Sandra Bullock y Bryan Randall: la historia de amor que salvó a la actriz de la depresión y la apuesta por una vida en familia
La pareja de la actriz murió a los 57 años, tras una larga batalla contra la esclerosis múltiple amiotrófica; el fotógrafo había conocido a la actriz en 2015, cuando ella todavía se estaba recuperando del engaño de su exmarido
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La actriz Sandra Bullock está atravesando uno de los momentos más duros de su vida: la muerte de su pareja, el fotógrafo Bryan Randall, quien murió el sábado a los 57 años, luego de batallar contra una dura enfermedad. La noticia fue dada a conocer por la familia de Randall: “Con mucha tristeza compartimos que Randall murió pacíficamente el 5 de agosto luego de una pelea de tres años contra la ELA (esclerosis lateral amiotrófica)”, difundieron en un comunicado. “Bryan eligió que su viaje con la enfermedad permaneciera en la privacidad, y quienes lo quisimos hicimos todo lo posible para honrar su pedido”, se añadió.
Por el momento, Bullock no se pronunció sobre esta dura noticia, el fallecimiento del hombre al que conoció en 2015, cuando estaba saliendo de ese pozo depresivo en el que ingresó tras el engaño de su exmarido, Jesse James. De inmediato, ensamblaron las familias, tanto así que el año pasado anunció su retiro de la actuación para poder disfrutar de los placeres de la cotidianidad. “Ahora mismo, y no sé por cuanto tiempo será, necesito estar en el lugar que me hace más feliz”, le contó Bullock a Entertainment Tonight. “Me tomo mi trabajo muy en serio cuando estoy haciéndolo. Es 24/7 y solo quiero estar 24/7 con mis bebés y mi familia“, dijo sobre la razón por la que se alejaba de los sets, sin emitir palabra sobre el estado de salud de su pareja.
En una ocasión, la actriz declaró: “Quizá paso demasiado tiempo buscando, buscando cosas que en realidad la sociedad me está diciendo que busque. A fin de cuentas, no importa lo material, todos vamos a terminar viejos y arrugados. Por eso creo que quiero a alguien que me haga reír, que me estimule, que me haga extrañar cuando no está cerca, alguien a quien pueda admirar y de quien me sienta orgullosa de decir ‘este es mi hombre’”. Corría el año 1999 y Sandra Bullock le contaba a Entertainment Tonight cuál era su visión de las relaciones, una visión que la pinta de cuerpo entero y que finalmente halló en Randall.
Sencilla, humilde, honesta, Bullock es una estrella con la que no cuesta empatizar y quien, en tan solo una secuencia de incontables comedias, logra hacerte sentir como en casa, con ese carisma que sostuvo su carrera a través de las décadas. Sin embargo, a la intérprete oriunda de Virginia no le fue fácil encontrar aquello que supo describir de manera simple: un amor tan verdadero que no requiriese de ostentación (hay muy pocas postales con Randall). Asimismo, como ella misma explicó, su pareja y sus hijos tuvieron mucho que ver en su decisión de alejarse de la actuación, pero repasemos su historia antes de conocer a Bryan, el hombre con el que apostaba por una relación para toda la vida, deseo que lamentablemente quedó trunco.
El primer amor que nació en plena conquista de Hollywood
En 1990, tres años antes de El rapto -película en la que dejaba una huella aun con pocas escenas-, la actriz se encontraba en el rodaje de la comedia romántica Love Potion No. 9 junto al entonces galán Tate Donovan. El flechazo fue tan intenso que en 1992, cuando el film se estrenó comercialmente, la pareja ya estaba comprometida. Dos años más tarde anunciaron su separación. Bullock nunca quiso revelar detalles de su vida privada, pero los rumores de que el ascenso en su carrera habría afectado su relación se suscitaron con rapidez.
En 1995, cuando la actriz ya había conquistado Hollywood con encantadoras interpretaciones en Máxima velocidad y Mientras dormías, le expresó a la revista Vanity Fair lo mucho que adoraba a su expareja: “Lo quiero tanto, sé que yo significo tanto para él como él para mí, hay mucho que no puedo explicar, simplemente pasó... él sacó lo peor y lo mejor de mí”, enfatizó, de algún modo anticipándose a sus relaciones posteriores, que también dieron sus primeros pasos en sets de filmación.
Matthew McConaughey y Ryan Gosling, de la ficción a la realidad
Tiempo de matar, el drama de 1996 basado en la novela de John Grisham, contaba con poderosas actuaciones: la de Bullock, Samuel L. Jackson y un prometedor actor de Texas llamado Matthew McConaughey. Sandra interpretaba a Ellen Roark, una joven abogada que ayudaba a su colega Jake Brigance (McConaughey) en un caso significativo para ambos, enamorándose en el proceso. Cuando las cámaras se apagaban, las versiones de que los actores estaban comenzando una relación resonaban con fuerza. En 1997, la propia Oprah Winfrey le consultó a Bullock acerca de los rumores y ella dejó la puerta entreabierta: "No estamos juntos, pero cualquier mujer que quiera estar con él va a tener que pasar por mí primero", bromeó.
El tiempo de duración del romance es difícil de precisar -se estima que la pareja rompió su relación a fines de 1998-, pero en 2003 Sandra fue nuevamente consultada por su vínculo con McConaughey y no corrigió a la periodista cuando ella se refirió a él como su exnovio. “Hicimos un trabajo muy importante y entre nosotros hay amor y respeto. Sé que él me está cuidando, no importa dónde esté ni dónde me encuentre yo. El punto es que siempre vamos a permanecer cerca del otro”. Efectivamente, los actores forjaron una gran amistad que se mantiene hasta el día de hoy, cuando salen a comer junto a la esposa de McConaughey, Camila Alves. De hecho, en 2014 el actor le entregó el premio “Una década de sensualidad” en los Guys’ Choice Awards, junto a Hugh Grant y Keanu Reeves, sus compañeros en Amor a segunda vista, y Máxima velocidad y La casa del lago, respectivamente.
Con la ambigüedad que la caracteriza, en 2003 Bullock también hizo declaraciones sobre Ryan Gosling, coprotagonista en el film Murder by Numbers, el primer trabajo estrictamente dramático que hizo la actriz, quien hasta entonces estaba muy ligada a esa imagen de "Miss Simpatía" que cultivó en el film homónimo. Ante la pregunta de si a Gosling la unía "solo una amistad", la intérprete fue capciosa. "Dejáme ver si puedo responder eso de manera políticamente correcta. Somos solo amigos. Aunque agregarle el 'solo' podría ser una mentira, así que simplemente voy decir que somos amigos", declaró. Al igual que con McConaughey, la actriz prefirió preservar su intimidad y la de su expareja, quien sí fue más directo al hablar de "Sandy", con quien salió durante un año. "Tuve a dos de las mejores novias del mundo. No conocí a nadie que pudiera superarlas", le contó el actor en 2011 a The Times, refiriéndose a Bullock y a Rachel McAdams, y meses antes de que la vida lo conectara con su actual mujer, Eva Mendes .
Jesse James, el hombre de las dos caras
Las respuestas irónicas llegaron a su fin en 2004, cuando la actriz se sintió preparada para decir aquello que anhelaba en 1999: que había encontrado a ese hombre del que estaba orgullosa, o al menos eso creía antes de que todo se desmoronara. Bullock conoció al conductor y fabricante de motos Jesse James en un encuentro que organizó entre el entonces famoso presentador del reality Monster Garage y su ahijado. A los pocos días, ambos ya estaban concertando su primera cita, y al año y medio de ese primer contacto, se casaban en California.
En un abrir y cerrar de ojos, Bullock había formado una familia, dado que también se convirtió en madrastra de Jesse James Jr., Sunny y Chandler, los tres hijos que tuvo Jesse con su exesposa, Janine Lindemulder. A la par de su idílica vida romántica, la actriz atravesaba una gran etapa de su carrera, gracias a éxitos como Crash, Infame, La propuesta y Un sueño posible, el film por el cual ganó el Oscar como mejor actriz en la ceremonia de 2010. Su discurso de aceptación fue profundamente emotivo. Bullock recordó su infancia en Virginia, los consejos de su madre Helga, y señaló a James como ese amor que siempre estuvo aguardando. La cámara enfocó a la estrella de realities, quien lloraba mientras contemplaba a su esposa disfrutar esa noche insuperable.
A la semana siguiente, los brillos se apagaron. Un día, Bullock canceló repentinamente su aparición en la prémiere de Un sueño posible en Londres alegando “imprevistos asuntos personales”. Luego de esa desconcertante movida de prensa, se mudó de la casa que compartía con James y su hijastra Sunny en California. Poco tiempo después, los periódicos se hacían eco de una noticia inesperada. James, el mismo hombre que se emocionaba al ver a su esposa recibiendo el Oscar, había tenido una relación extramatrimonial con la tatuadora Michelle ‘Bombshell’ McGee, mientras Sandra filmaba la biopic de John Lee Hancock. La propia McGee echó más leña al fuego confirmando los rumores y asegurando que entabló un vínculo sentimental con James a partir de unas conversaciones en Facebook que no tardó en divulgar.
Así, en el mejor momento profesional, Bullock enfrentaba el peor escenario personal. El número de infidelidades era tan alto e involucraba a tantas mujeres, que James se vio obligado a emitir un comunicado. “Hay una sola persona a la cual culpar por esta situación y soy yo; todo esto le causó a mi esposa y a mis hijos dolor y vergüenza. Estoy extremadamente triste por haberles ocasionado esto. Lamento mucho todo lo que les causé. Espero que en sus corazones encuentren la capacidad de perdonarme”, escribió.
El 30 de marzo, James se internaba en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción al sexo e intentar salvar su matrimonio. Sin embargo, Bullock ya había tomado su decisión: en abril de 2010 el divorcio era un hecho. Su exmarido, en tanto, minimizó esa etapa en una charla con The Daily Mail : “Sí, la engañé y me hice cargo, pero hombres y mujeres engañan, es parte de la vida”, aseguró, insinuando que Bullock también le había sido infiel. En las antípodas de James, Sandra se manejó con extrema cautela durante y después de ese momento bisagra. La actriz, quien estaba hundida en la depresión tras el engaño, continuó abocada a su trabajo, no hizo declaraciones rutilantes, ni tampoco se expuso a esas consultas de la prensa que antes dominaba con soltura. Esta vez no se trataba de un efímero romance en el set. Esta vez se trataba de la peor traición. “Estamos todos donde debemos estar. No se puede mirar atrás, y yo agradezco estar aquí, bendecida por lo que tengo”, fue la única frase alusiva que brindó la actriz en una entrevista con Vogue.
Bryan Randall, el gran amor que la sacó de la tormenta
Como parte del proyecto de familia que estaba gestando con James, Sandra había iniciado, en 2005, el proceso de adopción de un niño llamado Louis, quien llegó a su vida en enero de 2010. Sin embargo, cuando su vínculo con el conductor se disolvió, la actriz abandonó el domicilio conyugal y se fue a vivir sola con el pequeño, quien le dio la fortaleza para empezar una nueva vida. “No pensé en ser madre hasta que pasó lo de Katrina [N. del E.: uno de los cinco huracanes más letales de la historia de Estados Unidos ]. Esto me hace llorar, pero Katrina pasó por Nueva Orleans y lo supe. Algo me dijo que mi hijo estaba allí, fue muy raro. Más de cuatro años después de llenar papeles y de ser juzgada como ser humano, lo pude mirar y decirle ‘Oh, allí estás’. Fue como si siempre hubiese estado allí, cabía perfectamente en mi brazo, y me miró a los ojos. Era un sabio. Mi hijo era un sabio”, declaró Bullock, entre lágrimas, en una entrevista durante una conferencia de prensa por el film Ocean’s 8.
La actriz, que pocas veces había aludido a cómo el destino la condujo a ser mamá de Louis, fue invadida por las ganas de narrar su historia, una que se volvió más rica con la adopción de Laila en 2015 . “Estaba cenando con unas amigas y Louis se quiso sentar con nosotras. Ellas empiezan a hablar de sus hijas y él dice ‘yo no tengo hijas, pero voy a tener una pronto’. Ahí advertí que quizá él sabía algo que yo no. Cuando lo pienso, coincidía con el año en que nació Laila. ¿Será una coincidencia? Fue Louis, Louis siempre fue fuerte, un líder, el líder que me condujo a Laila”, aseguró la actriz que cuando fue nuevamente nominada al Oscar en 2014 por Gravedad, pisó el teatro Dolby con otra perspectiva. Muy lejos de Jesse James, de las traiciones y el escrutinio público, la actriz se plantó allí como una madre que seguía sin la necesidad de sucumbir a lo socialmente impuesto.
“Bryan es el ejemplo perfecto para mis hijos”
En 2015, las piezas se terminaron de acomodar cuando conoció al exmodelo y fotógrafo Bryan Randall, quien era padre de una hija fruto de una relación anterior, el hombre con quien logró formar una familia ensamblada, alcanzar la armonía, y proyectar un futuro que no pudo concretarse.
Al conocerlo, contó que no quería casarse. “Encontré al amor de mi vida, tengo tres hijos hermosos (en alusión a la hija de Randall), es lo mejor del mundo, por eso, aunque me guste la idea de una boda, no necesito un papel que me diga que soy una pareja devota, que soy una mujer que siempre va a estar presente en los momentos más duros de mi pareja, no necesito que nadie me asegure que voy a atravesar tempestades con él”, sobre ese vínculo que se fue consolidando con bajo perfil. “Él es el ejemplo perfecto para mis hijos, el hombre que quiero que tengan cerca, y quien me hizo relajar, ahora puedo ser madre con alguien más, y eso me costó, porque soy una persona muy testaruda por momentos”, añadía.
“Quizá paso demasiado tiempo buscando, buscando cosas que en realidad la sociedad me está diciendo que busque”, decía Bullock hace más de 20 años. A pesar de todas las experiencias que la afectaron indefectiblemente, ese pensamiento parece no haberse modificado. Bullock se recompuso de años de profundo dolor y llegó a sus dos hijos y a su pareja, con fortaleza, sabiduría y capacidad de liderazgo, esas tres cualidades con las que define a Louis y con las que, sin saberlo, también se está describiendo a sí misma, una mujer resiliente que ahora deberá mostrarse aún más fuerte por sus hijos, y en memoria de ese hombre con quien pudo salir de la tormenta.
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