La actriz de 26 años se destaca en la miniserie de Netflix, se perfila como una de las grandes estrellas del futuro, y se prepara para interpretar a Ginger Rogers en su inminente biopic
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Sarah Margaret Qualley quería ser bailarina. En su adolescencia, entrenó para perseguir ese sueño que finalmente fue quedando en un segundo plano. Sin embargo, siempre hay una bailarina dentro suyo, como bien supo captar el realizador Spike Jonze para una de las publicidades más emblemáticas de Kenzo, donde Qualley llevó a cabo un baile frenético, excéntrico y extraordinario con el que Jonze homenajeaba algunos de sus más memorables videoclips que tenían a la danza en el centro: “It’s Oh So Quiet”, “Praise You” y “Weapon of Choice”.
Por otro lado, Margaret también se puso en la piel nada menos que de la coreógrafa y bailarina Ann Reinking en la miniserie Fosse/Verdon, en una interpretación que le valió su primera nominación al Emmy y donde debió estar a la altura de los trabajos de Michelle Williams y Sam Rockwell.
En un Hollywood donde el nepotismo es observado con lupa, Qualley no solo no reniega de ser la hija de la actriz Andie MacDowell sino que tampoco quiso seguir el camino de su madre del mismo modo, ya que por unos años su cotidianidad estuvo invadida por la incertidumbre. Un día, cuando eventualmente supo que no tenía ese anhelo de continuar con la danza, le escribió una carta a su madre desde Nueva York, donde le prometió que iba a conseguir un trabajo que le permitiera solventar su vida allí y poder asistir a audiciones como actriz. “Por mucho tiempo creí que iba a bailar profesionalmente”, declaró Qualley en diálogo con Interview Magazine. “Pero cuando viajé a Nueva York simplemente me quería quedar ahí, y ese fue el instante en el que advertí que estaba trabajando para ser perfecta todo el tiempo, algo que jamás iba a conseguir, entonces dejé de intentarlo y decidí disfrutar, pero tuve que modelar para que mi mamá me permitiera quedarme en la ciudad, convencí a toda mi familia de que me dejaran sola, y eso hicieron”, añadió la joven.
De esta manera, Qualley fue perfeccionando su carrera como modelo de diseñadores como Valentino y Chanel hasta que llegaran roles sustanciales para hacerse un nombre como actriz. Entre 2013 y 2014, dos papeles importantes llegaron a su vida. Por un lado, el de Raquel en el interesante film de Gia Coppola, Palo Alto. Por el otro, el de Jill Garvey en la aclamada serie The Leftovers; su trabajo allí captó la atención de varios productores que comenzaron a preguntarse quién era esa talentosa joven. Lo que vino luego se produjo con una intensidad abrumadora: Dos tipos peligrosos, con Russell Crowe y Ryan Gosling; Death Note del director Adam Wingard; su primer protagónico en el film de ciencia ficción IO; y, en 2019, un personaje menor pero soñado para una actriz que tenía tan solo 24 años: el de “Pussycat” en Había una vez... en Hollywood de Quentin Tarantino, donde compartió la mayoría de sus escenas con Brad Pitt.
Según Qualley, el casting no fue de los mejores que tuvo en su incipiente carrera, pero Tarantino pensó lo contrario y le dio el papel de una de las jóvenes integrantes del clan Manson. “Una de las cosas más geniales de trabajar con Quentin es que él es como un chico en Navidad cada vez que pisa el set. Entonces, cuando yo llegué, estaba muy emocionado de mostrarme el estudio y todo el diseño de producción del film, es una persona que te entusiasma y que calma tus nervios”, le contó la actriz al portal IndieWire sobre una de las experiencias más importantes de su corta pero atractiva carrera hasta la fecha.
El trabajo de mis sueños y Las cosas por limpiar, dos trabajos consagratorios
Tras formar parte del mundo Tarantino, Qualley se abocó a un proyecto más independiente: la biopic El trabajo de mis sueños, que actualmente se puede ver por Netflix. En el film del franco-canadiense Philippe Falardeau, la actriz interpretó a Joanna Rakoff (en cuyas memorias se basó el largometraje), una aspirante a escritora que se muda de Los Ángeles a Nueva York para trabajar en una editorial. El título en inglés del film, My Salinger Year, hace referencia a cómo Joanna es empleada de la misma editorial que publicaba la obra de J.D. Salinger. De hecho, una de sus tareas era la de leer la correspondencia que le llegaba al autor de El guardián entre el centeno. El rol le cayó como anillo al dedo a la actriz, quien se vio reflejada en ese encandilamiento de su personaje con Nueva York, esa ciudad que la conquistó al punto tal de hacerle cambiar el rumbo de su vida.
El trabajo de mis sueños se presentó nada menos que en el festival de Berlín, donde Qualley se paseó por la alfombra roja con Sigourney Weaver, su jefa en la película. Esa caminata de ambas por la red carpet en febrero del año pasado fue otro sueño cumplido para la joven, quien en septiembre de 2020, y ya adaptada a los protocolos para la pandemia del Covid, empezó a filmar su primer protagónico en una miniserie de Netflix: Las cosas por limpiar, sin dudas su trabajo más conmovedor, crudo, e inolvidable.
Basada en el bestseller autobiográfico Maid: Hardwork, Low Paid and A Mother’s Will to Survive de Stephanie Land, la serie de Molly Smith Metzler se centra en la figura de Alex (Qualley), una madre soltera que trabaja como empleada doméstica y que solo piensa en el bienestar de su hija, luego de haber estado en una relación abusiva. “En un principio me asusté, pensé que no iba a poder interpretar bien a Alex”, se confesó la actriz. “Y después me entusiasmó la posibilidad de personificar a una madre, yo no lo soy, por lo cual representaba un enorme desafío. Lo tomé como una oportunidad y traté de superar ese temor inicial”, explicó Qualley sobre un rol en el que brilla, y en el que está acompañada por MacDowell, quien interpreta a su madre en la miniserie, un vínculo clave para una de las mejores ficciones televisivas del año.
“Trabajar con mi mamá fue mi idea”, reveló Qualley. “Yo estaba en Canadá en cuarentena y el personaje de la madre de Alex todavía no tenía a su actriz, así que se me ocurrió que ella podía hacerlo, la llamé a Margot Robbie [LuckyChap Entertainment, la productora de la actriz, estuvo atrás de este proyecto, continuando el objetivo de llevar al cine y a la TV historias comandadas por mujeres] y le encantó la propuesta, por lo que solo restaba cruzar los dedos y que ella quisiera hacerlo. Para mi fortuna, viajó a Canadá de inmediato donde estábamos filmando y fue un sueño hecho realidad, una experiencia surrealista”, añadió, y explicó el valor agregado de la presencia de su madre en el set. “Estaba la pandemia, yo hacía nueve meses que no iba a la casa de mi familia, sentí una tranquilidad de tenerla cerca mío, además de que siempre admiré mucho su trabajo, por lo cual hacer de su hija en la ficción fue un reto extra”, apuntó Qualley, quien disfruta, con tan solo 26 años, un presente profesional notable.
De esa adolescente algo insegura que estaba intentando encontrar un propósito ya queda muy poco. Ahora todo es convicción. “Todavía tengo un millón de roles que quiero hacer, la actuación me divierte muchísimo y fue lo mejor que me pudo haber pasado; es emocionante ver el resultado de un trabajo en conjunto, por eso agradezco por esta posibilidad y solo quiero seguir colaborando con personas que amen esta profesión tanto como yo”, expresó Qualley, quien ya tiene en carpeta el film de Claire Denis The Stars at Noon, y Fred & Ginger, la biopic del talentosísimo Jonathan Entwistle en la que interpretará, claro, a Ginger Rogers. De esta manera, la bailarina que hay en la actriz volverá a salir a la superficie. Si es que alguna vez estuvo oculta.
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