Los errores de Senna, la serie: amores jamás comprobados, la tragedia premonitoria y el real destinatario de una frase histórica
La serie de Netflix dedicada al recordado piloto de F1 brasileño se permite algunas licencias al momento de repasar su historia y construir su relato
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El primer mito a derribar sobre la serie Senna, de Netlix, es incluso anterior a su realización: ninguna biopic es una copia fiel. Por más atractiva que sea la vida de la personalidad en cuestión, es necesario tomarse ciertas licencias narrativas para que la historia fluya en la pantalla. Por eso es posible encontrar situaciones, personajes y diálogos totalmente fuera de tiempo y espacio. Sí, hay mucho de ficción. Siempre.
Claro que esa falta de rigor -necesaria y justificada en casos puntuales- no exime los errores graves y las circunstancias forzadas. Todo esto sucede en la miniserie del inolvidable Ayrton Senna da Silva, aún con su notable realización técnica, tanto en lo visual (la recreación de los autos, el vestuario) como en lo sonoro (el rugido de los motores, el ruido metálico de la palanca de cambios y los pedales). Una maravilla. Y casi una sinfonía.
Valga entonces un aviso: a partir de aquí vendrán los spoilers de la serie creada por Vicente Amorim. Y un listado sobre las licencias, los errores y la falta de credibilidad.
El cuarto poder
La periodista Laura Harrison (interpretada por la actriz Kaya Scodelario) cubre la carrera de Senna (el también brasileño Gabriel Leone) desde su desembarco en Inglaterra para participar de la Fórmula Ford británica, hasta el día del accidente fatal en Imola. También aparece llorando junto a su hija en el multitudinario funeral en Brasil.
Pero Laura nunca existió. Es una invención de los guionistas, un recurso habitual en este género: recurrir a un personaje ficticio para agrupar a varios más o bien, con la idea de reflejar una entidad.
En Harrison se personifica a la prensa especializada -muchas veces despiadada con el piloto de San Pablo por sus decisiones y reacciones-, y su correspondiente vínculo personal con Senna, a menudo turbulento: del amor al odio, de la desconfianza a la malicia. Porque además, en la trama Harrison representa la influencia de los medios y cuánto llegan a afectar a los pilotos.
El rol de la periodista también permite unir cabos sueltos de la historia, apuntalando el hilo narrativo con sus apariciones. Como sucede con su diálogo en la redacción con el Alain Prost periodista, cuando el francés -recién retirado- pareciera exhibir su lado más condescendiente.
Perdón, Jackie
“Si ves un hueco y no vas por él, no eres un piloto de carreras”. La célebre frase de Senna -que semanas atrás se viralizó en redes para explicar una audaz maniobra de Franco Colapinto en una largada-, es toda una declaración de principios. Y se reproduce en la serie, por supuesto. Pero abusándose de estas licencias artísticas, los guionistas la incluyen en un breve intercambio que Ayrton mantiene con Laura Harrison en boxes. Y los fanáticos de la Fórmula 1 se tomarán la cabeza al verlo...
El contexto en el que dejó aquellas palabras es bien diferente. Y le aportan incluso más valor porque Senna se las dice nada menos que a Jackie Stewart, tricampeón del mundo. A raíz del incidente con Alain Prost en Suzuka, en 1990, el escocés lo cuestiona sin piedad durante una entrevista. Entre dolido y ofendido, Senna se defiende. Y con una mirada furiosa, lanza aquella máxima (y alguna que otra verdad más).
El momento es crucial. Son dos ases del volante, dos leyendas de la Fórmula 1 frente a frente, a pura tensión, manteniendo un contrapunto muy profundo. Que la serie de Amorim lo haya reemplazado por una entrevista al pasar de Senna con una periodista ficticia, omitiendo a Jackie Stewart, antes que una inexactitud es un desacierto inadmisible.
La aparición del villano
Hay dos circunstancias innegables, entre muchas otras que también lo son. La primera es que Jean-Marie Balestre fue el mayor adversario de Senna a lo largo de su carrera, aún ubicándose fuera de las pistas, como presidente de la Federación Internacional del Automóvil. Por algo muchos consideran que el campeonato del 89 lo perdió con Balestre, y no con Prost.
¿La otra circunstancia? Senna arrastraba una gran frustración por no haberse consagrado campeón mundial de karting; fue subcampeón dos años seguidos. Y además es cierto que en 1979 le quitaron la corona en Estoril, Portugal, por un discutible artilugio reglamentario, como muestra la serie en el primer capítulo.
Pero de ahí a narrar que fue el propio Balestre quien tomó la polémica decisión, ante un incrédulo Senna de 19 años, es una exageración. No hay registros de que eso ocurriera. La serie lo habría forzado para así presentar al villano lo más pronto posible. Aunque, ¿quién sabe? Quizás al bravo de Jean-Marie le hubiera encantado arrebatarle también ese campeonato...
La tragedia premonitoria
Sábado 30 de abril de 1994, clasificación del Gran Premio de San Marino. Tras escuchar el choque desde el box de Williams, Senna llega desesperado a la curva Tosa del autódromo de Imola. A los pocos metros encuentra al piloto austríaco Roland Ratzenberger tendido en el suelo, sangrando, asistido por el equipo de emergencias. Por todas partes hay restos de su auto, un Simtek Ford.
Sid Watkins, el médico de la Fórmula 1, está a su lado. En un momento Watkins cruza miradas con Senna -eran muy cercanos en la vida real- y ladea la cabeza, resignado: ya no había nada que hacer. La muerte de Ratzenberger impactaría al ídolo brasileño, quien al otro día perdería su propia vida en la curva Tamburello.
Es cierto que esa tarde Senna se dirigió de inmediato al lugar del accidente. Pero a diferencia de lo que se ve en la serie, ni cruzó miradas con el médico, ni encontró al piloto austríaco, quien había sido traslado al hospital unos minutos antes.
Retorno tardío
En la biopic protagonizada por Gabriel Leone, Senna toma la decisión de divorciarse de su primera esposa, Lilian de Vasconcelos Souza, para retomar su prometedora carrera en el automovilismo. Y con el objetivo de acercarse a la Fórmula 1, regresa a Europa de inmediato para competir en Fórmula 3. Sin embargo, en la vida real esa vuelta demoró un año.
Amores reales
Al igual que Laura Harrison, Malena, la joven con título nobiliario con quien Senna pasa la noche luego de una gala de la F1 en Mónaco, también es un personaje ficticio. Viene a representar los numerosos amoríos del brasileño. También el ingreso a la consideración de la elite -de vínculos tan estrechos con la Máxima- de un joven que empezaba a codearse con el lujo y el glamour.
El (poco) show de Xuxa
Más que un capítulo en sí -es el cuarto de la serie de Netflix-, la relación sentimental de Senna con Xuxa ameritaría una película. Por caso, nadie podría precisar si fueron más tiempo amantes o novios. La biopic, y esto se echa de menos, no profundiza en un vínculo trascendente para el ídolo brasileño: la presentadora de los bajitos fue su gran amor. Y apenas si le otorga visibilidad a Marlene Mattos, la controversial mánager de la conductora a quien la propia Xuxa responsabilizaría por la ruptura.
No se cruzaron por primera vez en el aeropuerto, cuando Senna regresó a Brasil como campeón del mundo en el 88: la escena de la biopic es simbólica. Los besos de Xuxa en su programa son de público conocimiento, claro está. Pero la salida del canal por una puerta trasera, casi en la clandestinidad y viéndose sorprendidos por los paparazzi, tampoco sucedió. De nuevo: ese hecho ficticio simboliza la atención que los dos -verdaderas estrellas en el país vecino- generaban en la prensa y el público.
La carta final
La misiva que Ayrton escribió la noche previa a su muerte, aportando su sentir sobre el automovilismo y la Fórmula 1, tampoco es cierta. Se trata de una recopilación de distintas ideas que pronunció en varias entrevistas periodísticas.
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