Sebastián Wainraich y Dalia Gutmann: de un comienzo accidentado a la consolidación de una “monogamia inviable”
Él se enamoró primero pero ella lo veía como a un amigo porque pensaba que era gay; del noviazgo a la familia y a la fantasía siempre presente del poliamor
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La primera vez que se vieron, hace poco más de treinta años, ella era una nena y él tenía pelo largo y rulos. Eran vecinos de Villa Crespo pero la relación nuca trascendió de los ocasionales saludos al pasar.
Por diez años no volvieron a cruzarse hasta que a Dalia Gutman y Sebastián Wairaich los reunió la misma pasión: el humor, la radio, el teatro... Hoy llevan veinte años juntos y tienen dos hijos: Kiara y Federico. Y aunque hace unos meses hubo rumores de separación, la pareja sigue viento en popa, desafiando con desenfado el paso del tiempo.
El reencuentro fue cuando él ya era locutor y tenía su programa de radio, en cambio ella recién estaba descubriendo su vocación de humorista. Dicen que Dalia era fan del programa de Sebastián, que participó en un sorteo y que ganó. Y cuando fue a buscar el premio lo vio y no lo reconoció. Un tiempo después se lo cruzó otra vez, también en un estudio de radio y, en medio de la charla, recordaron que fueron vecinos.
Para él fue un flechazo, sin embargo ella lo veía como amigo porque pensaba que era gay. La relación fue creciendo pasito a paso porque tenían muchas cosas en común. “Un día fui a la casa y vi que teníamos los mismos libros, los mismos CD’s y hasta los mismos adornos. Era como mi versión masculina. Fue muy loco”, contó ella alguna vez.
Tuvieron una primera cita accidentada: “Yo estaba de novia cuando empecé a conocerme con Seba. Y sí, le metí los cuernos a mi ex”, reveló Gutmann en PH Podemos Hablar (Telefe). Luego continuó recordando detalles de ese primer encuentro “Yo estaba muy nerviosa, acababa de mudarme y en esa primera cita empecé a sentirme mal, con vómitos y diarrea. Cualquiera se hubiera ido volando, pero Seba se quedó. Vino un médico a casa, porque me deshidraté”.
“Siempre nos acordamos de que era un doctor muy petiso, me dio medicación y él fue a la farmacia a comprarla. Cuando me descompuse ya estábamos para todo, pero de todas maneras yo estaba convencida que Seba era homosexual. Me hice amiga de él porque estudiaba locución y él hacía radio. Además éramos vecinos y él venía a mi casa pero no pasaba nada porque me vinculaba con él como un amigo gay. Se me ocurrió porque trabajaba con Fernando Peña y con Ronnie Arias, y estaba todo el día con ellos. Por transición, dije, ‘es gay’”.
Siguieron viéndose con frecuencia hasta que el bichito del amor también le picó a ella: “Cuando estuvimos juntos me enamoré fuerte, más que nunca. Siempre fui muy noviera, pero con Seba me pasó algo diferente porque sentí que había encontrado a mi compañero de vida”.
La relación se formalizó casi sin que se dieran cuenta: “Los dos vivíamos solos. Yo tenía 25 y él 29, y en un momento nos dimos cuenta que no valía la pena pagar dos alquileres porque dormíamos siempre juntos. Él se mudó y no sé si me lo propuso, pero me mudé con él. Fue en el 2003. Con el tiempo nos seguimos mudando y tuvimos hijos”, sintetizó Gutman.
Wainraich, que acaba de estrenar la segunda temporada de su serie Casi feliz (Netflix), suele hablar poco de su vida privada. Sin embargo, tanto en la radio como en ocasionales entrevistas -y hasta en sus propias creaciones- varias pistas ha dado sobre su historia de amor.
De los primeros encuentros, recordó una vez en Los Mammones (América): “Dalia me decía que quería ser mi amiga y yo decía ‘para qué quiero una amiga si ya tengo a mis amigos’. Un día hablando por teléfono le dije ‘mira, no quiero ser tu amigo. Yo no te voy a llamar más, vos llámame si queres ser mi novia’. Y no me volvió a llamar, entonces la llamé yo. Después estuvimos un tiempo con una amistad medio versera hasta que un día se dio”.
Nunca se casaron y cuando les preguntan sobre planes de boda, casi responden a dúo: “No creemos en los papeles. Podemos ser pareja, estar felices y tener proyectos individuales sin tener que pasar por el Registro Civil. Creo que ninguno de los dos tiene alma de producir una fiesta”.
Sin embargo, cuando el papá de Dalia se enfermó, las cosas cambiaron (al menos un poco). “En el 2017 mi papá estaba mal y yo le quería dar una alegría entonces le dije a Seba ‘¡che, casémonos!’. Y me dijo que no. No me enojé porque soy cero romántica”. Wainraich tiene su propia versión: “Ella va a decir que no quise cuando surgió la idea pero en realidad ninguno de los dos la remó. No tenemos capacidad para organizar una boda. Además, después de todo lo que construimos juntos, creo que nos vamos a querer toda la vida, pase lo que pase”.
Una pregunta frecuente sobre su relación es saber si en casa tienen tan buen humor como en el trabajo. “Nuestra pareja no es tan caótica, ni tampoco nos la pasamos haciendo chistes. Y pese a las diferencias, coincidimos en cómo criar a nuestros hijos”, contó alguna vez él. “Otra coincidencia es que a ninguno de los dos nos gusta cocinar así que nuestra heladera está vacía por dentro, pero llena de imanes de delivery por fuera. El gran problema es que ambos somos hermanos menores: siempre necesitamos a otra persona que nos resuelva las cosas. En casa, un cuadro puede estar tres meses sin colgar”.
A comienzos de este año circularon sorpresivos e insistentes rumores sobre una supuesta separación de la pareja. Si bien no lo hicieron de manera instantánea, ambos terminaron manifestándose al respecto: “Nunca nos separamos. El fin de semana anterior a que se dijera eso, me había ido con mi hija y mi mamá a Costa del Este, y subí fotos y videos a mis redes. Y Sebastián se quedó en Buenos Aires porque tenía que trabajar y además, iba a llevar a Fede a ver al Duki. Seguramente lo dijeron porque nos vieron lejos y haciendo cosas distintas pero estamos muy bien. La remamos como toda pareja que está desde el siglo pasado, pero estamos juntos”.
Por su parte, y en diálogo con LA NACION, Wainraich aseguró: “En ese momento, me causó gracia. Con el correr de los días, ya no me divirtió tanto porque se estaba involucrando a otra gente, más allá de Dalia, que sí entiende el juego o el medio, como quieras llamarlo. Más allá de nosotros, hay mucha gente que se preocupa y no está bueno. Con el tiempo, nos vimos en un lugar que no nos gusta. Tenemos años en este oficio, pero es raro que hablen sobre tu vida privada o que digan dónde iba a ir a vivir, cosas que no eran ciertas. Rarísimo. Tampoco hago un dramón y ni siquiera hablé con los periodistas que lo dijeron. Tampoco creo que fue con malicia, pero me pareció insólito. No nos prendimos demasiado en ese juego y listo”.
Otro tema del que han hablado varias veces, y del que el propio Wainraich bromeó más de una vez, tanto en su programa como en la serie Casi feliz, es el poliamor. “Yo estoy a cinco minutos de todo. Hay un tema para charlar como sociedad, porque cada pareja tiene sus acuerdos. Hace muchos años que estoy con Sebastián y me parece insoportable pensar que no voy a estar con ningún otro hombre el resto de mi vida. Me parece inviable. Pero a su vez soy muy culposa, entonces no me daría para engañarlo”, detalló hace algún tiempo.
Y agregó, un poco en broma: “No lo engaño por culpa y por falta de oportunidades porque para los tipos, soy la mujer de Wainraich. Pero creo que le viene muy bien a cualquier pareja tener una aventura. Es inviable la monogamia a través de los años”.
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