Sabrina Carballo: su tan deseada maternidad, por qué no funcionó el vínculo con el padre de su hija y cómo fue su regreso al teatro
Cuando decidió ser mamá y utilizar los óvulos que había congelado, se enamoró del exfutbolista Damián Potenza y quedó embarazada; la relación no prosperó, pero los dos se ponen de acuerdo en la crianza de Caetana
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Sabrina Carballo está viviendo días de felicidad y algo caóticos. Hace poco más de siete meses nació su beba, Caetana, y están aprendiendo a acomodarse la una a la otra. En este tiempo también se separó del papá de la beba, Damián Potenza, aunque mantienen buena relación y pueden ponerse de acuerdo en el cuidado de la pequeña. Además, la actriz protagoniza Nunca te fíes de una mujer despechada, de viernes a domingos a las 20, en el Teatro Premier.
En una charla íntima con LA NACIÓN, Sabrina Carballo se toma un respiro y un cortado, mientras Caetana está bien cuidada por su abuela materna. Hace un repaso de su último año, cuenta cómo conoció a Potenza y dice que fue un flechazo, pero que al tiempo se dieron cuenta de que la historia de amor se desvanecía. Y confiesa que estaba decidida a ser mamá y que había congelado óvulos cuando la noticia del embarazo la sorprendió. También agradece el trabajo y dice que es un remanso en esta linda vorágine que transita.
-¿Pudiste acomodarte fácilmente para trabajar?
-Sí, Caetana se queda con el papá los fines de semana y casi siempre me acompañan al teatro, para tenerla cerquita. Porque me saco leche, pero prefiero darle la teta. Le doy antes de entrar y cuando salgo. A Caetana le encanta callejear, y además pareciera que le gusta ver la obra y que conoce las voces. Es que trabajé con ella en la panza hasta los ocho meses. El papá viene casi todas las noches viene a verla y los fines de semana trata de venir más temprano. Es buen papá.
-¿Tienen buena relación?
-Sí. Por suerte podemos ponemos de acuerdo. Tratamos de hacer lo mejor posible. El amor de pareja se terminó, pero es el papá de mi hija.
-Entiendo que fue un flechazo, ¿cómo se conocieron?
-Lo conocí un verano, en la temporada de Mar del Plata cuando hacíamos Culpables por error. Me lo presentó Claudia, la mujer de Carna. Damián tiene una fábrica de muebles y le había hecho muebles a ellos y pegaron buena onda. Vino a ver la obra, le pidió a Claudia que nos presentara y así fue. A los quince días terminaba la temporada y yo me iba unos días de vacaciones con mi mamá, a la costa. Y se vino con nosotras. Cuando vinimos a Buenos Aires, intentamos convivir.
-¿Y no funcionó?
-No. Se quedó unos pocos meses y se volvió a su casa. La convivencia es difícil, sobre todo porque casi no nos conocíamos. Yo tengo mis mañas, él las suyas y somos completamente distintos. Entonces, separarnos era lo más sano. Pero en el interín quedé embarazada. Una de las primeras cosas que le dije cuando nos conocimos es que yo quería ser madre y tenía óvulos congelados. Los congelé a los 39 años y mis amigos ya me decían que el tiempo pasa…. Nunca tomé demasiado en cuenta la edad, para mí es un número. De hecho, me gustaría que Caetana tenga un hermanito.
-¿Estás pensando en un segundo hijo?
-Sí. Es una idea. No ya, pero me gustaría. Los óvulos están porque no los usé. Le comenté a Damián que había decidido ser mamá, pero solamente para que lo supiera y no para que me acompañara. Me respondió que tenía ganas de ser papá y pensé que quizá era el destino. Quedé embarazada en abril. Lo del hermanito voy a pensarlo y tendré que hacer terapia para aclarar el asunto (risas).
-¿Siempre quisiste ser mamá?
-Siempre. Con otras parejas no se dio porque, aunque deseábamos, lo dejábamos para más adelante. Un día fui a la ginecóloga, yo tenía 35 años, me sugirió que congelara óvulos y cuando volví a preguntarle ya tenía 39 años. Y ni me di cuenta que habían pasado cuatro años. Entendí que el deseo de ser madre no tiene que ver con el otro. Me costó decidir congelar óvulos porque sentía que atraía una energía rara, como que no iba a haber un padre. Y yo soy muy familiera. La familia es todo. Me daba cosa tenerlo sola, pero sabía que la familia iba a estar igual. Cuando decidí hacerlo, apareció Damián y quedé embarazada.
-¿Tenés ganas de enamorarte?
-Sí, me gustaría, pero no tengo tiempo (risas). Y quiero darle un hermanito… Igual no es barato tener un hijo y menos dos. Además, no tengo tiempo ni para bañarme. No tengo a nadie que me ayude, así que mientras Caetana duerme yo limpio.
-¿Cómo fue el nacimiento de Caetana?
-Nació el 28 de diciembre, día de los inocentes. ¡Y no me creían que había nacido! (risas). Tenía fecha para el 4 de enero, pero la partera me dijo que fuera al sanatorio porque había tenido una pequeña fisura en la placenta. Dejé todo para el final y estaba acomodando y limpiando el cuarto de la nena cuando me pasó eso. Estaba con mi sobrina que me acompaño al sanatorio y al final me quedé y nació ese día. Cuando mi sobrina avisó, todos creían que era un chiste, por el día de los inocentes. Nació por cesárea al final, porque la nena estaba mal ubicada. Ya sabía que iba a llamarse Caetana. Todos me mandaban listas de nombres y yo no estuve segura por un tiempo hasta que un día estaba escuchando una canción de Caetano Veloso y pensé que iba a llamarse Caetana. Quería un nombre que nadie tuviera. Y su segundo nombre es Valentina y doble apellido.
-¿Ser mamá es lo que esperabas?
-Es agotador y a la vez es hermoso. Dejé de ser yo, porque te olvidás un poco de vos y no tenés tiempo para nada. Mi mamá me ayuda en lo que puede, pero no vive cerca. Además hago las cosas de la casa, lavo, cocino, limpio, trabajo. Y la nena es divina, pero tiene sus necesidades, toma la teta y ahora empezó a comer, y tiene sus tiempos. Por otra parte, quiero disfrutar de mi hija porque el tiempo pasa rápido y te perdés un montón de cosas. Ahora le están saliendo los dientitos y se despierta más que antes. Caetana es re copada. Y es la mascota del teatro. Ella ama ir y mis compañeros la aman.
-De alguna manera, la conocen desde que estaba en la panza...
-Sí, porque hice Nunca te fíes de una mujer despechada mientras estaba embarazada y terminamos porque nacía la nena. Volvimos hace unos meses, y fue raro porque mi cuerpo no era el mismo; embarazada estaba un poco más limitada, me mareaba, me bajaba la presión. Y ahora es totalmente diferente sin la panza. Engordé 13 o 14 kilos durante el embarazo, pero enseguida volví a mi peso y no porque me cuide (risas). Mis compañeros me preguntaron si seguiría y yo quería, pero no sabía qué iba a pasar cuando fuera madre. De todos modos, tengo que trabajar. Así que por unos meses vamos a seguir en el Premier y más adelante vamos a hacer gira por el Gran Buenos Aires.
-¿De qué trata Nunca te fíes...?
-La obra es muy divertida, una juntada de amigas en la que una de ellas sospecha que otra la engañó con su pareja y hace de todo para que pise el palito y se delate. Es muy graciosa. No es una obra feminista, y deja un mensaje buenísimo para los hombres y para las mujeres también, porque habla de los vínculos, la amistad, el amor. A la gente le gusta y te das cuenta. Me hace bien que la gente se divierta en este contexto, creo que es un granito de arena que suma.
-A vos también te vimos crecer todos, ¿a qué edad empezaste a trabajar?
-A los 8 años, en Alta comedia. Y mi primer protagónico fue Amigovios, a los 12. Me acuerdo que, una vez, haciendo Verano del ‘98, Graciela Tenembaum me dijo ‘Sabri, si te gusta vas a poder vivir de esto, a veces vas a comer caviar, otras mate cocido con pan, pero si te gusta peleá’. Y tenía razón. También sé que tengo una familia y, de última, vuelvo a lo de mamá.
-¿Tuviste que volver muchas veces a lo de mamá?
-Una vez, cuando me separe del Chanchi (Estévez), porque habíamos convivido cinco años y no sabía qué hacer. Me acuerdo que tuve la ropa en el auto durante dos meses. En la pandemia también me costó mucho pagar el alquiler y mi mamá me ayudó. Volviendo al trabajo, siempre tuve. Y en los últimos años hice más teatro porque hay poca ficción.
-¿Eras de esas nenas que le pedían a la mamá que las llevara a la tele?
-No, nada que ver. En casa era la que actuaba, desfilaba. En mi familia mi papá era policía y mi mamá también; se conocieron dando clases de manejo. Así que nada que ver con el medio. Pero un día mi tía leyó en algún lado que buscaban chicas para hacer un curso de modelaje gratuito. Quedé y en uno de los desfiles estaba un representante que me ofreció hacer un casting para publicidad y así empezó todo. Pero nunca dije ‘quiero estar en la tele’. Era un juego.
-¿Y cuándo dejó de ser un juego para transformarse en una profesión?
-Creo que cuando hice Amigovios. Estaba en 1° año, no me iba bien en el colegio. En un momento estaba muy agotada y quise dejar el colegio y en casa me dijeron que la prioridad y única responsabilidad era el colegio. Bueno, tuve que estudiar y esforzarme para poder seguir trabajando.
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