Rolo Puente: el playboy de barrio que dejó la música por la actuación y fue el cliente eterno de la peluquería más famosa de la TV
Hijo de periodistas, se inició como cantante pero rápidamente pasó a la TV, el teatro y el cine; fue amigo de Gerardo Sofovich y trabajó en muchas de sus producciones
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Se definía como un playboy de barrio y cuidaba su estampa porteña, su porte de galán, la cabellera gris, el bigote negro y la sonrisa cómplice. Su popularidad explotó trabajando con Gerardo Sofovich y acompañando a figuras como Juan Carlos Altavista, Sandro, Palito Ortega, Susana Giménez, Jorge Porcel, Carlitos Balá. “Hice un trabajo muy difícil en este negocio, que es ser el segundo. Es quien prepara el terreno para que el otro remate y tenga su final gracioso. Y hay que saber ubicarse, porque no podes ser más gracioso que el cómico”, decía en entrevistas de los años 80. Rolo Puente se llamaba Rolando Domínguez Pardo, nació en Buenos Aires el 13 de agosto de 1939 y falleció a los 71 años, el 5 de mayo del 2011.
Creció en una familia de periodistas. Su papá era Demófilo Domínguez, fundador de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina; y su mamá, Lolita Pardo Bazán, fue directora durante muchos años de la revista Vosotras. Y fue allí donde Rolo empezó a trabajar como director de fotonovelas, quizá por mandato o para no dejar pasar la oportunidad. Pronto se interesó por el mundo del espectáculo y probó suerte como cantante. En los 60 grabó varios discos para el sello RCA Víctor. Años después, en 1985, volvió a cantar en la pantalla chica: interpretó algunas canciones junto con Sandro en Operación Porcel. Sin embargo, ese no era su destino y pronto incursionó en la actuación. Ya de grande y artista consagrado, solía bromear sobre sus años de cantante y prefería dejarlos en el olvido.
Debutó en cine en 1966 con Una máscara para Ana, que alternaba cuadros musicales de Donald. Le siguieron más de dos docenas de películas, entre ellas Coche cama alojamiento, Villa Cariño está que arde, Los muchachos de antes no usaban gomina, Quiero llenarme de ti, Sangre de vírgenes, Contigo y aquí, Las muñecas hacen pum, Qué linda es mi familia, Un loco en acción, Las minas de Salomón Rey, Me sobra un marido, Me sobra un marido, La Mary, Enfermero de día camarero de noche, ¿Sabes nadar?, Apariencias y Solo un ángel, la última que filmó en 2005.
Cliente eterno
Llegó a la televisión de la mano de Gerardo Sofovich, de quien era muy amigo. En el ‘72 formó parte de Polémica en el bar, que en el viejo Canal 11 tuvo picos de audiencia y se mantuvo en el aire durante décadas con distintas figuras que fueron desfilando por su famosa mesa: Fidel Pintos, Alberto Olmedo, Jorge Porcel, Javier Portales. Ya en los ‘80 estuvo también en La peluquería de Don Mateo, con Jorge Porcel, y fue el cliente fijo de cada semana. Con los años participó de remakes de ese programa como El hijo de Don Mateo con Emilio Disi, El nieto de Don Mateo con Miguel Ángel Rodríguez, La peluquería de los Mateos con Pachu y Pablo. También hizo Detective de señoras, El humor es más fuerte, Alberto y Susana, Porcel para todos, las novelas Doble vida, Muñeca brava y Juanita la soltera, y un capítulo de Los simuladores.
“Trabajar con Sofovich fue mi espaldarazo. Él me dio la oportunidad y siempre voy a estar agradecido. Mi placer preferido era trabajar en Polémica”, dijo en un reportaje en Crónica.
Hizo mucho teatro de revistas y era infaltable en las temporadas de verano de Mar del Plata o Carlos Paz. Hizo Esos tipos... ¡qué tipos! y Tocata de fuga y Bal, ambos con Santiago Bal; Diferente, con Flor de la V y Pamela David; Mi tío es un travieso; Pobres... pero casi honradas, un versión que Puente había encabezado en 1979 con otro elenco; Una familia poco normal; Bravísima; Fantástica. En 2010, y mientras todavía hacía Fantástica en Mar del Plata con Carmen Barbieri y Santiago Bal, Puente sufrió una descompensación y debió ser reemplazado por Matías Alé. Falleció un año después, por complicaciones derivadas de la obstrucción pulmonar crónica que padecía (EPOC). Era un fumador empedernido y había dejado el cigarrillo a los 70 años.
El playboy porteño
Era un Don Juan, aunque de perfil muy bajo, nunca hablaba de su vida privada y mucho menos dejaba saber quién era su pareja. Sin embargo, Edda Bustamante estuvo con él durante algunos años y tiempo después contó en un programa de Moria Casán que se había enterado que Rolo le había sido infiel mientras estuvieron juntos y durante un viaje. “Cuando volvió le dije ‘vos me engañaste’ y él me lo negó. Pasaron como 10 años, ya estábamos separados cuando lo supe. Así lo llamé y le dije: ‘Roli, recién descubrí que me metiste los cuernos hace 10 años’. Y él me contestó: ‘¡Sabía lo que iba a pasar!’”, contó entre risas.
A pesar de que muchos lo tildaban de galán, él pensaba que era la antítesis del playboy. “Trabajé con las mujeres más deseadas y nunca ligué un beso ni en joda. Fui el perdedor número uno”, contaba con gracia. Y más de una vez confesó que su arma de seducción era “despertar el espíritu maternal haciéndome el pobrecito. Dar lástima siempre funciona”, aseguraba.
Tuvo un solo hijo, Mariano Domínguez, más conocido como Mariano Roger, guitarrista de Babasónicos.
Hincha fanático de Ferro Carril Oeste, iba a la cancha todos los fines de semana y sufría cuando su equipo perdía. Su último deseo fue que lo cremaran y esparcieran sus cenizas en la cancha de Ferro, en Caballito. “Fue mi segunda casa y a veces la primera”, decía.
Cuando falleció, Santiago Bal dijo, consternado: “Se me fue el último amigo que tenía. Hace 50 años que nos conocemos. Tengo amigos jóvenes. Otros amigos, este es aquel desde hace 50 años. Fue el tipo que me ayudó, que me quiso, que quise”. Y Carmen Barbieri reconoció: “Se fue un gran amigo, un gran tipo, sencillo y por sobre todas las cosas, honesto”. También Mario Sapag lo recordó en ese momento: “Estoy muy triste porque se fue un excelente compañero, trabajamos muchos años juntos en Polémica en el bar. Lamentablemente el cigarrillo sigue matando gente. Rolo había dejado de fumar hace dos años, pero la enfermedad queda y se agrava”.
Noemi Alan lo recuerda para LA NACION: “Lo primero que me viene a la mente es que era muy buen compañero, muy amigo de Gerardo. Y una de las cosas que más disfrutamos en temporada era, después del Casino, ir a desayunar al Torreón del Monje, en Mar del Plata, y pedir medialunas con champagne. Ahí nos encontrábamos con todos los elencos, tipo 5.30 de la mañana. Era un momento muy especial”.
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