Rita Hayworth, una de las primeras estrellas en hablar de acoso sexual en Hollywood
La protagonista de Gilda supo dar testimonio de las constantes arremetidas que sufrió, durante décadas, por parte del fundador de Columbia Pictures, Harry Cohn
Está claro que el abuso de poder, el sexismo y el acoso sexual trasciende ampliamente los límites de Hollywood y su industria de entretenimiento. Sin embargo, el escándalo generado alrededor de los testimonios de decenas de mujeres contra el otrora todopoderoso productor Harvey Weinstein, puso esos temas nuevamente en agenda, y son muchos los que entienden que romper el silencio es el primer paso hacia la construcción de un mundo más justo y equitativo.
Por supuesto que este tipo de repudiables comportamientos tampoco son nada nuevos. Y es entonces cuando muchos creyeron ver un paralelismo entre lo denunciado en el artículo de The New York Times con lo que alguna vez contó, también en Hollywood, la mismísima Rita Hayworth. La actriz fue una de las primeras en alzar su vez en la meca del cine, en momentos en que el machismo era aún más fuerte y el acoso sexual no estaba tan conceptualizado como ahora.
La protagonista de Gilda fue descubierta por el fundador de Columbia Pictures, Harry Cohn. El fue, de hecho, quien le sugirió que dejara atrás su nombre verdadero -Margarita Carmen Cansino Hayworth- para adoptar el alias con el que se hizo mundialmente conocida. Fue quien impulsó su carrera, convencido de que esa pelirroja tenía algo especial para brillar entre tantas rubias.
Pero Cohn también desarrolló una obsesión por su protegida. Durante años, Hayworth tuvo que lidiar con sus pedidos de intimar, con que instalara micrófonos en su camarín y hasta le aplicara penalidades financieras aduciendo "insubordinaciones" de su parte. También reza la leyenda que la llamaba a reuniones y se disponía a orinar en el baño de su despacho sin molestarse en cerrar la puerta. Ella era la estrella del estudio y tenía un contrato que cumplir; por eso, demoró años en poder librarse del hostigamiento de su director.
"En frente de la gente, Harry Cohn podía decir que nunca me había puesto una mano encima", contó la actriz a The New York Times, en 1970. "Por supuesto que no lo hizo, ¡simplemente porque no se lo permití! (...) Lo que él amaba era el poder. Pero, ¿querés saber algo? Si él pudo alguna vez enamorarse de alguien, creo que estaba secretamente enamorado de mí".
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