El actor de 68 años siempre será asociado a la saga de James Bond, que acaba de estrenar la flamante 007, sin tiempo para morir, pero de todas formas ha sabido construir una carrera por fuera del personaje que, según sus palabras, le ha dado todo en su vida profesional
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Esta semana fue imposible no pensar en Pierce Brosnan. El actor que nació en Drogheda, Irlanda, el 16 de mayo de 1953, es considerado uno de los mejores James Bond de la historia. Este jueves se estrenó en la Argentina el último film de la saga de “la era Daniel Craig”: 007, sin tiempo para morir. Brosnan, por su parte, formó parte de los largometrajes Goldeneye (1995), El mañana nunca muere (1997), El mundo no basta (1999) y Otro día para morir (2002), y le imprimió al rol un carisma insuperable hasta la fecha. Sin embargo, hubo un momento en que decidió llevar a su carrera hacia otros sitios y su presente profesional es un cabal ejemplo de esa elección.
Si bien asociarlo a ese personaje es inevitable, lo curioso es que Brosnan no reniega del mismo y nunca temió quedar encasillado. Por el contrario, su postura está siempre vinculada a la gratitud. “Bond me permitió tener esta maravillosa carrera”, le manifestó el actor el año pasado a la publicación The Guardian. “Una vez que tenés esa etiqueta, se queda con vos para siempre, por lo cual hay que hacer las paces con ello”, añadió. De todas formas, cuando en diálogo con la revista Esquire lo consultaron por las producciones comandadas por Daniel Craig, sucesor de Brosnan desde 2006 hasta ahora, el irlandés fue tajante: “No es lo mío”, respondió breve, pero contundente.
Por otro lado, también se sumó al debate popular acerca de quién debería tomar la batuta de Craig. “Idris Elba es una presencia muy poderosa y tiene una gran voz. También se destacaría Tom Hardy, puede adaptarse muy bien al papel. Tras la salida de Daniel, el próximo Bond puede abordarse de muchas maneras distintas”, dijo, pero también manifestó que “los hombres podrían correrse y dejar que una mujer tome el control”.
Una carrera sin miedo a los desafíos
Después del éxito de los cuatro films del agente 007 que lo tuvieron al frente, Brosnan dio un giro de timón y se divirtió con la comedia negra El matador (que le valió una nominación al Globo de Oro como mejor actor de comedia), el musical Mamma Mia! y su secuela, y otros largometrajes como Love Is All You Need y el extremo Sin escape. Cuando llegó la pandemia de coronavirus en 2020, Brosnan se encontraba en un gran momento. Se lo pudo ver en la comedia de Netflix, Eurovisión: la historia de Fire Saga, donde interpretó al padre del personaje de Will Ferrell, y luego se embarcó en proyectos bien disímiles como el reboot de Cenicienta para Amazon Prime Video, protagonizado por Camilo Cabello (cuyo rodaje en Londres se pospuso por motivo del Covid), la comedia de acción Ladrones de élite (que además produjo), y el film de horror False Positive. ¿Qué llegó luego? La propuesta de integrar el film de acción y aventuras de DC, Black Adam.
Dirigida por el experimentado Jaume Collet-Serra, el largometraje se encuentra en etapa de post-producción, y en este, Brosnan interpreta a Kent Nelson, también conocido como el doctor Fate, hijo de un arqueólogo al que le enseñaron habilidades de hechicería y le otorgaron el mágico Casco del Destino. El personaje, creado por Gardner Fox y Howard Sherman, es uno de los más antiguos de DC y apareció por primera vez en More Fun Comics en 1940. Asimismo Dwayne “The Rock” Johnson será el protagonista y Noah Centineo tendrá un rol clave. Pero eso no es todo para Brosnan, ya que es inminente el estreno de la película de Sean McNamara La hija del Rey. Sin dudas, el irlandés se mantiene activo.
Entre el cine y la TV
En 2019, cuando se encontraba promocionando la serie The Son, Brosnan le contaba a LA NACION el enorme respeto que siente por el crecimiento de la industria televisiva, al tiempo que brindaba una visión opaca del futuro del cine.
“Uno tiene que ir a donde está el trabajo y los mejores trabajos ahora están en la televisión. El mundo del cine siempre fue difícil, pero ahora es aún más complicado porque la inmediatez de la narración es muy potente en la televisión. La gente no quiere ir al cine y las salas están cerrando. Al final, solo van a quedar las películas-evento, y eso es todo. Yo voy donde está el trabajo, siempre lo hice. A veces podés elegir y otras no. Cuando no podés hacerlo es complicado porque el trabajo atrae más trabajo, esa es mi filosofía. Así que a veces tenés que correr riesgos con un material dudoso, que te gusta solo un poco, pero seguís la corriente. Es como un juego de dados. Complicado y peligroso”, explicaba.
Mientras tanto, Brosnan también coquetea con la posibilidad de trabajar en teatro, pero mantiene sus dudas. “Tengo una noción romántica de volver a los escenarios, pero ¿realmente quiero hacerlo? Es necesario quererlo de verdad y tener el puro coraje de actuar durante dos horas, subir ahí y que el escenario sea todo tuyo. Amo lo que hago, estoy haciendo lo que siempre quise: estar frente a la cámara, hacer películas y hacer algo que tenga algún atractivo duradero y que quede en un estantería por una buena cantidad de años para ser vuelto a ver”, le contaba a este medio un hombre que supo reconstruirse y mantenerse vigente en la industria.
Una vez declaró que ya se amigó con la idea de entrar a una habitación y que muchos piensen en James Bond, pero ese es uno de sus grandes méritos. El año pasado, cuando dos de sus hijos, Dylan y París (fruto de su relación con su segunda esposa, Keely Shaye Smith, con quien pasó parte de la cuarentena en Hawaii), fueron embajadores de los Globos de Oro, la presencia de Brosnan en el escenario irradiaba ese charme irresistible propio de una estrella. “No tengo deseo alguno de retirarme del medio”, le expresó a The Guardian. “Me van a llegar papeles de hombre grande, y papeles donde pueda abocarme a la comedia. En este momento de mi vida, no sé qué otra cosa hacer más que actuar y pintar”.
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