Paula Kohan: dejó todo y se fue a vivir a México, pero regresó porque no era feliz
La actriz había tomado una importante decisión para su vida junto a su marido, pero sus raíces fueron más fuerte y tras la experiencia, decidió hacer nuevamente las valijas y volver al país
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Hace dos años, decidió seguir hasta México a su marido, el empresario gastronómico Tomás Kalika, que iba a abrir un restaurante en tierras aztecas. Dejó todo lo que estaba haciendo -que era bastante- y se embarcó junto a su bebita, Olimpia. Sin embargo, hace unos meses decidió volver junto a su familia y enseguida volvió a trabajar a full en la Argentina.
-¿Por qué volviste de México?
-Después de dos años de estar viviendo allá, volví. Ya cumplí.
-¿Cuánto hace que volviste?
-En noviembre volvimos dos meses a la Argentina, en enero fuimos a México y en febrero ya nos instalamos acá definitivamente.
-¿Por qué volvieron?
-Fue una sumatoria de cosas. Extrañé una barbaridad nuestro país porque lo amo. Suena patriota, pero lo amo. Extrañé mucho los afectos, actuar en argento y no en neutro mexicano, la idiosincrasia argentina... No sé, creo que siento como que me hizo mucha falta mi país, también creo que una cosa es irte a los veintipico y otra cosa a los treinta y largos, con una hija de diez meses. Eso es otra cosa. No tenés el mismo ritmo de vida, ni quizás la misma apertura a vivir esas experiencias.
-Pero te fuiste entusiasmada.
-Sí, con todo el entusiasmo del mundo y con mucha convicción de vivir la experiencia de lleno, pensando que de verdad no volvíamos a la Argentina. Y sí me pasó de descubrirme ahí con la sensación de que los seres humanos tenemos el gen o no tenemos el gen de vivir afuera. Y, particularmente, yo creo que carezco de ese gen. Allá valoré mucho la construcción que hice de mí misma durante todos estos años. Yo tenía una fotografía construida y de repente sentí que no la tenía más.
-Tenés que nacer de nuevo afuera.
-Sí, arrancar de cero.
-¿A tu marido le pasó lo mismo?
-Mi marido ya iba con las cosas un poco más concretas porque el real motivo de la mudanza fue que él iba a abrir su restaurante allá. Y como a mí me encanta, soy re aventurera, dije :“Dale, vamos con toda”. La gorda era chiquitita, no tenía una identidad instalada acá y me pareció un gran momento para vivirlo. Él tenía la certeza de abrir el restaurante y yo arrancaba realmente de cero, tenía que buscar una carta de presentación nueva. Es verdad que yo podía continuar con todo lo mío allá, siendo actriz... Yo también laburo en comercial hace muchos años y eso lo puedo ejercer desde cualquier lugar del mundo, entonces no había un tema. Pero, bueno, en el medio del proceso de estos dos años fueron pasando un montón de cosas.
-¿Qué cosas?
-El tuvo que cerrar el restaurante, convertirlo en otra cosa, porque él también se encontró con un proceso profundo, complejo, intenso... Eso nos transformó mucho a los dos.
-Entonces decidieron volver.
-Sí, yo creo que un poco la que llevó la bandera de ese movimiento fui yo que le dije: “Extraño mucho la Argentina, extraño mucho los afectos, extraño mucho el tipo de trabajo”. Porque en México trabajé, pero extrañaba mucho todo esto. Le dije a mi marido: “Mirá, necesito volver. En todo caso podés ir y venir o vamos viendo, pero necesito volver a tener esa base en mi país que amo profundamente”. Y él entendió que yo estaba hablando desde las profundidades de mi entraña. México tiene muchas cosas diferentes a nuestro modo de vivir, entonces me topé con un tema cultural, es muy cosmopolita, pero hay algo de la idiosincrasia que es muy diferente, el rol de la mujer en general porque tengo mucha personalidad, pero a veces allá tenías que ser sumisa. Entonces nos hicimos planteos muy profundos.
-¿Llegaste a sentir lo que se llama “duelo migratorio”?
-Sí, tuve duelo migratorio, lo tuve. Y yo soy una persona que siempre se va cuando está el vaso lleno. Se quema mi casa y digo: “bueno, ya me quería mudar”.
-Porque sos sagitariana...
-Soy una mega sagitariana y me di cuenta de que eso había que atravesarlo lo más parecido a un duelo. Por suerte, tengo las antenas muy despiertas y supe que eso podía volverse algo más complejo con el paso del tiempo. Dije: “la decisión que tomé en un momento quizás no me está haciendo feliz hoy, ni es la que quiero para el resto de mi vida”. Había una antena que me estaba diciendo que si algo se instalaba no iba a estar bien, no me iba a hacer feliz.
-¿Y ahora cómo estás con la vuelta?
-Yo estoy exultante, feliz. Al que me dice que fracasé, le digo: “¡qué hermoso que es fracasar así en la vida!” Me importa tres pitos la opinión del otro sobre qué piensa qué es o no fracasar. Elijo muy bien a quiénes escuchar, todo lo demás me resbala porque la felicidad es bien subjetiva. Estoy orgullosa de mí, de agarrar todo a los 37 años y decir: “a ver, voy a vivir esta experiencia”. Y también parar la mano y decir: “hasta acá”. Y de los fracasos es realmente donde uno más aprende, pero aún así te digo, yo no vivo esto como un fracaso, vivo esto como un aprendizaje de vida.
-Y ya estás trabajando acá.
-Estoy trabajando un montón. Llegué y lo primero que me pasó fue que me llamaron para hacer un casting en Disney, para un personaje re lindo de la serie infantojuvenil Playback, que se va a lanzar a pleno el año que viene para toda Latinoamérica. Quedé como la mamá de la protagonista. En paralelo, había una obra de teatro que iban a hacer el año pasado, Al borde del mundo y al final no se hizo y estaban buscando dos roles femeninos y también ahí audicioné y quedé. Se armó un elenco impresionante, hace mucho no disfrutaba tanto un elenco tan humano. Ahora terminamos la temporada en el Centro Cultural San Martín y reestrenamos en el Astral en enero.
-¿Estás haciendo streaming también?
-Sí, se llama Madres 5G. Habíamos hecho la obra Madres hace varios años, con mucho éxito. Cuando yo me fui a México, la obra continuó, se hizo gira por todo el interior y lo que pasó era que la obra generaba un concepto muy potente con las madres, con todo lo que eso abarca, y también el de maridos acompañando a estas madres y se reía mucho de la maternidad. Y mientras estuve en México empecé a pensar que había que hacer algo más con eso, llevarlo a otro formato. Entonces cuando piso la Argentina, me junto con la chicas y les digo: “Che, tenemos que hacer otra cosa acá”. Y propuse un programa de streaming con esto de Madres, pero más picante, no el típico programa de madres a las cinco de la tarde de un domingo, si no desde la cosa prohibida de la maternidad, desde lo sexual. Entonces surgió el nombre Madres 5G, con un poco de doble sentido. Y ahí surgieron temas como ¿qué pasa cuando te divorciás? Cuando ya tenés pibes y querés volver a conocer a alguien... ¡Qué quilombo! Temas picantes que sentimos que hoy no están tan desarrollados, no queríamos ir a nada de lo convencional y empezamos a armar estos programas, a lanzar videos por las redes, con mucho éxito, y en paralelo armamos el formato de este programa en stream. Es de noche porque la idea es justamente hablar de cosas que de día quizás no podés hablar tanto, y a esa hora ya dormiste a los pibes, te podés relajar, tomar una copita de vino. Es tu momento. Así que bueno, en eso estamos. A las 21, los lunes, por La casa streaming.
-¿Tu marido se adaptó bien a la vuelta?
-Sí, porque Tomy tiene acá dos restaurantes y tiene mucho trabajo. Él venía todo el tiempo a la Argentina. Eso también fue fuerte porque yo pasaba muchos días allá con la gorda y yo quería venir también a la Argentina.
-En tu Wikipedia dice que sos actriz, cantante y diseñadora, quizás por la marca de ropa que tuviste con Celeste Cid. ¿Vas a seguir con eso?
-No, no. Eso fue un momento, diseñadora no soy, ni mucho menos. No quiero faltarle el respeto a toda la gente que trabaja y que se recibe en diseño de indumentaria. A mí me encanta la moda y me pongo algo y la gente dice: “Ay, qué lindo esto, cómo lo conseguiste”. Entonces en un momento me dediqué a la moda, pero ya no, hay que editar Wikipedia.
-¿Cómo ves a la distancia y con todo lo que se está sabiendo ahora, el tema de la muerte de tu papá en pandemia?
-Mi papá falleció antes de que mi hija naciera. Yo le contaba que estaba embarazada, tratando de estirar un poco y que pueda conocerla, pero me daba cuenta de que ya no podía más, que ya no quería seguir. Era grande, 94 años. Falleció en pandemia por el sedentarismo. Él era muy activo, hacía gimnasia y de lunes a sábado se veía con sus afectos, y el hecho de quedar encerrado, sin poder hacer actividad física y a la vez, sin poder ver a sus afectos, lo marchitó completamente. Yo me acuerdo que medio que me escapaba, en el mejor sentido, porque conseguí un permiso, pero yo sabía que lo que mantenía vivo a mi papá era vernos a nosotros, sus hijos. Entonces sí, para mí fue fuerte porque yo vi cómo el sedentarismo fue la causa de su despedida.
-Por eso te digo, viendo las noticias hoy en día, ¿un poco de bronca te da?
-Eso me parece una falta de responsabilidad total y ni hablar de los puestos que uno ocupa. Eso es más burdo todavía. Me pasaba también que había mucho desconocimiento en ese momento, no sabíamos qué hacer. Era una contradicción muy grande, se queda adentro, se marchita o sale afuera y se pesca lo que sea, en ese momento Covid.
-¿Más hijos querés tener?
-También es contradictorio. A mí me gustaría poder tener un hijo más. Me encantaría que sea varón, la verdad. Es un deseo que tengo y a la vez te digo que es una contradicción porque bueno, ser madre es la pérdida de una libertad, el cambio es muy grande, entonces hacer convivir la libertad y el deseo de expandirte profesionalmente, un poco lucha con la maternidad y la paternidad. Porque vos traés un ser al mundo a quien obviamente amás con locura y querés educar y mucho de tu tiempo obviamente se consume en eso. Entonces hacer que las dos cosas convivan no es nada fácil. A mí me costó, pero lo logré. Mucha gente podrá criticar mi maternidad, pero no me importa.
-¿Por qué te criticarían?
-Porque parí un sábado y a las dos semanas ya estaba trabajando. Mi hija pegada a mí, yo dándole la teta hasta en una barrera del tren. Entonces, bueno, esa es la maternidad que yo ejerzo. Quizás a otra le parece un horror, está todo bien, no pasa nada, hay tantas maternidades como personas en el mundo. Pero sí, tendría otro hijo, siempre me dan ganas porque me encanta ser mamá, con toda la contradicción y la complejidad que eso va a traer. Sobre todo en una mujer activa como yo que le encanta trabajar y a la vez le encanta estar presente para su hija.
-No concebís la idea de no trabajar...
-No, yo quiero que mi hija me vea trabajando porque me encantaría que cuando crezca resignifique mucho eso de una mujer que trabaja, que tiene una pasión y la lleva adelante. Para mí es importante que mi hija consuma eso de su mamá, que lo vea, que lo palpite. Y a la vez también veo a las mamás que se ocupan todo el día de sus hijos y las admiro profundamente, es mucha la admiración que tengo, yo no podría. Lejos de juzgarla, como a veces yo sí me siento juzgada por otros, me pasa que cuando veo madres que se ocupan todo el día de sus hijos, digo ¡guau!, qué valioso que lo puedan hacer, las valoro, las respeto y las admiro totalmente.
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