La cantante habló con LA NACIÓN sobre su podcast, en donde se anima a contar intimidades como nunca antes, además repasó su relación con su hermana Julieta, sus amores y las decisiones que tomó de cara al futuro
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De perfil bajísimo, Rosario Ortega sorprendió al participar del podcast Las pibas dicen y contar intimidades como nunca antes. La hija menor de Evangelina y Palito siempre prefirió mostrarse poco, aunque haya elegido el camino de la música. Lo suyo no es el público masivo, sino más bien algo más tranquilo como el soul, el folk y el funk. Ya lleva editados varios discos, su último tema disponible en plataformas se llama “La sal” y lo compuso junto a su exnovio, Mariano Otero. “Entre nosotros, sólo quedó la sal. Son sólo fotos que me hacen bien y mal”, dice la canción quizás anunciando el final del romance, que sucedió en diciembre. Ahora Rosario, de 38 años, está soltera y con proyectos.
Está componiendo un nuevo disco y a partir de julio comenzará un ciclo dedicado a celebrar la música de Charly García. Los shows serán en un bar, los miércoles. Algo muy exclusivo, con músicos invitados. Y, además, preparando la tercera temporada de Las pibas dicen, con su hermana Julieta, Ana Paula Dutil y Fernanda Cohen.
-¿Cómo te animaste a hablar tan abiertamente en el podcast?
-Porque me sentía en un ámbito seguro, con familia y amigas: mi hermana, mi excuñada y una amiga de mi hermana que se transformó en mi amiga también. Pero es verdad, aparte de tener perfil bajo, no soy de ir a todos lados porque sí, por querer estar.
-¿Tuvieron que convencerte?
-No, el programa surgió de una idea mía. Nos empezamos a reunir y mi hermana armó un grupo de WhatsApp que se llamaba “Las pibas”. Algunos integrantes se fueron yendo, otros llegando y en un momento, bueno, quedamos nosotras. Y empezamos a ver que los temas de los que hablábamos naturalmente eran interesantes. Entonces yo dije: “para mí acá hay un podcast porque tenemos todas diferentes edades, diferentes opiniones, según lo que fuimos viviendo”. Yo estaba en una época que escuchaba mucho podcast también, todos los días. Entonces lo propuse, gustó, hubo dudas y después compraron y ahí bueno, medio que la idea fue saliendo y se fue construyendo entre todas. Empujé mucho para que se haga. Entonces, obviamente es un contexto en el que me siento cómoda.
-Sos la más joven, por eso sos de escuchar podcasts...
-Sí, También soy la que siempre le llevó a mi hermana música, justamente porque cuanto más chico sos, como que la información te llega más rápido y sabés enseguida lo nuevo que va saliendo. Me acuerdo que en un momento le hice escuchar a Rosalía... También pasó eso con los podcasts, se los fui mandando de a poco, al principio no entendía bien qué era y después se fue copando. Ahí medio como que las fui convenciendo y de repente todas empezaron a ocupar un lugar clave en el grupo. Ana Paula maneja todo lo que es redes y nos dio el capítulo más sensible de todos, sobre la depresión. Julieta tiene una cabeza bastante de productora, yo también me siento así y Fernanda es la que mejor se comunica cada vez que hay que hablar con alguien, como un productor externo, es la que mejor marca y hace los resúmenes de todo lo que hablamos, maneja mejor todo el tema de contratos, de dinero. Entonces, sin querer, cada una ocupó un lugar que a la otra no podía ocupar, que no le interesaba ocupar y aparte de ser amigas formamos un muy buen grupo de trabajo.
-¿Se nota tu diferencia de edad con ellas?
-La verdad es que en muchas cosas no. Yo creo que a partir de los 35, a las mujeres nos empiezan a pasar las mismas cosas: la maternidad, la salud mental... Nosotras tocamos esos temas que nos atraviesan a todas las mujeres o por lo menos después de los 30. Los temas que hablamos sí o sí le pasan a todas las mujeres: cuestionarse si querés ser madre o no querés ser madre, los celos, el cuerpo, el dinero...
-Eso de la diferencia de edad ya lo venías “practicando” con tu hermana, con la que te llevás 14 años.
-Claro. Primero no teníamos nada que ver. Ni compartíamos salidas, ni compartíamos amigas y de repente todo eso sí lo empezamos a compartir, y el hecho de trabajar juntas nos unió mucho como hermanas también porque en el podcast lo que pasa también es que salen muchos trapitos al sol y si bien es un programa editado, hay muchas cosas que las dejamos, que yo le digo “vos sos tal cosa” y ella me dice a mí “vos tal otra”. Tratamos de ser lo más honestas posible. Entonces si a mí algo me molestaba de ella, ella trató de pulirlo más que nada para trabajar porque no podés trabajar con alguien con el que te llevás mal.
-¿Vos cambiaste algo?
-Yo empecé a tratar de ser más atenta y menos desbolada con algunas cosas. Eso hizo que nos unamos muchísimo más. Antes hablábamos tres o cuatro veces por semana. Hoy es todos los días, continuamente. Y eso no hizo que nos quememos la una a la otra, al revés, nos acercó un montón.
-¿Tienen muchas diferencias?
-Sí. A mí no me gusta discutir, por ejemplo, le huyo mucho a eso y a enfrentar los problemas. Yo soy más evasiva. Esas cosas. Y bueno, diferencias generacionales también. Tenemos un capítulo que se llama “Madre”. Las dos somos de la misma madre, por lo cual hay cosas que nos tocaron de la misma manera. Y en el capítulo de la belleza y lo de los cuerpos, eso de “no se habla de los cuerpos” es algo que les va llegando con un poco de delay o les cuesta más. Mi mamá entiende que no se habla de cuerpos porque ella misma te lo dice, pero después pasa diez minutos y se olvida, y te dice: “qué flaca que está tal persona, bajó de peso”, entonces siempre está ahí el tema. Es muy difícil cambiar el chip.
-¿Cuál fue el capítulo que más te interpeló?
-El de la ansiedad me tocó mucho porque es como mi gran tema de toda la vida. Todavía hoy sigo medicada y bueno, la salud mental te afecta la calidad de vida, es así. Entonces emocionalmente fue el tema que más me tocó. Y el de “Madre” también.
-Ahí contaste que congelaste óvulos.
-Sí, congelé óvulos. Y fue muy enriquecedor para todas escuchar el testimonio en primera persona de la otra. Por ser la más joven, a mí me enseña un montón. Estar con mujeres más grandes, contándome todas esas cosas. Por eso está bueno que el podcast lo vea gente más joven que yo, de 25 y de 30, porque te puede allanar un poco el camino. Onda: “estoy medio preparada para esto porque ya lo escuché”.
-¿Cómo identificaste por primera vez que tenías problemas de ansiedad?
-De muy chica sentía palpitaciones, por ahí me arrancaba el pelo, sin saber bien por qué. Creo que es algo que se te despierta y es, tal vez, por vivir o crecer en una familia expuesta. Pero, como digo en el capítulo, yo tengo tendencia a eso. Mi cabeza me parece que está cableada para ser más vulnerable o más propensa a tener ansiedad, entonces creo que el contexto ayudó a que eso crezca. Había situaciones donde me angustiaba mucho.
-¿Tuviste ataques de pánico?
-Tuve ataques de pánico hace no tanto tiempo, varios seguidos y ahí me empecé a medicar, y me di cuenta que había sido la ansiedad que había tenido todos estos años que en un momento explotó, porque fue muy grande, pero yo no tenía ni idea lo que era un ataque de pánico, simplemente tenía síntomas: transpiraba, me latía fuerte el corazón, sentía que se me movía el piso cuando caminaba por la calle. Y todo eso lo empecé a naturalizar hasta que me di cuenta que era un problema y la ansiedad también, y que eso me bajaba la calidad de vida, la pasaba mal, me hacía tomar malas decisiones, perderme de cosas y negarme a hacer otras.
-¿Qué tipo de malas decisiones?
-Más que nada por miedo, a eso le llamo malas decisiones porque la ansiedad te recuerda lo malo. Es como un botón rojo, una alerta que te dice “cuidado, cuidado, esto va a salir mal, esto puede fallar”, entonces eso por ahí hizo que yo actúe con miedo ante muchas situaciones. Sos muy limitado cuando tenés mucha ansiedad, a eso me refiero. Sé que la ansiedad está asociada a alguien que es muy hiperquinético y que lo ves muy arriba, y no, no es así, porque si bien yo soy tranquila, por dentro soy un tornado pasando. A veces el afuera no es el fiel reflejo de lo que pasa por dentro. Como también pasa con la depresión: alguien puede llevar una vida normal y ser súper sociable, y no sabés lo que le está pasando por dentro. Creo que es lo mismo.
-Siempre fuiste la más chiquita de tus hermanos, ¿qué te pasó cuando empezaron a nacer tus sobrinos?
-Tenía 14 años cuando fui tía por primera vez. Fue como si naciera un hermanito, pero distinto. Me encanta tener sobrinos. Lo disfruto mucho. Es como tener hermanitos en un momento y después hijos que no son tus hijos.
-¿Y cómo fue que decidiste dedicarte a la música? Entiendo que estabas en un contexto muy musical.
-Es lo que naturalmente me sucedió, me pasó. Igual, yo creo que hoy en día uno puede dar un volantazo y hacer cualquier cosa. Pero yo siempre tuve mucho acercamiento a la música, siempre me llamó mucho la atención y me considero una persona muy musical. Es mi forma, mi lenguaje preferido, pero no descarto hacer un montón de cosas. El tema de la música nunca me lo tomé como “bueno, tengo que hacer esto, y esto en tanto tiempo”, sino que voy haciéndolo tranquila, pero sí, siempre estuvo en mí desde muy chica.
-¿Qué fue lo primero que hiciste? ¿Escribiste una canción?
-De muy chica cantaba en diferentes discos, grababa coros y mi papá me hacía cantar porque veía que era afinada. Tenía como una doble casetera y me hacía cantar, viste que cuando a los nenitos los ponés a hacer algo que les sale bien. Después me compré una guitarra, hice un tema y así empezó todo.
-¿Cuál fue ese primer tema?
-Uno que se llama “Se va”, que está en Viento y sombra, el primer disco que saqué, a los 18 años. A mí me interesa ir a lo profundo, al hueso de la cuestión, soy muy curiosa. Soy tranquila y no me gusta el conflicto, pero tampoco me gusta quedarme en la superficie de las cosas. Me interesa el trasfondo. Me interesa lo oculto. La muerte, los asesinatos, la psiquis, todo eso me vuelve loca. Y soy de escorpio, que también es muy sexual.
-En un episodio contaste que los chicos gustaban mucho de vos.
-Sí, re. Porque yo no sufrí tantas transformaciones. Viste que cuando estás creciendo el cuerpo te cambia. Yo nunca tuve aparatos, nunca usé anteojos. Siempre fui más o menos igual.
-¿Cómo te sentías con esto?
-Fue un tiempo, después los chicos cambian y les gusta la más zarpada y la que primero se desarrolla. Ahí un poco perdí porque fue más tarde lo mío. Pero sí, hasta los 12, 13, les gustaba bastante.
-¿Y vos les dabas bola?
-Yo siempre fui noviera, siempre tuve novio. Salté de novio en novio desde muy chiquita, y bueno, de grande también. Pero sí, siempre fui muy enamoradiza.
-Ahora cortaste con Mariano Otero.
-Sí, ya no estamos más. El también es muy perfil bajo, es productor musical, aparte de ser músico de jazz. Entonces, bueno, conectamos por la música. La verdad que es loco eso porque el amor es amplio y dentro del amor está la relación de pareja y en la relación de pareja tenés que estar muy en sintonía con la persona para poder sostenerla. Eso también lo aprendí más de grande. De eso hablamos en el capítulo del duelo. Decimos que son momentos que pasan, hoy estás con alguien y mañana quizás no te podés acompañar con esa persona. Ahí uno tiene que pensar más en uno, me parece. Mariano tiene muchos hijos y hay veces como que estás en otra sintonía con la persona y las vidas no pueden engancharse.
-¿Hace mucho cortaron?
-A fines del año pasado nos separamos. Pero a veces las separaciones son como un chicle, como que es muy de a poco, cuando estás con alguien es como que te separás y volvés, te separás y volvés.
-¿Ahora estás sola?
-Ahora estoy sola. Estuve saliendo con alguien, pero no estoy de novia. Siento que cuando vas creciendo te ponés un poco más exigente o tenés menos paciencia. En un segundo te das cuenta: “No, esta persona ya sé que no, por tal cosa”.
-¿Por qué congelaste óvulos?
-Yo siempre me sentí bastante más chica de lo que era, no sé por qué, pero me sucede eso. Y hago las cosas a mi ritmo, no me gusta hacer las cosas porque es lo que hay que hacer. Pero lo que socialmente sabemos es que la mujer sí o sí tiene que ser madre en un momento y me empezó a pasar que tenía dudas, que quería ser madre, pero quería también estar en pareja con alguien, entonces dije “esto me va a dejar un poco tranquila”: tener la posibilidad de congelar en el momento que sos más fértil.
-Ya no vas a tener seis hijos como tu mamá.
-Ya no. Creo que poca gente hace eso hoy. Mi mamá es una genia en ese sentido, pero ella tiene una vocación muy grande de ser madre. Ahora, cada vez más va a empezar a pasar que la gente se empiece a preguntar si la mujer que tiene al lado quiere ser madre o no, que no dé por supuesto que en algún momento de su vida va a ser madre. Tipo “no, bueno, porque cuando vos tengas hijos...” La gente ya lo da por hecho. No es por maldad, pero esos dichos ya no van más. Ser madre o no cada vez va a ser más una opción. Como puede ser la opción de estudiar algo o no estudiarlo y no lo descarto. Simplemente no lo haría sola, eso creo. Y si aparece la persona, la verdad es que me encantaría.
-Leí una vez que decías: “Yo soy un quilombo”, ¿Qué significa eso?
-Porque en comparación a mi mamá, cualquier mujer es un quilombo. El nivel de organización que tiene ella no lo encontrás en cualquier parte.
-¿Te seguís identificando con esa frase?
-Yo creo que estoy en vías de dejar de ser un quilombo. Además de ser muy ansiosa, tengo un déficit de atención grande, que lo fui mejorando, pero era esa persona que llegaba tarde y perdía todo... Me trajo muchas complicaciones y era muy desordenada. Mi mamá es la reina del orden, tiene todo catalogado y es un placer estar en su casa porque todo tiene un lugar. Ella siempre, desde muy chica, me dijo: “El orden es economía”. Y viste que la voz de tu madre en algún momento es para bien. No todo es para mal. Una de las cosas buenas fue enseñarme la organización en la vida y en el hogar. Siento que ser ordenada te da paz mental. Entonces, ahora que estoy valorando tanto la paz mental, después de haber tenido tanta ansiedad y haber pasado por ataques de pánico, me gusta meditar y hacer ejercicios. Tratar también de llevar una vida más o menos ordenada. Después soy un quilombo en cuanto a lo rockero, al estilo de vida. Obviamente mi mamá es muy conservadora y se espanta con un montón de cosas, yo le cuento un poco y hay muchísimas cosas que no le cuento.
-Fue a ver a Julieta a Sex y salió conmocionada.
-Le pareció más fuerte de lo que pensó que iba a ser. A mí también me pareció un poco fuerte, imaginate.
-¿Por qué?
-Bueno, escucharla a mi hermana gimiendo, no es algo que quiera escuchar. No aparece tan desnuda como las otras bailarinas, pero escuchar algo tan íntimo como un gemido, es mucho.
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