El actor protagoniza “Mi madre, mi novia y yo” en Paseo La Plaza y sueña con trabajar en cine
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Más de tres décadas atrás, una tarde cualquiera por El Palomar no era extraño cruzarse con algún vecino que gritara “Porotoooo” al pasar por el frente de la despensa Poroto Junior, en señal de camaradería. Ese negocio de barrio era regenteado -por supuesto- por Poroto, un fanático de Boca Juniors que tenía un hijo: Sebastián Presta. Poroto era gracioso y se divertía con sus amigos, a veces jugaban al truco en un espacio especialmente reservado para eso al fondo del negocio. Sin embargo, puertas adentro de su casa era más amigo del silencio. Sebastián recuerda sus primeros años con cierto recelo: “En casa se hablaba poco, no se escuchaba música. No se iba al cine ni al teatro pero se miraba mucha televisión”. Conserva una imagen clara de aquellos años, se ve a él mismo lleno de sueños en esa casa silenciosa, trasladando la televisión desde el comedor hacia el living mientras fantasea con un futuro lejano e improbable por aquellos días: ser actor y aparecer “del otro lado” de ese aparato electrónico.
Entre sus 14 y 18 años cortaba fiambre en un almacén mientras su cabeza seguía soñando con esa vida de teatros y risas. Pero le costaba imaginarlo posible en la vida real. Fueron varias sesiones de terapia las que lo llevaron a confiar en su propósito y convencerse -contra todos sus pronósticos- de que podía trabajar de algo que le gustara, independizarse, vivir de su vocación. Una vez que “habilitó” la posibilidad en su cabeza se paseó por los medios de comunicación, en roles como el de productor de Gente que busca gente, hasta que logró construir un sello propio con sus sketches de humor. El año pasado coqueteó con la ficción de la mano de El primero de nosotros y este verano se encausa hacia su vocación de actor arriba de las tablas de Paseo La Plaza con Mi madre, mi novia y yo.
-¿Cómo te sentís arriba del escenario con tu obra Mi madre, mi novia y yo?
-La gente se va a encontrar con una comedia argentina muy divertida, de verdad, se van a reír de principio a fin. Pero además de las risas, la obra tiene unos tintes más profundos en los que te deja pensando sobre las relaciones humanas sobre todo en el vínculo con los padres y con la pareja. Me da mucho orgullo que este sea un éxito argentino, cuando los productores me acercaron la obra dudé porque cuando leí que se trataba de un hombre de 43 años que vivía con la madre me pareció un tema viejo. Pero cuando la leí entera y nos pusimos a trabajar, me di cuenta que la obra estaba buenísima. Es una comedia que tiene mi sello y que fue adquiriendo muchas cosas que me fueron pasando en la vida. Es súper divertida.
-La definís como una obra graciosa que también profundiza sobre los vínculos ¿Pensás al humor como una excusa para ahondar en otras cuestiones que a veces pueden ser difíciles de decir?
-Yo creo que con el humor se pueden decir muchas cosas. Para mí el humor de alguna manera es sanador. Me encanta decir las cosas desde el humor.
-¿En tu vida cotidiana qué significa el humor para vos? ¿Es una herramienta, una filosofía de vida?
-Es mi chip, no me sale a hacerlo de otra forma. No sé... Mi papá era gracioso con sus amigos pero no conmigo, no sé de dónde fue que fue surgiendo esto del humor. Por lo general, la gente me imagina contando chistes todo el tiempo pero soy más bien tranquilo. Incluso yo me siento más actor que comediante, al comediante le tiras un tip, un tema y te arma un show en el momento yo soy más de laburar el guion. Me siento más cómodo con eso.
-Disfrutaste mucho de tu trabajo de ficción en El primero de nosotros…
-Al humor lo conozco muchísimo, pero con un formato como el de la novela que hice el año pasado no estaba familiarizado. Y de repente, me fue fantástico. Tuve una escena con Mercedes Funes que hacía de mi mujer en la que me emocioné muchísimo, corrían lágrimas y eso no estaba ensayado, ahí me di cuenta que estaba descubriendo algo maravilloso. Me gusta sentir que puedo hacer humor pero que también puedo hacer un buen drama.
-Parece que la comedia siempre va detrás del drama...
-Tal cual. Es como que el actor de drama está “más arriba”, pero yo creo que es más difícil hacer reír que llorar. Además la gente, y sobre todo después de la pandemia, disfruta de las comedias.
-¿Cuál es tu público?
-A veces vienen parejas que me conocen por los videos y se van encantadísimos. Y con la novela se incorporó gente de distintas edades. Vienen abuelos porque los hijos les recomiendan el show. O sea que el público es variado. Y es fantástico saber que te recomiendan porque el público argentino está acostumbrado a tener muy buenos espectáculos, muy buenos actores y cómicos desde Olmedo, Porcel, Tristán, Cha, cha, cha, Perciavalle. Cuando era chico veía a Gasalla y pensaba que quería hacer algo así. El argentino está acostumbrado a eso y no es fácil hacerlos reír…
-Trabajaste en la televisión, en el teatro y también en las redes sociales ¿El teatro es lo que más te gusta?
-Hoy por hoy me cuesta mucho volver a hacer videos y me tiré al teatro y a veces me llaman para trabajar en algún programa de televisión, pero quiero ir a la tele solo para hacer ficción. Tengo ganas de hacer cine, me encantaría.
-¿Cómo ves la comunión entre las personas anónimas o conocidas que hacen videos graciosos y el teatro?
-No veo relación, porque quizás la persona que hace un vídeo de TikTok haciendo la mímica no sé si se puede subir un escenario, pero me parece genial porque antes para poder algo así tenías que entrar a un canal y ahora no hace falta. Antes tenías que ir a un casting y, hoy por hoy, si transmitís tus trabajos desde una plataforma no lo necesitás más. Te podés autogestionar. Pasó con la música también.
-Te gustaría hacer cine...
-Me encantaría trabajar en otro país también. Tuve la posibilidad de viajar a México a dramatizar una producción y fue fantástico. Por ahora disfruto del teatro y mantengo la fantasía de escribir obras de teatro o alguna serie.
- Cuando eras chico fantaseabas con salir en la televisión ¿Te imaginabas que ibas a terminar dedicándote a la actuación?
-Mientras estaba de fiambrero tenía esa fantasía. De hecho, a mis 20 años salía a caminar por la calle Corrientes y veía las marquesinas con Marrale, Leyrado... Y cuando voy y veo una foto mía me emociona pensar en las vueltas de la vida. Era algo que yo no me imaginaba y mis viejos tampoco.
-¿Tuvo que ver mucho la terapia?
-La psicóloga me decía: “Sebastián, vos podés tener un departamento que te guste, tu auto, ¡vos podés!”. Para mí me estaba diciendo pavadas esta señora, yo internamente no estaba habilitado para hacer todo lo que logré después. Todo depende de cómo tenés la cabeza. De alguna manera siento que hacer terapia me lo habilitó y ahí empezó una carrera que, si bien me he equivocado y he vivido algún que otro papelón, hoy me lleva a estar más o menos más plantado.
PARA AGENDAR
Mi madre, mi novia y yo. Dirección: Diego Reinhold. Con Sebastián Presta, Graciela Tenenbaum y Victoria Almeida. Funciones de miércoles a domingo en Paseo La Plaza.
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