Ganó todos los premios posibles en su carrera, se hizo popular gracias a su exposición en La peña de Morfi y hoy cuenta con el humilde prestigio que da el talento. Gracias a eso es respetado y admirado por sus pares y hoy también es requerido por la pantalla grande.
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Referente del teatro musical, Roberto Peloni estrena el unipersonal El brote, que puede verse todos los lunes a las 21 en el Teatro del Pueblo, con libro y dirección de Emiliano Dionisi. Su argumento gira en torno a un actor apasionado por su oficio que siente que nunca le llegan las oportunidades y confunde la ficción con la realidad. En diálogo con LA NACION, Peloni desgrana su trabajo en El brote (una obra no musical), habla de sus inicios en la profesión y se compara con su personaje de ficción, entendiendo que tienen mucho en común. Además, recuerda el apoyo incondicional de su familia, y cuenta cómo son los primeros días de convivencia con su novia, la también actriz Jessica Abouchain.
“Habíamos trabajado con Emiliano Dionisi en Cyrano de más acá y Huesito Caracú y en la pandemia hicimos un espectáculo por streaming que se llamaba Mientras tanto, un racconto de varios personajes, mostrando cuánto extrañaba realmente volver al escenario. Teníamos ganas de hacer un proyecto juntos, estuvimos a punto de comprar una obra, pero al final no se dio. Seguimos cruzando información sobre lo que teníamos ganas de contar hasta que un día él se sentó escribir y, a la semana, me mostró el material. El brote es la historia de Beto, un actor a quien se le empieza a mezclar un poco la realidad con la ficción, no lo pasa bien en su ámbito de trabajo, nunca le tocan los personajes que él quiere y es un apasionado, cuida la frase que tiene que decir, pero siempre, por un motivo u otro, le cortan esa frase. Por otra parte, tiene un enfrentamiento con Quique, a quien le tocan los personajes protagónicos y está también el universo de todos los personajes”, se entusiasma Peloni, quien se hizo acreedor del Premio Konex de Platino por su trabajo en la última década.
–¿Interpretás muchos personajes?
–Sí. Hacer esta obra es un viaje y a diferencia de Peloni intensivo, un unipersonal en el que también hacía muchos personajes y entraba y salía a escena para cambiarme, en El brote todo está hilvanado de tal manera que me transformo sobre escenario. Está maravillosamente bien escrita, con muchos detalles y un universo muy rico. Hicimos un trabajo muy largo, porque empezamos a ensayar hace casi un año. Ambos estábamos convocados por las ganas de volver a trabajar juntos, porque siempre ha sido muy placentero, compartimos la mirada de las cosas y crecemos mucho. Confío mucho en Emiliano.
–Mientras ensayaron todo este año, ¿cada uno tenía su propio proyecto aparte?
–Sí, Emiliano viajó y estrenó Los monstruos en México. Yo hice Regreso en Patagonia el año pasado y; como director, hice Costa presidenta, en el teatro Premier. A la par me mudé un par de veces porque en febrero del año pasado hubo una amenaza de derrumbe en el edificio de Callao y Corrientes donde alquilaba y tuve que salir de emergencia con la perra debajo de un brazo y la gata, del otro. Hubo un derrumbe en planta baja, después de múltiples denuncias.
–¿Y qué hiciste?
–Me fui a la casa de mi novia (Jessica Abouchain, actualmente en la obra Inmaduros, en el Teatro El Nacional), después nos mudamos a un departamento más grande pero provisorio, y recién hace dos semanas nos mudamos juntos.
–¿Y cómo resulta la convivencia?
–¡Muy bien! Hicimos estas dos experiencias en lugares provisorios pero esta vez alquilamos algo juntos. Estamos asentados (ríe).
–¿Se conocieron trabajando?
–Nos pusimos de novios en A chorus line, hace dos años, pero nos conocíamos de antes y volvimos a encontrarnos. En 2009 hicimos La Parka, en El Cubo, y no nos cruzamos más hasta que volvimos a coincidir en ese musical y nos enamoramos.
–Volviendo a tu unipersonal, ¿sos parecido al protagonista de El brote?
–La verdad que sí. Soy obsesivo de mi trabajo. Mi primer maestro de teatro de Lanús, me decía “Pepe obsesivo”. En realidad, su mujer fue mi maestra en la secundaria y me decía: “sos igual a Ricardo, Pepe obsesivo”. Y un poco me gustaba que me dijeran eso porque sentía que era algo bueno.
–Sos un artesano de tu oficio…
–Sí, y El brote es el más artesanal de todos mis trabajos. Me aprendí toda la obra, que en un inicio duraba casi tres horas. Y la fuimos trabajando en todo el último año. Fue paso a paso, y algunas escenas caían por su propio peso. Es como estar en una montaña rusa, que sube y baja vertiginosamente. Hacía mucho que no me sentía tan a gusto porque la obra habla del mundo del teatro, pero al mismo tiempo es algo que sucede en todos los ámbitos: en la oficina, en la escuela. Y mostramos la cocina del teatro, los trucos están a la vista y eso es atractivo. Mis cambios de personajes son de 0 a 100.
–¿Recordás cuándo nació esta pasión por el teatro?
–Reconozco una anécdota como el punto de partida. A los 15 años, el hermano de un compañero con el que podíamos juntarnos en su casa iba a la escuela de teatro. Me llamó la atención y le pregunté qué era eso. Y mi segunda pregunta fue: “¿es cara?” Porque yo vivía con mi vieja, que había quedado viuda cuando yo tenía 7 años, y trabajaba limpiando casas o cuidando pacientes en el Hospital Evita. Mi tía Betty era enfermera estrella en ese hospital, amaba lo que hacía y, de alguna manera, creo que heredé de ella esa pasión por mi trabajo. Me sentí identificado con ese camino de amor, aunque en áreas diferentes. Yo era muy fanático de Antonio Gasalla –El palacio de la risa y El mundo de Antonio Gasalla, en aquel momento–, y creo que por ahí entró el teatro a mi casa, por la tele. Me aprendía los monólogos y hasta he ido al Hospital Evita a hacer personajes para el día de la enfermera. Pero volviendo a la escuela de teatro, que era gratuita, me anoté al año siguiente con terror porque no sabía de qué se trataba; me imaginaba que iban a dibujar caras en el pizarrón. Estaba muerto de miedo, me dio pánico ver a tanta gente, tenía vergüenza, pero seguí. Era muy tímido, no me gustaba llamar la atención.
–Y terminaste en un escenario, para que todos te miren…
– (Ríe) Es tremendo eso. No era de llamar la atención ni de actuar en los actos escolares.
–¿Cuál fue tu primer trabajo pago?
–Mi primer trabajo fue en 2003, con Pepe Cibrián. Pero en 1999 hicimos la primera obra con la compañía de teatro de Lanús que se llamaba Los Pepe Biondi y estrenamos una versión de Víctimas del deber, de Eugene Ionesco, en Liberarte. Hicimos funciones durante más de un año y fue un gran descubrimiento. Después descubrí el musical, y estudié en la escuela de Julio Bocca y Ricky Pashkus. Había terminado el secundario y trabajaba en Burger King de Puerto Madero, haciendo hamburguesas, y con eso me pagaba la escuela. Justo ganaba lo que costaba la cuota, y mi vieja me daba para el viatico. Mi primer trabajo en teatro comercial fue con Cibrián, en 2003 con Las mil y una noches. Y dos años después hice Los productores, con Guillermo Francella y Enrique Pinti. También hice El cabaret de los hombres perdidos, en el Molière.
–Pero la popularidad te la dio Lord Farquaad, en Shrek…
–Sí, fue en 2005 cuando se hizo por primera vez. Volvimos el invierno pasado y el próximo estaremos otra vez en el Maipo. Fue un sueño hacer a Lord Farquaad. Lo vi por primera vez en un video de los Premios Tony sin saber que era Shrek porque no había visto la película. No podía creer lo gracioso que era. Al poco tiempo hubo audiciones, fui y quedé. Fue una gran producción, muy cuidada en todos los detalles, con un vestuario increíble. Fue la primera vez que yo vi que al llegar un vestuario la productora dijo: no es eso. Y se volvía a hacer porque había pagado una licencia para que los trajes fueran iguales a los originales.
–¿Cómo fue hacer ese personaje para el cual tenías que actuar de rodillas durante toda la obra?
–Increíble. De alguna manera comparo lo que sucedió con El brote, porque era mucho para estudiar y había que cantar y estar de rodillas, buscar el apoyo. Estaba sobre un aparato muy bien hecho, y por suerte nunca me dolió nada: era una especie de rodillera de motocross con una articulación sobre una planchuela agarrada a los pies falsos y se enganchan a la cintura. Era muy complejo, difícil de colocar y sacar. Como con El brote, fue una gimnasia.
–Hiciste poca televisión, ¿te interesa el mundo audiovisual?
–Hice televisión en Morfi todos a la mesa y fue un momento de gran visibilidad. También estoy en la tercera temporada de El jardín de bronce que se estrena pronto en HBO. Estuve en Go, vive a tu manera en Netflix, y hace unos años participé del unitario La celebración. Ahora me interesa más el mundo audiovisual. En su momento estaba muy metido en el teatro. Pero en los últimos años rodé tres películas también: Sola, La sombra del gato, con Danny Trejo y Miguel Ángel Sola, y Lennons (todas de José María Cicala), que es una comedia sobre una supuesta visita de John Lennon a la Argentina y se estrena éste año. Creo que voy a poner más el foco en lo audiovisual.
–¿Proyectos?
–Hay algo más de teatro comercial, pero tengo que ver si puedo hacerlo. Volvemos con Shrek en invierno y sigue Costa presidenta, donde le hacemos un pequeño homenaje a Enrique Pinti, que además de ser un referente era un amigo y trabajamos juntos en Los productores, Pingo argentino, El burgués gentilhombre.
–¿Tu mamá llegó a verte trabajar?
–Falleció durante la pandemia. Había tenido un ACV hace unos años, luego le siguió un decaimiento neurológico importante y la pandemia fue fatal. Pero me vio trabajar y estaba muy orgullosa. Siempre me apoyó mucho; no había un modelo en mi familia, no tenía que ser universitario porque eran muy humildes, mi papá era chatarrero. Pero había que hacer algo. Mi mamá no quiso que trabajara, sino que termine el secundario y si iba a la universidad mejor. Pero me vio tan entusiasmado con el teatro y muy abocado, que nunca me puso un freno. Agradezco mucho haber tenido ese apoyo, porque delineó el sentido de mi carrera y me dio libertad para animarme a soñar.
Para agendar:
El brote, todos los lunes, a las 21, a partir del 13 de febrero. En el Teatro del Pueblo, Lavalle 3636. Entras por Alternativateatral.com.
Costa presidenta, de jueves a domingos, en el teatro Premier, Corrientes 1565. Entradas por Plateanet.
Los hits de Peloni
La Parka (2006-2014), protagónico.
Sweeney Todd (2010), como Pirelli.
Alicia en Frikiland (2012).
El cabaret de los hombres perdidos (2012-2014). Coprotagónico.
Mundo redondo (2014-2016). Director y autor, sobre canciones de Los Redonditos de Ricota.
Shrek (2015-2016-2021). Lord Farquad. Ganador del Premio Hugo de Oro, además del Premio Hugo por su interpretación.
Rocky Horror Show (2016-2017), protagónico.
Pelonintensivo (2017-2018).
Huesito caracú (2019), como Cocorito.
Camarera (2019), como Oski. Ganador del Premio Hugo.
Siglo de Oro Trans, Don Gil de las Calzas Verdes (2020-2021).
La Peña de Morfi y Morfi todos a la mesa (2018-2020)
Pero, además, entre otras obras trabajó en El burgués gentilhombre, El fantasma de la ópera, La Bella y la Bestia, Pingo argentino, Los productores, El conejo, Objetos maravillosos, Canciones con gracia, Gardel, el musical, Te quiero, sos perfecto, cambiá, A Chorus Line, Regreso en Patagonia y La fiesta de los chicos.
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