Lucía y Joaquín Galán conversaron con LA NACION sobre la gira con la que están celebrando sus cuatro décadas de existencia; el secreto de la vigencia y el balance de una carrera con conciertos en buena parte del mundo; la vida familiar y los secretos de la convivencia
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Curiosa fórmula la de dos hermanos que le cantan al amor con interpretaciones enfáticas, cumpliendo el rol de una pareja, generalmente en situación de discordia. ¿Podrá ser creíble que el estrecho parentesco se anule y esos personajes de ficción sean creíbles? Los 40 años de intachable trayectoria de Pimpinela demuestra que es posible.
Lucía y Joaquín Galán trascendieron aquellas dudas iniciales y también le dieron batalla a los prejuiciosos que desde una intelectualidad impostada se enojan con los fenómenos populares. Este viernes y sábado, el famoso dúo revalidará sus lauros en el estadio Luna Park porteño.
Las cuatro décadas de vida ameritan el repaso del repertorio atiborrado de hits y un mano a mano con los fans incondicionales que toman la posta desde la platea para establecer ese ida y vuelta imprescindible para todo artista.
“Contamos con la imaginación y lo lúdico de la gente para que sean creíbles los temas de pareja que interpretamos con mucha dramatización. El público despega la idea de la hermandad, es más, ni siquiera nos ven a nosotros, sino que se reflejan ellos mismos en sus vínculos, alegrías y tristezas de la vida cotidiana. El hecho de ser hombre y mujer nos da un juego mayor, ya que nos permite las dos voces, algo que no le sucede a un hombre o una mujer solista. Y, por supuesto, el tema del conflicto siempre es atractivo. Si en la calle hay dos personas peleando, la gente se para a observar hasta dónde seguirá la cosa. En cambio, si hay una pareja besándose, nadie se detiene. Además, a lo largo del tiempo hemos ido tocando diferentes temáticas que fueron identificando la evolución del público. Si a eso le sumamos nuestra vocación y capacidad de trabajo, podemos encontrar algunas de las claves de la trascendencia de Pimpinela”, reflexiona Joaquín Galán en el comienzo de la charla con LA NACION. A su lado, Lucía Galán, su hermana asiente en sincronía.
Cada tema de Pimpinela implica una actuación de parte de los cantantes, dándole vida a historias narradas en tres minutos: “Es esencial interpretar eso que se está diciendo. Hay muchísimos cantantes que cantan muy bien, pero no emocionan, no saben traspasar esa fibra y llegar al corazón de la gente”, sostiene Lucía Galán.
-Solo con la técnica no alcanza.
-La técnica hay que internalizarla para poder contar algo. En nuestro caso, cuando comenzamos, nuestra matriz era unir la música con el teatro. Joaquín se enfocó en la composición, que es su pasión, y yo en la actuación, que es lo que estudié desde pequeña sin imaginar que me convertiría en cantante. Yo quería ser actriz, jamás se me había cruzado por la cabeza hacer lo que hago. Así que haber encontrado un estilo donde los dos podemos volcar nuestras vocaciones fue muy importante. Una vez logrado eso, fue un camino de estudio, de perfeccionarnos hasta el día de hoy, no quedarnos con lo que sabemos.
El coqueto edificio con reminiscencias art decó que alberga a la productora de los Galán, es el ámbito escogido para el encuentro. En una sala amplia, con vitraux elegantes, Lucía y Joaquín se disponen a pensar en voz alta el aniversario que también se convirtió en excusa para una gira internacional que ya tocó Estados Unidos, México, Colombia y Perú y llegará a Mendoza, Córdoba, Rosario, Ushuaia, Tucumán, Jujuy y Salta.
No hace mucho, Pimpinela lanzó “Traición”, cuyo clip fue protagonizado por Carina Zampini y Gabriel Corrado, un corte en el que el amor entre personas del mismo sexo aporta una mirada de género que marca un quiebre en los relatos de pareja de los Galán. Hace poco, el lanzamiento de “Cuando lo veo”, donde Pimpinela interactúa con Benjamín Vicuña, puso en blanco sobre negro la posibilidad de amar a cualquier edad.
-Han acompañado el pulso cultural, las evoluciones sociales y los cambios de paradigma en torno a lo vincular.
Joaquín Galán: -Vivimos mirando lo que sucede alrededor nuestro, conectados con la gente. A veces, sucede que hay artistas que se alejan del público o de la realidad. A nosotros nos sucede lo contrario, vivimos entre la gente, nos divierte ir a restaurantes y escuchar, como también somos oído de gente querida que nos cuenta sus problemas. Eso hace que, a la hora de componer, fluyan algunos temas.
-Eso requiere estar muy permeables a lo que sucede.
Joaquín Galán: -Somos muy sensibles a lo que pasa. Al relacionarnos con la gente nos damos cuenta que la problemática del amor es para todos igual. Todos buscamos saber qué es la felicidad y, en ese camino, todos sufrimos traspiés, así que la idea es poder reflejar esas historias. Es imposible que lo que hacemos quede añejo porque vivimos en el presente.
Lucía Galán: -Siempre estamos atentos y también pensamos en nuestras propias vidas, como dice Joaquín, vivimos en el presente.
-Pimpinela es como un clásico shakespeariano, parte de premisas muy esenciales.
Lucía Galán: -El amor y el desamor, los desencuentros, la fantasía y las ilusiones.
-Porque fue bien o porque fue mal, el amor atraviesa a todos.
Lucía Galán: -Los extremos se tocan, no hay medias tintas. La pasión llevada al extremo genera las mini operetas italianas que son nuestras canciones, donde hay un clímax y un desenlace. Y eso hace que la gente participe.
-Se sabe cómo termina Romeo y Julieta y no por eso anula el deseo del espectador por transitar ese relato una y otra vez. Con ustedes sucede algo similar.
Joaquín Galán: -La gente conoce el final de todas nuestras canciones, sin embargo, se genera un clima de complicidad y van cantando con nosotros, asombrándose como si fuese la primera vez. Ese es el deseo de jugar. No podríamos hacer lo que hacemos sin esa actitud de la gente.
Lucía Galán: -Fluye una energía muy particular, donde todos son cómplices de los códigos.
-Más allá de los temas de pareja, cuando abordan cuestiones como el amor familiar o el vínculo entre los hermanos, aparece algo sumamente inclusivo.
Lucía Galán: -Es muy entrañable lo que sucede con temas como “Hermanos” o “El amor no se puede olvidar”.
Joaquín Galán: -Ahí dejamos los disfraces de los personajes y somos nosotros, acompañados por imágenes en las pantallas de nuestros seres queridos. Y la gente hace la transferencia afectiva y piensa en los suyos. Y después de eso, volvemos a las canciones de amor y la gente nos deja de ver como hermanos.
-En Pimpinela no puede faltar el concierto en vivo. El ritual de las presentaciones completa el fenómeno.
Lucía Galán: -Es así, pero también creo que el artista que perdura es el que corta tickets, como dicen los empresarios. Todo lo demás no alcanza, no se puede ser un artista de redes.
-La propia vida es inspiración para la composición.
Lucía Galán: -No hay un mecanismo donde yo le cuento a Joaquín qué me sucede para que él escriba. Hay algo que él percibe y que lo inspira para escribir. O también puede suceder que, con el tiempo, te toca atravesar por una situación que Joaquín escribió tiempo atrás. En definitiva, a nosotros nos pasa lo mismo que a la gente, por eso el lenguaje cotidiano de nuestra música. ¿Quién no pasó por una decepción o la pérdida de un ser querido?
-En nuestra charla anterior, les hice hincapié en lo avanzado de algunas temáticas de Pimpinela. Joaquín le ha dado entidad a una mujer empoderada cuando esos no eran temas instalados en la sociedad.
Joaquín Galán: -Y eran tiempos donde había hablar aún más, ya que la mujer estaba un paso atrás. El temperamento de Lucía es inspiración para poder escribir y hablar sobre los derechos de la mujer. De todos modos, y a pesar de todo lo que se avanzó, el machismo sigue vigente en el mundo, la mujer sigue ganando menos que el hombre y no ocupa los mismos puestos.
Lucía Galán: -En ninguna empresa las mujeres empatan a los hombres en ciertos cargos.
Joaquín Galán: -Aún falta mucho para esa igualdad anhelada. Por eso hay canciones como “A esa” que siguen tan vigente en los chicos más chicos.
Cotidianeidades
-Al vínculo artístico se le suma el personal. ¿Cómo manejan las energías para que lo familiar no invada lo laboral y viceversa?
Lucía Galán: -En lo personal, tratamos de no invadirnos, pero sabemos que ambos estamos para el otro en caso de necesitarnos. Hablamos de nuestras cosas cuando podemos y necesitamos. En las giras, cada uno está en su habitación o hace lo que quiere hacer. De pronto, yo me puedo ir a pasear y Joaquín se queda componiendo. Aprendimos a tener libertad, espacio y aire para no tener una sobredosis de hermanos y de Pimpinela, eso preserva mucho la relación. Con el tiempo, entendimos cómo respetar los espacios y las ideas. Y a la hora de comunicarnos, diferenciamos cuando habla el socio o el hermano.
-¿Hubo crisis?
Lucía Galán: -Hemos tenido momentos grises, donde hemos tenido que recurrir a terapia profesional, algo que nos recomendó Les Luthiers. Aprendimos a hablar como hermanos en cuestiones personales y de manera profesional cuando se trata de Pimpinela.
-Es muy complejo sostener cuarenta años ese vínculo sin claudicar.
Lucía Galán: -Es muy difícil sostener ese equilibrio. A veces lo llevamos mejor y otras no tanto. El cansancio de los viajes no ayuda para nada. Un vuelo que no sale, un hotel que no es el elegido, un problema técnico, hay mil razones que pueden atentar contra la relación, pero siempre hay un chiste, una cuota de humor que nos descomprime y hace que todo salga mejor.
-¿Han subido al escenario peleados?
-Lucía Galán: -Sí, muchas veces hemos cantado peleados.
-Joaquín Galán: -Muchas veces...
Coinciden en la respuesta, se miran, ríen, ocultando mil y una anécdotas que solo ellos conocen: “En esos casos, la canción ´Hermanos´ no funciona mucho”, reconoce Lucía. Joaquín apela al sentido común: “Los shows te agarran en el medio de la vida”.
“Quizás cinco minutos antes nos dijimos ´andá a c…´ y después cantamos ´Hermanos´ como si nada”, dice Lucía y los dos celebran la ocurrencia que tiene mucho de verdad. “Hablando en serio, nunca hubo una pelea tan fuerte y definitoria que interfiera en nuestro trabajo y, mucho menos, en nuestra relación de hermanos y en el amor que nos tenemos”, reconoce ella.
María Engracia Cuervo Álvarez, madre de los hermanos Galán, falleció a los 96 años poco antes de la irrupción de la pandemia del Covid. Ella fue quien impulsó a sus hijos a cantar a dúo, una idea a todas luces exitosa. “Siempre fue muy ecuánime, nunca se inclinó más por uno o por otro, a pesar que él era el favorito de ella”, explica Lucía. “Era el varón”, se justifica Joaquín, dando pie a que Lucía reconozca que era la predilecta de su padre.
-María Engracia fue el motor inicial de Pimpinela.
Lucía Galán: -Nos acompañaba mucho y siempre tenía la palabra justa. No era la madre obsecuente que decía que todo estaba bien, nos marcaba los errores y si veía que no habíamos sido genuinamente nosotros, nos lo hacía saber. Estaba en nosotros hacerle caso o no, pero siempre la escuchábamos.
Joaquín Galán: -Tenía un gran criterio.
-¿Existe la vida familiar en Buenos Aires o tanta convivencia laboral los obliga a un distanciamiento?
Joaquín Galán: -Mi sobrina Rocío y mi hijo Francisco son grandes propiciadores de cenas familiares. Así que nos juntamos en alguna de nuestras casas o vamos a comer afuera. Como nuestra vida no tiene horarios y es muy atípica, es complejo establecer una rutina. No almorzamos juntos todos los domingos, pero tratamos de vernos. De todos modos, no es algo que nos sucede solo a nosotros, con los años, las familias se van disgregando, los hijos crecen y van haciendo su vida y los más grandes dejan de estar, aunque hemos tratado de seguir las tradiciones de los Galán que llegaron de España.
-¿Cómo era esa familia?
Joaquín Galán: -Llegamos a ser cuarenta. Se armaban grandes comidas, algunos tocaban la gaita, se cantaba...
-Hablando a los gritos, como dice el tema “La familia”.
Lucía Galán: -Exactamente, es una foto de los Galán.
Joaquín Galán: -Hemos tratado de trasladarles nuestras costumbres a nuestros hijos, pero los tiempos no son los mismos y las sociedades tampoco.
Hitos
-Se han presentado en infinidad de ciudades. ¿Qué espacios, en los que han brindado su show, sienten que fueron mojones?
Lucía Galán: -El Madison Square Garden y el Radio City de Nueva York fueron importantes. Me acuerdo que, años después de haber cantado en el Madison, llevé a mi hija a ver a Madonna a ese lugar increíble. Esperando que comience el show, le comenté: “Acá cantamos con el tío”, pero no me creyó y me dijo: “Dale, mamá”. No le entraba la cabeza que su madre había estado en el mismo escenario donde, en minutos, íbamos a ver a Madonna.
Joaquín Galán: -Yo recuerdo mucho el Auditorio Nacional de México, el teatro Lope de Vega de Madrid o nuestro primer recital en el Estadio Obras, cuando recién empezábamos. Después llegó el Luna Park. También fue muy loco estar en la marquesina del Radio City anunciados junto a Phill Collins, Rod Stewart y Yoko Ono.
Algunos videos de Pimpinela tienen más de doscientos millones de visualizaciones y, según un conteo que se frenó en el 2001, antes de la irrupción de las plataformas digitales de reproducción de música, los hermanos Galán llevaban vendidos treinta millones de discos.
-¿Cómo se convive con una popularidad y una fama tan grandes?
Lucía Galán: -Estamos acostumbrados, es natural. De todos modos, cuando quiero estar más apartada o no tengo ganas de sacarme fotos, no salgo de mi casa. No me gusta ser descortés ni decepcionar a alguien que me cruza, quizás por única vez en su vida, y es fan nuestro. Con respecto a la fama, me parece que el término queda chico, es un poco banal. Esta es una profesión donde uno queda muy expuesto y al que aceptan o rechazan es a uno, entonces es necesario protegerse mucho más.
Joaquín Galán: -Nuestro entorno es sano, buscamos a esa gente y son los que nos hacen seguir siendo los mismos de siempre. Hoy existe un malentendido con la fama, mucha gente joven quiere ser famosa y esa es una finalidad de muchos.
-¿Qué van a cantar en el Luna Park?
Joaquín Galán: -Vamos a hacer las canciones que siempre nos piden y que, por falta de tiempo no podemos hacer. Además, estarán los temas nuevos.
Lucía Galán: -Y nos visitará Carina Zampini, con quien hicimos el video de “Traición”.
Joaquín Galán: -Será un show muy emotivo, ya que es el regreso a Buenos Aires después de la pandemia.
-¿Implica algo diferente presentarse en Buenos Aires?
Joaquín Galán: -La responsabilidad es la misma, solo que acá estamos más relajados, estamos en casa.
-¿Se piensa en un tiempo posible de despedida? ¿Se impusieron un tope máximo de vida artística?
Lucía Galán: -No, no existe eso. Nunca pensamos que llegaríamos a los 25 o 35 años de vida. Vamos paso a paso. Nos ponemos metas cortas y precisas, posibles de realizar. Por lo demás, la vida y el público nos van llevando.
-Hay una gran vocación detrás.
Lucía Galán: -Seguimos con el mismo entusiasmo y las mismas ganas, como si se tratase del primer año y con las mismas ganas de viajar.
Joaquín Galán: -Nos estimula mucho la gente joven que nos viene a ver.
-El recambio generacional del público de Pimpinela no es habitual.
Lucía Galán: Tenemos fans muy jóvenes, a los shows vienen nenes chicos, es muy lindo.
Joaquín Galán: -Al ser música de familia, hay una perdurabilidad. Los grandes le van pasando la posta a los hijos.
Recibieron el Grammy a la Excelencia musical y durante la pandemia grabaron el alegórico “2020, el año en que se detuvo el mundo”. Para homenajear a su madre María Engracia registraron “Siempre vivirás dentro de mí” y en el flamante “Cuando lo veo” aparece la idea de la segunda oportunidad en el amor. Temáticas universales que tensionan los dolores cotidianos.
-Más allá del último tema que presentaron, ¿cuándo sintieron que tuvieron una segunda oportunidad en la vida?
Lucía Galán: -Viví todo con mucha naturalidad. Más allá de lo amoroso o de pareja, creo que tuve una segunda oportunidad cuando padecí mi accidente cerebro vascular. Fue mi segunda oportunidad para reflexionar sobre un montón de cosas, modificar mi cabeza y comenzar a vivir y plantarme de otra manera.
Joaquín Galán: -En el amor, sigo con mi primera oportunidad y lo vivo con agradecimiento.
Para los conciertos de este fin de semana en el Luna Park porteño ya no quedan localidades, razón por la cual, el dúo se presentará en el Movistar Arena de la ciudad de Buenos Aires el próximo 10 de diciembre, donde volverá a repetir el ritual de teatralizar el amor y honrar a la familia.
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