Rocco Posca: su relación con Moncho Sabella, el sobreviviente de la Tragedia de los Andes a quien interpreta en La sociedad de la nieve
Hijo de Favio Posca, músico y actor, Rocco se luce en la película de J.A. Bayona; el casting al que se anotó por casualidad, el duro rodaje y las consultas permanentes al sobreviviente que le tocó interpretar
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Se llama Rocco Posca y sí, es el hijo de Favio Posca. Por estos días, totalmente compenetrado en la promoción de La sociedad de la nieve, la película de J.A. Bayona sobre la tragedia de los Andes. Rocco interpreta a Ramón Sabella, uno de los 16 sobrevivientes y, según cuenta, filmar esta historia fue la experiencia más fuerte de su vida. Desde Traslasierra, donde vive, habló con LA NACION sobre cómo fueron esos días de rodaje en la montaña.
-¿Cómo llegaste a la película?
-Era el verano de 2021, post aislamiento, recién se estaba saliendo de a poco. Me acuerdo que estaba en Pinamar y me llega un mail para un casting que se llamaba “Nieve”, que pedía fotos.
-¿Vos tenías experiencia como actor?
-Yo actúe toda mi vida, fui a la escuela de Hugo Midón, después a la de Nora Moseinco y siempre me tomé el teatro desde un lugar lúdico. Yo estaba más con la música y no solía hacer muchos castings, pero mandé unas fotos. Me olvidé del tema y al mes me llega la notificación para hacer un autocasting. Lo hago y al otro mes me llaman para otra instancia del mismo casting.
-¿No sabías para qué era?
-No, no. Medio que te podías dar cuenta porque estaban los nombres. Igual, lo hice con cierta liviandad y aparte pasaba tanto tiempo entre una prueba y otra que yo decía: “bueno, suelto”. Hasta que un día llegó el momento que dijeron de ir al último casting con el director, Bayona. Ahí fue como: “Ah, ok”.
-¿Cómo fue ese momento?
-Fuimos a Montevideo y nos empezaron a tirar info. Cuando supe cuál era la película pensé: “Por favor, quiero quedar. Llegué hasta acá, así que esto tiene que suceder”.
-¿Enseguida se generó esa hermandad que se ve en la película?
-Desde el primer momento pasó algo muy loco, fue muy rápido: enseguida hubo mucha buena vibra y mucha buena onda y en un año y medio de filmación, claro, nos hicimos amigos. Nunca discutimos, nunca nos peleamos. Fue una cosa alucinante de cariño.
-¿Vos sabías la historia? ¿Habías visto la película Viven?
-No había visto Viven, tampoco había leído los libros, lo mío vino más por el lado de que por ser argentino conocía la historia por arriba: los uruguayos, el avión, la montaña, pero no mucho más.
-¿Qué pasaría hoy si sucediera lo mismo?
-Mandarían una horda de 200 drones y no haría falta que pilotee nadie. La tecnología ayudaría a encontrar un avión en un día. En esa época, los aviones que lo buscaban, no lo veían. Si vos te alejabas 200 metros, el avión ya era una piedra. Era imposible. Igual uno nunca sabe cómo reaccionaría. Por ejemplo, mi personaje, Moncho, tenía un tema pulmonar. Era flaquito, no hacía deporte. O sea, tenía todas las de perder. Y, sin embargo, sobrevivió. El accidente activó en él esto de que no hay tiempo para nada, más que para tener la vida, que es lo único que queda. Y yo digo: andá a saber los cuerpos, en una situación así, qué les pasa y cómo empiezan a responder. Cómo el cerebro empieza a funcionar, cómo el hígado empieza a funcionar...
-¿Tuviste relación con el verdadero Moncho?
-Mucha. Hoy día para mí es como un tío.
-¿Cuándo lo contactaste?
-Apenas quedé. En el último casting me mostraron una filmación de Moncho y a mí me hizo muy bien. Porque yo venía haciendo el casting con mi tono de voz y él tiene una tonada muy particular. Fue re grosso para mí, fue como entrar por un tubo. Y después tuve la oportunidad de conocerlo personalmente. Fuimos a Montevideo y conocimos a todos los sobrevivientes. Yo quedé conectado con Moncho a través de WhatsApp. Y por ejemplo, estaba en la montaña y lo llamaba y le decía: “mañana filmo esto, ¿qué te pasó?”.
-¿Y él te daba bola?
-¡Sí! Además con Moncho nos conectan cosas muy locas, como por ejemplo que él en los 70 ayudaba a su padre en el mercado de frutas de Montevideo. Del otro lado del río, en Mar del Plata, mi tío lo ayudaba a mi abuelo en el mercado de frutas de Mar de Plata. Hacían exactamente lo mismo y yo siempre le decía: “Me hacés acordar a mi tío”. Tenemos muchas coincidencias. Y yo, más allá de las cosas concretas, trataba de escuchar su vibra, algo en relación a su esencia, para poder estar todo el tiempo sintiendo o tratando de emularlo.
-¿Qué devolución te dio él de tu trabajo en la película?
-Estaba re contento, sobre todo porque los que no volvieron ahora tienen nombre y apellido. Eso siento que lo pone muy feliz y habla mucho de él eso también porque él siempre en cada charla que teníamos me hablaba mucho más de los que no volvieron que de los que sí.
-¿El fue a la filmación?
-No, no. Sólo estuvo en una toma en el aeropuerto donde a todos los sobrevivientes les hicieron un plano.
-¿Dónde se filmó la película?
-La mayor parte en Sierra Nevada, en el sur de España. También en Montevideo y en Los Andes.
-Es un furor la trastienda en Tik Tok.
-Si, yo no lo puedo creer. O sea, puedo creerlo porque sabía que iba a ser una película muy movilizante por la temática y también por el director y por el nivel de realización.
-¿Cómo fue la escena del accidente?
-Fue como estar en un parque de diversiones. Había tres sets distintos y se movían. Ahí no teníamos hambre, tampoco tanto frío. Lo que fue terrible, a nivel traumático y creo que la semana más dura de mi vida, fue la secuencia de la avalancha. No sólo por lo que fue el momento de la explosión, sino por esos 15 días filmando en un espacio reducido, todo oscuro, con nieve de verdad, con mucha hambre y con mucho frío. Era muy incómodo, todos juntos ahí. Eso fue tremendo. Y también hay algo de que cuando uno recrea una historia real está trayendo esa energía. Eran 12 horas por día en escenas en las que teníamos que estar siempre todos. La cámara hacía así y se veía hasta el fondo.
-¿Tuvieron que adelgazar?
-Sí. En algunos casos, mucho, un adelgazamiento extremo. En mi caso yo bajé 12 kilos, pero antes subí 7, porque así era el proyecto. Entonces, relativamente, llegué bien. Pero los chicos que adelgazaron mucho, a veces se dormían sentados por el nivel de cansancio y nosotros estábamos muy atentos a ellos. Obviamente había médicos, nutricionistas, estaba controlado, pero bueno, ellos hicieron un esfuerzo grande.
-El otro día publicaste un video lindo, donde bajaban de filmar cantando...
-Es que fue la particularidad de este grupo. Nosotros nunca nos caímos. Y si alguien estaba roto, lo aceptábamos. Eso era lo hermoso de acompañarnos en este estado: nos teníamos a nosotros. Y teníamos energía para el viernes a la noche ir a Granada a tomar algo.
-¿Recorrieron un poco el sur de España?
-Alquilamos un auto y sí, conocimos bastante. Se filmaba de lunes a sábado o de lunes a viernes. Descubrimos unas calas escondidas y ahí nos quedábamos todo el día al sol.
-¿Ahora viste la película Viven?
-En el último casting que hice con Bayona en Montevideo, cuando volví tuve que hacer una semana de aislamiento por el tema del Covid. Ahí volví a ver todas sus películas y aproveché y también vi Viven.
-¿Qué te pareció?
-Para la época está bien, pero conociendo las películas de Bayona, pensé que la suya iba a ser otra cosa. Y me empecé a mentalizar en que iba a ser duro, que seguro nos iba a querer llevar a un estado bien real.
-¿Y fue así?
-Sí, yo siento que no actúe. La escenografía era tan potente y la montaña y el frío y el hambre... Hablaba todos los días con Moncho. Llegó un momento en que estaba en eso, no era que decía: “Ahora actúo, ahora no”. Esos meses no fue mi vida. Dejé de ser yo. Aunque no quisiera, terminaba entrando. Tenía dos cosas que me volvían a mí: mi guitarra y mi altar. Llegaba a mi cuarto y tocaba la guitarra un rato largo para volver a mí, era necesario. Me acuerdo que la primera vez que me maquillaron, me vistieron y me peinaron, me miré al espejo y me asusté. Hice como: “¡Uy!” y me quité la vista de encima. Después me acostumbré.
-¿Qué pasaba con los personajes que iban muriendo?
-Era terrible. Como se filmó cronológicamente, el que iba muriendo terminaba su rodaje. Y fue muy fuerte porque en el alud se fueron ocho. Por suerte no se fueron al toque porque había que seguir filmando cosas que habían quedado, entonces estuvieron un tiempo más. Pero el día que se fueron fue un desarraigo, porque todos teníamos una función en ese grupo.
-¿Cómo fue la escena del rescate?
-Las tomas con los helicópteros fueron otro tipo de movilización. Fue de las cosas más fuertes que viví, porque también significaba volver a casa. Fue una alegría...
-Es icónica esa imagen.
-Se nos ponía la piel de gallina. Nos subimos de verdad al helicóptero, no está falseado.
-¿En Buenos Aires no se filmó nada?
-Nada.
-O sea que durante este año y medio te dedicaste sólo a eso. ¿Dejaste la música?
-Dejé todo. Por eso digo que fue realmente dejar la vida en lo que estaba haciendo. Entré de lleno en un proyecto que me pedía todo. Valió la pena y lo volvería a hacer feliz. Yo reconozco que no fue todo alegre, recuerdo mis momentos de no dar más, sin embargo lo haría mil veces más porque fue una experiencia espectacular.
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