¿Qué fue de la vida de Claudia de la Calle?
En los 80 y los 90 fue una de las actrices jóvenes más promisorias, pero en 2001 desapareció de los medios
En los ochenta y los noventa, las tardes de El Trece tuvieron como público casi cautivo a millones de adolescentes. El fenómeno comenzó con Pelito, y siguió con Clave de Sol, uno de los grandes semilleros de la tele. Ella, que ya venía actuando desde los diez años, tuvo allí su debut como protagonista. Su personaje, Gaby, se mudaba al barrio junto a su madre (Silvia Merlino) y su hermano mayor (Leonardo Sbaraglia), luego de la muerte de su padre. La historia giraba, en gran parte, en cómo los dos chicos se adaptaban a la nueva realidad y se relacionaban con su nuevo grupo de amigos. Varios años después, otro gran éxito para adolescentes llegaría a la misma pantalla, y ella, Claudia de la Calle , sería también una de sus protagonistas.
Esta vez era Verónica, una chica mala que se redimía, terminaba casándose con el buenazo Bruno (Esteban Prol) y se convertía en una especie de hermana mayor de los demás chicos. Su nombre, por ese entonces, era conocido por todos. Su carrera siguió algunos años más y de pronto, en 2001, desapareció de los medios. Hace algún tiempo LA NACION entrevistó a sus compañeros de Clave de Sol y todos aseguraron guardar un buen recuerdo de ella, pero ninguno tenía idea de qué había sido de su vida. Intentamos contactarnos en ese momento, pero no tuvimos suerte. Hace unas semanas, el elenco de Montaña Rusa volvió a reunirse, y comenzaron a circular las fotos del encuentro. Allí estaba ella. Y esta vez sí aceptó hablar con nosotros, repasar su carrera y contarnos qué estuvo haciendo todos estos años.
-Cuando llegaste a Clave de Sol, ya venías trabajando en la tele, ¿qué recordás de esos primeros pasos?
-Lo recuerdo como si fuera un juego, para mi era ir al club. En vez de jugar al voley, jugaba a actuar. Recuerdo que en el año 80 mi maestra de danza le sugirió a mamá que me llevara a un casting para una comedia musical, Saltimbanquis. Durante tres años, ese trabajo en teatro fue el entrenamiento más amoroso y sólido de mi educación.
-¿Siempre habías querido ser actriz?
-Yo creo que actúo desde que estaba en el vientre de mi mamá. Podría decirse que actúo, luego pienso, luego existo. Lo cierto es que aprendí a actuar antes que a sumar.
-¿Cómo te llevabas con tus compañeros de Clave de Sol?
-Me llevaba perfecto. Cada una de las personas con las que compartí, en mayor o menor medida, acariciaron mi alma. De todos aprendí algo.
-Gaby, tu personaje fue el único que se mantuvo desde el principio hasta el final del programa, ¿cómo fuiste viviendo los cambios de elenco?
-Las incorporaciones eran una fiesta y sufría mucho las despedidas. Todavía recuerdo el desgarro que me produjo decirle adiós al personaje de Beto. Para mí significaba dejar de ver a Julián Weich.
-Gaby tuvo romances con los personajes de Julián, Federico D'Elía y Marcelo Cosentino, ¿te daba vergüenza grabar esas escenas?
-¡Los besos en el 87 eran más light que los de Lolita Torres! Era como jugar a la botellita, al semáforo o a Verdad consecuencia.
-¿Y cómo viviste la exposición?
-No permitimos que el éxito nos excite. Ignorar el proceso que se estaba desplegando fue nuestro mecanismo de defensa. Paradójicamente, soy una alemana hipersensible; heredé de mis ancestros maternos la responsabilidad, el trabajo ilimitado y el happy hour. Y de los paternos lo lúdico, el humor, el oído absoluto y el misticismo. Mi abuelo era cura y dejó de serlo porque su deseo de armar familia era mayor y se enamoró de una artista francesa llamada Ángela, mi abuela. Por eso, toda mi familia, los De La Calle, somos artistas, sólo que los demás no lo exponen públicamente.
-Si tuvieras que definir aquella época con una palabra, ¿cuál seria?
-Disneylandia (risas).
-Después llegó otro exitazo: Montaña Rusa. Hace unas semanas, el elenco volvió a reunirse. ¿Cómo fue ese encuentro? ¿Seguiste en contacto con los chicos?
-El encuentro fue hermoso. Yo solamente seguí en contacto con Gastón Pauls. El amor entre todos está intacto. Esa fue la clave de nuestro éxito. Nos divertimos mucho.
-Trabajaste, además, en Sueltos, El último verano, De corazón, Mía sólo mía, La nocturna y Los médicos de hoy, pero en 2001 desapareciste de la tele, ¿por qué decidiste alejarte de los medios?
- Fue un momento bisagra. Lo que yo llamo “el tirón del alma”. Mi sistema gritaba: “recalculando”. Tomé distancia, pero nunca imaginé que emprendería un viaje a las estrellas.
-¿A las estrellas?
-Sí, me gusta definirlo de ese modo. La primera estación fueron cuatro años en una escuela de astrología transpersonal. Luego, continuaron 15 años de interpretación de lenguajes simbólicos. Medicina china, sistemas florales, sanación energética, registros akashicos, Jodorowsky...
-¿Cómo es tu vida hoy?
-Actualmente interpreto el rol más importante: el de mamá de Catalina, mi hija de 2 años. Acompañar su educación es mi meta, y me dedico a la medicina germánica.
-¿Extrañás la actuación?
-Hoy por hoy eso soy, un intérprete. No dejé de actuar, solo de exponerme. Actúo todos los días la película de mi vida. Todos somos los actores protagónicos de nuestro propio guión.
-¿Te gustaría volver?
-Considero que no se puede volver al lugar del cual uno nunca se fue. Sólo tengo gratitud en mi corazón.
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