Siempre que su apretada agenda social se los permitía, recorrían los anticuariosy las "maisons de ventes" para comprar todo lo que les parecía apropiado para su nueva casa: pinturas de grandes artistas, tapices medievales y muebles del barroco francés. Amantes de la cultura francesa, Federico de Alvear y Felisa Ortiz Basualdo planearon minuciosamente la construcción de su residencia en Buenos Aires mientras vivían en la Ciudad Luz. Gran aficionado de la arquitectura, el proyecto del edificio lo hizo el propio Federico. Para ello instaló en una de las salas de su departamento parisino un estudio donde dibujaba planos y armaba maquetas pensando en que su residencia resultara una de las más refinadas de Buenos Aires. La propiedad se construiría sobre la entonces denominada Avenida Alvear (actual Libertador), el lugar más cotizado en la época. Con gran destreza, Alvear diseñaba a escala los muebles, las alfombras y los tapices que iba comprando y les encontraba un lugar. La inspiración la tomaba del parisino Hôtel Biron, edificado hacia 1730 por Ange-Jacques Gabriel yJean Aubert para el financista Peyrenc de Moras, y que hoy aloja el Musée Rodin. Solamente recurría a la ayuda de algún arquitecto cuando debía desarrollar aspectos técnicos y constructivos. Su pasión no era fortuita: sus padres, Carlos María de Alvear y Mercedes Elortondo, fueron los que idearon el Palacio Sans Souci, en las barrancas de Victoria.
SU PRIMERA CASA
La construcción arrancó a principios de1920 bajo la supervisión de un arquitectofrancés, mientras los Alvear Ortiz Basualdoseguían en París. Tres años después, conla casa a punto de terminarse, Federico yFelisa, junto con sus cuatro hijas, volvierona Argentina. Pero no todo salió como imaginaron:Federico se llevó un gran disgustocuando encontró que el edificio lo habíanlevantado pegado a una medianera y no estabaorientado hacia la avenida tal y comoél y su mujer lo habían ordenado.Pero eso no los desanimó y, en su nuevaresidencia, los Alvear empezaron aubicar todas las boiseries, pinturas, arañas,muebles y tapices que trajeron consigo.En total, gastaron alrededor de un millóny medio de pesos, una suma considerable en aquel entonces. En muy poco tiempo, Federico y Felisa retomaron su vida social y el Palacio Alvear se convirtió en un referente obligado de las fiestas más suntuosas de Buenos Aires. Pero el gusto les duró muy poco. En seis meses, la señora de Alvear decidió vender la casa al gobierno de Italia a causa de las grandes deudas que su marido había contraído en Europa.
¡YO SE LA VENDO!
La transacción sucedió una tarde en que Felisa fue invitada a tomar el té a lacasa de una amiga. Mientras transcurría la charla, la condesa Aldrovandi-Marescotti, mujer del primer embajador de Italia en Argentina, manifestó su preocupación por no encontrar una residencia donde vivir acorde con el rango de su marido. Decepcionada, comentó que ya había recorrido toda la ciudad y que solo había llamado su atención la casa ubicada en la esquina de Billinghurst y Alvear. "¿Así que le gustó esa casa? ¡Yo se la vendo!", dijo Felisa. "¿Es suya?", preguntó la mujer del embajador. "Sí, es mía", replicó la señora de Alvear Ortiz Basualdo. Una vez que Felisa regresó de aquel encuentro y le comunicó a su marido que había vendido la casa para solventar las deudas contraídas en Europa, Federico montó en cólera. Antes de vender esa maravillosa residencia que con tanto esfuerzo había diseñado, prefería vivir rodeado de pagarés vencidos e hipotecas. Pero la situación económica de la familia era realmente preocupante, por lo que Felisa no escuchó a Federico y la vendió por solo trescientos mil pesos. A las pocas semanas, compraron y se mudaron a la casa de los Quirno, en la calle Ocampo.
LA PRIMERA RESIDENCIA DEL EMBAJADOR DE ITALIA
Aunque la propiedad se compró en 1924, el mismo año en que elpríncipe heredero Humberto de Saboya pisó Buenos Aires en visita oficial, los condes Aldrovandi-Marescottino pudieron recibirlo en su nuevo hogar. Parte del mobiliario para el flamante palacio –que incluía muebles y pinturas de varios museos italianos– llegó junto con el noble italiano a bordo del transatlántico San Giorgio…Inaugurado oficialmente tres años más tarde, el Palacio Alvear hoy forma parte del patrimonio nacional.La residencia, además, es un lugar que contribuye al acercamiento entre las dos naciones y un espacio en el que se estrechan los vínculos con la sociedad argentina.
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