Este sábado a las 20, América estrenará El show de los escandalones, una suerte de spin off del segmento que tiene Rodrigo Lussich en el programa Intrusos. "Los escandalones" es una sección del programa liderado por Jorge Rial que se convirtió en un espacio lúdico, en donde se repasan diversos hechos vinculados a los famosos. "Cuando fui convocado por Jorge Rial para integrarme a Intrusos, le propuse llevar un segmento propio a modo de aporte. Así aparecieron 'Los escandalones', una idea que ya había hecho, por muy poco tiempo, en otro espacio", explica Lussich a LA NACION a horas de regresar a la conducción de un programa propio, luego de su timonear Confrontados, junto a Carla Conte, en la pantalla de elnueve. Con producción general del periodista Adrián Pallares, su amigo y socio, el nuevo formato apunta al entretenimiento y al humor tomando como sostén la vida de las celebridades. El conductor estará acompañado por Anamá Ferreira, Nati Jota y Sheyla González, nombres que para el periodista nacido en Montevideo componen "un equipo super ecléctico para tener las distintas miradas generacionales".
El envío no contará con la injerencia directa de Rial, aunque la estrella de América mirará de cerca este nuevo formato. "Rial puede opinar y aconsejar, pero no estará en el trasfondo. Se trata de un proyecto del canal que no busca ser un programa periodístico de espectáculos, sino un programa humorístico de espectáculos". En el nuevo show sabatino de América se jugará con la escalera al cielo, la de cabotaje, la internacional, la retro y la que conduce al infierno, en una clara intención de apelar a lo lúdico en torno a las celebridades más populares y todo lo que generan a su alrededor.
-Luego de la conducción de Confrontados, te sumaste como panelista a un programa consagrado con veinte años en el aire. ¿Hubo algún tipo de dilema en torno a la posibilidad de pasar de la conducción a formar parte de un panel?
-Con los años, baja la ansiedad y uno aprende a controlar sus ganas en función de lo que se puede dar. Ir de menos a más otorga otro cimiento a los proyectos. Ese proceso me encanta.
-¿A qué atribuís la repercusión de la sección dentro de Intrusos?
-El programa tiene un rebote gigante, es de una exposición enorme. La sección arrancó cuando se decretó la cuarentena obligatoria, con lo cual, toda la televisión hablaba de covid-19. Hasta Intrusos abordaba el tema y el único momento de esparcimiento eran "Los escandalones". Eso hizo que la sección se viera mucho por gente que, en situación normal, estaría trabajando a esa hora y pegó muy fuerte en los chicos.
-Intrusos es un espacio instalado desde hace veinte años y que marca la agenda del mundo del espectáculo. A pesar del arraigo del formato, tu ingreso fue orgánico y natural, y significó el aporte de una cuota de show. ¿Cómo transitaste este proceso?
-Quizás el programa había perdido ese costado de show que tuvo en un comienzo, pero lo cierto es que pensaba que jamás iba a trabajar en allí.
-¿Por qué?
-No había hecho mis primeros pasos ahí, mi camino se había desarrollado por otro lado. No parecía que podía suceder. Eso es lo lindo que tiene la profesión y también la apertura de quienes me lo propusieron y yo de aceptarlo. Si me quedaba en la estructura básica de "panel ya no hago" o "no es para mí", lo único que hubiera generado es que no lo hiciera. Esa disponibilidad, que no siempre se tiene en el medio por egos, por tiempos, por condiciones económicas, hace que uno se pierda oportunidades.
-¿Por qué aceptaste?
-Era un momento, cuarentena mediante, donde sabía que no iba a aparecer una oportunidad para volver a conducir un programa y, además, me parecía que era el lugar donde podía aportar.
-Es una forma de encarar el trabajo de manera más abierta, con menos condicionamiento.
-Es una manera que tengo de mirar la profesión. Elijo los proyectos por lo que son y no por mi rol o por lo que me vayan a pagar. He hecho cosas por mucha menos plata de la que generalmente se cobra o en un rol donde se podría pensar que no debería estar. El ego es un gran enemigo, un arma muy tramposa. Jorge Rial, que tiene veinte años al frente del programa, podrá pensar qué hacer si mañana deja Intrusos, pero, en mi caso es un ensayo y error permanente.
-Hay todo un imaginario en torno a la figura de Jorge Rial.
-En torno a su imagen se han generado una serie de mitos que, ahora que trabajo con él, puedo asegurar que no existen.
-¿Qué imagen tenías antes y qué confirmaste o no, sobre los preconceptos que se tejen sobre él?
-Rompí con esa idea del hombre duro e inaccesible, inquebrantable, parado en un lugar de soberbia y lejanía. Me encontré con una persona sana, con un par que sabe el lugar que ocupa, pero no lo hace notar de una manera que te haga sentir inferior. De hecho, que me permitiera tener un espacio propio fue una sorpresa gratísima.
-La exposición de Intrusos es muy alta, ¿cómo transitás eso? ¿Hay que pararse más alerta con respecto a otros espacios?
-Es una nave espacial con mucha fuerza y un peso específico propio. Eso sucede, pero debo reconocer que tengo una manera de vivir y de trabajar donde pierdo cierta conciencia sobre mí y eso es parte de un sello propio. No se trata de ser un inconsciente, sino de arriesgarme a jugar, correrme de lugares preestablecidos y perder el miedo al ridículo. Cuando se pierde un poco la conciencia sobre uno mismo, el cielo es el límite. La tibieza en el medio me aterra. Ser políticamente correcto y no pararte en una de las bandas de los costados, hace que te pierdas un montón de situaciones.
-Hay algo de interpretación en tus participaciones, ¿ser actor te suma herramientas para encarar tu trabajo?
-Seguramente, aunque no estoy componiendo un personaje. Me permite una zona lúdica propia de los actores que los periodistas, en general, no tienen. La posibilidad de jugar te abre un montón de puertas.
Fronteras
-El chimento es un género muy complejo de desarrollar. ¿Cuál es el límite a la hora de contar alguna información?
-En general, eso no se le pregunta a otro tipo de periodistas. Nadie le consulta a Diego Leuco cuál es el límite. En televisión hay mucha gente que, por rating, corre los límites habidos y por haber. Creo que hay un prejuicio sobre nuestro trabajo donde, supuestamente, corremos límites que nadie corre y la verdad es que los límites están corridos desde muchos sectores del periodismo, sobre todo con la grieta.
-A pesar del prejuicio, los programas políticos toman herramientas del chimento...
-Sin dudas, hace tiempo, en el programa A dos voces de TN hacían "la bomba de las once" con un contador en pantalla. El chimento es atractivo para todo el mundo, pero hay que hacerlo sin culpa, no hay que ser hipócritas. Creo que los que hacemos espectáculos terminamos siendo bebés de pecho. Los límites están y tienen que ver con la salud de las personas, más en este contexto de pandemia. También hay una frontera que se establece en no meterse con gente que no quiere jugar el juego. Cuando aparece alguna información de ese tipo de personajes, no tiene sentido exponerla porque ni siquiera le interesa a la audiencia. Hay que reconocer que se trata de un género de entretenimiento, no creo en el rigor periodístico del chimento, aunque muchos colegas discrepen conmigo. No es un género riguroso, no es medicina cuántica.
-¿Es plausible de ficción?
-Creo que sí. Se puede jugar con todos los elementos, siempre que no se lastime a nadie. Si se hiere, hay que recular.
-Te referías al prejuicio sobre el chimento, pero a nadie le pasa inadvertido. Hay algo de la naturaleza del ser humano que siente atracción por el género, aunque no siempre se asuma eso.
-Eso hace que muchos profesionales que lo ejercen sientan cierta culpa por tratarse de un género con tantos prejuicios. Sin embargo, la mayoría de la gente lo termina viendo y la mayoría de los programas lo hacen titulado o pintado de otra manera. Es un género super transitado, aunque hoy existe toda una generación de jóvenes que no lo sigue porque no consume televisión abierta. Además hoy también el chimento se juega en las páginas de internet. Mucha gente se entera de la vida de los famosos siguiéndolos en las redes.
En televisión hay mucha gente que, por rating, corre los límites habidos y por haber
-Eso implica un desafío para un programa como Intrusos: generar la atracción de las audiencias entre tanta posibilidad de acceso a la información.
-El cómo lo contás es una de las claves: cómo hacerlo más atractivo. Esa búsqueda es la que me interesa.
-Con humor, Rial dijo que dejaría Intrusos dentro de cincuenta años. Supongamos que transcurra un poco menos de tiempo, ¿te ves en ese rol?
-No me lo plantee nunca. De hecho, mi amigo y socio Adrián Pallares es su reemplazo natural.
En primera persona
Hace un tiempo, el periodista realizó algunas declaraciones que molestaron a un sector de la comunidad LGBT al referirse a una mujer trans como "una mujer con sorpresita". Lussich pidió las disculpas correspondientes, reconoció el error, y, a las horas, denunció amenazas de muerte recibidas en un mensaje de WhatsApp."Estuve muy angustiado, pero elegí no engancharme con esa energía. El tema lo dejé en manos de los abogados, hay una fiscalía trabajando. Lo solté porque no me hace bien. No se puede vivir en pánico, ni hay que engancharse con quienes buscan eso. El que te quiere hacer algo, no te avisa", reflexiona el periodista que denunció la hipocresía de los "gendarmes del pensamiento" en un extenso monólogo ante la mirada atenta de sus compañeros de panel y del conductor. Con todo, el traspié no refleja el verdadero pensamiento de Lussich, quien, en su propio accionar personal, siempre se ha mostrado en favor de todo tipo de inclusiones sociales, comenzando por la propia.
En el ámbito personal, no duda en reflejar su presente. Luego de siete años sin un vínculo estable, desde 2019 comparte la vida con Juan Pablo Kildoff, en una apuesta que le permite recorrer el nuevo camino personal con algunas cuestiones sanadas con respecto a la manera que tuvo de encarar las relaciones afectivas. "Estar tantos años solo era una necesidad no tan asumida porque siempre fui un enamorado del amor. Pero debo reconocer que tenía una gran dependencia emocional con mis parejas anteriores que me llevaba a no poder estar solo. Fueron siete años de mucha introspección, de estar bastante tiempo en soledad, de viajar sin compañía por el mundo. Además fue el tiempo de mi mayor expansión laboral, de llegar a la conducción de programas, así que dejé fluir ese río, me prioricé".
-¿Hubo padecimiento en ese tiempo en soledad?
-Hubo momentos en que me resultó eterno y que pensé que nunca iba a cambiar ese statu quo.
-Y un día cambió...
-Estoy muy contento. Hice el aprendizaje. Ya no voy a volver a formar una pareja para no estar solo. Hoy, tener un compañero es una elección diaria, pero con la certeza que si no se tiene una pareja no se será menos feliz, el mundo no se acaba. Cuando uno aprende a estar con uno, la ganancia que se logra no se copará con nada, la vida se hace mucho más fácil. Sobre todo, cuando elegís al otro. No se trata que aparezca alguien que te salve la vida, la vida te la salvás vos. Cuando descubrís eso, es muy lindo estar en pareja.
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-Nadie llega para completar, la media naranja es una equivocación conceptual.
-El otro no llega para completar, sino para acompañar. Hay una falsa creencia al respecto, las canciones de amor nos han convencido de eso. Cuando uno descubre que es completo y que el otro no te complementa, la vida en pareja es mucho más agradable.
-¿Deseás la paternidad?
-Hay un deseo desde el ideal, pero la manera de llevarlo a la práctica me sigue generando muchas contradicciones por la manera en podría llegar a darse.
-¿A qué te referís?
-No estoy tan convencido de la subrogación de vientres como manera y la adopción sigue siendo una posibilidad muy desgastante para quien lo encara. Faltan muchas horas de terapia para poder avanzar con todo eso.
-¿Compartís el deseo con tu novio?
-Él tiene muchas ganas que eso suceda y uno también tiene que acompañar el deseo del otro, pero hay que lograr que el deseo sea cincuenta y cincuenta.
-Habían planificado el casamiento para este año.
-Está pendiente. Nos parecía que, en este contexto, era mejor no realizarlo, no ir contra la corriente. Nos gustaría compartirlo con la familia y amigos y hoy eso no es posible.
-En alguna oportunidad te referiste a la vida libre, algo hippie, de tus padres en su juventud. ¿Cómo te marcó esa crianza?
-Uno aspiraba a tener, porque así se estipulaba culturalmente, una vida más tradicional y estructurada como tenían los amigos. Hoy, a la distancia, no tuvo nada en contra. Al contrario. El arriesgar en el trabajo, permitirme cambiar de pareja, viajar solo, todo eso tiene una sola palabra: libertad. Cuando uno es libre y sabe usar esa libertad hay que agradecer a los padres que la inculcaron. Hoy, hay mucha gente que protesta por cierta falta de libertad, por poder ir o no a tomar un café, pero la libertad es más interna que externa. La libertad no pasa por romper la cuarentena. Si te sentís libre adentro, no importa si estás dentro de un cuarto.
-Incluso puede suceder lo inverso.
-He estado en pareja y no sentirme libre. La libertad se gana con muchas cuarentanas internas, no con una orden. En esa forma de ver la vida están mis viejos, a pesar de sus errores, que sienta así, tiene que ver con eso. Eran libres y metían la pata. La libertad implica equivocarse y hay que saber manejarla para no herir. Con todo, siempre voy a elegir el precio de la libertad.
-¿La libertad interna es la más compleja?
-Pero cuando la lográs, pocas cosas te pueden lastimar. Es un valor que se gana no sin sufrimiento.
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