Qué es de la vida de Noemí Serantes, una de las “Nu y Eve, las mellicitas del 9″
Muy activa, hace radio y próximamente se la verá en cine; su hermana Liliana murió hace casi diez años. El recuerdo de ese dúo que quedó en la historia de la televisión argentina
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Conoció la popularidad desde muy pequeña, cuando fue una de las Nu y Eve, las mellicitas del 9, junto a su hermana Liliana. Tenían 7 años. Juntas, y también por separado, hicieron programas de entretenimientos, dieron el tiempo en noticieros, protagonizaron novelas, comedias, dramas, obras de teatro, cantaron, hicieron giras. Se casaron, tuvieron hijos. Liliana murió hace nueve años y Noemí Serantes siguió trabajando, incansable.
Este año se estrena la película Olaf, de Cristina Agüero, en la que Noemí está caracterizada como una mujer mayor. Los viernes, de 22 a 24, conduce Escenarios en www.onradio.com.ar. Y hasta marzo del año pasado estaba haciendo Serantes con todo, en AM 1450, Radio del Sol. “Con la pandemia dejé y no vuelvo a la radio hasta que no esté vacunada. Por ahora transmito desde mi casa porque me estoy cuidando mucho”, aclara Noemí. En diálogo con LA NACION, la actriz y conductora recorre su carrera, recuerda a su hermana gemela y a su marido, que murió en 2016 por una mala praxis.
En 1966 se presentaron a un concurso que organizó Canal 9 porque su pope, Alejandro Romay, quería festejar el cumpleaños de la emisora, nacida en 1960, igual que las Serantes. La selección se hizo en Sábados continuados, que conducía Antonio Carrizo, y se presentaron 600 pares de mellizas. El premio era atractivo: 1 millón de pesos y muchos juguetes. Liliana y Noemí se presentaron incentivadas por una profesora de danzas. Vivían en Mariano Acosta junto a otras dos hermanas y sus padres, que atendían un almacencito para mantener a la familia. El concurso duró un año y ellas se quedaron con el primer lugar, pero nunca les dieron el premio. “Una día, muchos años después, con Lili lo encaramos a Romay y se lo reprochamos, pero él nos contestó: ‘bueno, pero son famosas’”, recuerda Noemí con una sonrisa, en su casa de Escobar, donde se mudó hace algunos años. Sus hijos ya hicieron su propio camino: “José, el mayor, está en España, y Daniel y Melody viven en Capital”.
Romay tenían razón. Con apenas 8 años condujeron Nu y Eve circus. “Las revistas nos presentaban como las conductoras más chiquitas del mundo. Además era el primer circo de la televisión, con animales y todo. Una vez mi mamá se tuvo que plantar porque trajeron un elefante y querían que nos alzara con su trompa”. Fueron las pequeñas secretarias de La Chona pregunta y poco después daban el pronóstico del tiempo en el noticiero. Lo hicieron durante once años y fue tanto el revuelo que hubo quejas de muchos meteorólogos de la tele. “La gente del Servicio Meteorológico Nacional se contactó con nosotras para darnos un curso y todavía guardo el certificado de capacitación meteorológica”, rememora. Eso termino cuando cumplieron 20 años y les ofrecieron hacer una publicidad en Chile.
“No faltamos nunca al noticiero y un día pedimos permiso para hacer una publicidad y nos lo negaron. Nos fuimos igual y cuando volvimos aceptamos trabajar con Tato Bores en Tato vs. Tato. Hacíamos un sketch donde Liliana aparecía sumisa y tranquila, y después se iba y entraba yo, altiva y prepotente. La gracia era ver la desorientación de Tato. También nos fuimos de gira durante dos años con Cacho Castaña, a quien le hacíamos los coros: era la época de la novela Un mundo de veinte asientos, con Claudio Levrino y Gabriela Gilli, y cantábamos ‘Para vivir un gran amor’”.
Los recuerdos se suceden uno tras otro y Noemí se entusiasma: “Comencé a hacer la novela La cruz de papel con el nombre de mi hermana, porque el autor la quería a ella, pero tenía otro proyecto de trabajo así que fui yo sin decir quién era. Lo gracioso es que el autor decía: ‘qué maravilla, Liliana sos espectacular’. Hasta que se enteró de que no era Liliana”, ríe Noemí, divertida. “Tuvimos distintas etapas con mucho éxito y la gente siempre nos apoyó. Bosque de mellizas, en teatro, fue la primera producción en la que nuestros maridos nos ayudaron económicamente y fue un golazo. Me gusta mucho trabajar y me hace bien. Sé que si desaparezco me dejo estar, así que necesito continuar en actividad. Estudié locución, comedia musical, dirección de cine. Siempre quería estar más preparada porque es lo que amo. Toda la vida pensé que la televisión argentina era una de las mejores del mundo, pero hoy no hay creatividad. Me gustaría volver a hacer ficción, drama, comedia, lo que sea. Aunque actuamos mucho solas, se nos identifica juntas. Y se nos encasilló en la conducción, además. Sé que tuve mi momento y ya pasó, no me creo una figura porque tengo los pies sobre la tierra y ni cuando era famosa lo sentía de esa manera. Siempre me sentí obrera y laburante de este medio, y sé que el público se merece el mayor de los respetos”.
-Ahora despuntas el vicio en radio.
-Sí. Vivo de mi trabajo. Hice una publicidad en noviembre pasado, con Guillermo Andino, y soy mi propia mini productora: tengo clientes a quienes les armo publicidades para televisión. Esta es mi vida. En el 2019 estuve en Quién quiere ser millonario, en Telefe, y con el dinero que gané viajamos con dos de mis hijos a Nueva York, porque el mayor vive en España. Era una promesa que les había hecho el padre y no se pudo cumplir. Y además era nuestro cumpleaños número 60 y ya no lo festejo.
-¿Por qué?
-Desde que murió Liliana, a mi mamá le duele verme ese día. Toda la vida festejábamos nuestro cumpleaños juntas. Ya no festejo más porque se hace difícil.
-¿Cómo recordás a tu hermana?
- La recuerdo con alegría y la extraño todos los días. Extraño las charlas, los cafés compartidos, el reírnos de pavadas, la felicidad de estar juntas. Éramos hermanas y amigas incondicionales. Su partida fue un golpe muy fuerte. Agradezco haberla tenido. Fue tan maravilloso haber compartido tanto, porque estábamos siempre juntas. Hoy, lamentablemente, no tengo una relación cercana con sus hijos. Hubo un cortocircuito después de su muerte. Quizá les provoque algo raro que yo sea igual a su mamá. Nos vemos en la casa de mi mamá, de vez en cuando. Fue realmente muy duro. Mi hermana tuvo cáncer de mediastino y los médicos no lo supieron hasta bastante después: le hacían quimio pero no sabían dónde estaba alojado. Y eso que se atendía en forma particular y no por obra social. Hay mucho comercio en la medicina. Vi tanto. Liliana me hacia filmarla cuando le hacían las quimios y quería que hiciera un documental para mostrar ese negocio y yo le decía: “vos querés que vaya presa”. Ni siquiera tengo ese material encima. Ves mucho negociado, quedás muy desconfiada.
-Y unos años después sufriste otro golpe duro, la muerte de tu marido.
- Sí. Quedé viuda en el 2016. Ricardo se murió por mala praxis. Su partida fue de una manera brusca. No era su momento, de eso estoy segura. Me comentó que se sentía mal, fue al médico, lo internaron y a los dos días murió. Pensé en hacer juicio en algún momento, pero desistí: es muy difícil comprobarlo. Fueron años duros. Después de que falleció Lili, mi mamá tuvo cáncer de mama y zafó. Y mi papá murió dos años después por un granito que le salió en la nariz, se complicó y en menos de un mes se murió. Fue muy fuerte.
-¿Pudiste hacer todos los duelos?
- Yo creo que esos dolores que arrastramos salen por algún lado, en algún momento. En pandemia limpiaba todo con cloro y me agarró alergia en la planta de los pies y en las palmas de las manos. Recién ahora se me está curando. Nunca fui alérgica. Y también me jodí una rodilla porque caminaba mal de las ampollas que tenía en los pies. Explotó por ahí. Pero ya estoy bien.
-¿Te gustaría volver a enamorarte?
- Mi corazón está cerrado, no creo que me vuelva a enamorar. Sé que nunca hay que decir nunca pero hoy siento eso.
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