Rita Hayworth: a 35 años del triste final de la “rubia frutilla” que enamoró y escandalizó a Hollywood
De origen latino, fue la pelirroja más famosa del cine y su striptease en el clásico Gilda escandalizó al mundo; se casó cinco veces y tuvo que retirarse tempranamente aquejada por el Alzhéimer, pero su legado trascendió décadas y fronteras
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La denominación de la tonalidad es poco común, casi única, singular. Tanto que en su entrada Wikipedia, la enciclopedia online y actualizada de todas las cosas, sólo aparece en tres idiomas: inglés, sueco y rumano. Se trata de “rubia frutilla”. Una tonalidad de color de pelo que es una combinación de rubio y colorado. Un tono sutil de pelo que puede parecer rubio o castaño cuando la luz es tenue, pero que expuesto al brillo solar se vuelve rosa. O casi rojo.
Hay muy, muy pocas “strawberry blonde”. Algunas de las que más encandilan en la pantalla grande son Emma Stone, Jessica Chastain, Amy Adams y Christina Hendricks. Pero acaso la más escarlata de todas, la reina de las retinas del inconsciente colectivo de esa religión pagana llamada cine, fue es y será Rita Hayworth. Como algunas canciones con su nombre (“A Rita” de Chico Buarque o “Lovely Rita” de Los Beatles), Hayworth encantaba a primera vista. De una extensa filmografía, le hubiera bastado sólo su papel en el clásico Gilda, para no ser olvidada jamás. Su boca, sus piernas y su pelo, se insinuaban o se mostraban ya desde los afiches de las películas, siempre con títulos pensados para su erotismo (Sangre y arena o Los amores de Carmen, por ejemplo). Rita incendió a la audiencia en la época clásica de Hollywood. Al rojo vivo.
¿La primera actriz de Hollywood latina?
Nació en Brooklyn, Nueva York, como Margarita Carmen Cansino, el 17 de octubre de 2018. Era de origen judío sefaradí por su padre, el bailarín español y sevillano Eduardo Cansino Reina, y su madre, Volga Margaret Hayworth, era una bailarina estadounidense que provenía del teatro y del mundo de los musicales de Broadway, que le dio al cine y al mundo del espectáculo creaturas tan fascinantes, indomables y dispares Louise Brooks, Marion Davies, Paulette Goddard o Barbara Stanwyck.
Llegó al Hollywood como bailarina y según se supo mucho después su padre, quien a partir de los 13 años la hacía pasar por su propia esposa, abusó sexualmente de ella. Antes de llegar a la meca del cine, con su padre hizo giras por México, donde tuvo que convivir en ambientes sórdidos de burdeles, drogadicción, noche y prostitución.
Su llegada a Hollywood se produjo a través del Spanish Ballet del que formaba parte, y fue gracias a la insistencia del consulado español y de haberse casado con el productor Edward Judson (18 años mayor que ella), que su carrera dio un vuelco inesperado. Rita consiguió un contrato para el poderoso estudio Columbia Pictures.
Así comenzó como actriz secundaria en Sólo los ángeles tienen alas (1939), de Howard Hawks. La sonrisa ancha, tanto sexualizada como naif, su físico de bailarina profesional y ese pelo rojizo y soleado al mismo tiempo, captaron la atención del público al instante. Todo esto le permitió ingresar a un estudio aún más importante, la 20th Century Fox, donde terminaría de cimentarse su carrera y proyección internacional.
Con el tiempo y a través de los años de historización de ese gran crisol de culturas universales que es California, surgió la pregunta entre investigadores y cinéfilos si Rita Hayworth encaraba una especie de vanguardia latina y de minorías, debido por supuesto a su origen. Pero en realidad su carrera no tuvo, como en el caso de la actriz portorriqueña Rita Moreno (la Anita de West Side Story), Lucille Ball o Dolores del Rio, incidencia en la leve entronización del mundo latino en la gran pantalla. Y sin embargo, Rita fue latina a pesar de ella y sus productores: una idea de exotismo y pasión son la marca de su paso estelar en el cine.
Gilda, una película argentina y su matrimonio con Orson Welles
Ya en la 20th Century Fox llegaría su trabajo más célebre: Gilda. Dirigida por Charles Vidor y coprotagonizada por Glenn Ford, fue la película que la catapultó de manera definitiva a la fama. A pesar de que es en blanco y negro, todos los colores del erotismo de Hayworth aturden en la pantalla. Se trata de un film noir, un género en el que básicamente la noche, las mujeres fatales y los asesinatos son los protagonistas.
En la película realiza el más sutil y dinamítico striptease de la historia. Una lección de sutileza, fuera de campo e imaginación que consiste en su personaje apenas se quita un guante. Una danza de sexualidad y cuerpo para la que el mundo no estaba preparado. Tanto esta escena como la violenta cachetada que le da Glenn Ford (que serían amantes por varios años a lo largo de sus vidas) causaron la histeria del público en todo el mundo. No sólo es curioso que gran parte de la acción del film suceda en nuestro país, sino que, en toda su filmografía, haya también varios títulos de Rita que aluden a la Argentina, como Pampas Moon y Hi, Gaucho!. Hayworth fue latina también a pesar de ella misma y sus intentos por camuflar su origen ibérico.
La película fue un hit. Fue tal el impacto social que el gobierno estadounidense puso una imagen de ella en las pruebas de la bomba atómica que los americanos lanzaron en las islas Bikini. Muchos sostienen que de allí proviene la expresión “bomba” para referirse popularmente a una mujer de belleza impactante.
La fama internacional se sucede con su segundo matrimonio. Se casa con el niño mimado y temido de Hollywood, Orson Welles. Junto a Welles (con quien tuvieron una hija, Rebecca) protagonizaría, ya divorciada de éste, otro de los grandes filmes negros de toda la historia, La dama de Shangai. Son famosas las últimas líneas de la película cuando el marido del personaje de Hayworth, Elsa Bannister, le dice, antes de que ambos se asesinen en un juego de espejos en un parque de diversiones: “Matarte es matarme a mí mismo. Es lo mismo. Pero, ¿sabés qué? Estoy un poco harto de nosotros dos”
Ocaso de la diva y diosa del amor
La que fue conocida como la diosa del amor, tendría un final que no se condice con su evocación histórica. Luego de films también exitosos como Los amores de Carmen (adaptación libre de la ópera) o Salomé, comenzó a tener problemas de memoria. A finales los 60 ya casi no actuaba: empezó a mostrar los primeros síntomas de Alzheimer, hecho que por supuesto la inhabilitaba para aprenderse los guiones.
Murió un 14 de mayo de 1987, a los 68 años de edad a causa del Alzheimer en su departamento de Manhattan. Al servicio fúnebre concurrieron, entre otros, Glenn Ford y Ricardo Montalbán. En Argentina, nuevamente ese país que marcó la ficción en su carrera y un poco de su mito exótico, acaso el mayor fan de la rubia frutilla, de la actriz que podía excitar sólo con quitarse un guante, haya sido el escritor Manuel Puig. En una entrevista de 1973 con la periodista Felisa Pinto, el autor dijo: “Creo que para mí una danza de Rita Hayworth expresa la alegría de tener un cuerpo. Expresa el triunfo de la vida sobre la muerte, el triunfo de la sexualidad vivida sin culpa, vivida con toda la alegría que el mundo ha ido olvidando a través de siglos de represión”.
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