Rocío Igarzábal: "Los trastornos alimenticios son cosas no dichas, que nos duelen"
Rochi ya no es "Rochi", ahora es Rocío. En apenas 31 años le pasaron tantas cosas a Rocío Igarzábal, que al mirarse al espejo no queda casi nada de la adolescente que conquistaba multitudes bajo el ala de Cris Morena en Casi ángeles, y luego en discos y recitales con los Teen Angels: "El ‘Rochi’ siento que es una etapa cerrada para mí, ¿viste? Rocío tiene otra fuerza, ya estoy más grande y los proyectos que encaro también tienen otra madurez, entonces me gusta más cómo suena el Rocío".
En pareja, con una hija y muchas ganas de seguir adelante con la profesión, la vida y la música desde otro lugar, Rocío no para de tomar riesgos. El más reciente fue aceptar el protagónico de Encontrados, película de Diego Musiak en la que encarna a Malva, la novia joven de un hombre mayor (un impecable Nacho Gadano), una mujer libre que a la vez funciona como catalizador en la relación de su pareja con un hijo adolescente que abandonó siendo niño.
-¿Cómo suponés que van a tomar tu personaje en Encontrados, aquellos que se quedaron con tu imagen de hace veinte años?
-Cruzo los dedos para que la gente tome bien este cambio, que acepten y decanten que estoy más grande y los desafíos que se presentan puedan tener otras energías, otras cuestiones que en mí también son procesos que voy tratando de construir a medida que voy creando las experiencias.
-En relación a la imagen que se tenía de vos es un cambio drástico...
-Sí, pero a través de las redes sociales mis fans me fueron acompañando en esos cambios, me fueron aceptando. El hecho de haberme ido a vivir afuera y volver, y que siga estando todo ese amor. Que lean las notas que hago y escuchen las cosas que digo en mis canciones. Creo que se construye también algo más para la vida de los otros, y está buenísimo inspirarlos. Hay mensajes que me emocionan, a veces mientras los leo empiezo a pucherear.
-Las redes también son un campo fértil para las críticas.
-Tenés razón, pero creo que generé la confianza suficiente para que, si tienen una crítica constructiva, me la puedan hacer y yo recibirla sin que me afecte. Desde ese lugar de confianza también me pueden ayudar. Igualmente me da un poco de vértigo tener en mis redes tanto público joven. A veces pienso que tendría que aclarar que es una película que muchos de los que me siguen van a tener que esperar un poco para verla.
-Esa es la mirada del público, ¿qué te pasa a vos con esta transición personal y profesional del "Rochi" al "Rocío"?
-La imagen viene conectada más por la percepción que tengo de mí misma que de lo que se ve para afuera, y eso lo vengo trabajando desde hace tiempo. Cuando me fui a vivir a México en 2014, la relación con mi pareja y todo lo que tiene que ver con la relación con mi cuerpo. En el caso de Encontrados, el desafío fue más actoral porque nunca había hecho un personaje así, me tenía que preocupar en cómo contarlo, cómo cuidarlo, hacer escenas más jugadas. Ese equilibrio fue el verdadero desafío, más que cómo lo recibiría la gente.
-¿Cuándo sentís que comenzó esta etapa de madurez?
-Creo que recién cuando cumplí los 30 me empecé a tomar más en serio las cosas, ni siquiera cuando fui mamá. En los primeros años de Lupe estuve más sumergida en el mundo mamá-bebé. Ahora me siento con más fuerza para hacerme cargo de lo que tengo para contar, de mis proyectos. Hoy soy de revisar, de hablar, de analizar el por qué de lo que me pasa.
-¿Tuvo que ver el hecho de bajarte del éxito de Teen Angels para irte a vivir a México, donde nadie te conocía?
-Sí, claro. Fue un momento difícil en mi vida, pero a la vez muy revelador. A México me fui dos años y volví en pareja y embarazada de Lupe, así que tenía todo un sentido de amor muy importante.
-¿En esa época sufrías de bulimia?
-En realidad fue un trastorno general. Estaba angustiada, parar era abrazarme, ponerme como prioridad y recién ahí sentirme exitosa. Porque atravesar y salir de eso era mucho más importante que todo lo demás. Ahí te das cuenta de lo que son las prioridades y lo que es el éxito en sí. Tuve ayuda profesional, hice un tratamiento con una psicóloga, una terapeuta y una nutricionista. Un grupo de mujeres que me ayudó a desarmar todo eso y sacármelo de encima. Fueron tres años, al mismo tiempo seguía trabajando. Eso me trajo un proceso de parar la pelota, de preguntarme qué quiero priorizar: ¿lo que llaman "éxito" o la manera en la que yo quiero sentirme exitosa en mi vida?
-¿Por qué tardaste tanto años en contarlo?
-No quiero excluir a nadie, pero a las mujeres nos pasa que la presión que ejerce la sociedad sobre los ideales de belleza hacen que una lo viva muy sola, también que te cueste mucho hablarlo. Las dos cosas van de la mano. Desde lo energético, los trastornos alimenticios son cosas no dichas, que nos duelen, que no podemos expresar y se canalizan de otra manera. Puede ser alimenticios, de ansiedad, o lo que sea.
-Entonces el viaje a México fue el corolario de esa etapa.
-Exacto. Necesitaba culminarlo yéndome a vivir a la playa un buen tiempo, sentí que me lo merecía. Aunque ya no estaba subida a la vorágine de la exposición ni todo eso, me sentí exitosa porque era libre. Me había sacado una mochila de encima. Desde ahí resignifiqué un montón de cosas: cómo la sociedad te dice lo que tiene que ser la belleza o el éxito, esa creencia de que tenés que ser reconocido para ser alguien en la vida. Hay que revisar todo eso y ver de qué manera cada uno lo puede ir cambiando. Me fui y volví con una familia, parecía mágico. Los momentos difíciles cobraron un sentido totalmente distinto.
-Pasaron casi diez años, ¿cómo actriz y modelo ves un cambio en la sociedad en relación al tratamiento de estos problemas?
-Sí, antes muchas de estas cosas no se hablaban, estábamos medio dormidos. Ahora estamos más despiertos, todo se cuestiona más. Este año, las acciones de las marcas con las que trabajé tenían que ver con desarmar estas cuestiones de belleza y de las presiones que tienen las mujeres.
Volver a empezar
-¿Tu desafío hoy es demostrar que podés ser una actriz "seria"?
-Construir una imagen actoral más seria, más valorada es otro proceso que estoy viviendo ahora, porque hay una distancia muy grande entre el personaje de Encontrados y lo que hice antes. Me pasa también con mi música, mis videos son muy actuados, tienen mucho drama, y desde ese lugar también quiero mostrarme como una actriz más jugada. Son historias más crudas, más profundas, entonces construyo personajes que antes no hacía.
-Malva tiene una sensualidad latente y el resto de los personajes construyen en torno a ella una relación casi voyeur, ¿es la imagen que buscabas transmitir?
-El director quería contar desde lo no dicho, darle mucho peso a la mirada, al silencio, a lo psicológico. Lo que estaba en el guion era una referencia, pero en escena podía cambiar mucho. Lo importante era mantener los silencios, escucharnos, todo lo demás se iba construyendo alrededor. También cómo se mostraban las escenas de sexo.
-¿El guion tenía escenas más jugadas de las que quedaron en el corte final?
-La primera vez que leí el guion sentí que sí, pero la idea fue siempre insinuar más que mostrar. También me encontré en un lugar de decir: "Esto no quiero hacerlo", y mi decisión fue siempre respetada. Eso está buenísimo, me hizo sentir muy tranquila y muy acompañada por mis compañeros. Además aceptar este papel tuvo que ver con algo que se está desarmando a nivel sociedad.
-Temas tabú que ya no lo son.
-Claro, la diferencia de edad en una pareja, el tipo de relación. Mi personaje no se ata a nada, vive el momento, y cuando siente que no da para más suelta y sigue. No sé si es que Malva no se puede conectar con el compromiso de una relación o evolucionó y se da cuenta de que puede tener distintas relaciones, desapegarse de los sentimientos y seguir buscando. Antes hubiera sido mucho más complicado para mí afrontar un papel así, hoy es un camino que recién empieza.
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