Pimpinela y una dura crítica a MasterChef: “Hay como una violencia exagerada”
Joaquín y Lucía Galán hablaron con LA NACION desde Perú, donde ofician de jurados de La Voz Senior y recorrieron desde los tiempos en cuarentena al rol de los músicos en la televisión; también contaron que se vendrá una biopic del dúo pero que no sacarán “trapitos al sol”
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Los Pimpinela están juntos, brazo con brazo, después de un 2020 donde por primera vez en sus vidas pasaron meses sin verse, a pesar de que solo los separan cuatro cuadras. Están en Perú, donde se instalaron un tiempo para grabar la primera parte de La Voz Senior, reality del que son jurado, como lo son los hermanos Mau y Ricky Montaner de La Voz Argentina.
Contentos con la vuelta al trabajo, a los viajes, y a la dinámica que llevan adelante desde hace casi 40 años, Lucía y Joaquín hablaron con LA NACION durante un descanso de las largas jornadas de grabación que llevan adelante en Lima. “El formato de La Voz Senior es lo que nos sedujo para hacerlo, porque le da la oportunidad a un sector de gente, gente adulta, de más de 50 años, que por equis razón quizá dejó ese sueño de ser artista, de cantar, de subirse a un escenario”, explican.
Para llegar hasta allá, los hermanos se vacunaron y quisieron cerciorarse de que se cumplieran todos los protocolos. Por más que todo el equipo recibió la inoculación, se realizan hisopados todos los lunes, para que no haya sorpresas, y todo se maneja, según cuentan, con el mayor de los cuidados. Durante el 2020 (“el año en que se detuvo el tiempo”, como titularon el primer show que dieron por streaming) tuvieron, como el resto de los mortales, que adaptarse a las puertas adentro, a una gira que se fue reprogramando en varias oportunidades, a la pérdida de su madre. Sin embargo, el motor interno que tienen no los dejó aburrirse: mientras Lucía se concentró en el Hogar Pimpinela para la Niñez, Joaquín trabajó en composiciones. Ahora, de vuelta en movimiento, proyectan una gira en la que van a festejar los 40 años de carrera que arranca en octubre en Estados Unidos, México, Puerto Rico, España y, en mayo de 2021, los tendrá en el Luna Park porteño .
Entre impresiones sobre sus días en Perú, el desafío de ser buenos jurados, proyectos de gira, disco y documental y una no tan lejana biopic que va a retratar la historia familiar (“Es tan aburrida nuestra historia que ojalá hubiera trapitos al sol”, bromea Lucía), los Pimpinela no se detienen. Se hicieron expertos en Zoom y streaming (además del de noviembre pasado hicieron otro con motivo navideño) y volvieron a enfrentarse con una cámara en La Voz, una pequeña preparación para cuando tengan que cantar frente a sus seguidores y no sentirse oxidados. Los hermanos confiesan el método para entenderse cuando pasan los participantes al frente y tienen que girar el sillón, aunque según dicen “decide el más veloz”, y coinciden en que nunca participarían de MasterChef. No les gusta la versión argentina y en especial la forma en que se trata a los aspirantes de cocineros. Por eso, aunque a Lucía la convocaron para la primera edición dijo que no. La Voz Senior fue la elegida para aclimatarse antes de que, si es que sucede, los shows vuelvan a su flujo habitual.
-¿Qué los sedujo de La Voz Senior?
Lucía: –A diferencia del otro formato acá hay historias con un peso específico muy grande, porque cada participante tiene una historia de vida y la cuenta. Como algunos que contaban que perdieron gente en el camino y que les hubiera gustado que estén ahí. Es emoción pura.
Joaquín: –Pero sin entrar en golpes bajos. Simplemente algunos de ellos son profesionales que están por la pandemia sin trabajo hace un año y pico, pero todos se emocionan porque, ya sabemos, la sociedad en que vivimos relega al adulto. Eso no pasa solamente en Perú y en la Argentina, sino en todo el mundo. Un programa tan exitoso como La Voz les da la oportunidad de que se tomen revancha, de pararse en ese escenario y cantar. Cantan realmente muy bien. Estamos conociendo mucha música peruana, valsecitos peruanos, boleros, canciones que no pensábamos que eran de aquí, además de las clásicas baladas de los 80, que yo creo que es un aperitivo maravilloso para cuando volvamos en octubre a hacer lo que más nos gusta que no son las giras y a festejar nuestro cumpleaños.
-¿Cómo van a celebrar los 40 años?
Lucía: –Venimos reprogramando las giras por tercera vez. Cuando empezó esto en marzo de 2020, el 15 de ese mes había terminado la temporada de Hello Dolly y a los 10 días arrancábamos gira por Estados Unidos. A partir del 14 de octubre, iniciamos la gira por Estados Unidos y México. Show aniversario de estos 40 años, con artistas invitados, con un disco especial, con un video que va a formar parte de la gira, después seguimos por Colombia, España y el festejo en Argentina va a ser el 20 y 21 de mayo en el Luna Park. Quedaron esas fechas para poder hacer la capacidad al 100 por 100 y que la gente que ya compró su entrada tenga la misma ubicación que compró. El 28 de mayo en la plaza de la música en Córdoba.
Joaquín: –Estaba programado originalmente en el Orfeo, pero lamentablemente no existe más, era un lugar increíble. El 4 de junio, en el metropolitano en Rosario. Vamos retomando lo de Estados Unidos que es el país que más avanzado está en cuanto a los protocolos; la vacunación y todo eso.
-En medio de este nuevo contexto, hay que adaptarse al estado de situación en torno al covid en que se encuentra cada país…
Joaquín: –Y reprogramar todo eso es complejo, porque cada sitio depende de la disponibilidad y de la enorme cantidad de conciertos que han quedado postergados. Cuando las puertas se van abriendo todos los managers quieren ocupar lugar. Parece el baile de la silla, cuando para la música te tenés que sentar, siempre queda alguien de pie.
-¿Cómo vivieron la experiencia de hacer shows por streaming?
Joaquín: –Tuvimos un primer streaming que nos entusiasmó mucho porque partió de una canción: “2020 el año en que se detuvo el tiempo”, esa canción nos dio el pie para hacer un streaming porque no creíamos mucho en el formato por dificultades técnicas. Luego para evitar que terminara una canción y que hubiera un enorme silencio, armamos un paso de comedia con Giannina Giunta que hizo de jefa de protocolo. Mezclamos dos cosas que nos encantan: la comedia con las canciones. Era como el reencuentro con nuestra banda, con nuestros músicos en una sala de ensayo. Salió muy bien, nos sentimos muy cómodos, entonces ahí mismo cambiamos la escenografía y festejamos la Navidad. Hacía tiempo que teníamos ganas de hacer una Navidad con Pimpinela, porque nuestro público es muy familiar. Y de cantar un montón de canciones que amamos de Navidad, “That´s a Wonderful World”, una versión de Louis Armstrong, una versión en español que la hicimos, o “Ven a nuestra casa esta navidad”, de nuestro mentor espiritual Luis Aguilé.
Lucía: –Fueron dos experiencias muy buenas porque nos pusieron de vuelta en actividad, veníamos desde marzo sin hacer nada, y aunque sea desde nuestras casas tuvimos que producir repertorio, escenografía con todo el equipo nuestro de gente por Zoom. Pero estamos contando los días para volver a la gira viva.
-¿Tuvieron miedo a contagiarse de Covid-19?
Lucía: –Creo que lo manejamos cuidándonos. Estuvimos muchísimo tiempo sin vernos y eso que vivimos a cuatro calles. Veíamos las noticias, pero tampoco era la sobredosis de información. Y por supuesto tratando de tener una rutina y hacer cosas para estar ocupados: él, con la música, yo, con el hogar de chicos. Gracias a Dios no perdimos a nadie en nuestro entorno en estas circunstancias. Eso fue tranquilizador.
-¿Fue el máximo tiempo que pasaron sin verse?
Lucía: –Sí claro, porque cuando no tenemos trabajo, o venimos de una gira, después está la parte familiar. Por más que quisiéramos descansar, nuestros hijos organizan almuerzos para el domingo. Entonces a los dos días tenemos que estar comiendo. Pero en la pandemia no nos veíamos para nada, solamente hacíamos Zoom y hablábamos por teléfono.
-¿Cómo fue el primer encuentro?
Lucía: –Fue raro porque uno se sigue cuidando. Cuando se pudo: éramos pocos, con las ventanas abiertas, muy cuidadosos.
-Ahora están pegaditos, codo con codo...
Lucía: –Nos hisopamos una vez por semana todo el equipo, así que por más que estén todos vacunados, todos los lunes vienen a hacernos el PCR.
Joaquín: –Sí, sí, eso es condición fundamental que pusimos antes de salir, pero la producción local es absolutamente rigurosa y profesional con respecto a los protocolos. Eso era parte de que hayamos aceptado la propuesta, tener seguridad de no estar solo vacunados nosotros sino todo el equipo de producción. Cuando nos hicieron la propuesta en enero nos gustó, sabíamos que teníamos que quedarnos un tiempo. Nos sentimos como en casa, Perú es un lugar al que queremos mucho porque fue el primer país, después de Argentina, que editó nuestro primer disco que se llamó Las primeras golondrinas. Fue lindo entrar en acción, poder empezar a ponerse frente a una cámara. Uno se queda como duro después de un año, te agarra como el síndrome del temor, muy para adentro. Pero ya estamos de vuelta en carrera.
-Hay muchos artistas que están haciendo cosas en la tele. En su caso ¿lo toman como una antesala a volver a las giras?
Lucía: –Gracias a Dios, en ese sentido, la música fue uno de los rubros, junto con el teatro, de los más afectados. Detrás de un cantante hay muchísimos rubros y personas que se quedaron sin trabajo. Hay cosas que se vieron afectadas en profundidad en este tiempo tan tremendo. Estos espacios en donde uno puede ir a trabajar, pero a conciencia, no trabajar por hacer algo, sino a espacios donde se cuida la música, al que va a exponer su vida, a cantar. Son programas necesarios y muy lindos porque dan trabajo a mucha gente y desde casa escuchás música. No hay muchos programas así.
-¿Cómo hacen para elegir a los participantes sin hablarse? ¿Se codean, tienen algún código especial?
Lucía: –Ahí gana la mano más veloz que toque el botón y el otro se queda mirando, como pasó.
Joaquín: –Primero nos damos un poco de tiempo y escuchamos. Tenés un minuto y medio para que canten. Entonces nos miramos un poquito, hablamos con la mirada y a lo mejor uno no está convencido y el otro sí. Pues... nada, en ese momento manda el que está convencido, el más rápido, no la pistola más rápida del oeste sino la mano más rápida del oeste para tocar el botón.
Lucía: –la mayoría de las veces coincidimos. Él ve una cosa y yo otra, él ve más como productor, o como composición o el tema de la voz, y yo veo más la parte de la interpretación, la actuación, pero los dos buscamos la emoción.
-¿La pandemia sirvió como disparador para crear nuevos temas?
Joaquín: –Sí en nuestro caso. En el 2020 lanzamos la canción “Traición” que fue realmente un éxito muy grande, una temática que no habíamos tocado nunca, que es una relación entre dos personas del mismo sexo. Después vino el tema “Payaso”, el streaming 2020, el año que se detuvo el tiempo. También el homenaje a nuestra madre que falleció en enero del año pasado y que le compusimos el tema “Siempre seguirás dentro de mí”. Fue un año muy rico a nivel composición y al nivel de meternos en canciones que tienen mucho que ver con los sentimientos íntimos.
-En tiempos donde muchos artistas cuentan su historia, ¿se viene la biopic de los Pimpinela?
Lucía: –Hay planes, hay proyectos, estamos trabajando con los magníficos Jorge Maestro y Sergio Vainman, los autores de tantos éxitos. Seguramente el año que viene se va a poder concretar.
-¿No les da miedo que salgan trapitos al sol?
Lucía: –Es tan aburrida nuestra vida que ojalá haya algún trapito al sol que sea entretenido. Se va a basar sobre todo en el libro Hermanos, la verdadera historia y habla un poco de lo que fue nuestra infancia, de qué familia venimos, que pasó. No solamente la cuestión artística de la trayectoria, sino que también de nuestra familia, una familia normal de clase media, de inmigrantes españoles que tuvieron que trabajar y luchar y que pasaron por muchas cosas buenas y malas.
Joaquín: –De dos hermanos bastante atípicos porque a veces cuando nos preguntan: “¿cómo hacen para estar juntos tantos años?”. Ni nosotros sabemos responder. Si bien es una relación entrañable la de los hermanos también es difícil de sostener. Mucha gente añora a sus hermanos que viven en otros sitios o que no se hablan hace años. Nosotros entendemos que es un trabajo diario que hay que hacer, de idas y vueltas, de comunicarte, de aceptar al otro tal cual es, de pelearte, de discutir, porque no hay que tenerle miedo a eso, pero donde no hay que pasar ciertos límites. El origen de esto fue la familia, no estaríamos cantando juntos si no hubiéramos tenido el estímulo de nuestra madre, de nuestro padre.
-¿Cómo sería eso?
Joaquín: –Éramos un poco Lucía y yo, la revancha de lo que la familia Galán, todos artistas españoles, asturianos, amateurs de vocación, hubieran querido ser. Nosotros encarnamos el sueño de ellos, que también se convirtió en el sueño nuestro. Pero no hubiéramos cantando juntos si esa familia no nos hubiera impulsado. No salimos de un concurso de televisión ni de un productor que juntó a dos hermanos. No lo hubiéramos hecho porque somos distintos, porque hay un montón de cosas que son incompatibles. El hecho de ser hermanos fue el gran hilo conductor que nos sostiene y también a nuestro público porque más allá de “Me engañaste y me mentiste”, “Ella”, o “Pega la vuelta”, el lazo más grande que ve la gente en nosotros y que genera empatía es que seamos hermanos. Eso es más potente que cualquier hit del momento. Ese es el punto de partida y de llegada, siempre vamos a ser hermanos, más allá de que termine Pimpinela.
-¿Cuál es la fórmula que los mantiene juntos?
Lucía: –Es un trabajo diario de tratar de entender que el otro es distinto, de no imponer lo que uno quiere, lo que uno piensa, de tratar de tener un lenguaje de comunicación que sea de socios más que de hermanos y no de: “Bueno, cállate, vos que...”. Esas cosas de cotidianidad que a veces se mezclan con la cuestión laboral. Entonces sí hemos tenido que aprender mucho y a veces nos sale bien y otras, muy mal y estamos unos días con cortocircuitos hablando lo justo y necesario hasta que todo vuelve a funcionar de nuevo.
-¿Se imaginan entrando a MasterChef Celebrity?
Lucía: –No, no. A mí me habían propuesto para la primera temporada y no quiero nada que me estrese más que mi estrés habitual. Me gusta cocinar, pero la especialista en eso es mi hija Rocío y se ve perfectamente ahí. Aparte no me gusta la forma: hay como una violencia exagerada que no me gustaría tampoco que me hablaran de esa manera. La verdad que no, ni loca. Y él, menos.
Joaquín: –Tampoco. Son ciclos que nadie puede discutir el éxito, pero tampoco me gusta la manera en que se trata a los participantes. Más allá de que forma parte del show.
Lucía: –Pero no es el MasterChef de España que se ríen todos con los participantes y, cuando se tienen que poner firmes, se ponen firmes. Les falta juego.
Joaquín: –Hay como una cosa de sobrar, de soberbia. Yo duraría un minuto. Los mando allá...
Lucía: –¡A freír churros!
Joaquín: –A freír churros elegantemente y ellos me mandarían a mí porque no sé hacer ni un huevo frito. Además nadie me llamó, con lo cual estoy feliz.
-Parece que no se identifican con el reality...
Lucía y Joaquín: –¡No!
Lucía: –Yo creo que uno siempre tiene que aportar su experiencia y conocimiento con respeto y altura, sin bardear a la gente. Jamás podríamos tener una devolución para que el otro se sienta mal. No es necesario, ni entramos en ese juego, que sabemos que es un juego y que les piden que hagan eso. En La Voz sabemos lo que podemos aportar pero siempre con respeto y con altura para que el otro se sienta bien, no para hacerlo sentir mal.
Joaquín: –Vos imaginate que todos los que van a programas aspiracionales, sea La Voz o MasterChef, todas las expectativas que tienen, toda la ansiedad. Entonces más allá del formato y de que todo sea, en definitiva, una competencia y un juego, hay que tener mucho cuidado porque estás hiriendo sensibilidades, expectativas. No te digo que hay que aplaudir a todo el mundo y que no tenés que decir lo que tenés que decir y que si alguien queda afuera, queda afuera… Pero las formas para nosotros son muy importantes, la desvalorización o el ninguneo o el mirar desde arriba...
Lucía: –Hay que ser muy inteligente para hacer un personaje de malo, no cualquiera puede hacer de malo del jurado.
Joaquín: –Tiene que ser un malo que en el fondo sea muy bueno y hay programas donde no percibimos eso. Tanto en La Voz como en algunos que hemos hecho, en Soñando por cantar o Cantando por un sueño...
Lucía: –O Genios de la Argentina. En todos manteníamos mucho respeto.
Joaquín: –Mucho respeto por el participante que va ahí lleno de sueños, ya sea porque quiere ganar, porque necesita el premio, porque quiere llegar a ese lugar. Si estás cocinado, ponés amor, porque la cocina es amor, el plato sabe mejor si está hecho con amor. ¿Cómo podés poner amor si estás tensionado y estresado? Es imposible. Yo no cocino, pero me imagino que si cocino para alguien va a ser para agasajarlo, ahí se te paran los pelos de punta. A mí lo que me emociona mucho de MasterChef es cómo colaboran entre ellos, los equipos, casi que se protegen de esos monstruos que los acechan y los critican y les falta insultarlos nada más.
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