de actitud positiva, de buena onda.
-Entonces lo lograste.
-Logré trascender. Me paran por la calle y me dicen que habían rezado por mí. Por eso también grabé el video, quería contar qué era el Covid. Era como decir: “Ya no estoy, miren lo que me pasó, ustedes cuídense”.
-¿Evaluabas de forma concreta una posible muerte?
-Sí. Mi mujer tenía miedo, pero yo no, no pensé en el miedo. Solo quería irme tranquilo, sabiendo que lo había hecho todo, que había formado una linda familia y que me iba a ir a encontrar con mi papá.
Se le humedecen los ojos al pensar en ese padre militar que, con su hijo ya casado, lo visitaba todas las tardes. “Lo extraño mucho, era mi consejero”.
-¿Cuánto hace que falleció?
-Diez años, pero para mí fue ayer. Hablo todos los días con él.
-Mucha gente experimenta algún tipo de contacto con afectos fallecidos, ¿recibís señales de tu padre?
-Todo el tiempo recibo sus mensajes. Todo el tiempo, todo el día.
-¿Te animás a contarme alguna experiencia?
-Su número preferido era el 929. Cuando veía ese número, lo mencionaba en voz alta. Ibas por la calle con él y te mostraba los 929 que iban apareciendo por todos lados. Cuando muere, soy yo el que comienza a ver los 929. Por ejemplo, estoy ante una decisión difícil sobre mi futuro y veo una patente de un auto con el 929.
-Muy impresionante.
-No te conté todo.
-...
-Cuando debuto en Noticiero Trece, presento una nota sobre un choque y en uno de los vehículos se lee la frase: “Gracias viejo por todo”. Voy relatando al aire todo eso que veía y de pronto baja el plano de la cámara y se ve la patente: 929.
-De no creer.
-Tengo que creer en esas cosas, ¿cómo no voy a creer? Por eso, pensaba que, si me pasaba algo con el Covid, me iba a encontrar con él.
-Un aliciente.
-En un momento estuve tan mal que le llegué a pedir al médico que me durmiera.
-¿Te llegaron a dormir?
-Me sedaron, me pusieron las máscaras y, cuando estaban a punto de intubarme, la llamaron a mi mujer para avisarle. En ese momento, ella pidió verme y se lo permitieron.
-¿Percibiste su llegada?
-En la terapia intensiva nadie te toca la mano, pero, de pronto, sentí que alguien tocaba mi mano. Al rato, logro abrir los ojos y escucho que me dice: “Te vas a salvar, te vas a salvar. Los pulmones van a salir adelante”. Ella filmó todo, lo tengo guardado.
-Te salvaste.
-No me intubaron y, de a poco, en poco más de una semana, me fui recuperando.
-¿Cómo es volver a la vida?
-Volver a la vida es un sueño. Lo más hermoso que me pasó fue el nacimiento de mis hijos, pero esto es algo similar. Cuando me abracé con mi hijo, me dijo: “Naciste de nuevo”, ahí fui tomando conciencia, porque yo no me daba cuenta que estaba tan mal, la mente te protege mucho. Lo único que quería era volver a caminar por mi barrio y estar en el césped de mi casa con los pies descalzos. Y a mi mujer le pedí comer una milanesa.
-El regreso a tu casa fue conmovedor.
-Caminaba como un abuelito, cuando llegué acá todavía tenía neumonía. Durante tres meses seguí así, por eso bajé diez kilos.
-Se debe perder la dimensión del tiempo.
-Eso es tremendo. No te importa el sol ni la luz, no sabía si era lunes o jueves. No sabía nada. Cuando le pregunté al enfermero qué día era, me di cuenta que estaba mejor, ya me empezaba a preocupar el afuera. De a poco me paraba, caminaba cuatro o cinco pasos y me acostaba. Siempre con el oxígeno. Al show de la Lapeband vendrá la amorosa jefa de enfermeros que me atendió y, otra casualidad del destino, el show será el 21 de noviembre, día de la enfermería.
-¿Qué te cambió el tránsito de Covid?
-Si te digo que bajé un cambio, sería mentirte. Eso será el año que viene, pero comencé a hacer reflexología, meditación, estoy más energético y sensorial. Ahora agradezco al universo la energía para levantarme.
Duro de frenar
“A las 4.21 de la madrugada suena el despertador, me baño, y cinco menos cuarto salgo para el canal. Me pasa a buscar un remisero y voy leyendo los diarios en el celular, desayuno en TN”, explica sobre esa rutina que lo lleva a dormir cuarenta minutos en un hotel, luego que termina Tempraneros y antes de iniciar Noticiero Trece. En tiempos pandémicos, realiza su programa de radio desde su casa, pero antes volvía al hotel, dormía una siesta y salía para la radio. Es decir que Sergio Lapegüe salía de su casa a las cinco menos cuarto de la mañana y llegaba pasadas las nueve de la noche: “En esa época, dormía doce horas el sábado y otras tantas el domingo, dormía más el fin de semana que durante el resto de la semana. Por esto, estoy llegando a un nivel de mucho cansancio. Tengo 57 años y he trabajado mucho”.
-Siempre sostenés que vas a trabajar menos, pero no cumplís. Es como el amagado retiro de Mirtha Legrand.
-O la despedida de Los Chalchaleros, ya ni mi mujer me cree.
-Tu libro se llama Parar y lleva como sublema: tocar fondo, resetear y volver a empezar.
-Yo no podía parar y lo que me paró fue el Covid. El libro fue una ayuda para mí, como ir al psicólogo.
-Tenés un estándar de vida que te permitiría trabajar menos, ¿por qué no parás?
-Amo conducir y lo comencé a hacer muy tarde, a los 42 años. Fui asistente, productor, jefe de la producción periodística, movilero y conductor. Logré lo máximo, pero me cuesta dejar, aunque debo reconocer que estoy pasado de estrés y de locura. Hasta tocar música me genera cansancio. Por eso les planteé a las autoridades del canal que tenía que frenar.
Cuando se escucha la voz de sus productores de LA100, el periodista, que acaba de ganar su premio Martín Fierro por la conducción de Tempraneros, interrumpirá la charla para salir al aire. “Ya seguimos”, dice, antes de abordar uno de los bloques del exitoso ciclo radial que ya tiene confirmada su continuidad durante la temporada 2022.
-Lograste muchos sueños, ¿cómo se redobla la apuesta? ¿Con qué soñás ahora?
-Ahora sueño con estar más tranquilo, aunque sin dejar de trabajar. Quiero tener la posibilidad de acompañar a mis amigos a tomar algo, jugar al golf, y que la guitarra no sea una obligación de ensayo.
-¿No hay nuevos sueños laborales?
-Sí, el sueño televisivo que no pude cumplir es hacer un programa del tipo late night show, y este es un deseo desde antes de Jey Mammon. En 2015 formé la banda para hacer un programa así y, justo ese año, mi jefe me anunció que arrancaba a la mañana. Soy músico, toco guitarra y piano, canto, compongo, hago chistes, me parece que estoy justo para un late night show, pero no lo pude cumplir, eso no quiere decir que no lo logre. Ese es un sueño laboral, pero uno de los sueños personales es agarrar una motorhome e ir a recorrer el país haciendo música con mis amigos. Otro sueño es irme a vivir con mi mujer frente al mar, aunque sea una parte del año, pero tengo miedo de aburrirme.
-Sos joven para un retiro...
-Quizás a los 70.
-A los 70 vas a querer seguir trabajando.
-Ese es mi problema...
-La solución no sería abandonar, sino dosificar.
-El cuerpo ya me está pasando facturas, estoy teniendo algunos problemas físicos.
-Padeciste algún pico de estrés que se hizo público.
-Tuve varios ataques de estrés antes del Covid.
-¿Qué señales te dio el cuerpo?
-Antes de irme de vacaciones, tenía problemas para fijar la vista. ¿A qué hora puedo ir a un médico, si tengo tres jefes distintos para pedir el día?
-Circuló el nombre de alguien que podría reemplazarte en televisión.
-¿Quién me reemplazaría?
-Se habló de Nicolás Magaldi...
-Nadie sabe qué es lo que voy a dejar, entonces no se puede hablar de reemplazos. Además, cuando amás dos cosas, no podés dejar nada.
-Eso es poliamor...
-¡Sí!, que decidan mis jefes.
Entre la música y la actualidad
El concierto de este domingo de la Lapeband permitirá desandar el camino de la agrupación a través de nueve temas propios y varios covers. “Son casi dos horas de espectáculo y no nos quedamos quietos, hacemos un show. Recreamos un programa de radio con música en vivo, donde yo interpreto al conductor que va contando los temas. Hacemos rock and roll de los ´50 y ´60 con covers que van de Memphis, la blusera a Rey Charles y Elvis Presley”, describe Lapegüe, quien, además, es el autor de la letra de los temas propios de su formación, que ya cuenta con más de 300 conciertos en su haber y que pronto sacará su primer material a través de Pelo Music y Montevideo Music. “El disco se llamará Sale el sol y también saldrá en vinilo, siendo coherente con nosotros”, argumenta.
-¿Qué te da la música?
-Es un desestrés, cuando ensayo me olvido quién soy, cuando me subo a un escenario, vuelo.
-Tocar en vivo es un volver a estar en contacto con la gente de manera presencial, como en la época en la que hacías los móviles de los noticieros de eltrece.
-En la entrega de los Martín Fierro volví a ver a mis compañeros movileros que, estando en el estudio, no los puedo ver. Fue hermoso.
-El movilero está en contacto con el dolor de la información más cruda, ¿cómo se aborda emocionalmente la calle?
-Golpea, llegaba llorando a casa, me ponía muy mal. También ahora, sobre todo cuando presento las notas sobre inseguridad y muertes, es tremendo, me pongo de muy mal humor y entristecido. Llego a mi casa paranoico porque vivo en un barrio, no tengo la seguridad de un country. Hoy me levanté a las cuatro de la mañana y lo primero que hice fue ir a ver si estaba mi hija Mica porque no la había escuchado llegar. No puedo evitar tener la inquietud de saber si el nene o la nena llegaron y están durmiendo.
-Lo que sucedió con el quiosquero asesinado en Ramos Mejía puso en blanco sobre negro el estado de la seguridad en el conurbano.
-Hasta que un funcionario no sea golpeado fuerte por la inseguridad, será difícil que algo cambie.
-Los funcionarios tienen una burbuja de protección que no tiene la gente de a pie.
-La mayoría de los funcionarios tiene custodia, vive en barrios cerrados, pero los demás estamos a la buena de Dios. Cuando salgo, no sé si voy a volver o ser la próxima víctima.
-Se argumentó desde el Gobierno que la oposición sobredimensionó el tema para sacar rédito en las elecciones.
-No lo veo así, ese tipo de declaración es política. Si se manifestaron diez mil vecinos en Ramos Mejía es porque algo está pasando. Acá lo cierto es que un tipo fue un domingo a trabajar a las dos de la tarde y lo mataron. Son casos emblemáticos, bisagra. Este tema merece un tratamiento de todos los partidos políticos. Que se dejen de joder con las internas y las luchas de poder. Se tienen que sentar todos a pensar cómo solucionar este tema, la falta de trabajo y la inflación, la educación, temas que se van concatenando.
-A pesar de la inseguridad, no elegís un barrio cerrado para vivir.
-En este barrio viví casi toda mi vida. Mis amigos son todos de acá, viven a diez cuadras de mi casa como máximo. Esta casa la vi construir. Pasaba corriendo y soñaba con ella, pero pensaba que era imposible para mí. Cuando me casé me fui a Lanús, luego me vine acá a la vuelta, a una casa muy chiquita. Hasta que un amigo me sugirió que comprara esta casa. La compré con mucho esfuerzo, mi papá me prestó dinero y varios vecinos.
-¿Los vecinos te prestaron dinero?
-Cristián, el vecino de al lado, me prestó plata. Se la devolvía a través de la medianera porque me daba miedo salir a la vereda con el dinero. Yo podría vivir en Puerto Madero o en un country, pero no me voy de mi barrio.
-Buena parte del periodismo está atravesado por la grieta ideológica, sin embargo, tu tono es medido, buscás pararte en otro lado.
-A mi no me gusta eso, ni de un lado ni del otro.
-Se ha naturalizado la militancia en función del periodismo, o el periodismo en función de la militancia.
-Hoy se habla de periodistas militantes o talibanes de las noticias.
-¿No es una contradicción ser periodista y militante? ¿Una cosa no anula la otra?
-El que es militante no es periodista. Yo puedo opinar en mi noticiero y pararme del lado de la gente. Si algo está mal lo digo y, si algo está bien, también lo remarco. No por eso soy militante. No hay que subirse al carro de la mentira de la bandera que sea, eso le hace mal a la sociedad.
-Hace poco metiste la pata al aire.
-Al toque pedí perdón.
Lapegüe no tiene ganas de volver sobre un tema sonado, de un mal trago en una carrera que se manejó en aguas no turbulentas. El 27 de octubre pasado se informó en su noticiero: “Un jugador del Paris Saint-Germain fue atacado y robado por un travesti en París”. Al instante, el periodista remató con la frase burlona: “¿Estaba armado el tipo?”. Inmediatamente, el conductor se percató de su desafortunado comentario. “Ni bien lo dije, pedí que me sacaran del aire. Al toque me di cuenta que había metido la pata”, reconoce. En varias entrevistas, no dudó en pedir disculpas por la humorada fallida. “No tengo problemas en reconocer mis errores, son muchas horas de aire por día, puede suceder”.
Es hora de una última salida al aire en su programa de radio. El sol se esconde entre los árboles de su jardín. Allí está Bochi, esa mujer que es todo un personaje, esperando con el mate para retomar el ritual de cada día. En familia, c omo le gusta a Lapegüe. Bochi fue la novia de la adolescencia de uno de los compañeros de la Lapeband, pero desde 1989 está junto al periodista de eltrece. En 1992 se casaron para formar una familia. “Cuando la conocí tenía 24 años y nunca había estado de novio, era muy tímido. Bochi fue mi primera novia”. Remata este hombre que hizo del trabajo un estilo de vida y de la familia, una forma de entender la existencia.
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