Sabrina Rojas, Mercedes Scápola y Brenda Gandini: "Ninguna pareja es perfecta, puertas adentro todas tienen su conflicto"
MAR DEL PLATA. Son tres actrices de la misma generación, pero con backgrounds bien distintos. Mercedes Scápola cuenta con una carrera cimentada fundamentalmente en el teatro y Brenda Gandini y Sabrina Rojas, en la televisión, aunque cada una con un perfil singular. "Mey" es hija de Mercedes Morán, y Brenda y Sabrina están casadas, respectivamente, con Gonzalo Heredia y Luciano Castro. Hoy trabajan por primera vez juntas, en Desnudos, la obra más taquillera de Mar del Plata. Y si bien los espectadores tal vez lleguen al teatro Neptuno atraídos fundamentalmente por los nombres de Castro, Heredia y Luciano Cáceres (y por la expectativa de verlos como dios los trajo al mundo), se retiran sorprendidos por las potentes actuaciones de estas tres mujeres.
Cada una de ellas ha sumado a su personaje condimentos distintos a los delineados por la guionista y directora alemana Doris Dörrie en Nackt (2001), film en el que se basa la obra. Se nota el compromiso que han adoptado con sus criaturas y la intención de acercar la visión feminista de la autora al aquí y ahora, a la Argentina del 2020. Scápola, Gandini y Rojas interpretan a las integrantes femeninas de tres parejas de amigos, cercanos a los 40, que un día entran en crisis cuando perciben que ya no se reconocen, ni siquiera en el seno de cada pareja. La solución que encuentran todos es un juego riesgoso: quitarse la ropa en grupo e intentar reconocer con los ojos vendados y al simple tacto el cuerpo de su compañero o compañera.
-En principio, Mercedes, Brenda y Sabrina, ¿vieron la película? Y en comparación, ¿están conformes con la adaptación teatral?
-Sabrina Rojas: Vimos sólo imágenes, recién después del estreno. El director nos había pedido que no la viéramos para que no nos condicionara y pudiéramos hacer nuestra propia versión de los personajes. Le hicimos caso, pero obviamente la curiosidad estaba. Me di cuenta que la obra tiene mucho del espíritu de la película y, a la vez, es mejor. Y está aggionarda a lo que nos sucede a nosotros, es más "argenta".
-Brenda Gandini:Desnudos es una obra de vínculos y habla de lo que le sucede a tres parejas cercanas a los 40. Lo que se trató de adaptar es que cada una de ellas contara una historia y que a la vez funcione como espejo de las otras. ¿Viste cuando una pareja habla mal de sus amigos? Bueno, tal vez eso que critican es lo que justamente les está pasando a ellos, sólo que no pueden verlo o no se animan a hablar de determinados temas en primera persona. Mi pareja con Luciano (Castro) es la que habla más de lo físico, del paso del tiempo, del amor. Es la más genuina de todas. No obstante, el público se siente identificado con las tres relaciones. Nos lo dicen a la salida. Estamos muy contentas con la devolución de la gente, nos damos cuenta que se van movilizados.
-El foco de la pareja de Brenda y Luciano, en Desnudos, es el amor. El tuyo, Sabrina, y el de Luciano Cáceres, ¿es el dinero?
-SR: La nuestra es una pareja que se conoce desde hace mucho tiempo; éramos dos chicos simples, hasta que él tuvo la suerte o la habilidad de hacerse rico de repente, con tinturas para gatos. Y ese cambio de vida tan repentino nos modificó como personas y como pareja y nos olvidamos de lo importante: del amor, de lo compañeros y divertidos que éramos. Y ahí empezamos a tener otros vínculos, con gente que antes no nos relacionábamos. Entonces, los vínculos con nuestros amigos de siempre nos parecen aburridos. En fin, somos dos pretensiosos. Eso le pasa a muchas parejas: van detrás de lo material y de pertenecer a otro círculo social y se olvidan de lo esencial y de lo que alguna vez fueron. Pero mi personaje, Carla, tiene un quiebre, y a pesar de que alguna vez se subió a ese caballo, termina reprochándoselo a su pareja. Y también le dice: "Me hago la distraída para que te diviertas por ahí", algo que le ha pasado a muchas mujeres. Mientras, los personajes de Brenda y Luciano sienten que como no tienen tanto dinero no son tan felices como nosotros, ¡y nosotros no somos felices! Esto demuestra que ninguna pareja es perfecta, puertas adentro todas tienen su conflicto.
-Mercedes Scápola: La nuestra es la pareja más rota, la que conformamos con Gonzalo (Heredia) es la menos lineal, la que se separó. Emilia, mi personaje, tiene cierta bipolaridad, es de esas mujeres que pueden estar acostumbradas a algo, pueden querer mucho algo, pero siempre quieren algo más. Ella le dice a su ex pareja: "Yo también te extraño, pero había algo que no funcionaba". Es una mujer que no se conforma. De las tres mujeres de la obra, es la que más se cuestiona, por eso se anima a estar sola, a ser la que menos plata tiene del grupo de amigos. A su vez es la más desnuda, la más frágil.
-SR: Posiblemente la pareja de ellos, que está separada, sea la menos rota; en principio comparada con la nuestra, que vivimos juntos y aparentamos ser felices.
-¿Qué opinan de la propuesta de la obra? ¿Ustedes se someterían a semejante prueba: reconocer con los ojos vendados y al simple tacto el cuerpo de sus parejas entre los de sus amigos?
-SR: Mmm... ¡Qué silencio! Mirá, Luciano y yo en la vida real somos muy amigos de Brenda y Gonzalo, y nos encontramos a comer a menudo en nuestras casas. Por eso, un día, durante los ensayos con Brenda nos planteamos el tema. '¿Vos te imaginás un día, en un asado, de golpe nos desnudamos y me ves a mí manoseándome con Gonzalo?', le dije. Nos pareció demencial, pero a la vez posible.
-BG: Yo no sé si tocaría al marido de una amiga.
-SR: Podría ser peligroso. Porque... ¿Mirá si descubro que tocando al marido de mi amiga me termina gustando?
-MS: El juego es si reconocerías o no el cuerpo de tu pareja, pero ese no es el tema principal, lo oculto es si te termina pasando algo con otro tipo u otra mujer, ese es el riesgo. Si te reconozco o no, no es lo más grave, man. De todos modos, hay que recordar que este texto fue escrito hace como 20 años, y hablaba de una generación. No sé si de repente viene a ver la obra un pibe de veintipico y esa prueba le parece tan demencial como a nosotros. Ni siquiera creo que se plantee el tema de la monogamia.
-SR: Yo creo que nos tendríamos que avivar, patentar el juego y empezar a venderlo ya. (Risas).
-MS: Hay otra cosa: lo desconocido calienta, lo desconocido excita. Y no lo podemos negar. Mi personaje, Emilia, y el de Gonzalo, Martín, lo tienen en cuenta. Están separados, sí, pero la manera que han descubierto para reencontrarse es jugar a ser otros. Por aquello de que lo que tenemos en casa no calienta tanto...
-Dado la temática de la obra, en un momento deben exponer sus cuerpos más que en otras propuestas teatrales. ¿Esto fue motivo de duda a la hora de aceptar la propuesta?
-SR: Dudas no tuvimos, pero tampoco es que nos pusimos re felices de exponernos.
-BG: Yo no siento pudor al respecto, y en los ensayos nos desnudamos todos fácilmente. Así que eso no fue ningún drama. Pero lo que se habló desde un principio es de mostrar cuerpos reales. Nosotros interpretamos a personas normales que de golpe se desnudan para participar en un juego. La idea no fue buscar el perfeccionismo en los desnudos, todo lo contrario.
-SR: Lo que se debatió mucho fue el cómo hacerlos. Por un lado podía ser atractivo un desnudo total, pero por otro sabemos que hay un público que no tiene ganas de ir a ver gente desnuda y eso nos podía restar espectadores. Decidimos que fuera estético, agradable y que no fuera incómodo. Había mil formas de hacerlos, nosotros elegimos una forma más sutil.
-MS: Tratamos de que no fuera eso sólo lo que traccionara gente. Yo lo único que pedí es que los desnudos fueran cuidados. Yo me quito la ropa al final, luego de la escena del juego, donde las que se quitan la ropa son las chicas, pero no zafo.
-Brenda y Sabrina: ¿Qué tal les resulta la experiencia de convivir y trabajar con sus parejas en esta temporada?
-SR: Está bueno lo que nos está pasando con Luciano. Nos conocimos trabajando, es cierto, pero esta es la primera vez que compartimos un proyecto propio. Está bueno vernos desde otro lugar y vivir en una misma sintonía, es decir, que no sea él el que se va a laburar y yo me quede en casa o viceversa, y que él llegue cansado y yo esté espléndida o al revés. Nos cambió el espíritu porque nos sacó de la rutina y nos hizo muy bien, porque nos vamos hablando de otros temas que no sean los chicos, la casa y todo eso. Podría no haber funcionado, pero nos hizo muy bien.
-BG: A nosotros también nos hizo mucho bien. Es más, Gonzalo dijo que aquí, en el teatro, se lleva mejor conmigo que en casa (risas). Yo fui la más temerosa del grupo, por eso fui la última en confirmar. Me tomé como una semana. Mi prioridad siempre fue cuidar lo que sucede en la intimidad y no llevarlo al trabajo, ni trasladar lo que ocurre en el trabajo a la casa; porque tal vez luego no hay un punto donde uno pueda decir: "basta, hasta acá llego". Pero todo salió bien, somos buenos compañeros y nos gusta vernos en el escenario. Y nos reímos más acá que en casa, que es donde uno tiene la obligación de atender a los nenes y todo lo otro.
-¿Qué sienten todas las noches cuando ven a sus parejas de la vida real compartir en el escenario escenas de intimidad con otras compañeras de elenco?
-SR: A mí me encanta ver cómo Luciano (Castro) se abraza con Brenda y a él le pasa lo mismo cuando me ve a mí con Luciano (Cáceres). Es más, el otro día les envié unas fotos que les saqué desde bambalinas, donde Luciano la agarra por atrás a Brenda y le besa el cuello, donde ambos están divinos.
-BG: Esto es algo que yo lo tengo muy naturalizado, estoy muy acostumbrada a que Gonzalo se bese con otras actrices. Sin embargo, debo reconocer que en este caso, al ser todos amigos, en un principio fue raro. Daba un poco de pudor, sí. Por eso nos costó bastante con Luciano (Castro) establecer un vínculo de pareja en el escenario. Pero, bueno, al ser actor uno sabe que a veces te puede tocar trabajar con un amigo de tu pareja y uno sabe perfectamente dónde están los límites y los que es el respeto.
-MS: Acá se armó un equipo tan hermoso y de tanta solidaridad y generosidad que no daba para que sucediera nada fuera de lugar. Te lo aseguro. Siempre se habla de la competencia entre las mujeres, y fundamentalmente entre las actrices, por eso quiero decir que pocas veces he tenido dos compañeras como Sabrina y Brenda. Son maravillosas y me brindan toda su confianza.
-BG: ¡Y cómo no te la voy a brindar! Yo lo veo a Gonzalo divertirse mucho con ella; entonces, cuando ves a tu pareja que está feliz y que la está pasando bárbaro en el escenario con una actriz de la magnitud de Mercedes, no podés dejar de alegrarte. Porque de eso también trata estar en pareja: ver la felicidad del otro, aceptarla y celebrarla. Él me habla maravillas de ella todo el tiempo y a mí me encanta.
-MS: Entre nosotras no hay celos ni desconfianza ni competencia. Estamos muy receptivas y ávidas por la devolución de las otras. La semana pasada le contaba a mi mamá [Mercedes Morán], que justo vino a verme, lo que me pasó con Sabrina. Durante una función, después de una escena, hubo un aplauso a telón abierto, y ahí vino Sabrina corriendo y me dijo: "¿Viste cómo te aplaudieron?". No es tan común que en una comedia una compañera se ponga contenta porque tuviste un aplauso extra. Ni que estemos todos aconsejándonos. Lo bueno de este grupo es que ninguno tiene 20 años, todos hemos aprendido que cuanto mejor esté el de enfrente mejor va a estar uno.
-Una de las características de los personajes femeninos de Desnudos es que no son mujeres víctimas, son mujeres empoderadas y agentes de cambio. En ese sentido, ¿se sienten identificadas con ellas?
-MS: Sí, totalmente. Mi personaje es una mujer que se animó a separarse. Le costó porque aún lo extraña y entre ellos siguen algo latente, pero lo logró. Ella quiere algo más, no se quiere conformar.
-SR: En la película, Carla es una víctima, pero nosotros decidimos sacarla de ese lugar. Hoy ya no existe una mujer así: hoy la mujer le dice al hombre lo que piensa y hace lo que tiene ganas y si aguanta por elección es sólo por una cuestión de tiempo hasta que dice "chau, besito, todo muy lindo pero me fuí". En las tres parejas somos las mujeres las que les ponemos el eje a los tipos.
-¿Qué opinan del momento que están atravesando las mujeres en el mundo y en la Argentina en particular?¿Del #MeToo y el auge del feminismo?
-BG: ¿Qué pienso? Que es maravilloso. Por fin está ocurriendo esto. Esta lucha viene de hace muchos años, pero recién ahora tomó importancia en los medios. Pero no debemos olvidarnos de la compañeras que vienen trabajando de antaño, a las que trató de locas y por eso debieron pasar situaciones horrorosas. Yo celebro la igualdad de género, y que cada uno pueda elegir lo que quiere hacer, porque para eso estamos acá. Y sobre todo, porque así nadie le hace mal a nadie. Estamos luchando por nuestros derechos, por la igualdad, por tener el mismo lugar que tiene el hombre hace mil años, decidir sobre nuestros cuerpos, hacer con nuestras vidas lo que queramos. Me encanta lo que está sucediendo hoy en día con la mujer, sobre todo porque tengo una hija y quiero que vea un mundo más igualitario y que pueda ser la mejor mujer posible, brillando con sus derechos, libre y decidiendo sobre su cuerpo.
-SR: En los últimos tiempos yo, como mujer, he aprendido un montón y me he replanteado infinidad de cosas que antes naturalizaba como normales y aceptables, y que hoy me parecen un horror. Llegué a aceptar situaciones que no debería haberme bancado, simplemente porque era mujer o porque era "la bonita". Toda esta explosión feminista nos está reeducando a todos, a algunos les va a costar más, a otros menos, pero nuestros hijos van a vivir en una sociedad completamente distinta. A mí me pasa de empezar a leerle un cuento a mi hija y de golpe cerrar el libro. Me digo: "Pará, yo crecí con estos cuentos y no están bien". Todo el tema de las princesas, o la historia de la Cenicienta, donde hay un tipo al que le llevaban un montón de mujeres para que elija una, y una madre que obliga a sus hijas a ponerse lindas para agradarle a ese tipo. ¡Por Dios! Yo no quiero que mi hija escuche este cuento. Nosotros hemos vivido pensando que eso era el Príncipe Azul, pero mi hija no tiene por qué repetir ese esquema.
-MS: Yo vengo de una familia recontra feminista. Antes, hace 40 ó 50 años, era más extraño ser feminista. Mi familia es un matriarcado puro porque mi madre prácticamente nos crió solas, a mí y a mis dos hermanas, y pudo bastante bien con todo. Entonces, esa no era la regla, pero ahora es bastante común. Hoy, además de muchísimas mujeres empoderadas, hay más espacios para hablar y debatir, es todo un poco más cómodo. Todavía hay mucho por hacer, es cierto, pero estamos en un momento en que se nos escucha. Hay que comprender, sin embargo, que venimos de un mundo muy machista, de un patriarcado de siglos, por lo cual hay que aprender a no desesperar y tener paciencia; saber que nada va a cambiar de un día a otro; pero, a la vez, tener la total tranquilidad de que a este movimiento ya no lo frena nadie.
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