¿Qué es de la vida de Gamuza de Cebollitas?
Brian Caruso protagonizó uno de los grandes éxitos de Telefe de la década del ´90; su personaje era el más querido del programa, pero hoy se dedica a la informática
¿Qué es de la vida de...? La pregunta nos asalta de sorpresa ante el recuerdo de alguna figura conocida que hace tiempo no se ve en público. Un interrogante que muchos de los ex niños que veían la ficción Cebollitas se harán sobre sus antiguos ídolos.
Las facciones de Brian Caruso se mantienen intactas, a pesar de las dos décadas que transcurrieron desde su exitoso debut en televisión. Será por eso que en la calle aún lo reconocen, lo paran y le preguntan por su presente. Ante el saludo, él intenta dar respuesta a esa inquietud que genera la ausencia de los que alguna vez gozaron de la masividad mediática. “Recuerdo a Cebollitas con mucha felicidad. Después de aquello, mi vida no volvió a ser la misma. Fue un cambio grande. De ser un chico común que iba al colegio, pasé a que me conozca todo un país”, explica Caruso a LA NACION, en un mediodía templado en la casa que comparte con sus padres en Villa Adelina.
-¿Te enojaste por la falta de ofertas después de Cebollitas?
-Para nada, pero el mundo de la televisión es cruel. La tele te usa lo más que puede y después te echa. A mí me usó demasiado y me dejó.
Cebollitas subcampeón
Hace exactamente veinte años, el pelirrojo de mirada pícara cumplía su gran sueño: comenzaba a trabajar como actor en la televisión. Tenía tan solo 9 años y Gamuza, su personaje en la serie Cebollitas, se posicionó rápidamente como el favorito de los niños televidentes, fanáticos del recordado programa. La serie, escrita por Daniel Dátola y Enrique Torres, contaba con canciones escritas por Cris Morena y recreaba la vida de un club de barrio y su equipo de fútbol infantil. Su nombre, emulando al semillero de Argentinos Juniors que descubrió a Diego Armando Maradona, se convirtió en una marca que facturó cifras colosales en televisión, temporadas de teatro, giras con presencias de sus protagonistas y la edición de discos con la banda musical del ciclo.
-¿Era dura la exigencia de grabar todos los días y, además, ir al colegio?
-Sí, pero fue una linda época. Estudiaba y grababa todos los días.
-¿Nunca te pesó la responsabilidad, siendo tan chico?
-Lo tomaba como un juego, pero como un juego profesional. Quizás, no podía ir a los cumpleaños de mis amigos porque tenía una cantidad de horas de grabación impresionante y llegaba a la noche muerto. Se me hacía difícil, pero trataba de cumplir con todo. No perdí mi infancia, la aproveché de la mejor manera.
La ingratitud del medio
El éxito, y la fama como su consecuencia, suelen ser vistas como un ideal quimérico. Sin embargo, para los niños que acceden al reconocimiento popular, no siempre les es grato el tránsito del anonimato a la notoriedad y viceversa. Sólo algunos chicos famosos logran seguir adelante con sus carreras mientras otros, en cambio, a medida que el tiempo les roba ese atractivo que les dio la infancia y la irreverencia frente a las cámaras, van siendo olvidados por el medio. En muchos casos, la desdicha de regresar al llano los sume en depresiones y los convierte en víctimas frágiles de diversas adicciones.
Niños famosos se contaron y se cuentan por decenas. El star system los necesita. Generan atracción y facturación millonaria. Daniel Radcliffe, Justin Timberlake, Macaulay Culkin son algunos ejemplos internacionales. En el espectáculo local desde Andrea del Boca hasta Pablo Rago y Gloria Carrá integraron esa categoría tan atractiva como criticada por los que sostienen que la vida de farándula es contraria a los intereses de un niño.
Brian Caruso conformó esa estirpe de infantes famosos, pero tanto su pasado como su presente están definidos por el estrecho vínculo con sus afectos. Acaba de regresar de Nueva York y disfruta su presente en plenitud sin añoranzas oscuras ni recuerdos traumáticos. Se lo nota vital, realizado y feliz. Su papel en la tira era el más reconocido, a tal punto de realizar actos de presencia en fiestas, eventos, y giras por el país. Gamuza era un niño de condición humilde que carecía de la contención familiar que ostentaba el resto de los personajes.
La tira se emitió por Telefe durante 1997 y 1998. Con el fin de la historia, él terminó el secundario, hizo teatro y estudió dirección de cine.
-¿Sufriste la pérdida de la fama, la abstinencia del reconocimiento masivo?
-Nunca sentí vacío. Muchos productores y colegas me han dicho que es difícil el paso de la niñez a la adultez frente a cámara. No sos ni grande ni chico y eso juega en contra. Forma parte de los parates de la vida del actor.
-¿Cómo manejaste esa dinámica cruel?
-Comencé a hacer cosas que me llenaban a mí como el cine, el teatro, estudiar.
-Hay que tener fortaleza y atravesar la resiliencia.
-Es duro el medio. No hay trabajo para actores nuevos, es un rejunte de los mismos de siempre. Alguna vez le consulté a un productor por qué trabajaban algunos nombres solamente y me dijo que era porque rendían. Si una novela va bien, repiten el elenco.
-¿Qué le dirías a un nene que quiere iniciarse en el mundo artístico?
-Le aconsejaría que haga lo que más le guste. Yo sabía que quería eso. Era pícaro, pillo, insistía. ¡Insistía mucho!
Presente
-¿Tenés contacto con tus ex compañeros del programa?
-No demasiado. Cada uno se fue dedicando a lo suyo y no nos vemos seguido.
-¿Tenés ganas de volver al ruedo?
-Sí, no tengo representante ni estoy yendo a audiciones. Estoy orientado a otra cosa, pero me gustaría volver a meterme. De hecho, siempre me perfecciono en diversos rubros porque me gusta ser un artista completo.
-¡Los rasgos están intactos!
-¡Tengo la misma cara que hace 20 años!
-¿A qué te dedicás?
-Trabajo con mi cuñado en la gerencia de proyectos de una empresa de sistemas. Le tomé cariño a este rubro.
-¿Tenés novia?
-Estoy solo. No me va bien en el amor. Soltero y tranquilo. Calculo que pronto estaré de novio. Ya es hora.
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