Rocío Marengo: "De chica quería ser como Chichita de Erquiaga"
"Soy muy autocrítica porque mi sueño siempre fue cocinar en televisión. De chiquita quería ser como Marta Ballina, Dolli Irigoyen o Chiquita de Erquiaga. Ellas eran mis ídolas", resume con entusiasmo Rocío Marengo, una de las favoritas de MasterChef Celebrity (Telefe) y que ya pasó por el reality en la versión chilena, donde fue finalista.
"Tenía mucho miedo de exponerme a una competencia tan intensa y que me costó mucho llegar a la final en Chile porque me tenía que superar en cada reto. Además amo la cocina y cuando me salen mal las cosas, sufro muchísimo y me frustro un montón". En diálogo con LA NACIÓN, Rocío rememoró su infancia en su Bahía Blanca natal, cocinando con sus tías, y contó que para participar del programa debió dejar por un tiempo la convivencia con su novio Eduardo Fort "para cuidarlo y cuidar a la familia", aclara.
–Debes ser la única participante de MasterChef en dos países distintos...
–Ya soy una ganadora por haber sido tenida en cuenta en dos países. Soy única en el mundo. ¡Al fin tengo un récord! (se ríe). Llegué a la final en Chile y me costó decidir meterme otra vez en la competencia y dejarlo todo, porque tenés que tener ganas y estar preparada. Lo evalué un montón, lo charlé con mi familia y aquí estoy.
–¿Te arrepentiste? Porque parece que sufrís mucho en cada programa.
–No, pero estoy muy presionada por mucha gente que piensa que como llegué a la final en Chile, acá me tiene que ir bien. Y no es así, porque aunque podés saber mucho de cocina si algo te sale mal o se te quema, quedás afuera. Por otra parte, si te vas del programa no quiere decir que sos mal cocinero: es una competencia. La presión que tengo me está jugando en contra. Quiero hacer mucho, no me da el tiempo y termino haciendo nada. Necesito replantearme el juego y si me piden milanesas, doy milanesas y no otra cosa. Pero estoy feliz porque es una competencia mundialmente reconocida y es muy fuerte ser parte de ella. En Chile recibía mensajes de diferentes lugares del mundo, y es loco que te mande un mensaje alguien de Dubai, por ejemplo. Por YouTube llegás a todas partes.
–¿Es por esa presión que te desbordas o hay algo más?
–En la cocina soy muy autocrítica, porque mi sueño siempre fue cocinar en televisión. De chiquita quería ser como Marta Ballina, Dolli Irigoyen, y Chiquita de Erquiaga. Ellas eran mis ídolas. Después, trabajando como modelo, se me fueron dando otras oportunidades en la tele. Pero esta era mi cuenta pendiente. No es casualidad que se me haya dado en la vida la posibilidad de aprender a cocinar y dedicarle tiempo a mi pasión, por eso me duele tanto cuando me salen mal las cosas, es como que se me desmorona el mundo. Lo tengo que trabajar en terapia igual (ríe).
–¿Pero sos llorona?
–No. Es muy loco porque soy muy fuerte, pero en la cocina estoy en carne viva porque apuesto todo. Y cuando me sale mal, aflora mi niña interior.
–¿Con quién relacionás la cocina?
–Con mis tías, una por parte de mamá y otra por parte de papá. Cuando era chiquita hacíamos cosas dulces: pancitos, tortas, medialunas. La cocina me lleva a mi infancia. Ahora que estoy más grande, quizá valoro otras cosas. Aprender a cocinar era mi cuenta pendiente, un objetivo que tenía que cumplir. Encontré mi camino en la tele porque se me dio así y hoy, la misma tele me hace volver a esa gran pasión que es la cocina. Porque si me ponen un cero bailando o cantando o me olvido la letra actuando, la verdad que me río, me da lo mismo. Pero en la cocina no me lo permito, porque no quiero fallar. Me mudé a Buenos Aires para estudiar cocina y estuve a punto de trabajar en una panadería, pero los horarios eran complicados, tenía que entrar a las 4 de la mañana y mi mamá no me dejaba. Después empecé a trabajar como modelo, en tele y teatro. Siempre fui muy tímida y pudorosa y trabajar con el cuerpo y la estética era casi un sufrimiento. Yo me hubiese sentido cómoda toda la vida en la cocina. Por eso siento que no puedo cocinar mal. Quiero tener mi familia y saber cocinar rico.
–¿En tu casa cocinás vos?
–Empecé ahora, porque mi laburo me alejó mucho de la cocina. De chica cocinaba, pero de grande ya trabajando en los medios y viviendo sola, me hacía una ensaladita o pedía por teléfono. El tiempo que hoy le dedico a la cocina es gracias a MasterChef y lo que aprendí en Chile: no sabía nada de cocina salada. Dulce sí, pero salada no.
–¿Qué te sale rico?
–Ya tengo varios caballitos de batalla. El risotto me queda muy bien, y los pescados. Descubrí una nueva Rocío con MasterChef. Me costó pero me saqué la mochila de encima y entiendo que esta es una nueva competencia. Fue difícil ponerme el chip otra vez.
–¿Y qué participante es competencia?
–Todos son competencia. Siento que hay un gran nivel, todos tienen muchas ganas y el mejor cocinero puede fallar. Pero mi mayor competencia soy yo misma. Tengo que superar la presión y aprender. Pero, además puede pasar que el mejor cocinero tenga un mal día y el que no sabe mucho tiene una buena racha, y la rompe.
–¿Con cuál de los jurados tenés más onda?
–Soy re fan de los tres. Pero si me critican, defiendo mis platos. Damián Betular, en pastelería, es el mejor. Donato De Santis es un showman, y muy gracioso. Y Germán Martitegui es muy exigente. Y entre los tres hacen un jurado muy lindo y meten miedo, y presión.
–Hace unos meses dejaste Bienvenidos a bordo para convivir con tu pareja, Eduardo Fort. ¿Ahora también te fuiste de su casa para ser parte de MasterChef?
–En pandemia, Edu había quedado varado en el campo y mientras estuvo ahí, acepté trabajar con Guido (Kaczka). Y cuando Edu volvió, me mudé con él y dejé el programa porque él es de riesgo, tiene stents y prioricé la familia. Ahora, por MasterChef, volví a mi casa. Por eso digo que estoy apostando el cien por ciento. Con Edu estamos en el mejor momento porque la cuarentena nos unió y nos ensambló como familia. Compartimos mucho con sus tres hijos (Macarena y los mellizos Angie y Pietro). Fue una prueba de fuego porque estás 24x7 y no podes esquivar ni un momento. Y fue increíble, hermoso cómo la llevamos. La cuarentena sumó un montón como familia. Ahora que estoy yendo a grabar y volví a mi casa, retrocedí a nivel personal. Por eso es tan importante MasterChef y si no aprendo y salgo buena, me voy a dedicar a otra cosa. A veces practico algunas recetas en casa y llamo a Edu por FaceTime y me ayuda. Mi familia sabe que sufro un montón porque me interesa aprender y me apoyan.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Rocio Marengo (@marengorocio) el
–¿Cómo se conocieron?
–Un verano, de casualidad. Estábamos en mesas vecinas en un bar en Las Cañitas, él con sus amigos, yo con mis amigas, empezamos a charlar y se dio. Fue un flechazo, y enseguida tuvimos una conexión. Siempre prioricé mi trabajo y ésta es la primera vez que apuesto por la pareja por sobre el laburo. Se dio todo muy despacito. Hace casi siete años que estamos juntos y fue todo muy de a poco. Cuando llegó el momento de conocer a los chicos, ya estábamos muy estables como pareja. Todo fluyó.
- ¿Cómo fue?
--Con Edu estoy hace 6 años y a los chicos los conocí de a poco. Primero conocí a Maca, cuando estábamos en un restaurante con Edu y ella vino con su novio. La segunda vez que nos vimos fuimos a jugar al bowling. Después conocí a los mellizos. No fue difícil sumarme a la familia. Todo fluyó y me gustó como manejamos los tiempos porque en ese momento los chicos eran más chicos y es fuerte conocer a la novia del papá, y la idea es no lastimar a nadie. Desde el primer día nuestra relación fue muy fuerte. Fue un flechazo y lo vivimos intensamente. Siempre fue todo muy real y verdadero.
–Hace unos meses la expareja de Eduardo (Karina Antoniali) te denunció por romper la cuarentena, ¿se aclaró todo?
–Nunca entendí bien qué pasó. A mí nunca me llegó nada. Yo no la conozco y nunca le contestaría porque es la mamá de los tres hijos de Edu. Estoy en un muy buen momento con él, me llevo bien con los chicos y jamás haría algo para modificar esta paz que tenemos. Mi prioridad siempre va a ser mi familia y jamás haría nada irresponsable. No estoy dispuesta a exponerlos, tengo muy claros los límites. La familia es lo más importante que tenemos.
–Alguna vez contaste que querés ser mamá, ¿está cerca ese momento?
–Me gustaría ser mamá y lo dejo en manos de Dios. Y si no viene, no era para mí. Lo único que apura es el reloj biológico, pero en mi vida todo se dio de forma natural y no sería lógico tratar de forzar algo ahora. Todo va a llegar. Siento que me tenía que realizar como mujer primero y después, lo que venga, que venga. Me encantaría porque como quería ser cocinera, también quería ser mamá. No voy a apurar nada porque estoy segura que va a venir cuando menos me lo espere.
–Y siempre dijiste que querés casarte, ¿seguís pensando lo mismo?
–Sí, siempre quise casarme y tal vez se dé en algún momento. Mientras miro vestidos de novia en Instagram. Hace un tiempo no me hubiera imaginado una convivencia y hoy soy concubina, así que todo puede ser.
–Si miras hacia atrás, ¿qué pensás del recorrido de tu vida?
–Me da orgullo todo lo que hice. Siempre fui muy luchadora, independiente, y a todo le pongo mucha garra. Hoy me siento reconocida, sé que tengo un lugar. Cumplí un montón de objetivos, me divertí mucho, se me dio todo, a veces sin buscarlo. Hace veinte años que trabajo en los medios y volvería a vivirlo exactamente igual, porque me encantó.
–Hiciste mucha más televisión en la Argentina y en Chile que teatro, ¿fue una elección?
–El teatro me coincidía siempre con Viña del Mar y me encanta ir, porque además siempre tengo trabajo, hago conducciones. Y prioricé eso, pero me gusta el teatro y el contacto con la gente. Se dio así.
Otras noticias de Rocío Marengo
Más leídas de Personajes
“La vida es más dura que la ficción”. Thelma Biral: por qué dejó Brujas, la extraña enfermedad que la aqueja y el amor que no pudo ser
Sin filtro. Hugh Grant, sobre la experiencia de criar cinco "ruidosos" hijos: “Me encierro mucho en el baño”
La salud de Jorge Lanata. El periodista fue sometido a una nueva intervención quirúrgica
"Me veo haciéndome cargo de la fábrica". Martita Fort: el recuerdo de su padre, su rol en la empresa familiar y la relación con su hermano Felipe