El prestigioso cantante, que encabeza el elenco de Argentina, la revista en Mar del Plata, contó a LA NACION cómo nació su relación con el actual presidente con quien mantiene una comunicación fluida
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MAR DEL PLATA.- Raúl Lavié camina por uno de los balnearios de Punta Mogotes y, a su paso, los turistas se detienen para estrecharle la mano, tomarse una fotografía o gritarle “maestro”, ese calificativo al que pocos acceden y que a él, con 86 años y un trayectoria artística intachable, le cabe muy bien.
“Son seis las generaciones de argentinos a los que les llegué con la actuación y mi música. Los jóvenes han escuchado hablar a sus abuelos y a sus padres sobre mí, entonces también me saludan y se sacan fotos conmigo para mostrárselas a esos mayores. Es que, con tantos años de trabajo, para la gente soy parte de la familia, ese es el capital de los artistas que tenemos la posibilidad de seguir siendo útiles a un espectáculo y a uno mismo”.
Raúl Lavié se encuentra en Mar del Plata oficiando de cabeza de compañía y maestro de ceremonias de Argentina, la revista, el espectáculo que se estrenó en el teatro Corrientes de esta ciudad balnearia y que busca mantener de pie un género muy arraigado en el público. Junto a Lavié, también se destaca la presencia de Kike Teruel, en su primera participación con continuidad luego de alejarse del grupo musical Los Nocheros.
Llamado presidencial
-¿Por qué la Televisión Pública no emitió al aire el momento en el que usted cantó en la Gala de Asunción del presidente Javier Milei en el Teatro Colón?
-No tengo la menor idea. Eso lo manejaba el Colón; Jorge Telerman -el director del teatro- tenía los derechos de transmisión y se adherían los canales. Más allá de eso, no sé qué sucedió.
-El público quería verlo.
-Para mí fue beneficioso.
-¿Beneficioso?
-Sí, porque, esa noche, la cosa no terminó cuando se bajó el telón, sino que ahí empezó todo. “¿Cómo no lo vimos al “Negro” cantar? ¿Qué pasó?”, todos preguntaban por mí. Son circunstancias que tienen que ver con el destino. Yo no le doy mucha bolilla a la cantidad de seguidores que tengo en las redes sociales, es algo que maneja mi nieta; pero ella está muy feliz, porque, después de lo del Colón, empezó a crecer el número de una manera notable.
Más allá del contratiempo, Lavié se muestra satisfecho por la convocatoria a participar en ese acontecimiento que forma parte de la vida democrática del país: “Tuve el placer y el honor que el propio presidente haya pedido mi intervención con ese tema en la función de gala”. El cantante se refiere a “Balada para un loco”, el tema que Javier Milei escogió para esa función protocolar que se lleva a cabo en las asunciones de los mandatarios.
-¿Qué sucedió luego de la gala en el Colón?
-Al día siguiente, a las ocho de la mañana, recibí un mensaje del Presidente que me causó mucho impacto: “Soy Javier Milei, ¿lo puedo llamar?”. Pensé que podría ser una broma o bien algo que, hasta ese momento, jamás había vivido; porque yo, que tengo 86 años y soy testigo de la historia, viví, conocí y padecí todo, nunca vi a un presidente que pidiera permiso para hablar conmigo.
-¿Qué más decía el mensaje del Presidente?
-Puso “le quiero agradecer lo que ha significado para la ceremonia y, por sobre todas las cosas, rescatar su postura de no cobrar un solo peso, esa es la Argentina que yo quiero”.
A raíz de un breve intercambio por chat, Lavié le dijo a Milei “¿es cierto que es usted? Llámeme cuando guste, usted es el Presidente”. Finalmente, hablaron diez minutos por teléfono. “Fue maravilloso, luego me invitó a visitarlo ya que tiene una hora, de once a doce, donde se junta con los amigos para sacar un poco de su mente todo el despelote que tiene como presidente, se limpia de todo eso”.
La citación llegó también a través del chat y, cuando el cantante aceptó el convite, el mandatario respondió por escrito con un “vamoooo”.
-¿No teme a que esta adhesión al Gobierno le divida al público?
-No, porque yo soy prudente, no soy militante de nada, más allá que tengo, como todo el mundo, mi pensamiento político. Lo que sucede es que soy un cantante popular...
-Un cantante popular de trayectoria íntegra.
-Tengo seguidores que piensan diferente, ya sea sexualmente -cada cual hace con su cuerpo lo que quiere-, color de piel y pensamiento político. Soy un transmisor de emociones y alegrías para ese público, no me meto en su pensamiento político, no soy agresivo. Lo que puedan decir o pensar de mí, no me interesa, soy libre de hacer y de decir, y de ponerme al lado de quien se me antoja.
-Nunca le ha pedido nada a nadie.
-Jamás. Admiré mucho a Raúl Alfonsín, quien me pidió si podía apoyarlo artísticamente durante su campaña presidencial, algo que acepté inmediatamente. Era un tipo sensacional, me hice muy amigo de él. Cuando salió elegido, me llamaron de un área de Acción Social que quedaba frente a la Plaza de Mayo: “¿En qué lo podemos ayudar?”, me dijeron. Y yo les respondí “en nada”. “¿Usted tiene casa propia?”, me consultaron y les contesté que no porque, realmente, no la tenía. “¿Quiere tenerla?” y volví a decir que “no”. Si aceptaba, todo lo que había hecho no hubiese servido para nada. Si hubiera cobrado por aquello que había hecho por Alfonsín, hubiese sido un mal argentino.
-Nada más valorable que la independencia del poder de turno, sobre todo para un artista.
-Es que yo no necesito de nadie para armar mi carrera. “Carlitos” Saúl (Menem) era amigo de varios amigos míos con los que nos juntábamos a comer los miércoles, reuniones a las que solía venir él también. Se divertía mucho comiendo asados con nosotros. Sin embargo, jamás necesité nada de él. Como yo jugaba al golf y él tenía una cancha en la Quinta de Olivos, me decía “´Negro´, vení a jugar al golf conmigo”. Sin embargo, como siempre he respetado las jerarquías, no lo tuteé nunca. “Presidente, ¿cómo tendría que hacer para ir jugar al golf con usted?”, yo le preguntaba medio asombrado.
-¿Qué respondía Menem?
-”Andá por la puerta de (Carlos) Villate y anunciate”.
-¿Cómo eran esos encuentros de golf con Menem en Olivos?
-No fui nunca, cómo iba a ir a golpearle la puerta al presidente para jugar al golf. Jamás me aproveché de esas posibilidades. Hoy Milei me sigue mandando mensajes, pero yo no lo molesto, cómo voy a molestar a alguien que está trabajando de esa manera. Si me llama estoy porque creo que hay que apoyarlo, todos debemos apoyarlo, se trata de la Argentina, olvidémonos, de una vez por todas, de las ambiciones personales. Si no aprovechamos en este momento, Argentina estará con un pie en el abismo. Sabemos dónde estábamos, así que hay que apoyarlo y, por supuesto, discutirlo, pero bien, sin ponerle trabas. A los tres días le hicieron un piquete, no puede ser, la gente ya no come vidrio, tienen que entenderlo, por eso les pasó lo que les pasó. Es la última oportunidad que tenemos, cuando termine este mandato tendré 90 años y quiero sonreír, no nos corten los sueños.
El escenario, una pócima
Vestido con bermudas, chomba y zapatillas, y conservando el porte esbelto que lo ha caracterizado siempre, nadie podría atribuirle la edad que figura en su documento. Lavié forma parte de la nueva camada de adultos mayores que le han encontrado el secreto a ese extenso tramo de la vida -incluso más largo que la juventud- donde el estar activo es un valor agregado sustancial. “No sé qué me sucedería si no tuviera algo que hacer”, afirma.
-Siempre hay algo nuevo por descubrir.
-Genero proyectos y los voy realizando. Además, cuando subo al escenario, me olvido de todo. Por suerte, sigo caminando normalmente, pero he visto artistas que llegaban abatidos, a paso lento, y se transformaban a la hora de actuar o de cantar. El escenario te transforma en alguien vital, produce ese milagro.
-El escenario todo lo puede.
-Cuando tuve la mala suerte o el castigo de Dios de perder un hijo, estaba volviendo a Mar del Plata para hacer La jaula de las locas, un espectáculo en el que tenía que hacer reír a la gente, entonces me pregunté a mí mismo si debía hacerlo o no. Si no lo hacía, me iba a costar mucho volver y, por otra parte, cumplir con la función también era un homenaje a mi hijo Leonardo, con quien siempre hablábamos de cómo se debía salir adelante y poner el pecho a cualquier alternativa que pudiese interponerse en el camino. Si uno se deja ganar por la depresión y la tristeza, se entra en una zona de la que cuesta salir. La mía es una filosofía estoica que tiene millones de años, a través de la cual se enfrentan con valentía todos los problemas que genera la vida.
Aquella noche de enero de 2019, Lavié pidió que, al ingresar a la sala, nadie lo parara para darle las condolencias de rigor. Prefirió ingresar a su camarín, maquillarse y cambiarse, y salir a escena, como siempre. Como lo sigue haciendo hasta el día de hoy. “La muerte pertenece a la vida. Todos los inconvenientes se pueden solucionar con fe y esperanza, no hay que permitir que nos tiren abajo”.
Creer en el destino
-Usted mencionaba el estoicismo, una filosofía muy seguida en el mundo, incluso en nuestro país. ¿Tiene relación con esos grupos?
-No, pero leo sobre el tema desde hace mucho. Además, tiene que ver con la resiliencia. Creo mucho en el destino, si no, no se explica cómo, a los 14 años, llegué de casualidad a un conservatorio.
Aquella vez, en su Rosario natal, había ido a acompañar a un amigo que tenía que dar una prueba de canto ante el maestro Serafino. El docente, pensando que Lavié también audicionaría, le pidió pasar al escenario, pero el joven Raúl Alberto Ferreira Peralta, tal su verdadero nombre, le aclaró que sólo estaba allí como acompañante. “Deberías estudiar canto, tenés muy linda voz”, le dijo el entendido con muy buen oído.
El maestro, con sana insistencia, se apareció en la casa de Lavié, quien vivía con su madre y su abuela. “Nosotros no tenemos para pagar clases”, dijo la madre de Raúl, pero Serafino insistió y les aclaró que no les cobraría nada. “Me llevaron un poco a la fuerza y, a los 15 años, me llegó la primera oferta para trabajar profesionalmente en una orquesta típica”. Razones tiene para confiar en los designios del destino. “En poco tiempo, comencé a hacer bailes todos los fines de semana, lo cual ayudaba a mi familia a crecer”. Hasta ese entonces, el jovencito Raúl trabajaba en los más diversos oficios para colaborar en la economía familiar.
-¿Rápidamente apareció la vocación?
-No, al principio, era solo un juego, pero me divertía, sentía que ocupaba un espacio y los chicos de mi edad me saludaban.
-¿Cuándo se produjo el quiebre hacia el profesionalismo?
-A los 18 años me echaron de la orquesta de una radio de Rosario porque no le gustaba al director artístico -por eso siempre hablo del destino- y me tuve que buscar el camino. Aquello no me angustió para nada, me dio la libertad para viajar a Buenos Aires.
En la gran ciudad dio con un amigo rosarino que trabajaba en la radio con el maestro Víctor Buchino, a quien le pidió que escuchara a Lavié. Todo sucedió antes que el cantante partiera hacia su ciudad para conseguir un trabajo que le permitiera continuar manteniendo a su madre y a sus abuelos, quienes estaban a su cargo.
Buchino, director musical de radio El Mundo, y Antonio Carrizo, quien se desempeñaba con director artístico de la misma emisora, escucharon a ese joven desconocido y quedaron maravillados. Al punto tal que, en ese mismo momento, le hicieron firmar un contrato para debutar con su propio programa. Corría 1955 y nacía una gran estrella de la canción argentina. “Siempre agradecí que me echaran de la emisora de Rosario, fue lo que me permitió, a mis 17 años, poder pisar Buenos Aires e iniciar mi carrera”.
-Si sucede, conviene...
-Todos tenemos un camino trazado, por eso insisto en el poder del destino.
Luego de afianzarse como cantante decidió sumar la actuación, buscando diversificar y potenciar su carrera. En 1960 logró conducir su propio programa de radio a instancias de Alejandro Romay, quien le dio la oportunidad en radio Libertad: “Fue el nacimiento de El Club del Clan, pero yo, como un tonto, dejé que me lo fagocitaran, ya que debía haber sido socio de esa idea, pero era joven y no tenía la picardía para pensar en esos negocios”.
Luego llegaría el teatro, donde debutó con Locos de verano en el San Martín “ahí también debutaron Susana Rinaldi y Nacha Guevara” y más tarde el cine. Dio su puntapié inicial en la pantalla grande con algunas comedias -que incluían algo de música- hasta que hizo un giro de ciento ochenta grados cuando lo convocó Leopoldo Torre Nilsson para interpretar un papel trascendente en el film Boquitas pintadas. “Todos se preguntaban por qué un director de la talla de Torre Nilsson me llamaba a mí. Ante las críticas, él decía que sabía que yo podía cumplir con el rol de ese macho que tenía que interpretar”.
-Da la sensación que no le teme a los desafíos.
-Jamás temo por algo nuevo.
Atreviéndose a todo, no dudó en aceptar el convite del Teatro Nacional Cervantes para encabezar Martín Fierro. “Detrás de eso comenzaron a aparecer las comedias musicales y espectáculos como el que hice con Niní Marshall”.
-¿Cómo era Niní?
-Un ser maravilloso.
-Muy tímida.
-Cálida, suave, te hablaba con un hilito de voz, era divina. Trabajé con los mejores, un privilegio.
En televisión fue estrella de aquel Canal 13 manejado por Goar Mestre, en donde formó parte de Casino Phillips, hizo dúo con Joe Rígoli y trabajó con Pepe Biondi y José Marrone. “Gané mucho dinero en la televisión”.
-¿Qué valor tuvo y tiene el dinero para usted?
-Me sirve para darme los gustos. Yo empecé a trabajar a los 12 años, porque no tenía nada.
-La plata, ¿alguna vez lo mareó?
-No, jamás. En la época de El Club del Clan podía llegar a tener quince o dieciséis apariciones en vivo, ganaba como ganan ahora los muchachos que hacen cumbia. Me encontraba con bolsos llenos de dinero.
-Sería una gran satisfacción para usted poder ayudar a su familia.
-Por supuesto. Yo les preguntaba qué necesitaban y les daba todo.
El cantante, quien fuera esposo de la animadora Pinky -madre de sus hijos Leonardo y Gastón-, recuerda un tiempo en el que no tenía pareja y decidió alquilarse “el mejor petit hotel de la Recoleta”.
-Se dio todos los gustos.
-En esa época, me compré dos autos de colección Jaguar y viajaba en primera a Europa. Con los años, uno de esos autos lo cambié por un barco y, gracias a eso, conocí a Laura.
Lavié conoció a su actual esposa, en aquel entonces azafata de una importante aerolínea, en una tarde de navegación en el Delta. Otra vez el destino jugándole a favor en su vida. Pasaron 43 años de aquel encuentro.
Laura va y viene por el amplio sum del balneario de Punta Mogotes. Siempre atenta y simpática, charla con todos, mientras su marido cumple con la entrevista con LA NACION. “Cuando no tuve dinero, no me importó, sabía que con mi voz y mi cara saldría adelante, siempre fue así”.
-Importante la confianza en uno mismo.
-Es fundamental tener seguridad, decirse “yo lo puedo hacer y lo voy a hacer”.
Volver a la revista
-Hoy el desafío es ser anfitrión de Argentina, la revista.
-Eso fue lo que me convenció porque no tenía pensado trabajar durante el verano.
El cantante enumera algunas de las actividades realizadas durante 2023, lo cual hace entender por qué había elegido descansar: “Estuve con mi espectáculo en Europa, grabé con Arturo Sandoval en Los Ángeles, trabajé con las hermanas Flores en Miami y Puerto Rico, me presenté con la sinfónica de Málaga, en donde canté con Antonio Carmona y Arcángel, así que la idea era quedarme en mi hermosa casa disfrutando de la familia, algo que puedo hacer poco, porque siempre estoy de gira”.
Para encabezar la revista que hace en Mar del Plata, lo convencieron con dos argumentos: ser el maestro de ceremonias del show -además de hacer sus cuadros musicales y participar de un sketch- y que el contenido del espectáculo está sostenido en la valorización de la música y los bailes típicos de nuestra geografía, algo que esta compañía también desarrolló el verano pasado con un elenco parcialmente modificado. “Me encontré con un elenco de chicos maravillosos que me tratan no solo con cariño, sino con mucho respeto. Como líder, yo también soy así, me pongo al servicio del espectáculo, colaboro, porque si falla la cabeza, falla todo”.
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