La conductora abre su corazón, repasa parte de su vida y reflexiona sobre su historia familiar, el amor, los hijos y el trabajo
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Cuando creía que el año iba a continuar relativamente tranquilo, acompañando a sus hijos Felipe (14) y Lola (9), disfrutando en casa las manualidades que tan bien le hacen y con sus vivos de Instagram, apareció una oportunidad que no pudo resistir: este lunes, a las 20, Pamela David vuelve a la televisión con La ruleta de tus sueños, por América. De trabajo, amor, reencuentros, unión familiar y de crecimiento, habla la conductora con LA NACION.
“Es el regreso menos pensado porque ni me lo imaginaba, sinceramente”, reconoce David, y detalla que todo surgió a partir de un café compartido con Martín Kweller, pope de la productora Kuarzo y responsable del ciclo de entretenimientos. “Ya le había dicho a Daniel [Vila, pareja de Pamela, padre de su hija Lola, y presidente del Grupo América] que quería hacer algo en televisión, pero no sabía qué porque amo tener mis vivos en Instagram, todos los martes, es algo que me hace muy feliz, un camino que disfruto hacer. Por eso quería tomar un café con Martín, para que su ojo y su experiencia me guiaran. Recuerdo que le pedí a Daniel que me acompañara y, aunque tenía un día de locos, vino conmigo y lo valoro un montón. Le avisé a Martín que iba a ir con mi representante y llegué con Daniel, ¡no entendía nada!”, cuenta entre risas.
“Empezamos a charlar sobre la posibilidad de volver con Gran Hermano, con otro reality de influencers y seguimos conversando hasta que salió este programa de entretenimientos que ya conocía y es éxito en muchos países. Me pareció buenísimo porque sé lo que puede dar La ruleta de tus sueños y me seduce que la gente juegue en familia. Siempre pienso que hay un propósito, y más allá de ganar plata en efectivo, premios y hasta un auto, entretener es una bocanada de energía para todos”, continúa.
-Entonces extrañabas la tele...
-Siempre, porque la tele es un gran amor. Amé hacer Desayuno americano y Pamela a la tarde, que eran magazines, y no digo que no los volvería a hacer pero en este momento de mi vida estoy para dar otra cosa; La ruleta de tus sueños tiene que ver con eso, con algo que hace bien.
-En tus vivos de Instagram entrevistas a referentes de terapias alternativas... ¿Cuándo y por qué te interesaste en profundizar en esa búsqueda espiritual?
-Me hace bien saber que soy ese puente entre el profesional y la gente, y cumplo con un propósito. Con Jotax estamos preparando un programa para A24 que tiene que ver con eso y confío en que va a funcionar porque la gente tiene mucha más conciencia. El bienestar me apasiona y creo que todo surgió a partir de una charla con Silvia Freire, a quien quiero un montón. Un día nos tomamos un café y empezamos a tener conciencia de la palabra, de las cosas que decimos y nos decimos. Y cuando tenés conciencia de que lo que decís afecta a otros y eso se reproduce y se expande, entendés que podés hacer algo positivo. Estaba haciendo Pamela a la tarde, recuerdo, pero siempre me parecieron interesantes las terapias alternativas. Soy muy curiosa y quiero saber de todo. De hecho, éste año empecé a estudiar astrología y me apasiona. Cuando conocés a alguien, la carta de presentación debería ser su carta natal y así, de entrada, sabés si lo tenés que volar o le das una oportunidad.
-Te despediste de la pantalla de América en diciembre del 2019, ¿cómo pasaste esta pandemia?
-Gran parte de 2020 lo pasamos en Mendoza, contenta de poder acompañar a mis hijos porque los dos estaban muy angustiados. En lo personal, siempre me gustó hacer manualidades, y sobre todo tejer a máquina. En 2020 hice del tejido una terapia y debo haber hecho no menos de 15 sweaters y ponchos. No paraba. Además puse mi experiencia al servicio de Canal 7 de Mendoza, hicimos un programa a la mañana, hermoso, y me involucré poniendo en marcha algunas cosas, dando ideas. Y también empecé a elaborar mi vino, que es rosé y va a salir al mercado para mi cumpleaños [el 6 de octubre cumple 43 años].
-¿Y cómo fue esa experiencia?
-Me ayudó la bodega que hace Puesto San Isidro, que es de Daniel y es un malbec. Por ejemplo, mi vino es sustentable, entonces todo lo que se utiliza vuelve a la tierra y eso me gusta, porque tiene que ver conmigo. Con Celina Rucci, que es una amiga, me hice fan del rosé, que es un vino fuerte, exquisito, tiene un toque de frutas y es muy fresco. Y vuelvo al poder de la palabra porque mi apellido es David, acentuando la a y no la i, y quien me dijo así la primera vez fue Marcelo Tinelli y yo nunca lo corregí. Pero es David: da vid, tiene que ver con la vid y siempre me resonó. Cuando nos reunimos con mis amigas, como chiste, yo llego con un vinito y ellas dicen ‘ahí llegó da vid’. Es una anécdota, pero ojo con las palabras porque nos marcan un camino. En octubre pasado volvimos y a mí me encanta Buenos Aires. Acompañé a mis hijos en esta vuelta al cole, arranqué a estudiar astrología y a pensar qué quería hacer, cómo seguir.
Quién es esa chica
-¿Pensás a veces en la chica que vino de Santiago del Estero con 18 años persiguiendo sus sueños?
-Claro que sí, y miro mi pasado con mucho cariño porque me gusta el recorrido que hice. Pasaron 24 años y fueron de mucho crecimiento, de muchas decisiones tomadas, algunas más acertadas que otras, pero de todas aprendí un montón. Fui extra de televisión muchos años y con eso pagaba el alquiler de mi pensión. Trabajé de promotora, fui secretaria de Marley en un programa de Canal 13, aplaudía en el programa de Jorge Guinzburg, que años después me invitó a La biblia y el calefón. Todo lo que hice me sirvió. Y me gusta haber estado del otro lado porque es parte de mi historia y me da la oportunidad de poder agradecer donde estoy hoy. Recuerdo que siendo promotora ganaba muy bien en ese entonces, y charlaba con actrices que no ganaban tan bien y con las chicas decíamos, ‘ni loca soy actriz, te cagás de hambre’ [risas]. En 2020 me volvió a picar el bichito de la ficción, así que si saben de algo, me avisan. En todo este análisis introspectivo que hago de mi vida, me di cuenta que todo lo fui haciendo sobre la marcha.
-¿Cómo es eso?
-Estaba como participante en el reality El Bar y me acuerdo que Gerardo Sofovich hizo una entrevista y le conté que estudiaba administración de empresas y él me dijo, ‘qué vas a administrar, tus empresas’. Salí de ahí y fui vedette y no sabía ni cantar ni bailar, y tomaba clases aunque ya era figura en calle Corrientes. Cuando hice mis magazines, me puse a estudiar periodismo y me recibí. Hice todo después de tener la oportunidad y pienso que, a lo mejor, en este momento estoy preparada para elegir lo que quiero hacer, a diferencia de aquella chica que llego de Santiago del Estero. Con La ruleta de tus sueños, por primera vez, di el paso después de mi elección, en el orden que debe ser [risas].
-¿Padeciste la crisis de los 40?
-En astrología te enseñan que cada septenio tenemos un quiebre, y hablamos de la crisis de los 40, pero puede suceder un par de años antes o después. Son cimbronazos que nos hacen tomar decisiones a la fuerza. Mi cimbronazo fue ahora, a los 42, y fue positivo, me ayudó a ver dónde estoy parada, qué quiero y qué no, y me he sacado mochilas de encima. Y no hablo de lo estético sino de lo emocional; ya no me hago problema por cosas que no son un problema y no me hago mala sangre por nada que no valga la pena. Me alejé de la gente tóxica y no con culpa, sino de una manera consciente. Lo que me queda de vida es para compartir con gente parecida a mí, y que tire para adelante. Me pasa lo que me advirtieron mis amigas: hay un antes y un después de los 40. Te tomas la vida de otra manera, mucho mejor. Estoy en el disfrute y hay una decisión muy fuerte de no perder el tiempo en tonteras.
Lo primero es la familia
-Hace un par de años conociste tu hermana Carolina, hija de tu papá. ¿Cómo es la relación con ella hoy?
-Es una persona tan increíble y maravillosa en nuestra vida. Siempre supe de su existencia, pero a Caro la crió un papá adoptivo muy amoroso que tenía la decisión de que no supiera quién era su padre biológico, y eso se respetó siempre. Y cuando se murió, mi papá se acercó, hicieron el ADN y se unieron. Cuando Felipe tenía un año fui a desfilar a Santiago del Estero y a la noche fui a bailar y el nene se quedó con mi tío. En el boliche, en un momento estuve frente a un espejo y cuando levanté la vista descubrí a una mujer que era el puzzle que faltaba entre mi hermana Carina y yo. Me impresionó verme a mí, rubia, y observar cómo movía sus manos, sus brazos, su cuerpo. Me quedé helada y mi prima, que estaba conmigo, me dijo, ‘sí, es tu hermana’. No me pude acercar porque había una decisión que respetar y era la de su papá. Hasta estaba casada con un basquetbolista en ese momento, igual que yo [Pamela estaba casada con Bruno Lavaque, padre de su hijo Felipe]. Siempre la quise encontrar, pero ella no sabía.
-¿Y cómo se encontraron?
-Me escribió en Instagram, y no me di cuenta de quién era porque tiene otro apellido, le contesté con un dedito, besitos y luego vi que era un clon de mi hermana Carina. Caro es un ser amoroso, tan madura, tan genial. Pegamos muy buena onda y es como si nos conociéramos de toda la vida. Me siento bendecida porque encontré a una hermana divina. Nos vemos seguido, viene a Buenos Aires, y cuando vamos a Santiago del Estero paramos en su casa, hablamos todos los días. Somos súper unidas. Es increíble cómo los secretos no pueden permanecer guardados, y salen a la luz. Toda mi familia es muy unida. Mi mamá vive a 15 cuadras de casa y es un placer compartir unos mates y con mi papá hacemos videollamadas todos los días.
-¿Cómo fue ensamblar tu propia familia?
-No pongo el chip en las exparejas de Daniel sino en que son madres de sus hijos y las madres son sagradas. Lo mismo con Bruno, que tiene una mujer espléndida, y me ayuda a la distancia porque vive en Córdoba, y si Feli se pone rebelde, le mando un mensaje y tengo su apoyo inmediato en lo que yo decida; el papá de mi hijo me acompaña mucho y lo agradezco. Me crié en una familia ensamblada. Cuando mis padres se separaron, mi papá tuvo otra pareja y otra hija, María Florencia. Esos temas no se hablaban, pero un día mi mamá nos llevó a un negocio de ropa de bebés y nos dijo que íbamos a comprarle un regalo a la hermanita que venía en camino. Y la primera persona que la bañó fue mi mamá. Nos criamos así, entonces no me sorprende.
-Claro, te resulta completamente natural...
-Me gusta unir a las familias y yo llamo a las madres de los hermanos de mis hijos, y me encanta. Estuvimos en Miami e invité a comer al padre de mi hijo, y cocinó Daniel. Nosotros somos eso, es lo normal en nuestra familia pasar las Navidades todos juntos porque así nos criamos. Y además es lo más sano para los chicos y no lo hago por eso sino, insisto, porque lo mamé. Mi mamá es un sol que nos enseña con ejemplos. Y también tengo el mismo ejemplo del lado de mi papá: mi abuela paterna, Azulina, falleció en el parto y a él lo crió una tía, Chichi, una abuela amorosa. Quizá por eso mi papá siempre dice que madre es quien te crió y no quien te parió. Habrá pensado lo mismo con el padre de Caro, que fue quien la crió. Por eso la buscó cuando ese hombre falleció, porque quiso respetar eso también, y me parece una historia de amor enorme. Todo es muy movilizador. Volviendo a mis abuelas, comprendí que gracias a la madre biológica de mi papá, todos estamos acá, entonces le hice un lugar en el árbol genealógico; en un trabajo de constelaciones familiares apareció esta anulación inconsciente de Azulina, y fue muy importante darle su lugar en el árbol y a partir de ese momento cambiaron muchas cosas y fue maravilloso.
Siempre el amor
-¿Fue arduo romper tantos prejuicios, también el de estar en pareja con un hombre que te lleva 25 años?
-Y nadie daba un peso por nosotros, ¿no? [risas]. Somos muy compañeros con Daniel y trabajamos mucho la pareja y nos dedicamos tiempo. Hay mucha confianza, conversamos todo lo que nos pasa. Me siento una psicóloga, a veces, porque no dejo pasar nada sin hablar. Me costó pero le enseñé a hablar porque a los hombres les hicieron perder algo maravilloso con esto de que no pueden llorar, ni emocionarse como les dé la gana. Le estoy haciendo recordar esa parte emocional que tenía dormida y le hago poner en palabras todo lo que le pasa. También tenemos nuestras discusiones y me gusta que así sea porque sino me aburriría mucho. Las diferencias nos ayudan a aprender o a enseñar algo.
-¿Cuál es el aprendizaje más fuerte de esta relación?
-Creo que armar una familia. No es fácil ensamblar una familia. Uno ve la foto y somos un montón, y lo bueno es que esa foto es real porque nos llevamos todos muy bien. Todo eso sucede hoy pero llevó un trabajo enorme, de maduración de los mayores. Y los chicos, felices.
-El años pasado falleció tu hermano Franco y éste año nació su hijo, ¿cómo lo viviste?
-La llegada de Gianfranco es un canto a la vida. Es un gordo que sonríe, alegre, feliz. Mi papá está loco de amor y yo lo conocí ya, aunque me gustaría verlo más seguido.
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