Paula Robles: "Haber estado en los medios acompañando a Marcelo Tinelli fue un gran viaje"
"Buscamos expresar la potencia femenina y sacar lo mejor de cada una. Es un buen momento para sumar fuerzas y tomar conciencia, ya que somos unidad psicofísica y, a partir de esta unidad, la forma en la que se expresa nuestro cuerpo tiene que ver con nuestra expansión y organización. En este sentido, Mulleres es un espacio donde se permiten estas transformaciones", explica Paula Robles a LA NACION, mientras desayuna en un bar de ese Palermo que se desdibuja con Colegiales. A cara lavada, outfit informal, zapatillas de running y una actitud que le permite pasar inadvertida; ese es su universo, el de los que hablan con el hacer, sin demasiados artificios ni actitudes ruidosas o rimbombantes.
A pesar de su tono pausado y sereno, se la nota movilizada por el evento que presentará el grupo Mulleres, que ella dirige, este sábado 9 de marzo, a las 18, con motivo de una nueva conmemoración del Día Internacional de la Mujer. La expresión individual y colectiva expresada desde esa sutil amalgama construida con la música, la danza, el teatro, lo performático y las artes plásticas: "La cultura del afecto tiene que ver con la confianza en crear a través del arte y la comunicación, claves para poder construir", sostiene la bailarina y coreógrafa mientras ultima los detalles del gran encuentro que se llevará a cabo en el Centro Cultural Arte en las Fábricas, ubicado a 61 kilómetros de Buenos Aires, en inmediaciones de la Ruta 8 en la localidad de Fátima, partido de Pilar.
¿Quién es esa chica?
Robles pertenece a una rara avis. Su extremado bajo perfil y una profunda timidez que le genera aversión a la hora de dar una entrevista o mostrarse públicamente, se contrapone con un mundo de redes sociales intrusivas e invasivas en las cuales muchos se recuestan para mostrar una vida que no es. Ella tiene vida. Sí, claro. Propia. Con identidad. Y lejos de exponerla o alardear con sus talentos, que son muchos, por cierto, prefiere refugiarse. Quizás, preservarse. Se construyó en el hacer desde su arte y el desarrollo de una espiritualidad sostenida en filosofías como el budismo y en prácticas como la meditación. "Mulleres nació como un grupo de mujeres, pero se fueron integrando los hombres. Es maravillosa esa energía y ver cómo suma al trabajo. El arte nos da muchas posibilidades de conectar y herramientas para accionar en conjunto. Así podemos generar un estado de alegría y confianza, que funciona como base para la transformación", dice.
Mulleres ofrece su voz en un momento de reposicionamiento de la condición femenina. Antes y después de Simone de Beauvoir, y de tantas otras pensadoras, aquel definido como "segundo sexo" hoy adquiere justa relevancia con equidades e igualdades postergadas. "Existe una determinación muy clara en la mujer. En lo personal, hay un trabajo interno para conectar con determinados valores", señala.
-¿Cuándo aparecen en vos estas inclinaciones?
-Siempre fui una buscadora del sentido de las cosas. Me interesa el para qué, el por qué. Busco conectar con el corazón y en el hacer. Pienso que cada uno tiene su misión, su camino, y que el gran objetivo es la paz del mundo.
-Te manejas con bajo perfil, sos estudiosa de diversas disciplinas. Un caso extraño, no único, pero difícil de encontrar en cierto circuito mediático...
-Me interesa formarme, para mí es un desafío comunicar. Los medios siempre me buscaron para ver qué pasaba con Marcelo [Tinelli, su pareja entre 1997 y 2008], si iba o no al "Bailando", y es natural que así sea. Pero yo siempre respondía: "Cuando haga algo propio, los voy a llamar". Y así fue. No me sale mostrarme masivamente.
Una descripción algo banal haría foco en que Robles es la exmujer de Tinelli, con quien tuvo dos hijos: Francisco y Juana. Y que sostuvo, en 2007, un tránsito virtuoso por la pista de "Bailando por un sueño". Sin contradicciones, esta mujer de 51 años que aparenta una década menos, se adentró en el show business, pero a su modo.
-¿Fue compleja aquella etapa de mayor exposición pública?
-Haber estado en los medios acompañando a Marcelo fue un gran viaje y un aprendizaje. Acompañando y haciendo la mía.
-¿Por qué fue un gran aprendizaje?
-Era muy fuerte lo que sucedía exteriormente. Fue todo un desafío no perder ese lugar de mi conexión con lo que quería con respecto a la familia, a él, con lo que me gustaba hacer. Salía y todo era una bomba.
-No eras la mujer de una persona conocida, sino del creador y conductor del programa con mayor audiencia de la televisión local y un empresario de medios poderoso. Todo un mundo bien distinto al tuyo.
-Él se fue haciendo mientras estábamos juntos. Yo no lo conocí así de famoso y poderoso.
-¿Padecías ese universo que lo rodeaba?
-No sé si lo padecía. Era desafiante. Siempre tomé las cosas desde la fuerza, más allá de mi vulnerabilidad y de mis lugares de sensibilidad y fragilidad. Estaba bueno.
-Estimo que también habrá sido muy importante para él tener a su lado a una mujer tan enraizada en lo espiritual.
-¡Ah, no sé, preguntale!
-¿Cómo vivenciabas la exposición en "Bailando por un sueño" desde el rol de participante?
-Alucinante. Estar ahí, haciendo la mía, fue muy interesante. Tenía un lugar de contención que era Ideas del Sur, donde iba a bailar y la prensa no me apabullaba. Pero, en la medida en que fui finalista, tuve que abrirme. Sucedió paso a paso, y con una intensidad muy fuerte. Me encantó la experiencia. Muy enriquecedora.
-No dejaste que te atravesaran determinadas dinámicas. En cambio, volcaste lo tuyo al servicio de… Es interesante esa ecuación.
-No estaba afuera de eso, pero no lo usaba.
-Tomando el universo de Bronislaw Malinowski, podría decirse que prácticamente hacías un estudio antropológico social del fenómeno. Mirar desde afuera estando dentro. Un interesante trabajo de campo.
-Exacto. Yo decía: "¿Cómo es esto?". Pero, mi pilar y mi eje eran bailar.
-¿Percibías un trato preferencial?
-No, siempre todo fue muy cercano. Depende mucho de lo que uno transmite. Era una relación de pares, humanos, sin jerarquías, con respeto.
Cuerpo y alma
En busca de esa sanación y equilibrio sustentado en la amalgama de cuerpo y alma, y en la sensorialidad en estado puro, la propuesta de Mulleres se interesa en generar un cruce con la platea en la fusión de espacios: "Nos gusta el desafío de interactuar con la gente, son espectadores y a la vez parte. Es en ese encuentro donde sucede la obra". Pensar la condición femenina desde el arte e irradiar un mensaje en torno a cuestiones que hacen a un hoy atravesado por empoderamientos, pero también por flagelos que parecen no morigerar a pesar del cambio de conciencia colectiva. De eso se trata. Paradigmas que mutan, pero que aún no son suficientes para combatir abusos.
Sanar, transformar, en su boca no son solo palabras. Se trata de conceptos que atraviesan su hacer. Que entrelazan arte y vida. Su arte y su vida. Como un tejido henchido a su modo. Y en ese modo, hay toda una concepción para mirar la vida. Alejada de vidrieras exhibicionistas y más cercana a interioridades de espíritu y geográficas: Mulleres llevará su mensaje a una barriada industrial con vecinos a los que nada les sobra. Allí, en el corazón de Fátima, en el espacio dirigido por el escultor Alejandro Marmo, cuerpo y alma se enlazarán para hablar y hablarse. "Me formé en la técnica de Alexander, de la cual soy docente. Se trata de una reeducación psicofísica que aplico a todos los aspectos de mi vida". Coherencia pura en el discurso y en el hacer. Problemático de sostener siendo quien es.
Ser madre
-Sos madre de un joven y una adolescente en un siglo XXl complejo. ¿Cómo llevás adelante ese rol? ¿Qué aporte ejerce la construcción espiritual que trasciende el arte?
-Lo vivo con gran responsabilidad y alegría, dándoles herramientas y tomando conciencia del lugar que tienen. Buscamos los espacios para encontrarnos y hablar. Compartimos lo social y lo artístico.
-¿Tenés temores con respecto a tus hijos en relación a este momento que les toca transitar?
-No. Es un desafío, porque la vida es constante aprendizaje, búsqueda y crecimiento. No hay un lugar quieto que se paraliza. Lo transito desde un lugar de alegría, de fe. La madre es una leona, con incondicionalidad y, desde ya, no vale todo.
-Leona que pone límites.
-Claro, de acuerdo a las edades. Hay límites muy determinantes y otras cuestiones que se conversan. Hay que hablar y tener mucha comunicación. A veces, eso me cuesta. De todos modos, ser mamá es lo más maravilloso que me pasó en la vida.
-A propósito de tener hijos en común, tu vínculo actual con Marcelo Tinelli, ¿es bueno?
-Muy bueno.
-¿A partir de qué cuestiones están comunicados?
-Los chicos son el vínculo. Hay muy buena onda, muy buena relación.
-No es poco. No siempre sucede cuando una pareja se separa.
-Eso es un montón. Es algo muy fluido. Hasta con Guillermina …
-¿Tenés buena comunicación con Guillermina Valdés?
-Sí, obvio.
-Tampoco es tan frecuente tener buen vínculo con la pareja actual de un ex.
-Nuestras hijas son muy contemporáneas, así que son amigas entre sí.
-Imagino que las cuestiones de madres son los temas más abordados en esas charlas.
-Sí, claro. Es lo normal, pero tampoco estamos todo el día hablando.
-¿Es más sano desarrollar ese tipo de vínculo?
-Más sano, más fácil. Aprovechas la vida. Es ir liviano.
-Siempre es saludable sacarse mochilas pesadas.
-Ser liviano es un compromiso y ese compromiso tiene su profundidad. Se trabaja para eso.
-¿Estás en pareja actualmente?
-No. Creo que los encuentros suceden, son hermosos y hay que vivirlos.
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