El actor habló con LA NACION sobre sus comienzos, su ajetreada agenda laboral y cómo afectó el Covid en su familia; además aseguró que su hijo de 4 años es lo más importante de su vida
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De repuestas rápidas y graciosas, pero sin perder la circunspección de su inconfundible estilo nerd, entre 1999 y 2000 el pequeño Rodrigo Noya saltó a la fama junto su hermanita Agustina en Agrandadytos, el programa que conducía magistralmente Dady Brieva y se nutría de la espontaneidad de los más chicos para entablar divertidas entrevistas por TV.
Más allá de la popularidad que supo ganarse con apenas cuatro años, con el transcurso del tiempo Noya construyó una sólida trayectoria como actor de teatro, cine y televisión, que entre otras cosas le valió un premio Cóndor de Plata como revelación masculina por su trabajo en el film Valentín y una nominación a los premios Martín Fierro también como revelación por la serie Hermanos y detectives, que protagonizó junto a Rodrigo de la Serna.
Por estos días, Noya subió a escena como protagonista de Trepadores, una comedia negra de Gustavo Lisa con dirección de Ariel Basaldúa, junto a Barbie Vélez, Bautista Lena y Federico Barón. La trama se desarrolla en la sección “Relleno de aceitunas” de una fábrica de embutidos, donde un grupo de operarios está dispuesto a todo por conseguir un ascenso por un camino que va desde las situaciones más absurdas y cómicas hasta la revelación de los secretos personales “más oscuros y vengativos”.
“Mi personaje se llama Pelayo, es uno de los empleados más perfeccionista dentro de la planta, que tiene sus mañas. Es una especie de trepador que le quiere caer bien a la jefa y como los demás personajes tiene su parte linda y su parte más oscura”, cuenta Noya a LA NACION. Y además anuncia que este 2022 estrenará dos películas rodadas durante la pandemia. La primera es Sistema K.E.O.P.S, escrita y dirigida por Nicolás Goldbart que protagonizan Daniel Hendler y Alan Sabbagh, y luego de su paso por los cines estará disponible en Netflix. “Es una comedia medio tarantinesca, un poco oscura, que cuenta la historia de una estafa inmobiliaria piramidal, una especie de sistema escalonado, una red mafiosa donde caen los protagonistas”, anticipa. Y la segunda, que protagoniza con Luis Cao, es una película de Augusto Tejada rodada en Uruguay que lleva como título provisorio El asistente. “Es otra comedia bastante oscura con dos personajes, un rockero y un chico al que recién lo dejó la novia, que están al borde del suicidio y terminan emprendiendo juntos un viaje medio espiritual. Una comedia muy divertida”, asegura.
Nació en el barrio de Devoto, pero se crio en Chascomús, provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta los 18 años, aunque su paso por Agrandadytos a los cuatro años le cambió la vida. “Un amigo de mi viejo mandaba mails a la producción del programa insistiéndole con que tenían que conocer a dos nenes que eran dos personajes y tenían una relación muy divertía entre ellos. Lo hizo medio a escondidas de mis viejos porque ellos no querían saber nada, hasta que después de llamarlos varias veces -creo que por cansancio- le terminaron ganando y fuimos hacia allá con mi hermanita, donde arrancó prácticamente todo”, recuerda Noya sobre el germen de su extensa carrera como actor en la TV (Agrandadytos, Hermanos y detectives, Los únicos; Noche y día, La peluquería de don Mateo, El Marginal o su paso por ShowMatch); así como en el cine (Dibu 3, Valentín, Todo el bien del mundo, El mural, Sinfonía para Ana y Sola) y en el teatro (La laguna dorada, Separados (Todos somos uno), Casa Valentina o Hansel y Gretel, entre otras obras).
En 2017, a los 23 años, tuvo a su primer hijo Bautista, con su pareja de entonces Sofía Sorrenti y luego de separarse, hoy tiene una relación con la bailarina y actriz Belén Di Giorgio.
-¿Cómo te condicionó de chico la exposición en los medios?
-La verdad es que Agrandadytos influyó de manera muy positiva en mi vida. Nunca fue un peso o una presión ir con Dady. Al contrario, era una salida hermosa en familia, veníamos a Buenos Aires a visitar a mis abuelos y de paso charlábamos con Dady que era como un tío. Mirándolo a la distancia fue una gran vidriera, en donde se nos empezó a ver, no solo a mí sino a un montón de chicos. Luego llegó Dibu, mi primera película; después Valentín, y ahí me di cuenta de que realmente me gustaba todo ese mundillo. También tuve la suerte de que me tocaran proyectos divertidos, que me daban ganas de hacer como niño. A partir de entonces, creo que inconscientemente, mi cabeza ya sabía que quería actuar y lo habré definido con Hermanos y detectives, con Rodrigo de la Serna, a los 12 años. Pero nunca tuve la presión de tener que hacerlo, ni tampoco fui un niño que estaba enfocado cien por ciento a eso, sino que fui haciendo lo justo y lo que me divirtió.
-¿Cómo conjugaste tu condición de actor infantil y tu formación como actor?
-Mis maestros, mi escuela, fue claramente la gente con la que trabajé. Yo nunca estudié actuación hasta hoy, soy un autodidacta, pero no lo digo de soberbio, simplemente se fue dando por una cuestión de tiempos también. Yo agarraba, grababa y volvía a Chascomús, seguía con la escuela, con mis cosas porque de niño no había espacio para ponerme a estudiar actuación. Cuando cumplí los 18, me vine a Buenos Aires y me enfoqué más en actuar, hacía más tiras, empecé a hacer teatro y el actor fue creciendo solo. Por esa época, me tocó trabajar con Pepe Soriano en La laguna dorada y de alguna manera ahí tenía mis clases. Pepe me explicaba un montón, aprendía de verlo, observarlo, aprendía de su oficio, como en Hermanos y detectives con Rodrigo de la Serna o en Casa Valentina con Fabián Vena. Siento que lo voy resolviendo así. En las tiras diarias como Los únicos también aprendí un montón de Nico Cabré o Nico Vázquez, observé mucho ese mundillo de la tira diaria que ellos manejan a la perfección, y es completamente distinto a una película o una serie.
-Muchos actores infantiles abandonan sus carreras o se dedican a otra cosa, ¿te costó afianzarte en la actuación con el paso del tiempo?
-En las carreras de muchos años, como me pasa a mí que empecé de chico haciendo esto, sucede que tenés altibajos, pero creo que esos altibajos tienen más que ver más con la vida de uno, que en algún momento tenés más intensidad en lo laboral y en otro tenés más intensidad en todo lo que es tu vida. O por ahí agarrás dos o tres años con proyectos menos masivos, teatrales, entonces bajás la exposición. He ido pasando por distintos focos, pero te puedo decir que después del El Marginal he tenido como un subidón de público, de gente que hoy me para en la calle y me dice Oaky, como el personaje. Va variando, como nos pasa a todos los actores, esta profesión tiene esa particularidad, va yendo y viniendo, y lo importante es mantener la constancia trabajando y seguir peleándola. Está bueno que todos podamos tener nuestro momento y nuestro lugar.
-¿Cómo te forjó el oficio de actor todos estos años?
-Fui aprendiendo mucho, a la vez que fui formando mi personalidad porque cuando trabajás de tan chico de algo, tu personalidad se va moldando a tu trabajo. Con el tiempo me hice mucho más extrovertido, mejoré la dicción, me fui armando de acuerdo a cómo fui creciendo dentro de esto.
-¿Qué significa hoy la actuación para Rodrigo Noya?
-Es mi pasión y ocupa un lugar importantísimo en mi vida. Si miro una película, estoy mirando las actuaciones, miro la vida y estoy observando conversaciones, cómo se mueve la gente, cómo se expresa y en el momento de interpretar intentar resolverlo así. Mi vida es la actuación, no sé dónde está la línea y es algo que creo que les pasa a todos los actores, uno ya nace. Mi mamá me dice: “Todo el tiempo parece que estás actuando”, porque soy muy yo cuando actúo también, entonces a mi vieja la confunde. Estoy arriba del escenario y estoy abajo y es lo mismo. Le pasa eso siempre.
-¿Cómo viviste la paternidad de tan joven?
-La verdad es que fue un gran cambio en mi vida. Siempre dije que quería ser papá joven y hoy estoy feliz, lo disfruto muchísimo. Bautista [4 años] es mi vida, la prioridad en todo lo que me sucede, es una sensación paralela de todo, un aprendizaje constante y mi cable a tierra en todo. Cuando no me toca estar con él, lo extraño a morir. Hoy mi vida, los ensayos, la vida de ocio, la vida en pareja, se organiza en torno a mi hijo, todo está adaptado a Bautista porque mi vida es esa.
-¿Cómo sobrellevaste la pandemia estos dos años?
-Raro, todo muy difícil. El primer tiempo fue de no tomar dimensión de lo que nos estaba pasando, casi como un jueguito, nos encerramos, hay un virus, pero un mes con las pelis, los Tik Tok... De a poco fuimos abriendo la cabeza y dándonos cuenta de que verdaderamente era un desastre. Cuando nos empezaron a tocar los contagios más de cerca -mi mamá casi se muere-, fue algo que nos afectó a todos. Separado de la familia, el trabajo que no volvía, fue muy duro, muy difícil, sobre todo el primer año, en donde el aislamiento era total. Creo que hoy, sin relajarnos, al menos estamos más tranquilos de mente, hablo así por mi grupo familiar.
-¿Qué hacés en tus ratos libres?
-Bueno, me gusta jugar al fútbol dos o tres veces por semana, hacer planes con mi hijo, ir a la plaza, juego a la Play, por ahí salimos a tomar algo con mi novia. No tengo muchos hobbies la verdad.
-¿Qué series o películas te gustaron últimamente?
-Varias, la verdad miro mucho, pero la que más me ha marcado este último tiempo es This is us. Es muy buena, muy sensible, la recomiendo. Una muy linda historia, llorás y te reís todos los capítulos. Después mi película favorita de la vida es Forrest Gump porque amo a Tom Hanks.
-¿En qué crees?
-Soy creyente, soy cristiano digamos, quizás no tan ortodoxo de ir a la iglesia, pero creo en Dios y en la Virgen, cada tanto rezo, es algo que ya forma parte de mi vida. Me crie en una escuela católica, pero no sé si estoy tan metido en la religión. También creo en energías, que uno también da lo que recibe, que todo es una energía constante y uno la va moviendo de acuerdo a lo que hace y a lo que sucede. Es el aquí y el ahora.
-¿De qué cosas estás seguro?
-De que quiero seguir actuando y quiero que la actuación sea mi profesión toda la vida. Obviamente estoy seguro de mí mismo, de que amo a mi hijo, a mi familia, a mi novia, que quiero seguir con la vida que tengo, enfocado como estoy. Después tengo un montón de dudas.
-¿Hacés terapia?
-No, nunca hice, pero debería. Muchas veces uno se siente autosuficiente, con sus problemas y sus cosas como todo el mundo y a veces un profesional te puede ayudar para resolverlas.
-¿Una máxima para vivir?
-Mi frase es: “Actitud siempre ser”. Una frase que viene de Shakespeare, esa disyuntiva que plantea en Hamlet entre elegir “ser o no ser”. Siempre me quedó eso de elegir ser, antes que quedarse en la incertidumbre. Si necesitás saber algo, andá y preguntalo. Si necesitás sacarte ese peso de encima, andá y resolvelo. Nunca te quedes con la duda de que hubiera pasado si lo hubieras hecho o no. ¿Me quedo con la duda o voy y lo averiguo? Entonces, siempre elegir ser.
PARA AGENDAR. Trepadores. De Gustavo Lista. Dirección: Ariel Basaldúa. Con Barbie Vélez, Rodrigo Noya, Bautista Lena y Federico Barón. Viernes y sábados, a las 23, en el Teatro Buenos Aires (Corrientes 1699). Entradas: 1200 pesos.
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