En una extensa charla con LA NACION, el popular intérprete español adelanta el concierto que brindará en Buenos Aires para presentar Victoria, su nuevo álbum con temas inéditos
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“Buenos días”, saluda bien enérgico, instalado en su estudio en Madrid. De fondo, su imagen multiplicada en afiches y gráficas de conciertos. “Tu me dirás”, dice buscando la primera pregunta que no es otra cosa que arrebatarle una reflexión sobre su próxima visita a nuestro país. “Quiero tanto a la Argentina, tengo tantos amigos y su público es maravilloso y cálido”, detalla con buscada y honesta galantería el hombre de Andalucía que ya pisó sus 80 años y que el próximo 7 de marzo estará presentando Victoria, su último álbum, en el Movistar Arena porteño y producido por Fénix Entertainment. Si bien esa es la excusa del show, lo cierto es que la presentación no eludirá aquellos “himnos” de su repertorio como “Mi gran noche”, “Yo soy aquel” y “Como yo te amo”.
El nuevo material de Raphael cuenta con títulos rubricados por el cantante y compositor español Pablo López, quien, sin eludir la identidad del prócer de la música romántica, buscó darle nuevos bríos a su repertorio.
-Con más de sesenta años de pisar escenarios, sigue buceando en la posibilidad de nuevos materiales. Es evidente que lo suyo no ha sido ni es dormirse en los laureles...
-Es que así debe ser. Soy consciente que el público, naturalmente, quiere que cante las canciones de siempre, algo que también hago; pero, en simultáneo, les estreno cosas porque no quiero que digan “siempre canta lo mismo”. A aquellos éxitos se suman los nuevos y así la pelota se va haciendo más grande.
Buscando definir a Victoria, Raphael entiende que “este disco es maravilloso, con Pablo López, un nuevo compositor para mí y que ya está trabajando conmigo en un segundo trabajo”.
-¿Por qué el nombre Victoria?
-Es un nombre femenino, pero no está dedicado a ninguna mujer, sino a mi victoria en la vida, a mi carrera, a mi salud, a mis amigos y al público.
-¿Cuáles son las victorias que se disfrutan más, las de la carrera o las de la vida personal?
-Unas no tienen que ver con las otras, pero sí tienen que ver. En lo personal, mi mujer tiene a su lado a un hombre contento porque le va muy bien en su vida profesional y es una persona querida no solamente en su tierra, sino por muchos miles de personas en el mundo, por eso puedo hacer estas giras llevando mi ilusión y mis ganas de hacer cosas nuevas.
-Para alguien que ha cantado tanto a lo largo de varias décadas, debe ser complejo elegir nuevo material, canciones que logren seducirlo.
-Es cierto, pero cuando te escriben para ti, ya llevas un tanto por ciento ganados, es un trabajo a medida. He tenido la suerte de haber contado con una serie de compositores impresionantes, con Manuel Alejandro a la cabeza; José Luis Perales, quien me ha hecho unos discos maravillosos; y ahora Pablo López, quien me escribe canciones preciosas.
-No solo ha interpretado temas escritos exprofeso para usted.
-Es que, si la canción me gusta, siento que la podré transportar al público.
-Además, hay una forma de fraseo que es muy propia y se imprime a todo lo que usted decide decir.
-Eso es lo bueno de haber creado una forma, un estilo, una manera; tener un sonido de la voz diferente, ni mejor ni peor, distinto. Esto es algo muy complicado, es un don con el que hay que nacer, te lo dan tus padres.
-Más allá del talento vocal, la personalidad es un factor inherente a todo artista que busca identidad.
-Eso es muy importante que, cuando te ven en el escenario, te comprendan, te presientan y les llegues y que, cuando vuelves al año siguiente, ahí sigan estando.
La permanencia de Raphael es digna de admiración. “Tengo la satisfacción de cantar cada día para cinco generaciones, algo que se dice pronto, pero no es fácil de lograr”.
Camino al andar
En aquel niño llamado Miguel Rafael Martos Sánchez, que a los cuatro años comenzó a cantar en la escolanía de San Antonio y luego en Jesús de Medinaceli, se encuentra la semilla de la estrella. A los nueve años, en el Festival de Salzburgo, ganó como la Mejor voz infantil de Europa, un anticipo de lo que sucedería bastante después, en 1962, cuando se coronó en el Festival de la Canción de Benidorm.
Luego llegarían infinidad de discos, los programas de televisión propios, las películas con su nombre estelar a la cabeza y la seducción de millones de fanáticos en buena parte del mundo. “Dentro de las posibilidades, no he dejado de ir a ningún sitio porque armar una gira es muy difícil. Trato de ir cada año o cada dos años, porque, si tardas mucho en volver, la gente te encuentra muy cambiado. Todos van creciendo conmigo y hay muchos que ya me han conocido crecido”, reconoce con gran honestidad y sentido común el artista que ha seducido las plateas de sitios icónicos como el Carnegie Hall, el Radio City Music Hall o el Madison Square Garden de Nueva York; el L´Olympia de París o el Bellas Artes de México, además de los grandes recintos de Buenos Aires.
-¿Nunca pensó en el retiro?
-Jamás me voy a retirar, mientras me acompañe la voz, no voy a dejar de cantar, esa es mi pasión, mi sueño. Soy consciente que algún día me tendré que ir, pero será porque me fui a “pasear”. Es decir, el día que no cante es porque no podría hacerlo. Sin embargo, hoy la voz está como siempre, así que, tendría que cambiar mucho para pensar otra cosa. Además, te pregunto, ¿tu me ves a mí en una gira de despedida?
-Por cierto, no.
-Sería espantoso, estaría llorando todo el día. Vais a acabar con mi vida antes.
-El público también lloraría.
-Pues por eso, como no queremos llorar, no hay retiro.
Claro que a Raphael hoy lo mueven diversos motores que los que traccionaban a aquel “Niño”, como lo apodaron en España, que buscaba la gloria y más y que consiguió récords como 335 discos de Oro y 50 discos de Platino, y un infrecuente disco de Uranio por haber vendido más de cincuenta millones de placas en todo el mundo. De solo pensarlas, las cifras estremecen.
Superación
“Leo los periódicos, miro la televisión y escucho la radio de todas partes, así que estoy muy informado”, se ataja cuando se le pregunta sobre su conexión con la realidad del mundo. “Ahí estamos todos batallando, poniendo nuestro granito de arena, para salir de los baches donde nos vamos metiendo”, grafica.
-¿Cómo ve a la Argentina?
-Deseo todo lo mejor y lo bueno porque son maravillosos, me han dado muchísimo.
-¿Cómo están las cosas en España?
-Soy una persona que cree que la gente hace todo lo mejor posible; aquí hay problemas, pero estamos saliendo, aunque tiene que ir mejor. La gente vota lo que quiere votar, sin que nadie lo obligue a hacerlo, así que, en realidad, el mundo está en nuestras manos y, si no nos gusta, a votar por otra cosa.
-Así como en lo personal, también las sociedades son artífices de su destino.
-Si hay algo que no te hace bien, pues no sigas haciéndolo. Si te sienta mal el alcohol, toma helado, pero no bebas; no te metas en el mar si no sabes nadar. No hagas lo que te perjudica, así de fácil es, aunque hay que tener ese tesón para hacerlo.
Raphael aprendió esa lección. Hace años, envalentonado por el trajín de un trabajo incesante, se doblegó ante los designios del alcohol, recurso al que apelaba para poder lograr el descanso. Sin embargo, aquello se convirtió en una adicción que dañó su cuerpo y que derivó en un trasplante de hígado, en un momento donde su vida corrió serios riesgos y puso en vilo al mundo entero.
-Usted aprendió aquella lección y modificó hábitos.
-Siempre tuve problemas para dormir y necesité de eso para conciliar el sueño, por suerte eso ya no me sucede. A mí nunca me ha gustado beber, pero me di cuenta que me hacía dormir. En ese tiempo, no he tenido la suficiente fuerza como para decir que no desde el principio, hasta que llegó un momento en el que me tuve que poner las pilas, se me trasplantó y me convertí en un hombre nuevo, y aquí estoy. Hoy no fumo ni bebo. Como dijimos antes, lo que no sienta bien, no hay que hacerlo. Yo predico con el ejemplo.
-¿Cómo se vive con un nivel de popularidad mundial como la suya?
-No vivo pensando en eso, no puedo pensar en mi popularidad. Vivo la vida porque me gusta vivir, soy una enamorado de la vida y el escenario es un renacer diario, pero ni pienso “caray, qué popular soy”. El público me demuestra su amor y yo soy muy agradecido y se lo devuelvo con la misma pasión.
A diferencia de algunas celebridades de su talla, siempre ha preservado su vínculo familiar. Ni su abultada agenda ni la repercusión internacional han diezmado su relación con Natalia Figueroa, con quien se casó en 1972, y jamás se ha alejado de sus tres hijos Jacobo, Alejandra y Manuel.
-Fama, dinero y poder podrían haber devastado su ecosistema familiar.
-No me ha pasado porque le he puesto mucho ahínco a eso. Tu tienes que atender a tu familia, no tiene nada que ver que seas un hombre popular que viaja por el mundo, y mucho menos hoy, donde estamos todos conectados. Yo puedo estar subiéndome a un escenario en cualquier parte del mundo y sé perfectamente qué se va a comer en casa porque todo el tiempo estoy hablando con ellos. La familia es lo primero. Durante mucho tiempo han viajado conmigo, pero ahora mis hijos están todos casados, haciendo sus vidas y con sus propios hijos, pero nos vemos y queremos, y también discutimos mucho.
-¿Por qué discuten?
-De fútbol, política, cine, discos y de dónde va a parar el mundo con el calor que está haciendo.
-Ni le cuento el calor que afecta a la Argentina en este momento.
También su familia está presente para juzgar el avance de alguna canción nueva: “En este estudio han escuchado mis nuevos repertorios y me dan su opinión”, pero esa predisposición se va de bruces cuando afirma que “atiendo lo que me dicen, pero otra cosa es que les haga caso”.
-No lo percibo muy dócil a escuchar.
-Es que el que tiene que salir al escenario soy yo a defender esas canciones todos los días.
El próximo 7 de marzo será el momento para que el público argentino vuelva a reencontrarse con Raphael, quien juega de local en el fin del mundo: “Les he homenajeado con un disco de tangos, que es lo mejor que he hecho, y pienso volver a repetirlo. Es que el público argentino es gente muy caliente, muy entregada”, dice antes de finalizar la charla con LA NACION.
“En la Argentina me gusta visitar a mis amigos y recorrer ese país hermoso que conozco todo, desde el sur al norte, desde Córdoba a Mar del Plata”, describe como si quedaran dudas. En argentinidad no le gana nadie. Tanto como la sangre andaluza de origen y el galanteo madrileño que lleva en el orillo como un distintivo de esa ciudad que lo adoptó de muy jovencito. “El Niño” hace honor a su mote. Ya lo dijo él, de retiro, ni hablar.
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