Nacido y criado en Bariloche, donde empezó a ver tele y soñar con ocupar un lugar en los medios, se hizo cargo de las redes de LAM y de los programas de Mirtha Legrand y Juana Viale y enseguida les dio su impronta; es actor, trabaja con Cris Morena y prepara un unipersonal
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Se llama Pedro Ochoa pero lo llaman Pepe, porque su abuela lo apodó así y quedó. Actor, conductor, influencer, maneja las redes de LAM y de las mesazas de Mirtha Legrand y Juanita Viale y dice que recién ahora siente que está recorriendo el camino que desea, a paso firme. Trabajó con Antonio Gasalla, Moria Casán, Carmen Barbieri y Santiago Bal, aunque lo conocemos como el amigo de muchos famosos, entre ellos Federico Bal, Laurita Fernández y Yanina Latorre.
En una charla con LA NACION, Pepe Ochoa habla de su infancia en Bariloche, del bullying que sufrió en la adolescencia y de algunos secretos de su trabajo. “Éste es un año bisagra, con grandes oportunidades. Todas las cosas se acomodaron a mi favor. Siempre supe a dónde quería ir y ahora puedo ver ese camino con claridad. Y todo lo hice con mucho esfuerzo. Tengo un plan A, no hay opción B”, detalla.
-¿Y cuál es tu plan A?
-Trabajar en el teatro, en los medios, vivir de lo que me apasiona. Yo creo que la gente no debería hacer esfuerzo sin encontrar entusiasmo en lo que persigue. Hay que animarse, sin perder el foco del objetivo final. Yo canto, bailo, actúo, me formé durante mucho tiempo y amo la comedia musical, el teatro, la televisión y también las redes, a las que me volqué más en la pandemia. Y ahora tengo un nombre propio. Siempre fui el amigo de... Y feliz de serlo, porque disfruto el lugar y no pretendo otra cosa.
-¿Quién es el primer famoso del que fuiste amigo?
-La primera famosa amiga mía fue Rochi Igarzábal, que estuvo en Casi ángeles e hizo una carrera espectacular. Soy re amiguero, siempre a través del trabajo. Nunca viví ‘ser el amigo de’ cómo un estigma, pero este año logré encontrar el lugar por el que pude encausar mi carrera. En las redes puedo volcar muchas cosas que me caracterizan, con mis propias reglas.
-Éste año estás a cargo de las redes de LAM y alguna vez contaste que tu intención es mostrar la humanidad de las “angelitas”. ¿Qué quisiste decir?
-Una cosa es el show y otra el back. Hay un grupo humano bastante piola que, creo, no se ve en el aire, donde todas son picantes y todas juegan. Hay mucha camaradería, incluso entre Yanina Latorre y Estefi Berardi, que al aire parecen enemigas. Muchas veces Estefi le pregunta cosas a Yanina, que es una voz autorizada a nivel panelista. Entiende cómo contar las cosas.
-¿También sos amigo de Yanina?
-Sí, nos conocimos en el Bailando hace varios años, cuando fui a ver a Fede Bal y vi a Lola Latorre haciendo un ritmo. Me impactó tanto que me acerqué a Yanina y le dije que su hija tenía que hacer algo con la música, porque sin ningún tipo de formación baila espectacular y con los mejores bailarines del país. Volví a cruzarla en otra gala, intercambiamos teléfonos y al tiempo me llamó para que la ayudara con una audición de Lola. A partir de eso generamos una relación y en la pandemia me prendí a todos sus vivos y pegamos buena onda y nos hicimos amigos. Es una mina de oro y sorprende mucho la humanidad del personaje que muestra en la tele.
-¿Cómo te sumaste a LAM?
-Ángel (De Brito) me convocó para hacerlo en esta nueva etapa, en América y es una responsabilidad enorme. Le propuse romper con todo lo que venían haciendo, encontrar cosas nuevas, involucrarnos en las tendencias y mostrar que detrás hay una persona y no es simplemente una cuenta oficial. Lo conozco desde hace tiempo por Laurita Fernández y Fede Bal y nos encontramos laburando juntos en CNN Radio, donde yo era el jefe de redes y él conducía El espectador. Creo que siempre le gustó mi forma de trabajar y quedamos en contacto. Yo lo pinchaba para que hiciera cosas en sus redes, aunque las maneja muy bien y sabe cómo llevar lo suyo. Desde que empezamos hasta hoy creció siempre. Voy al canal, tengo una planificación que cumplo y después hay cosas que se van dando según lo que sucede al aire. Empezamos en cero y tenemos 277.000 seguidores en Instagram. En Twitter mi intención siempre fue ser el programa de espectáculos más comentado y lo fuimos todas las semanas desde que arrancó, en marzo pasado. LAM es un suceso.
-Durante un tiempo también fuiste “angelito”. ¿Cómo te sentiste?
-Espectacular. Ángel siempre prueba cosas y un día, sin avisarme, me dijo: “maquillate que vas al aire”. Y me quedé un tiempo. Lo disfruté un montón y lo viví muy natural, porque no le tengo miedo al programa en vivo. Soy el primer “angelito” de LAM. Yo creo que no hay que dudar de lo que podés hacer. Fue una buena oportunidad y me gustó hacer televisión. Me gustaría poder construir una carrera.
-Además sos el host digital de las mesazas de Mirtha y Juanita. ¿Cómo trabajás con ellas? ¿Son de sugerir y preguntar?
-Juanita se presta a todo, es muy fanática de las redes y le gusta encararlas desde el humor. Y Mirtha es una masterclass de televisión. Verla trabajar a los 95 años es impresionante. Está atenta a todo, ve todo, exige, pide y no se le pasa un detalle. Cuando se sienta a la mesa, se retoca el maquillaje ella misma. Ser el host de la mesaza es un desafío gigante. Estoy aprendiendo mucho porque saco mi parte más creativa y periodística. Me llamaron y pegamos muy buena onda con Nacho (Viale), que apuesta mucho a Juana conductora.
-Sos muy fan de Gran hermano, ¿tenés algún preferido?
-Me gusta mucho Julieta Poggio, por como juega. Me parece que es la más auténtica, juega con tranquilidad y sin ansiedad y eso la coloca en un lugar muy positivo. Se está ganando al público, me parece. Y soy anti “monitos”, no me gustan nada.
-Trabajás con Cris Morena, ¿qué hacés con ella?
-Soy guía en su espacio artístico, Otro Mundo. Y doy clases en el programa de formación de artistas, rotando en algunas áreas. Crecí viendo los productos de Cris: Chiquititas, Casi ángeles, Rebelde Way, Floricienta. Fui fan antes que amigo. Me convocó el coordinador general de su escuela, en ese momento, y la educación me gusta muchísimo. Hace años que doy clases, siento que puedo ser el guía que yo no tuve y alentar a quienes les gusta el mundo del arte, contarles cómo es y no solo vender ilusiones. Este año desarrollamos también dos grupos para chicos con capacidades diferentes y yo los coordino. Es realmente muy lindo. También tengo una agencia que se llama Rayo y le llevo las redes a varias empresas.
-¿Cuál fue la última vez que te subiste a un escenario?
-En marzo del 2020, en Mar del Plata. Empecé la temporada con Gasalla, y estuvo buenísimo compartir con él, pero terminó antes, de una manera muy rara y yo pasé a 20 millones, una comedia con Carmen Barbieri. Hice bastante teatro y lo primero importante fue Nuevamente juntos, con Carmen Barbieri, Santiago Bal y Fede Bal. Me encantó, pero recién entonces tomé conciencia del trabajo que era, con dos funciones diarias de martes a domingos. Ahora estoy preparando un unipersonal que espero poder estrenar en 2023. Mi gran problema es que me gustan muchas cosas y no es fácil encontrar el equilibrio. Amo todo lo que hago, redes sociales, dar clases, la televisión, el teatro, la radio.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Nací en San Isidro, pero viví durante 15 años en Bariloche. Vivir mi infancia ahí es lo mejor que me pudo pasar. Somos cinco hermanos y mis padres, una familia muy unida, muy linda. Me gustaba la tele y veía mucho a las Trillizas de Oro, las novelas de Cris, pero ese mundo estaba muy lejano para mí. Cada tanto aparecía Susana Giménez y era todo un suceso, sobre todo porque mi mamá trabajaba en el banco que la esponsoreaba y la llevaba. Siempre me gustó ese vértigo, quería estar ahí. Y ya cuando nos mudamos a Buenos Aires, todo era más tangible. Empecé a estudiar canto, porque era lo que más me gustaba, y de ahí salté al teatro y a la danza. También estudié comunicación social y me recibí. Hoy en día puedo fusionar lo aprendido y mi idea es llevar al teatro todo lo que construyo en mis redes. Hay un lado B que nadie conoce de mí y es lo que voy a contar en mi unipersonal.
-¿Nos podés adelantar algo?
-Hice muchas cosas en el Bailando que nadie sabe que hice. Cuando Fede Bal y Laurita hicieron la coreografía con el croma, yo era uno de los pibes que estaba disfrazado de verde. Voy a contar toda esa interna del detrás de escena, porque de las muchas veces que fui al Bailando, nunca se me vio la cara. Recorrí un largo camino y quiero compartirlo.
-¿Y qué recuerdos tenés de tu adolescencia, cuando descubrías que querías ser actor?
-Tuve una historia muy heavy con el tema de bullying en el colegio. Cuando era adolescente sufrí mucho por mi condición sexual y me decían ‘gay, trolo’. Hice mucha terapia, porque fue un proceso muy oscuro y feo de mi vida y pude reencontrarme conmigo mismo y sacar todos esos fantasmas de las cosas que me hicieron sentir y creer que yo era, para poder encontrar un camino hacia la felicidad. La terapia fortaleció mi autoestima y cuando terminé el colegio me prometí hacer cosas que me hicieran feliz. Nunca más me permití sufrir ni estar en un ambiente en el que me hicieran sentir mal. El arte empezó así en mi vida, como un escape de ese mundo de mucha oscuridad.
-Siendo tan amiguero, ¿tenías a alguien cerca?
-Fue un momento de mucha soledad, tal vez estaba rodeado de gente, pero me sentía muy solo. Y la procesión iba por dentro. Por suerte tengo una familia espectacular que siempre me bancó, pero fue un proceso difícil y doloroso. Hoy lo miro en perspectiva y sé que valió la pena atravesarlo. Aprendí a reírme de mi mismo y ocupo el lugar que quiero ocupar y hago cosas que me acercan a lo que me hace feliz. También el humor es muy catártico y de a poco fui fusionándolo en mis redes.
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