Su historia de amor parece salida de un cuento. Se conocieron a los 14 años a través de una compañera de la escuela primaria de Geraldine La Rosa (43), que era vecina de Marcelo Gallardo (42). Cuando él se le presentó, ella –por vergüenza– no quiso saber nada, pero un intercambio de cartas se ocupó de que el noviazgo llegara a buen puerto. La presentación familiar fue en la fiesta de los 15 de Geraldine y antes de emprender vuelo a Mónaco –donde el actual director técnico de River Plate se lució como jugador del Association Sportive de Mónaco Football Club a los 21 años–,fueron padres de su primer hijo, Nahuel (20), y luego se casaron en el Palacio Sans Souci. Al tiempo, nacieron Matías (15) y Santino (12) y se volvieron inseparables.
Marcelo siempre fue muy humilde, y ahora que es un grande sigue siendo igual. En casa le encanta cocinar, estar con los chicos, buscarlos en el colegio
–Llevás más de veinte años de casada, ¿qué te enamora de Marcelo?
–Su personalidad. Siempre fue muy humilde, y ahora que es un grande, sigue siendo igual. Es un hombre con los pies sobre la tierra. Además, tiene muy buen humor. En casa le encanta cocinar, estar con los chicos, buscarlos en el colegio, llevarlos a los entrenamientos. Como familia tenemos muy en claro que la prioridad son nuestros hijos, por eso –además del amor que nos tenemos– seguimos juntos.
–¿Qué recuerdos tenés de tu boda, en diciembre de 1997?
–Fue increíble, pero caótica. Marcelo llegó a la iglesia a las corridas, porque el mismo día que nos casamos salió campeón como jugador de River Plate. Fue un estrés porque los hinchas se tiraban arriba de la limusina, rompieron los vidrios de la iglesia, pero la pasamos muy bien.
–Su carrera lo lleva a estar mucho tiempo fuera de casa. ¿Siempre te llevaste bien con ese costado de su profesión?
–Eso me hizo una mujer muy independiente. Por su profesión me acostumbré a estar mucho tiempo sola con los chicos y aprendí a traspasar cualquier obstáculo, no le tengo miedo a nada, sólo a la muerte.
–Tenés un perfil muy bajo.
–No me atrae ser reconocida por ser "la mujer de…". Además, es un código de pareja, a él tampoco le gusta hablar de su vida privada. Yo lo acompaño de la misma manera que cuando lo conocí a los 14 años, cuando jugaba en el potrero. No encuentro ningún motivo para querer resaltar ahora que a él le va tan bien. Nos gusta seguir siendo los mismos de siempre. Cuando me dicen que soy la mujer de Napoleón [uno de los apodos con los que se conoce a Gallardo] siento orgullo, pero para mí es el mismo que conocí cuando estaba en el colegio.
–El año pasado se dijo que estaban separados.
–Tuvimos una crisis después de veinte años, pero pasamos un montón de crisis durante todo este tiempo. La familia perfecta no existe, somos reales. Muchas veces nos intentaron separar porque no pueden creer que estemos casados hace tantos años, pero a nosotros jamás nos importó lo que dicen de nuestra vida privada, no le damos lugar a eso. Sabemos quiénes somos y nos hace muy feliz ver a nuestros hijos, eso nos hace fuertes y siempre salimos adelante.
Por la profesión de Marcelo me acostumbré a estar mucho tiempo sola con los chicos y aprendí a traspasar cualquier obstáculo, no le tengo miedo a nada, sólo a la muerte
–Sos madre de tres varones. ¿Es difícil?
–No, mis hijos son mis tres motores. Ellos me empujan a llevar adelante mi sueño, me acompañan a los desfiles, me dicen que soy la mamá más linda del mundo. Santino me hace acordar a mí, es rebelde, se enoja fácilmente, no le importa nada… Cuando era chica era igual. Matu a los 13 empezó en River y todo el mundo dice que es igual a Marcelo. Desde la forma en que le pega a la pelota hasta la manera de hablar, de caminar, los gestos… En cambio, Nahuel tiene cosas de los dos. A mí me gustaría tener un hijo más, siempre fue mi sueño tener cuatro, pero Marcelo ya tiene mucho con su trabajo y estamos bien así. Si llega, llega…
–¿Te gustaría que ellos sigan los pasos de Marcelo?
–No necesariamente. Con Marcelo siempre dijimos que vamos a apoyar sus sueños. Aman el fútbol por su papá, pero ahora Santino no tiene ganas de ir a jugar a River y nosotros no lo presionamos. En cambio, Nahuel y Matías no bien terminaron la primaria empezaron a entrenar en River y hoy prefieren perderse un cumpleaños antes que un partido.
–¿Cómo viven la fama de su padre?
–Los tres son hinchas fanáticos de River y sufren cuando ven perder a su papá. Pero el único que es más consciente de la fama de Marcelo es Nahuel porque es el más grande y ya juega al fútbol en primera. Igualmente, para nosotros lo más importante es que sean personas humildes. Además, cuando Marcelo llega a casa no se habla más de fútbol. Para ellos es su papá, un ser humano igual que todos, aunque saben que algunas cosas no pueden hacer con él porque desde que nacieron es ídolo de mucha gente.
–¿Van a la cancha todos juntos?
–Sí, siempre. Para la final de la Copa Libertadores nos fuimos todos a Madrid, fue muy emocionante. Para mí fue muy fuerte ver a Nahuel como parte de eso, era su primera copa como jugador, y fue inevitable emocionarme cuando lo vi en el pasto festejando.
Me gustaría tener un hijo más, siempre soñé una familia más grande. Pero Marcelo ya tiene mucho con su trabajo y estamos bien así. Si llega, llega…
PASIÓN POR LA MODA
–¿Cuándo empezaste a diseñar?
–Empecé con mi marca –Geraldmoon– en 2010 cuando vivíamos en Washington. No me alcanzaba con ser madre y ama de casa y dije "tengo que sacar afuera este sueño que tengo guardado. Mientras mi marido está en los entrenamientos, yo quiero hacer algo más". Una amiga diseñadora, Rosita Hurtado, me ayudó y logré hacer mi primer desfile allá.
–¿Siempre te gustó la moda?
–Mamá [Beatriz] fue modelo y nunca pudo tener su marca por criarme a mí y a mi hermano. Después, cuando yo ya estaba en pareja con Marcelo y vivíamos en Merlo, empecé la carrera de modelo, pero la abandoné por sus viajes. Entonces, por seguir a mi amor, no lo pude concretar antes, y era algo siempre pendiente. Pero en un momento, me acomodé y me lancé. Hice cursos de figurín, diseño, moldería, personal shopper y empecé a hacer todo sola como un hobbie. Después, cada vez que nos mudábamos de país, participaba en desfiles y aprovechaba para mostrar los diseños.
–¿Qué cosas te inspiran a la hora de crear?
–Cuando viajo trato de nutrirme, mi meta como diseñadora es que cada mujer sea auténtica, que no se ponga lo mismo que todas "porque es lo que se usa". Tampoco me guío por las estaciones, voy haciendo lo que tengo ganas con los materiales que traigo de afuera. Fabrico en Buenos Aires, pero traigo cristales y apliques de Estados Unidos para agregarle más a cada diseño. El año pasado lancé Freedom, un perfume unisex.
–¿Marcelo siempre te apoyó?
–¡No le quedó otra! Siempre supo que soy una mujer de carácter. Además, sabe que yo dejé muchas cosas por su profesión. Cuando nos fuimos a Mónaco con 21 años, tenía a mi hijo recién nacido y estaba sola. Él tiene en cuenta todo lo que hice por él y todo lo que estuve a su lado, por eso jamás me diría que no lo haga. Yo sé que me lo merezco.
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