La imitadora se mudará a Mar del Plata con su espectáculo quince días después de la asunción de su pareja, Javier Milei; por el contrario, la esposa soprano del radical Marcelo Torcuato de Alvear y la actriz Eva Duarte dejaron su vocación artística antes de la llegada de sus maridos al sillón de Rivadavia
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El próximo 10 de diciembre, Javier Milei asumirá la presidencia del país y, junto a él, la imitadora Fátima Flórez, su novia, se convertirá en la primera dama de los argentinos. No será la primera vez que una artista ocupa esa posición que suele tener, ante todo, atribuciones protocolares pero también un gran impacto social.
El ejemplo más reciente es Fabiola Yáñez, la pareja del presidente Alberto Fernández y actual primera dama, que también cumplía con su vocación de actriz cuando se mudo a la Quinta Presidencial de Olivos. Muchos años antes, en la década del veinte del siglo pasado, la soprano Regina Pacini Quintero enamoró a Marcelo Torcuato de Alvear, quien puso como condición abandonar su prestigiosa carrera internacional para poder formalizar la relación.
En cambio, Eva María Duarte -actriz de radio y de cine- y María Estela Martínez Cartas -bailarina- ya habían abandonado el mundo artístico cuando se convirtieron en primeras damas por ser cónyuges del general Juan Domingo Perón; estas mujeres -de importancia en los destinos del país- pasarían a la historia como Eva e Isabel Perón. En el caso de “Isabelita”, su lugar se desdobló en el de primera dama y vicepresidente y, ante el fallecimiento de su esposo, debió asumir la presidencia, siendo la primera mujer en detentar tal responsabilidad.
Está claro que la relación entre política y arte se ha dado en nuestro país con cierta naturalidad. De eso dieron cuenta, históricamente, las primeras damas que han llegado a ocupar ese lugar con un origen cimentado en lo artístico, pero enarbolando modos disímiles.
Haciendo un repaso, no es difícil concluir en que poco tienen en común, aunque han ocupado el mismo lugar, Regina Pacini, Eva Perón, Isabel Perón y Fabiola Yáñez, mientras que Fátima Flórez solo piensa en cómo se organizará su custodia cada vez que deba salir del teatro marplatense en el que trabajará durante el verano, apenas quince días después de la asunción de Javier Milei.
Más allá de la consorte
Si en la antigüedad, el uso monárquico hablaba de “reina consorte”, fue en los Estados Unidos cuando se comenzó a aplicar el rótulo de primera dama. De manera documentada el antecedente primigenio se puede hallar en 1838 cuando así se definió en retrospectiva a Martha Washington, quien había sido esposa del mandatario George Washington, aunque, cuando su esposo ejerció como primer presidente de su país, ella no fue rotulada como primera dama.
Fue con Harriet Lane con quien se formalizó el concepto cuando acompañó -entre 1857 y 1861- al presidente norteamericano James Buchanan, aunque, en realidad, se trataba de su tío, a la sazón soltero y sin pareja. En la Argentina, también fue curioso el rol que cumplió Zulemita Menem cuando estuvo al lado de su padre en incontables eventos ceremoniales durante buena parte de sus dos mandatos en la década del noventa.
Camaleónica
El próximo 26 de diciembre, Fátima Flórez estrenará su nuevo espectáculo en el Centro de Arte MDQ de la ciudad de Mar del Plata, marcando un hito inusual para una temporada teatral. Cuando la obra levante el telón, sobre ese escenario no solo estará la humorista popular, sino que será la primera vez que una primera dama en funciones realice un show teatral.
Aunque no son pocos los agoreros que descreen de la fortaleza de la unión entre Fátima Flórez y Javier Milei, lo cierto es que la pareja -aunque se muestra públicamente muy poco- sigue dando indicios de unidad. Las voces más incrédulas entienden que, en nuestro país, aún existe el prurito en torno de un presidente sin pareja. Basta pensar en la unión de Zulema Yoma y Carlos Saúl Menem, que terminó de la peor manera, con la primera dama echada de Olivos, la residencia presidencial que Javier Milei convertirá en su base de operaciones, ya que, según dijo, irá “poco” a la Casa Rosada.
Mirtha Legrand tiene mucho que ver en la felicidad de la imitadora y el presidente electo. El 2 de diciembre de 2022, la diva invitó a su programa al entonces legislador nacional y a la artista, quienes no se conocían personalmente. Junto a ellos, compartieron la “mesaza” Lucía y Joaquín Galán -Pimpinela-, María Fernanda Callejón y Jorge Giacobbe.
El “flechazo” fue inmediato. Si en su momento pasó inadvertido, observar hoy aquellas imágenes permiten reconocer una rápida atracción. Milei no dejó de alabarla y celebrarle cada uno de sus chistes. Incluso, cuando la humorista interpretó a Cristina Kirchner, el político se sumó generando un momento algo peculiar. Lo curioso del caso es que, detrás de cámara, se encontraba Norberto Marcos, entonces marido de Flórez y productor de sus espectáculos.
Fátima Flórez -criada en Olivos, en el seno de una familia de clase media- tenía 19 años cuando se enamoró de Norberto Marcos, veinticuatro años mayor que ella. Se vieron por primera vez en un casting en el que la actriz participó en Perú y donde Marcos oficiaba de productor. Estuvieron más de dos décadas juntos, construyendo una pareja y una sociedad laboral donde Flórez aportaba el talento artístico y Marcos oficiaba de cerebro comercial.
Él construyó y manejó la carrera de ella, consciente de su enorme talento para la imitación y la empatía que siempre logró con el público. Fueron uno para el otro. Sin embargo, el verano pasado, mientras realizaban temporada en la sala Holiday de Villa Carlos Paz, las discusiones fueron creciendo de manera exponencial. En el otoño, el amor ya se había hecho trizas. La separación no fue en los mejores términos y la división de bienes se convirtió en un tira y afloje legal que aún no se habría terminado de resolver.
La propuesta artística de Fátima Flórez se basa en las imitaciones de celebridades, tanto de nuestro país como de envergadura internacional, a partir de un verdadero tour de force que le hace perder varios kilos por función. Entre esas imitaciones, la parodia política es uno de los grandes atractivos de la propuesta que ofrece la humorista, con la imitación de Cristina Kirchner a la cabeza. Habrá que esperar para ver cómo la artista atraviesa su “caballito de batalla” con la figura de Javier Milei cruzando la realidad nacional y, sobre todo, haciendo ineludibles referencias a su situación personal.
Aun es una incógnita cómo la pareja podrá sobreponerse a los embates de una presidencia -una aventura siempre desgastante- y cómo Flórez hará convivir su exitosa tarea como artista con la vida institucional que implica ser primera dama. “No es incompatible”, le dijo semanas atrás a LA NACION. Habrá que creerle.
De periodista a actriz
A pesar de haber trabajado como periodista, conductora y actriz, Fabiola Yáñez no era una figura demasiado conocida hasta convertirse en primera dama de la Argentina el 10 de diciembre de 2019. Su infancia y primera juventud fueron algo nómades debido a las constantes mudanzas de su familia por cuestiones laborales. Nació en Río Negro en 1981, pero vivió también en la provincia de Misiones y en las ciudades santafecinas de Rosario y San Lorenzo, punto previo a su llegada a Buenos Aires.
A los 17 años se produjo su debut mediático como conductora de Junior TV, un programa infantil de Canal 3 de Rosario. En esa ciudad lindante con el río Paraná también se inició en el mundo de las pasarelas y los portfolios como modelo; fue notera, condujo programas sobre sexualidad y se inició en la radio.
Ya instalada en Buenos Aires, Yáñez estudió periodismo en la Universidad de Palermo. Su deseo de trabajar en los medios la llevó a formar parte de diversos medios gráficos y televisivos. Uno de los mojones de su carrera se dio cuando formó parte, como corresponsal en la Argentina, de la señal CNN España.
En simultáneo a su profesión de periodista, estudió actuación con Dora Baret y Matías Gandolfo en el Actor´s Studio fundado por Carlos Gandolfo. Formó parte del panel de Incorrectas, el programa que tenía Moria Casán en América, mientras buscaba encabezar en teatro, algo que, finalmente, ocurrió en el verano de 2019 cuando protagonizó, junto al cantante Manuel Wirtz, la comedia ¡Otra vez papá!, después de los 50..., en el Multiteatro de la calle Corrientes. Para ese entonces, ya era pareja de Alberto Fernández.
Un año antes de formar rubro con Wirtz, había hecho un reemplazo en la comedia brillante Entretelones. Tiempo después, visitó el piso del programa Intrusos y confesó que su compañero Fabián Gianola la había hecho sentir incómoda.
Su historia de amor con Alberto Fernández comenzó en 2013, cuando, aún estudiaba periodismo, le realizó una entrevista para su tesis, un trabajo que versaba sobre la relación interdiscursiva entre el diario Clarín y el gobierno de Néstor Kirchner con el que cosechó calificación perfecta.
Aquella charla con el político significó mucho más que una entrevista. Fernández quedó marcado por la simpatía e inteligencia de esa alumna con gran capacidad para hablar y muy bella. Rápido de reflejos, el dirigente le pidió el teléfono. A los pocos días, la llamó, tomaron un café y no se separaron más.
El 14 de mayo de 2016, a través de una publicación en Instagram, Yáñez anunció su compromiso con una foto donde se veían dos manos sosteniendo una copa y en el anular de ella el anillo de compromiso. Convivieron en el departamento de Puerto Madero que Pepe Albistur le cedió a Fernández, hasta que se mudaron a la Quinta Presidencial de Olivos. Pocos meses antes había concluido su temporada teatral, aunque seguía colaborando como columnista de un programa en Radio 10. Ya en su rol institucional, se puso al frente de la Fundación del Banco Nación, manteniendo un estricto bajo perfil.
Sin embargo, en el momento más álgido de la pandemia, en julio de 2020, se reunió con algunos amigos íntimos para brindar por su cumpleaños, cuando el confinamiento era estricto en todo el país. Cuando se conocieron las fotos del encuentro, en las que también se podía ver al presidente, su reputación se vio afectada y fue imputada junto al mandatario en una causa por violación de la cuarentena que fue cerrada en 2022 por el fiscal de San Isidro a cambio de un total de tres millones de pesos en concepto de reparación.
El año pasado, cuando nació Francisco, el primer hijo de la pareja, Yáñez seguía limitando al extremo sus apariciones públicas. Si bien la actual primera dama se ha formado en los medios y en los escenarios, lo cierto es que esos antecedentes no se ven replicados en su vida institucional, que prefirió encausar sin una exposición mediática frecuente.
Cuando su pareja deje el cargo de presidente, trascendió que la vida familiar podría continuar en España, al menos por un tiempo, algo que el propio Fernández reconoció a medias en una entrevista reciente. Quizás en Europa, Yáñez retome sus antiguas vocaciones de periodista y actriz.
La actriz solidaria
Eva María Duarte nació en Los Toldos en 1919 y pasó gran parte de su infancia y primera adolescencia en la ciudad bonaerense de Junín. Proveniente de una familia humilde, emigró a Buenos Aires buscando un destino mejor. Fue en la gran ciudad donde comenzó a despuntar su vocación por la actuación, logrando trabajar en teatro, cine y radio.
Empujada por la crisis llegó a la Capital en 1935, con tan solo quince años. Su hermano Juan, cinco años mayor, fue la compañía que la protegió en una gran urbe desconocida, pero que pronto le daría un lugar como actriz.
En el medio artístico trabajó con el nombre de Eva Duarte, participando en elencos encabezados por grandes figuras. A poco de pisar Buenos Aires, Eva Franco fue una de las primeras estrellas que la incluyó en un proyecto teatral. En 1936, salió de gira con la compañía de teatro encabezada por Pepita Muñoz, quien le ofreció un lugar. Fue en esa tourné donde su nombre apareció, por primera vez, en las páginas de un diario rosarino. Tiempo después, Pierina Dealessi, una recordada actriz de origen italiano, también contrató a Eva para formar parte de su compañía. En poco tiempo, ya afiliada a la Asociación Argentina de Actores, se había ganado un lugar en el ambiente artístico, consiguiendo sus primeras portadas en revistas.
A pesar de esa vocación que comenzaba a depararle satisfacciones, en 1944 conoció al entonces coronel Juan Domingo Perón, quien se desempeñaba al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión del gobierno surgido en la Revolución del 43.
La historia cuenta que, para recaudar ayuda para las víctimas del terremoto en San Juan, se realizó un festival benéfico en el estadio Luna Park, en el que participaron las principales figuras del espectáculo. El conductor fue Roberto Galán, a quien la joven Eva le habría pedido declamar una poesía en el escenario.
Sin embargo, el primer encuentro entre Eva y Juan Perón se dio en la organización de una colecta previa a aquel festival. Los actores fueron convocados para recorrer las calles con alcancías para recaudar fondos. En aquella campaña también participaron Luisita Vehil, Olinda Bozán, Angelina Pagano, Pierina Dealessi, Aida Alberti, Niní Marshall, Blanca Podestá, Libertad Lamarque, Iris Marga, Mecha Ortiz, Silvana Roth, Enrique Muiño, Ángel Magaña, Pepe Arias, Manuel Alcón, Francisco Álvarez y Oscar Valicelli.
Según sus propias palabras, Perón había quedado muy impactado por esa jovencita compenetrada con la misión benéfica. Roberto Galán no dudó en profundizar el vínculo generando un encuentro en el festival posterior realizado en el estadio de Corrientes y Bouchard.
Un año después, en 1945, se estrenó La cabalgata del circo, la famosa película protagonizada por Hugo del Carril y Libertad Lamarque, quien desmintió una y otra vez haberle pegado una cachetada a la jovencita Eva Duarte cuando formaba parte del elenco.
En poco tiempo, Perón y Eva vivirían en departamentos contiguos sobre la calle Posadas. También en 1945, la actriz conseguiría su primer protagónico en el film La pródiga, dirigido por Mario Soficci, aunque no llegó a estrenarse por producirse el golpe de estado que confinó a Perón a la isla Martín García.
Liberado Perón, se casó con Eva a fines de octubre con una ceremonia en una escribanía de Junín y luego en la ciudad de La Plata. A esta altura, Eva ya había decidido acompañarlo con vistas a las elecciones de 1946, que finalmente llevaron a su marido a la presidencia. Eva tomó la decisión de no continuar con su carrera artística.
La tarea social de la Fundación Eva Perón fue tal que lejos estaba de cumplir un papel secundario en la vida política y social del país. Eva no fue una acompañante de su esposo, sino un cuadro político que jugó de igual a igual, hasta que falleció a los 33 años, el 26 de julio de 1952, dando paso a la creación del mito, algo a lo que ninguna primera dama llegó.
Pero antes que Eva Duarte, otra artista había acompañado a su marido en su cargo de presidente de la nación.
La que dio el “mal” paso
Regina Isabel Luisa Pacini Quintero nació en Lisboa, Portugal, en 1871. Siendo muy joven demostró sus dotes para el canto lírico convirtiéndose en una de las más encumbradas sopranos del mundo. Sin embargo, abandonó su vocación a pedido de Marcelo Torcuato de Alvear, el hombre con el que construyó una pareja apasionada y fiel.
Sabido es que los cruces de la vida son misteriosos. Los místicos dicen que cada cual se encuentra con quien se tiene que encontrar, designios del destino que ni la distancia física puede impedir. Al menos, algo así sucedió con la cantante y el caudillo radical.
Dicen que, en septiembre de 1899, “La Pacini”, como se la llamaba en el mundo lírico, formó parte del elenco de El barbero de Sevilla, la opera bufa de Gioacchino Rossini que se ofrecía en el Teatro Politeama de Buenos Aires, ubicado sobre la calle Corrientes. A una de esas funciones asistió Marcelo Torcuato de Alvear junto a un primo, al que le confesó esa noche dos premoniciones: “Me casaré con esa mujer y seré presidente”. Así fue.
En aquel tiempo, Regina ya había pisado escenarios destacados como el Liceo de Barcelona o el Teatro alla Scala de Milán. En cambio, Marcelo Torcuato era un joven veinteañero, proveniente de una familia adinerada. El apuesto caballero sabía que, en su círculo social, no sería bien vista una posible relación con una artista. Sin embargo, nada lo haría desistir de su cometido. Mientras duró la temporada de El barbero de Sevilla, cada noche le acercó flores a la cantante, incluso hasta le hizo llegar una costosa joya que ella habría rechazado con dignidad.
Terminada aquella temporada porteña, Regina Pacini debutó en el Teatro Real de Madrid, donde también fue sorprendida por los regalos de Marcelo Torcuato. Se dijo que, durante ocho años, él la siguió por todo el mundo, incluidos destinos tan lejanos como San Petersburgo. Si de leyendas se trata, hay una que retrata el perfil del enamorado. La historia cuenta que Marcelo Torcuato habría comprado todos los tickets de una función para ser el único espectador de su amada.
En 1901, Regina Pacini regresó al país para presentarse en una sala porteña. A esa altura, todos sabían del amor incondicional que el joven aristocrático le profesaba a la artista. Sin embargo, el amor y las galanterías de Marcelo Torcuato pudieron más y, en 1904, la cantante se presentó en el Teatro Real de San Carlos de Lisboa -donde años atrás había debutado- despidiéndose de los escenarios. El motivo no era otro que aceptar compartir la vida con Marcelo Torcuato de Alvear.
Regina tomó la decisión convencida, aunque muy influenciada por su futuro esposo, quien no veía con buenos ojos el desdoblamiento entre la vida artística, la marital y el posible rol de primera dama. A pesar del amor, se dijo que Regina lloraba a solas, recordando aquellas noches de ópera y aplausos en el mundo.
Finalmente, en 1907, Regina Pacini se casó con Marcelo Torcuato de Alvear, en una boda que se realizó en Estoril, Portugal, y que fue la comidilla de la aristocracia porteña. El heredero de una familia tradicional no solo se unía con una artista, sino que lo hacía con una extranjera y fuera de su país.
Él le regaló todo y más, hasta se dijo que un castillo en Versalles con piano de cola incluido para que ella pudiera cantar, aunque ya sin público. La pareja vivió varios años fuera de la Argentina. Cuando, luego de algunos años, regresaron, fueron burlados y humillados. Sin embargo, Marcelo Torcuato no abandonó jamás su idea de ser presidente.
Impulsado por el entonces mandatario Hipólito Yrigoyen, en 1917 fue designado embajador en París, lugar donde su mujer realizó una importante tarea benéfica en el marco de la Primera Guerra Mundial. Esta actividad le valió se condecorada con la Legión de Honor del gobierno francés. Fue en ese tiempo donde la cantante comenzó a apasionarse con la tarea solidaria.
En 1922, Yrigoyen designaría sucesor a Marcelo Torcuato de Alvear, quien cumpliría así con su anhelado sueño. Como primera dama, Regina Pacini de Alvear continuó con su tarea de filantropía, incluso creando instituciones como la Casa del Teatro, que aun hoy continúa hospedando a artistas mayores sin posibilidades económicas. La sala de espectáculos que funciona en ese edificio, el teatro Regina, lleva su nombre a modo de homenaje.
Tal era el amor que Regina guardaba por su esposo que, cuando fue confinado a la isla Martín García por razones políticas, ella fue una y otra vez llevándole ropa y alimentos. Máximo Marcelo Torcuato de Alvear Pacheco, tal su nombre completo, falleció el 23 de marzo de 1942. Sus restos fueron depositados en el panteón familiar del cementerio de la Recoleta, lugar al que Regina concurrió los días 23 de cada mes durante más de veinte años. Se sentaba en una silla blanca y oraba por él frente al ataúd. Su vida se apagó en Buenos Aires en 1965, a los 94 años.
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