Ricos y famosos: qué le regaló Alejandro Romay a Natalia Oreiro y por qué no duró Isabel Macedo
La novela marcó un antes y un después en la carrera de Natalia Oreiro y Diego Ramos; anécdotas de rodaje y por qué Isabel Macedo no estuvo más que unos capítulos
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Ricos y famosos impactó tanto en los televidentes que en lugar de estar seis meses en la pantalla de Canal 9, como estaba planificado, duró dos años, con un total de 470 capítulos. Fue el primer gran proyecto de Natalia Oreiro, aunque ya trabajaba en nuestro país desde hacía tres años, y también fue el puntapié inicial de Diego Ramos, que se convirtió en un galán muy requerido. La ficción pergeñada por Adriana Lorenzón, Oscar Ibarra y Daniel Delbene contaba la historia de amor de Valeria (Oreiro) y Diego (Ramos) que un día se conocieron y se enamoraron si saber que sus familias estaban irremediablemente enfrentadas. Los malos se hicieron notar casi más que los buenos, especialmente Luciano Salerno, interpretado por Oscar Ferreiro. Por primera vez, en Ricos y famosos apareció un personaje que llegó de otra novela, Por siempre mujercitas: la malísima Carla Lucero (Carina Zampini) fue una de las atracciones de la segunda temporada por pedido de Alejandro Romay, que por entonces era el pope de la emisora. Nunca antes había sucedido que un personaje de una novela apareciera en otra y que las historias no tuvieran relación alguna. La impronta de Romay está presente en toda la historia: “Estaba en todos los detalles”, coinciden los protagonistas.
Ricos y famosos es una versión moderna de Romeo y Julieta, la tragedia de William Shakespeare, pero no son los Capuleto y Montesco quienes se enfrentan sino los Salerno y los García Méndez: Luciano Salerno (Oscar Ferreiro), padre de Diego, le tiende una trampa a Alberto García Méndez (Antonio Grimau), padre de Valeria, cuando provoca que lo procesen por estafa, sospechoso de quedarse con el dinero de los ahorristas de un banco. García Méndez va a parar a la cárcel aunque finalmente queda sobreseído. De esta manera se desata la guerra entre estas dos familias marcadas también por el amor verdadero. Diego es un estudiante de abogacía, hijo de una muy poderosa y acaudalada familia. Valeria es hija de un reconocido abogado que pasa por una etapa de penurias económicas. Ambos se conocen en una fiesta y el amor es a primera vista. Esa misma noche se anuncia el compromiso de Diego con Sabrina (Karina Buzeki). Sin embargo, el joven decide dar marcha atrás luego del flechazo que siente por Valeria. Alertado por la situación, Salerno le ofrece a García Méndez un puesto de trabajo en un banco, quien acepta sin sospechar que está cayendo en una trampa. A partir de ese momento, los obstáculos para los protagonistas son muchos, pero el amor de Valeria y Diego es más fuerte.
La novela se estrenó en enero de 1997 y se despidió de la pantalla de Canal 9 en diciembre de 1998. Según pasaban las temporadas, la tira cambiaba de elenco y de historias. Así pasaron Jessica Schultz, Millie Stegmann, Norberto Díaz, Cecilia Maresca, Diego Olivera, Graciela Pal, Lorena Paola, Betina O’Connell, Segundo Cernadas, Elizabeth Killian, Juan Ignacio Machado, Celina Font y tantos más.
Oreiro brilla de la mano de Romay
Oreiro había llegado a nuestro país tres años antes, desde su Uruguay natal. “Recuerdo Ricos y famosos con mucho cariño porque fue mi primer gran proyecto y una mega producción que no hubiera sido posible si Romay no hubiese confiado en mí”, rememora Oreiro a LA NACION. “Me había elegido para hacer el personaje de Valeria y estábamos haciendo el casting con diferentes actores. El mismo Romay mostraba cómo le gustaría que fuera el personaje y entonces hacía primero la escena conmigo para que el actor lo viera y luego la interpretara. Me acuerdo perfecto el día que lo hizo Diego”, dice la actriz y agrega: “Romay era una persona muy especial, muy afectuoso, muy dado y muy riguroso también. Amaba a los actores y al equipo técnico, estaba muy presente, sabía el nombre de cada uno y se acordaba de todo. Realmente llegué a sentir que me quería mucho. Estaba haciendo la novela 90-60-90 cuando me dijo que iba a protagonizar Ricos y famosos. Hacía tres años que no veía a mi familia y los extrañaba, entonces le contesté que tenía planeadas mis vacaciones. Me dijo que arrancara con la novela porque era mi momento para hacerlo y confiaba en mí. También me dijo que pasados seis meses, con varios capítulos grabados, podía elegir el lugar del mundo que quisiera conocer para grabar ahí y después quedarme una semana. Y así fue: a los seis meses le golpeé la puerta de su oficina y le pregunté si se acordaba de su promesa y me preguntó a dónde quería ir. Yo quería conocer Cuba y allí fuimos a rodar con todo el equipo. Tuvimos el casamiento con Diego, porque nos casamos dos veces: en Buenos Aires fue una boda frustrada. Después me quedé una semana con todo pago por Romay”.
Sobre el primer casamiento frustrado, detalló: “El vestido me súper apretaba y yo estaba muy pulposa en esa época y era muy llamativo. Me acuerdo que salió buenísimo, pero fue una noche muy fría, larga y con Diego estábamos un poco asustados por el hecho de subirnos al globo aerostático en el que nos escapábamos. Luego, cuando Romay se retiró, me fui a Canal 11 y al tiempo lo fui a visitar y compartimos una tarde re linda. Siempre me preguntaba cómo estaba y le conté que casi había juntado la plata para comprarme un departamento y él me dijo que quería regalarme un terreno cerca de su casa, en Nuñez, para que me hiciera una casa ahí. Le contesté que estaba loco, que no, pero insistió y me dijo que me lo merecía. Le expliqué que lo que me merecía ya me lo había ganado y él había sido muy generoso conmigo. Por supuesto no acepté el terreno”, aclara.
Mientras estaba grabando Ricos y famosos, Romay estaba muy atento a Oreiro, quería que la actriz se sintiera cómoda y acompañada, aunque estuviera lejos de su Uruguay natal. Por eso un día la invitó a cenar a su casa: “Yo era muy chica, no pasaba los 18, se ve que me veían tan solita. La mujer de Romay hacía un pastel de pescado que era muy famoso y no le pude decir que era vegetariana. Obvio me lo comí”, recuerda la actriz.
Una malvada que salta de historia en historia
“Lo más loco de Ricos y famosos fue que en los dos años que duró la novela, el canal se vendió dos veces y lo único que seguía al aire era la novela: cada vez que íbamos a terminar, nos pedían que siguiéramos seis meses más y así pasaron dos años, cambiando los elencos y sumándose nuevas historias. Arrancó siendo una historia de amor al estilo Romeo y Julieta y terminó asemejándose a la realidad porque íbamos siguiendo los tiempos políticos también- relata Adriana Lorenzón a LA NACION-. La anécdota es que recreamos el caso Yabrán antes de que sucediera porque el personaje de Ferreiro va preso y en la cárcel se entera que tiene un sosias que está por salir en libertad, entonces se hace pasar por él y vuelve al pueblo donde vivía este sosias, que era un tipo bueno, querido, acusado de un crimen que no cometió. Y quien descubre toda esta situación es un fotógrafo. Cuando sucedió lo de Yabrán todo el mundo decía que parecía inspirado en Ricos y famosos. En un momento se dijo que Yabrán seguía vivo y parecía que la novela y la realidad iban de la mano, pero nada que ver”.
La autora recuerda: “La novela duró 470 capítulos en los que pasó de todo, con personajes que se iban y volvían. El de Carina Zampini, Carla Lucero, vino de otra novela. Había que hacer una segunda temporada y ya nos habíamos gastado todos los cartuchos porque pensábamos que terminaba y Diego y Natalia ya no estaban. Hacía falta un golpe de efecto y Romay decidió que entrara Carla Lucero. Yo no había escrito Por siempre mujercitas así que no tenía idea de quién estaba hablando. Me explicó y recordé que ese personaje había muerto cuando explotó una lancha en la que viajaba y, como si lloviera, Romay dijo: ‘¿Alguno de ustedes la vio muerta?’ Nos reímos y él agregó: ‘Si nosotros no la vimos muerta, la gente tampoco’. Y así fue que entró Carla Lucero, que había asesinado a medio elenco de Mujercitas, y en Ricos y famosos le dimos otro motivo: la enamoramos. Romay me amó porque dijo que nada es más hermoso que una villana enamorada. Fue muy delirante”. Otro de los recuerdos de la autora es que Isabel Macedo duró apenas unos capítulos aunque la idea era que se quedara hasta el final: “Tenía que entrar un personaje para triangular con Natalia y Diego, que la recomendó porque era amigo, pero a Romay no lo convenció y su personaje duró tres capítulos”.
Venganza, violencia y drogas
Antonio Grimau recuerda especialmente a la Oreiro, su hija en la ficción: “Estaba muy comprometida con su primer protagónico y estaba muy solita frente a ese enorme compromiso que enfrentó con valentía. Era conmovedora su fragilidad y a la vez su gran coraje, siendo muy joven. Yo tenía un sufrido, pero lindo personaje que hacía pareja con Elizabeth Killian, hermosa mujer y gran compañera. Era víctima de un mal amigo y lo padecí, pero disfruté mucho las escenas con Natalia, se notaba que estaba en presencia de una gran personalidad y se metía muy hondo en las escenas que exigían emoción y las vivía con lágrimas reales y conmovida hasta tiempo después de terminado el trabajo. Daban ganas de consolarla. Una anécdota algo graciosa fue que el querido Romay pasaba de vez en cuando por el set y en una de esas pasadas me tomó sorpresivamente de un brazo y me dijo: ‘Antonio, mirá que la barba te agrega años’. Estaba en todo. Fue una época muy feliz, en donde todos gozamos del éxito por igual”.
Betina O’ Connell estuvo en la primera temporada y protagonizó la segunda. “Me acuerdo de muchos momentos. Grabábamos con Segundo Cernadas, Natalia Oreiro, Diego Ramos, Juan Machado, Karina Buzeki y éramos los jóvenes de la tira: si no estábamos en los pasillos de Canal 9, íbamos al bar de enfrente, El timón, y nos seguíamos divirtiendo. Todos nos mimaban mucho, desde los colegas adultos hasta las vestuaristas, maquilladoras. Mi personaje, Trini, era súper oscuro, drogadicta, una mujer maltratada y sin embargo me divertía mucho en las grabaciones, dándole vida a este personaje con escenas tensas, muy fuertes y con mucha violencia contenida. El decorado de la mansión Salerno tenía una escalera enorme imposible de olvidar y hacíamos los exteriores con un equipo divino con el que grabábamos sin parar. Recuerdo una grabación en un boliche donde mi personaje se drogaba mal y a partir de entonces se metía en la oscuridad de la vida de noche. En pleno día grabamos ahí, con extras, con música y pasaban las horas y las escenas. Estaba dirigida con mucha pasión por Martín Clutet, y Adriana Lorenzón era una de las autoras que amaba lo que escribía y se notaba. Todos amábamos grabar la novela. Fueron dos temporadas de disfrute y esfuerzo a pleno. También me acuerdo que se grababa en dos estudios distintos porque había muchísimos decorados y personajes. Prácticamente vivíamos en el canal y ya nos habíamos convertido en una familia. Aunque el código de la tele cambió mucho, creo que hacíamos algo distinto porque no sólo era una novela de amor sino que estaba entremezclada con una trama policial que se sostuvo muy bien durante los dos años”.
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