Antes de regresar a su chacra de Entre Ríos, el manager de modelos charló con LA NACIÓN sobre su internación para “resetearse”, su biopic y cómo es su vida lejos de los flashes y las pasarelas
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La mayoría de las mujeres más lindas de la Argentina fueron descubiertas por él. Valeria Mazza, Araceli González, Carolina “Pampita” Ardohain, Nicole Neumann y Dolores Barreiro, entre otras, dieron sus primeros pasos en su agencia; ese semillero que, año tras año, recorría todo el país en busca de nuevos talentos. “Yo arranque con la agencia en 1984. Hay mucha gente que tiene historias muy lindas para compartir”, recuerda Pancho Dotto en un mano a mano con LA NACIÓN mientras planea contar todas esas anécdotas en una biopic. “Probablemente sea una biografía de seis capítulos. Voy a contar mi historia, pero un poco a través de los descubrimientos”, anticipó quien asegura tener un gran archivo grabado de esa época.
Hoy, su vida es muy diferente a aquellos años. Atrás quedaron las pasarelas, los flashes y las portadas de revista. Es que, desde hace cuatro años, el empresario y exmanager de modelos se mudó a su chacra de Libertador San Martín, en la provincia de Entre Ríos, donde no sólo lleva un estilo de vida muy diferente sino que encontró un nuevo amor: una odontóloga, de 25 años, llamada Karen. “Es un lugar divino que es de los adventistas. Está la clínica, a la que viene gente de todo el país (inclusive mucha gente de Uruguay), la universidad, donde hay más de 7000 alumnos de todo el mundo, y el centro Vida Sana, que es donde estuve los últimos 15 días”, relata quien, “en esta especie de renacer” estuvo internado sin celulares ni redes sociales.
-¿Por qué te internaste?
-Necesitaba resetearme. Yo estoy por cumplir 69 y mi hermano murió a los 70, mi cuñada con 60 y pocos también. En el medio de la pandemia, se suicidaron dos amigos: uno se tiró por la ventana de un sanatorio y el otro se colgó. Las trampas de la mente... ninguno tenía ningún problema que uno pueda ver, pero siempre la mente nos juega en contra. Así que hace tiempo empecé a pensar si esto era todo. Como siempre digo, yo me estoy yendo. Estoy en los penales, ya jugué los dos tiempos de 45, los dos alargues y, a los 70 años, estás en los penales. Yo tuve 30 años de mucha vorágine. Era bastante insoportable estar conmigo. Me llevó 30 años estar satisfecho con mis logros.
-¿Sos consciente que las mujeres más hermosas y talentosas de la Argentina pasaron por tus manos?
-Ayer iba caminando por Galerías Pacífico y me dijeron tantos piropos. Me reconoció tanta gente, con tanta buena onda. Fueron 30 años de mucha exposición. Hace 41 años, en 1984, que arranque con la agencia. Hay mucha gente que tiene historias muy lindas para compartir. En 2001 (época del corralito) yo tenía 13 empleados en mi empresa, que es mucho para una agencia de modelos en cualquier parte del mundo. Me acuerdo que en ese momento había una productora, Promo Films, muy conocida en la Argentina que había vendido su 50% a una empresa de España. Entonces, me conseguí un pasaje de canje, conseguí plata prestada (porque toda mi plata se la había quedado el corralito del Citybank) y fui a ver a esta gente. Les propuse a una persona para un programa de televisión y se enamoraron de ella. Me dicen: “Le vamos a pagar 3000 euros por mes” y yo les contesté: “Yo no te estoy pasando una factura de lo que yo gasté para venir acá. Vos pusiste las reglas para que yo venga a venderte mi talento, ahora yo voy a poner el precio de mi talento: 10.000 euros por mes”. Le pagaron 10.000 euros durante varios meses hasta que ese talento decide volver. Ese talento era Pampita.
-Y no te equivocaste...
-Tengo miles de anécdotas con Pampita. A Diego Guebel se la propuse para El Rayo, pero como no era conocida nunca me respondió. Se la propongo a la revista Gente, a pesar de que yo estaba siempre con Para Ti, pero Luján Gutiérrez y (Gabriela) Cociffi (los directores de esa época) me dicen que ya tenían otra chica para la tapa. Hablo con Santiago Turienzo, fotógrafo, y le digo: “Tengo a la chica para la tapa”. Me dice: “El jueves de 3 a 4 tengo el estudio libre, no le digamos nada a nadie. Yo le saco la foto y tiro el print arriba del escritorio”. La llamo a esta chica y le digo: “Carolina vas a ser tapa hoy”. Y así fue. A las horas, me llama Diego Guebel y me dice: “¿quién es esta chica?” “La chica que está en la tapa de Gente es la misma que te propuse y me dijiste que no”, le contesté. Finalmente la contrato como notera de El Rayo, pero se comió a la otra chica.
-¿Tenés lindo vínculo con Pampita?
-Sí, tengo un lindo vínculo. Tengo lindo vínculo con casi todas, a pesar de que por ahí algunas tienen una versión diferente de lo que fue la vida de ellas conmigo y, sobre todo, del final. Pero a esta altura de mi vida (después de más de diez años de haber cerrado mi empresa) prefiero que ellas hagan su propio cierre y yo mostrar el mío. Es por eso que estoy entusiasmado con hacer la famosa serie.
-¿Se viene una biopic?
-Creo que es el momento de hacerla porque se está muriendo la gente que puede hablar de mí. Inclusive me puedo morir yo en cualquier momento, entonces lo quiero hacer porque hoy me acuerdo absolutamente de todo. Probablemente sea una biografía de seis capítulos. Tengo mucho para contar, así que va a haber que achicar todo porque si te empiezo a contar las historias (no de Pampita ni de Araceli González) de chicas que no son famosas y yo les cambié la vida, no termino más. Voy a contar mi historia, pero un poco a través de los descubrimientos. Fueron muchos años de scouting recorriendo el país. Como yo soy del interior, siempre buscaba chicas que no conocían Buenos Aires. El otro día, de casualidad, alguien me mandó un video de un programa de Sabrina Rojas, en donde dijo: “Yo le debo todo esto a Pancho”. Y así te puedo contar miles de anécdotas. Una vez estábamos en la cena de Fundaleu. Yo había ido con Dolores Barreiro y cuando salí (mientras esperaba que me traigan el auto), veo a Natalia Oreiro sentada en el piso sin los zapatos después de una noche de baile. Estaba lleno de gente y me dice en voz alta: “Pancho Dotto, a ver si te acordás de cuándo me conociste a mí...”. Yo la miré y le dije: “Estoy grande, pero no tanto. Me acuerdo perfectamente cuándo te conocí”.
-Contame ya esa anécdota...
-Yo había ido a Montevideo y en el avión de vuelta me senté en un asiento de a tres. Vino una chica con su representante y se sentó al lado mío. Me miraba hasta que me dice: “Hola, ¿vos sos Pancho Dotto? Voy a probar suerte a Buenos Aires como modelo”. Inmediatamente le pregunté cuánto medía y le dije: “Me parece que sos un poquito bajita. Vos tenés que ir por el lado de actriz”. Era Natalia, por supuesto.
-Volviendo a la biopic, ¿qué personaje no querés que esté y qué personaje no puede faltar?
-Yo tengo un archivo tremendo. La idea es mostrar eso y yo hablando en primera persona con los testimonios. Eso va a ser un poco el hilo conductor con algunos matices. Si me quieren decir algo, hacer un juicio... que lo hagan. Yo voy a decir la verdad de todo y aparte la tengo escrita y filmada. O sea, como yo hacía la prensa de mis modelos, tengo cajas de cada una de ellas diciendo cosas maravillosas de mí (...) Por supuesto que hay un montón de gente que no pienso nombrar. Yo puedo hacer mi documental sin nombrar a Pampita, por ejemplo, aunque no creo que la deje afuera.
Su apuesta por el país, cambio de vida y un nuevo amor
-¿Alguna vez te ofrecieron hacer política?
-Me ofrecieron, pero nunca lo quise hacer. Una vez me hicieron esa pregunta y yo dije: “Prefiero seguir trabajando”. Quedé muy mal, me odiaron todos los políticos. Yo sigo creyendo en el bien, odio el mal y creo que se pueden resolver un montón de cosas pero, a veces, para poder gobernar un país uno tiene que transar y hacer alianza con gente que debería estar presa y eso no me va.
-¿Qué opinás de Javier Milei como presidente?
-Tengo fe con este hombre. Me parece que es un momento límite, en donde tiene la posibilidad de generar un cambio en la Argentina. Él sabe mucho de economía (cosa que nos ayuda), pero me parece que la gente está bastante complicada; hay demasiada pobreza. No sé cómo se resuelve, pero yo prefiero este escenario al escenario que nos llevaba a repetir Venezuela. Así que sigo teniendo esperanza. Yo en vez de vivir en Libertador San Martín, en Entre Ríos, podría vivir en Uruguay. Allá tengo un departamentito y un autito; podría estar viviendo ahí.
-¿Y por qué no te fuiste a vivir a Uruguay como hizo Susana?
-A mí me encanta Uruguay, pero me siento muy argentino. Gracias a Dios, la pandemia me llevó a la chacra. La compré hace 23 años y mi hermano mayor, Mario Gabriel, iba con su familia a pasar los veranos. Yo no iba mucho, pero la mantenía porque soñaba con que algún día me iba a ir a vivir ahí. Nunca llegaba ese día hasta que la pandemia me llevó a vivir ahí. Me fui con mi perro y hoy me siento del lugar. Tengo grandes amigos allá, pero también los de acá me van a visitar. Armé como un hotel cinco estrellas para ellos (risas).
-¿O sea que la soledad no te pesa?
-Uno con los años tiene que aprender a vivir solo. Yo aprendí tanto a vivir solo que mi última relación formal fue antes de los 50. Caro Gimbutas fue mi última mujer y voy a cumplir 69. Estoy tan bien solo que me costaría mucho compartir con una pareja algunas cosas.
-¿No hay alguien en tu vida que estudia odontología?
-Sí, tengo mi tío abuelo que era odontólogo... (risas). Es un tema muy privado del que prefiero no hablar mucho. Ya estoy harto de que me juzguen por las cosas que hago. Yo la plata me la gané trabajando, no le robé nada a nadie, ni tampoco le robé un beso a alguien. Me lo dieron a mí o fue compartido, en todo caso. Entonces, como yo no juzgo a nadie de ningún sexo, de ninguna religión, me gustaría que lo hagan conmigo también. Me gustaría que tengan el mismo respeto que yo tengo con todo el mundo. Si la persona que está conmigo es más joven que yo es un tema mío y de la persona. O sea, lo importante para la gente que me quiere bien debería ser: “¡Qué bien se ve Pancho, qué contento que está!”
-¿Sos un hombre feliz?
-Hay momentos que soy feliz, hay momentos que no, hay momentos que me cuestiono un montón de cosas. La felicidad son momentos; no es algo lineal. Estoy en un lindo momento donde tengo un montón de cosas que hacer. El cuerpo me duele por mi edad, pero mi mente funciona a un ritmo diferente. De todas maneras, todos tenemos nuestros momentos. A veces uno se resetea y otras, cae en una gran depresión, que he tenido varias.
-Te habrás enterado de Benito (Fernández) que se termino internando por un tema económico...
-Lo conozco a Benito y me enteré que la pasó mal. Me encanta que él en tan poco tiempo, a pesar de que estuvo un mes internado, ya esté de pie y funcionando. Es para aplaudirlo. Habría que hacer un libro para aprender de él cómo en tres meses uno puede estar abajo del coche y después otra vez funcionando. Amo a Benito, lo conozco de toda la vida. Me parece un tipo espectacular. Sigue siendo para mí un referente total.
-Vos también estuviste alejado de todo un gran tiempo... ¿Cómo fue esto de “resetearte”?
-No te das una idea lo que es alejarte de todo tres meses y medio. Es una maravilla no tener WhatsApp, no comunicarte con nadie, no mirar televisión, no ver un noticiero, que no te cuenten nada; es maravilloso.
-¿Y qué pasa cuando volvés?
-Cuando volví arranqué de a poco. Compré un chip para un teléfono entrerriano y empecé a comunicarme con poca gente. En estos casos, uno ve quién realmente se ocupa de uno y se preocupa de verdad y quién no. Como yo no contestaba, mi hermana (que vive en los Estados Unidos) empezó a recibir llamados y mensajes al celular. Estanislao, que trabaja conmigo hace 24 años, también porque es parte de la familia. Mucha gente empezó a hablar de que yo estaba internado. Vida sana es el mejor lugar para cualquiera. Mi madre ha estado internada ahí, mi hermana ha estado internada ahí, yo llevé modelos ahí para resetear el balero, porque es muy importante tener disciplina y alejarse de todo cada tanto.
-¿Hacés terapia?
-Hago terapia. Tengo mi psicóloga allá en Libertador San Martín. Tengo un gran aparato de contención.
-En el mundo del modelaje siempre fue Pancho Dotto y Ricardo Piñeiro, ¿cómo te pegó su muerte?
-Me llamaron para hablar de este tema y preferí no hacerlo porque respeté el duelo de los demás. Yo traté de acercarme a él por trabajo, pero él estaba en una posición muy distinta a la mía. Pensábamos muy diferente, nunca fuimos amigos. De hecho, se generó una rivalidad entre nosotros, pero yo nunca competí con él porque yo hacia algo totalmente diferente.
-Pero te habrá shockeado la noticia...
-Sí, me pudo haber shockeado, pero no me conmovió. No está mal que lo diga porque es lo que me pasó. Cuando una persona es de determinada manera y se muere, sigue siendo igual; no cambia porque se haya muerto.
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