Luego de mucho esfuerzos y muchos rechazos, hace quince años Selma Blair había logrado todo lo que siempre había soñado: ser una estrella en Hollywood gracias a películas como Legalmente Rubia, el público la buscaba por su talento en comedia y drama mientras que las revistas retrataban su belleza. Sin embargo, una grave enfermedad truncó sus planes y la enfrentó a sus peores miedos pero inesperadamente encontró la paz donde menos lo esperaba."Cuando me diagnosticaron con esclerosis múltiple lloré: no eran lágrimas de pánico, eran lágrimas de alivio saber que ahora tenía que ceder ante un cuerpo que había perdido el control", aseguró.
La carrera de esta mujer que nació hace 47 años en el seno de una familia judía en Michigan comenzó con muchos sobresaltos. Luego de mudarse siendo adolescente a Nueva York para cumplir su sueño de actuar, sólo la convocaban para publicidades, por lo que decidió formarse como actriz. Tras estudiar con distintos maestros, y egresar del conservatorio con la máxima nota posible, retomó las audiciones pero nunca lograba los papeles con los que soñaba.
Por ejemplo, a finales de los 90 tenía todo listo para ser protagonista de Amazon High, una serie ambientada en el mismo universo que Hércules y Xena, la princesa guerrera. Sin embargo, el proyecto fue cancelado a último momento con varios episodios grabados. Luego, fue a un casting para una ficción que se volvería un ícono de los 90, Buffy, la cazavampiros, y aunque le fue bien en las audiciones y fue avanzando hacia el papel protagónico, a último momento los productores optaron por Sarah Michelle Gellar.
A pesar de estos contratiempos, Blair jamás se dejó vencer. La perseverancia rendiría frutos en 1999 cuando consigue un rol en la película Juegos Sexuales (Cruel Intentions), una suerte de remake de la novela del siglo XVIII Les Liaisons Dangereuses pero en plan adolescente y más erótico. Junto con su ex competidora Michelle Gellar y Ryan Phillippe formaron un triángulo perfecto que le permitió a Blair conocer la fama masiva. Un beso suyo con la rubia también la volvió el centro de muchas miradas.
Así terminó como antagonista nada menos que de Reese Witherspoon en Legalmente rubia, en 2001, consolidándose como una de las estrellas jóvenes con mayor proyección de su generación. Trabajó con Jared Leto y Jake Gyllenhaal en el drama Highway y con Cameron Díaz en La cosa más dulce, pasando luego a papeles más serios como The Deal, con Christian Slater. Así filmó numerosas películas durante toda una década y volvió a encontrar la popularidad masiva en la saga Hellboy, en donde se puso a las órdenes de Guillermo del Toro .
Su último rol de impacto fue en televisión, interpretando nada menos que a Kris Jenner, quien era esposa de Robert Kardashian en ese momento, en American Crime Story: The People vs. O. J. Simpson. Atenta a poder dar una actuación creíble, se puso en contacto con la misma matriarca del clan Kardashian para tener más información y terminó siendo su amiga.
A pesar del arduo trabajo, Blair también fue carne de tabloides gracias a su matrimonio con Ahmet, el hijo de Frank Zappa, o el romance con el actor Mikey Day, con quien protagonizó la serie Kath and Kim y del que se enamoró en el set. Además, llegó a los titulares cuando en 2017, durante un vuelo entre México y Los Ángeles, comenzó a gritar y llorar tras tomar una copa de vino. Aseguraba que había un hombre que la estaba dañando, pedía auxilio contra alguien que supuestamente quería comerla viva y asustó a todos cuando empezó a exigir poder salir del avión. La tripulación tuvo que calmarla y al aterrizar la esperaba un equipo médico. El diagnóstico se conoció pronto: había mezclado alcohol con medicamentos.
"Soy alguien que nunca debería beber pero lo hice. Estaba pasando por una mala situación. Tomé una copa de vino, alguien me dio una pastilla que pensé que era algo que tenía tomado antes, que no tomo regularmente... sufrí una especie de ataque psicótico total", reveló después en un comunicado de prensa. Blair confesaría años más tarde que solía refugiarse en el alcohol desde que vivió experiencias traumáticas en su niñez cuando tenía apenas 7 años.
Eso se sumó a episodios que venía viviendo desde 2011, cuando tras haber dado a luz a su hijo Arthur comenzó a experimentar episodios de intenso dolor, de malestar general y de falta completa de voluntad para salir de la cama. Los médicos a los que consultaba le daban respuestas que no encontraba satisfactorias, como depresión post parto o desórdenes hormonales.
Los encuentros de Blair con los médicos no siempre fueron positivos. Según los informes, durante años le dijeron que su dolor estaba simplemente relacionado con la depresión o las hormonas. Más tarde, una resonancia magnética confirmó qué era la depresión, la ansiedad, las hormonas, etc., lo que le causaba angustia física, pero más bien la esclerosis múltiple.
"Al final de tantas consultas me di cuenta que terminaba poniendo buena cara y minimizando cómo me sentía porque sólo me atendían hombres. Me sentía tan avergonzada por algunos hechos de mi vida, como mi tendencia a tomar alcohol o a comportarme de forma inmadura, que prefería no decir nada", recordó.
El año pasado, sin embargo, las dolencias volvieron y tras una resonancia magnética se confirmó que sufre de esclerosis múltiple y que lo que había vivido habían sido brotes de una enfermedad que muchas veces se manifiesta sin advertencia previa.
"Soy una mujer que vive con discapacidad. A veces me caigo. Se me caen las cosas. Mi memoria es borrosa. Mi lado izquierdo se encuentra pidiendo siempre direcciones a un GPS roto...", ilustró Blair en un posteo de Instagram en el que decidió contar su lucha.
De inmediato los medios quisieron conocer más sobre esta historia y ella decidió hacer antes un gesto muy poderoso: caminó la alfombra roja de los premios Oscar con un bastón y sin ocultar las dificultades que tenía al caminar.
"No puedo negar que ahora soy más humilde y que también tengo alegría... aunque sea una alegría que es cansadora. Cuando me diagnosticaron con esclerosis múltiple lloré. Tenía lágrimas. No eran lágrimas de pánico, eran lágrimas de alivio saber que ahora tenía que ceder ante un cuerpo que había perdido el control", le confesó a la revista Vanity Fair.
A pesar de que admitió que ahora vive con muchos obstáculos, reconoció que la enfermedad le permitió reconectarse con muchas personas importantes de su vida, como Marc Jacobs, Kris Jenner o Amy Schumer: "Muchos creen que me voy a caer muerta de un momento al otro, por eso se acercan. Pero encuentro paz en eso y alivio en el diagnóstico, porque desde que nació mi hijo tenía ataques de dolor incontrolable que quería calmar bebiendo o me automedicaba. Había momentos en que no podía soportarlo. Realmente estaba luchando por sobrevivir".
Esta disputa se trasladó a sus redes sociales porque la intérprete tomó la decisión de transformar su presente en una vidriera para que el mundo pudiese conocer cómo se vive con esta dolencia, volviendo su cuenta personal de Instagram en una suerte de reality show de su vida, en donde abundan los mensajes de apoyo y afecto pero no faltan críticas.
Hace algunos días conmovió con una imagen en la que se podían ver sus piernas flacas y con moretones. "Insomnio. Soy una suerte de bebé recién despierto que tiene miedo y ganas de llorar. Quiero a mi madre cera. Tomaré un baño y lloraré. El comienzo es duro. Tengo que recordar", escribió
También están los que creen que estas muestras tan crudas pueden ser contraproducentes. Hace algunos días, cuando publicó una foto contra un espejo, con su cabeza calva y sólo vestida por un sweater y sin pantalones, aparecieron los que criticaron la manera en la que se presentaba. "No entiendo por qué hacés estas cosas pero debo ser yo. Sé que es una enfermedad complicada pero no pierdas tu dignidad, Selma", le escribió un seguidor.
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Ella no dejó pasar los comentarios y respondió a varios con ironías y sin tapujos aunque también reconoció que encontró belleza en la imagen. "La veo como una fotografía donde hay vulnerabilidad, humor, es rara pero también una toma interesante. Me gusta", reconoció.
"Por supuesto que cuando decidí contar públicamente sobre mi enfermedad tuve miedo. Incluso mi neurólogo me advirtió que cuando tenga mis crisis voy a estar exhausta como para hablar con alguien... pero yo creo que voy a poder porque realmente amo la cámara", le dijo sonriendo y con lágrimas en los ojos Blair a la periodista Robin Roberts, de Good Morning America, quien aceptó posar tomando el bastón de su entrevistada, buscando evitar cualquier estigma.
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Lista para volver a trabajar cuando su salud se lo permita, Blair demuestra que es posible no perder ni el humor ni la personalidad incluso en las grandes luchas con las que nos enfrenta la vida.
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