Dueño de una vida marcada por los excesos, el actor de Baretta tuvo una carrera llena de altibajos y se consolidó como un nombre rodeado de polémica
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La infancia de Robert Blake estuvo muy lejos de ser idílica. El niño, destinado a convertirse en actor, aprendió a amar ese oficio como una forma de resguardarse ante una niñez violenta. Michael James Gubitosi, tal su nombre real, nació en Nueva Jersey el 18 de septiembre de 1933. Frente a un penoso pasar económico, sus padres se mudaron a Los Angeles en busca del éxito en la industria del entretenimiento, y allí facturaban algo de dinero utilizando a sus hijos como extras en distintos largometrajes.
La vida familiar de los Blake era una pesadilla. El pequeño Robert fue resultado de una aventura extramatrimonial de su madre Elizabeth con su cuñado. Luego de intentar abortarlo dos veces, la mujer convenció a su marido para que aceptara a su sobrino como su hijo propio, pero el odio y desamor fueron feroces. Cuando aún era un niño, Robert Blake fue abusado sexualmente por su padre adoptivo, quien también lo golpeaba, lo encerraba en un armario o lo obligaba a comer del piso como forma de castigo.
Esos malos tratos derivaron en problemas de conducta en el colegio, y en cinco expulsiones de distintos centros educativos. Pero en la actuación, él encontraba un refugio. Entre 1939 y 1944, Blake trabajó en The Little Rascals, la conocida serie de cortos protagonizados por una traviesa pandilla de niños. Allí componía a Mickey, y apareció en poco más de cuarenta episodios de dicho serial. Bobby Blake, su nombre artístico por aquel entonces, era muy cuestionado por ser de los peores actores del elenco, aunque su carisma lo llevó a convertirse en protagonista de varias aventuras del grupo central.
Luego de la cancelación de The Little Rascals, Blake compuso pequeños papeles para distintas películas. A los ocho años actuó en Mokey, y allí recibió el primer abrazo que alguien le diera en su vida, por parte de la actriz Donna Reed. También estuvo en El tesoro de Sierra Madre, con Humprey Bogart, antes de ver su carrera interrumpida. A los 14 años, Blake huyó de su casa y, con el objetivo de conseguir algo de dinero, llegó a robar una licorería. Pero la Guerra de Corea cambió el destino del adolescente.
Entre el cielo y el infierno
Con el comienzo de la guerra, en 1950, Blake fue reclutado por las Fuerzas Armadas estadounidenses y fue destinado a Corea. Poco tiempo después, estuvo de regreso en su país con perspectivas laborales nulas. Los 21 años lo encontraron sumergido en una profunda depresión, atrapado en una adicción a la cocaína y con la venta de drogas como una fuente de ingresos. En 1956, Blake se enteró del suicidio de su padre y sus sensaciones fueron encontradas: “Yo era su saco de arena. Me gustaría tener algo bueno para decir de él, pero al día de hoy aún lo odio”.
Si bien durante la década del cincuenta nunca dejó de trabajar, sus roles eran considerablemente pequeños. Sin embargo, en 1959, Gregory Peck lo eligió para un papel destacado en el film Pork Chop Hill, y llegó a ser tenido en cuenta para el rol de Joe Cartwright en Bonanza. Sin embargo, la seguidilla de papeles menores para televisión parecían una prisión de la que Blake no podía escapar, hasta que en 1967 logró encarnar al convicto Perry Smith en A sangre fría, la adaptación de la novela de Truman Capote que significó un punto y aparte en su carrera.
La exitosa película le significó a Blake su primer reconocimiento en la pantalla grande y fue el trampolín a una auspiciosa carrera que buscaba incansablemente desde sus inicios en la industria. En 1973, él estuvo al frente de Electra Glide in Blue, un largometraje único en su estilo, en el que fue capaz de desplegar su carisma todo terreno, en el marco de una película de visión obligatoria. Esa pieza lo convirtió en el candidato ideal para ponerse al frente de la serie Baretta, en donde interpretó al atípico detective Tony Baretta.
A lo largo de cuatro temporadas emitidas entre 1975 y 1978, Blake protagonizó ese policial que lo convirtió en una de las caras más famosas de la pantalla chica, y que incluso le valió un premio Emmy. Luego de 82 episodios, el propio Blake renunció a esa serie, y en una entrevista explicó: “Ya había probado todo lo que tenía que probar. Puse a Baretta en el Top Ten, y traté de hacer de un detective un ser humano, elaborando un policial que incluyera un análisis social”.
El fin de Baretta parecía augurarle al actor una masividad que le resultaba esquiva, pero nada resultó más alejado de la realidad. Los 80 comenzaron con un puñado de proyectos en cine y en televisión de calidades muy dispares, y a pesar de contar con una carrera que superaba las cuatro décadas, Robert Blake desapareció paulatinamente de las pantallas. Esos años fuera del radar sirvieron para construir un aura de mito a su alrededor, uno de esos nombres que, a pesar de contar con un talento innegable, jamás encontraban su lugar de pertenencia. Luego de un aplaudido protagónico en el largometraje televisivo Judgment Day: The John List Story, su último rol emblemático fue en Carretera perdida, la película de David Lynch estrenada en 1997, en la que Blake compone un personaje especialmente perturbador. Ese fue el cierre de su trayectoria cinematográfica, y aunque su carrera merecía un reconocimiento mayor, pocos años después su nombre se haría muy conocido por las razones equivocadas.
La sombra de una duda
En el año 2000, Blake se convirtió en el décimo esposo de Bonnie Lee Backley. La relación de ambos pronto fue de mal en peor, al punto que la mujer quedó embarazada y luego de dar a luz a una bebé llamada Rosie, el actor le exigió un ADN para corroborar su paternidad. El 4 de mayo de 2001, el matrimonio compartió una cena en un restaurant Los Ángeles y, al finalizar la velada, la mujer apareció asesinada en el auto de ambos. Los investigadores pronto descubrieron que Backley había recibido el disparo de un arma de fuego. Blake fue detenido como principal sospechoso por el homicidio de su esposa, y de ese modo, el actor de Baretta volvió a copar todos los medios.
Blake insistía con su inocencia. Según su versión de los hechos, cuando llegó al auto en compañía de su esposa, él advirtió que se había olvidado su arma de fuego en la mesa del restaurant. Por ese motivo dejó a Backley sola en el estacionamiento del lugar, y se dirigió nuevamente al interior del comercio. A su regreso, halló el cuerpo sin vida de la mujer. A partir de ese instante empezó una exhaustiva investigación que se extendió por varios años en los que Blake estuvo en prisión. La policía de Los Ángeles examinó cerca de 900 pruebas y se entrevistó con más de cien personas, con el fin de tener las herramientas para acusarlo formalmente por el asesinato de Bonnie Lee Backley.
En el 2003, Blake fue puesto en libertad luego de pagar una fianza por un millón y medio de dólares, pero debió permanecer en prisión domiciliaria hasta el inicio del juicio, que comenzó en diciembre de 2004. Los testimonios iban y venían, un mozo del restaurant aseguró que Blake jamás se olvidó ningún arma de fuego en su mesa, mientras que el único revolver que encontró la policía, estaba en un basurero a una cuadra y media del lugar. Dos hombres testificaron que Blake los intentó contratar para matar a su esposa, y una de las teorías más sorpresivas, vinculaba al hijo de Marlon Brando, Christian Brando, quien también había tenido una relación con la mujer, como el autor material o intelectual del homicidio. A lo largo de un proceso que se extendió durante tres meses, los testimonios y pruebas se apilaban, aunque ninguna resultaba contundente.
En marzo del 2005, y en una votación de once contra uno, el jurado resolvió que Blake era inocente. A pesar de este fallo, en noviembre de ese mismo un jurado civil encontró culpable al actor, y le ordenó pagar a los otros hijos de la mujer una suma de treinta millones de dólares. Blake jamás pudo afrontar esa suma.
Hasta su muerte en marzo del 2023, Blake fue principalmente conocido por el juicio de homicidio y jamás volvió a estar en pantalla. Como una forma de estar en contacto con su público, él había iniciado un canal de YouTube en el que compartía anécdotas de su carrera. A los pocos días de su muerte, y durante la noche de los Oscar, el anfitrión de esa velada, Jimmy Kimmel, hizo un intento de chiste en el que bromeaba sobre si la gente realmente tenía ganas de verlo en el segmento In Memoriam.
Robert Blake actuó durante toda su vida. Trabajó en proyectos de todas las escalas, protagonizó grandes películas, hizo escuela en una recordada serie, fue a la guerra y cargó sobre sus espaldas con una infancia atravesada por abusos. Su figura es de culto y hasta Quentin Tarantino lo homenajeó en Había una vez... en Hollywood, a través de un flashback centrado en Cliff Booth (Brad Pitt). A pesar de las luces y las sombras, y de un pasado que dejó no pocas dudas, Blake es recordado como una figura que trascendió la pantalla hasta convertirse en uno de los mayores íconos malditos de la industria del espectáculo.
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