Si bien a Sean Connery se le conocieron varios romances con actrices hermosas, desde hace 43 años se toma de la mano de la misma mujer, Micheline Roquebrune. Las andanzas del primer (¿y mejor?) James Bond de la historia que, a los 87 años, sigue alimentando el mito.
"La llave está en la puerta. Él, leyendo el periódico sobre la cama, desnudo. De un salto me lancé sobre la cama y desabroché mi cinturón de cuero tratando de golpearlo con él mientras le bailaba sensual. Él me agarró y me besó pasionalmente. Casi salvajemente. Animalmente", relató en una entrevista la artista francesa Micheline Roquebrune. La escena, que parece sacada de una novela erótica, detalla el primer encuentro con el ex 007 cuando aún él no era su marido.
Se habían conocido en Marruecos, en el club de golf Mohammedia, durante unas vacaciones que se tomaron lejos de sus respectivas parejas e hijos. Nada los detuvo, la química era muy fuerte. Micheline misma confesó que tenían que esforzarse por disimular durante el día, pero que de noche todo explotaba: "Los cuatro días que siguieron a nuestro encuentro, continuamos jugando al golf como dos extraños y después nos reuníamos para hacer el amor como dos locos. La realidad es mejor que cualquier fantasía. Ningún hombre ha tenido ese efecto en mí".
Era marzo de 1972 y luego de esos días de lujuria, ambos tuvieron que volver a sus hogares y no supieron más del otro por un tiempo. Hasta dos años más tarde cuando Micheline recibió una invitación del apuesto galán con la intención de reunirse en Marbella. "Me dije a mí misma: '¿Quién se cree que soy?'. Pero una vez allí, él me miró y me dijo: 'Te he echado de menos y no puedo parar de pensar en ti. No puedo olvidarte'", rememoró. Ya nunca se separaron.
Pero no era la única que caía ante los encantos de Sean Connery. La revista People lo coronó como “el hombre más sexy del mundo” y sus romances brotaban sin cesar, pero el amor triunfó: hace 43 años, que desayunan juntos cada mañana.
Seductor nato
Antes (y después) de ser el hombre de los sueños de Micheline, les quitó el sueño a muchas otras mujeres. A pesar de la apariencia de seductor, Connery empezó a perder pelo a los 21 años debido a una alopecia muy severa y trabajó buena parte de su carrera con peluquines y postizos. Cuando se deshizo de ellos, su atractivo no disminuyó.
En 1962, se casó con la actriz Diane Cilento, hija de un médico con título nobiliario. Pronto nació su único hijo, Jason (también actor y director de cine). Aunque el matrimonio duró 11 años, jamás la pasaron bien. Sean no se sentía cómodo con la fama, sus fans hacían guardias eternas, trepaban a las ventanas y hasta llegaron a robarle cosas de su casa para tener un recuerdo suyo. Ella jamás se relajó, sabía de sus infidelidades. Puertas a adentro, eran un torbellino de peleas, discusiones y malos tratos.
La relación había sido rebuscada desde el comienzo. La pareja se conoció cuando Diane se casó con el escritor italiano Andrew Volpe y estaba embarazada de su primera hija, Giovanna. En ese momento, Connery, vivía con la fotógrafa Julie Hamilton. Una mañana, Connery le dijo a su novia: "Diane Cilento tiene ojos increíbles". Cuando Hamilton lo desafió por el comentario, él le dijo que ya no la amaba. Ella le dejó un duro mensaje garabateado con lápiz labial en el espejo y huyó a la casa de su madre llorando. La posterior boda de Connery con Cilento fue una farsa, con la novia embarazada de Jason. Dos taxistas en Gibraltar actuaron como testigos y la recepción se celebró en un hotel en mal estado y pocos invitados, en la que los recién casados no pararon de discutir.
Dicen que ha conquistado a bellezas como Raquel Welch, Brigitte Bardot, Ursula Andress, Jill St. John y Lana Wood. Algunos romances se pudieron comprobar, otros fueron fogoneados por la prensa. Lo cierto es que, una de sus aventuras terminó mal porque Connery se enamoró de Micheline y dejó a Diane en medio de un escándalo, que incluyó una denuncia mediática por violencia de género. Ella jamás lo pudo perdonar, tampoco olvidar y libró una batalla que duró 40 años.
En 2008, el Sunday Times publicó una entrevista con la actriz en la que aseguraba que su ex marido había desheredado al hijo de ambos y que lo había hecho trabajar desde pequeño para que no fuera un niño mimado y aprendiera a ganarse su propio dinero. “No he visto a esta mujer en 37 años y ella no sabe nada de mí ni de mi actual vida. Diane no ha podido salir adelante con su vida después de nuestra separación y ya he tenido que lidiar con acusaciones suyas de que yo era violento con ella y tonterías así. Ahora las mentiras se tornan aún más viciosas y, lo que es peor, ha metido a nuestro hijo", se defendió Connery en el Daily Telegraph y negó fisuras en la relación con Jason.
La actriz australiana lo enfrentó hasta el día de su muerte, el 6 de octubre de 2011, pero también lo amó hasta entonces. En la última entrevista que brindó aseguró: "Siento que aún hay temas pendientes entre los dos. Yo amaba al antiguo Sean y aún lo amo. A veces, cuando lo veo en algún programa, reconozco ciertos movimientos y miradas de mi antiguo amor y eso todavía hace que mi corazón dé un vuelco".
Camino al estrellato
Su extensa carrera fílmica está repleta de éxitos y cuenta con más de 80 películas, entre ellas, El día más largo (1962), Asesinato en el Oriente Express (1974) y Los intocables (1987) por el que obtuvo el Oscar a mejor actor secundario. Trabajó con Alfred Hitchcock en Marnie, la ladrona (1964) y con John Huston en El hombre que pudo reinar (1975). Pasado un tiempo aún llenaría la pantalla con su imponente físico en El nombre de la rosa (1986); Indiana Jones (1989), donde interpretó al padre de Harrison Ford; La caza del Octubre Rojo (1990), La roca (1996) y La trampa (1999). Su última película, La liga de los caballeros extraordinarios, se estrenó en 2003 y fue un fracaso de taquilla.
Pero, sin duda, todos lo recordarán por ser el primer agente 007 de la historia. En total, fueron 7 las películas en las que se puso en la piel de James Bond (luego vendrían Roger Moore, Pierce Brosnan, Timothy Dalton y George Lazenby y Daniel Craig) y que le dieron reconocimiento mundial, fama y mucho dinero. La mejor virtud de Connery: nunca dejó que lo encasillaran y pudo hacer todo tipo de papeles.
El camino para llegar a la cima fue largo y difícil, pero todo el recorrido le dio fuerza y versatilidad. Hijo de padre camionero y de madre ama de casa, Thomas Sean Connery nació en un barrio humilde de Edimburgo el 25 de agosto de 1930. Dejó pronto la escuela para trabajar y poder ayudar a su familia. Tuvo varios empleos: repartidor de leche, albañil, socorrista e incluso pulidor de ataúdes. A los 18 años practicó el culturismo hasta alcanzar el cuerpo musculoso que después luciría en el cine. Trabajó como modelo, incluso se presentó al concurso de Mister Universo en Londres y quedó tercero en la categoría de “Hombres altos” (mide un metro y ochenta y nueve centímetros). Estuvo en la marina británica y tuvo la oportunidad de fichar por el Manchester United como futbolista, pero prefirió tomar el camino artístico. Empezó como maquinista y extra en el King’s Theatre de la ciudad y como integrante de un coro en un musical, antes de hacer televisión y cine.
Para convertirse en el reconocido espía británico tuvo que pasar muchas pruebas. Los productores querían en un principio a Cary Grant, pero pedía un millón de dólares y tuvieron que abandonar la idea. A los 32 años, el actor escocés estaba en su mejor momento físico y dicen que fue la mujer del productor la que lo vio y creyó que sería el Bond perfecto. Una vez más, su magnetismo con las mujeres le traería beneficios. El resto, es historia conocida.
La morada final
Nunca fue muy aficionado a los eventos y grandes fiestas hollywoodenses y con los años cultivó aún más su bajo perfil. Casi no sale de su casa y vive en Las Bahamas junto a Micheline, con quién sigue casado desde 1975.
Junto a la pintora, aseguró que encontró estabilidad en su vida y formó una dupla imbatible. Él asumió el papel de padre de los hijos de su mujer, Olivier, Micha y Stephane. Ella manejó su carrera y sus finanzas, además de monitorear desde cerca a cada una de sus compañeras en los sets de filmación. Se sabe, el zorro pierde el pelo pero no las mañas y si bien con los años Connery se fue aplacando, cada tanto aparecía alguna mujer asegurando ser su amante o haber tenido un affaire con él.
Si bien fue tentado muchas veces para volver a rodar, el actor se niega rotundamente: “la jubilación es bastante divertida”. Y así está, disfrutando hasta el final junto al amor de su vida.
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