En una extensa charla con LA NACION, el actor no esquivó ningún tema y contó cómo atravesó la etapa en la que fue denunciado por abuso y qué papel jugaron su mamá, su pareja y su hijo Vito; además se mostró muy entusiasmado con su regreso al teatro
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Fue a acompañar a su hermanito a un casting para una publicidad, pero él tenía más actitud y, posiblemente, un destino ya trazado. Pablo Rago tenía apenas 4 años y desde entonces no paró de trabajar. Protagonizó éxitos en televisión (Clave de sol, Amigos son los amigos, Vientos de agua, Mosca y Smith, Kachorra, Inconquistable corazón), en el cine (El secreto de sus ojos, Papeles al viento, El robo del siglo) y en el teatro (Extraña pareja, La prueba, Como el culo). Y esta temporada está en Carlos Paz haciendo la comedia Mi mujer se llama Mauricio, junto a Adriana Brodsky y Alejandro Müller.
En una extensa charla con LA NACION, Rago recorrió su vida, sus trabajos, habló de su paternidad, de la familia ensamblada que logró con su novia Tamara, y también reflexiona sobre el amargo momento que vivió cuando, hace un par de años, una mujer lo denunció por abuso y luego fue sobreseído.
-Volvés al teatro después de más de tres años, ¿cómo te sentís?
-La última vez que hice teatro fue en 2018 en Buenos Aires, con Atracción fatal. Hacía tiempo que no me subía al escenario, donde me divierto, me siento cómodo y la verdad es que lo extrañaba mucho. Es emocionante subirse a un escenario después de tanto tiempo de incertidumbre. Dicen que los boxeadores se cansan mucho más cuando tiran la trompada y no la pegan, que cuando la pegan. Con nosotros pasó lo mismo durante la pandemia porque muchas veces estuvimos a punto de volver y todo iba para atrás otra vez. Igual sigue siendo algo muy raro porque estrenamos y a los pocos días fui covid positivo y tuvimos que suspender las funciones y aislarnos. Tengo las dos vacunas y estuve un día con bastante fiebre, al otro con dolor de cuerpo y ya después me sentí bien.
-¿Cómo te llevás con la obra?
-Mi mujer se llama Mauricio sé que se hizo varias veces, pero yo no la había visto y la estoy disfrutando muchísimo. Eran tantas las ganas de volver que tuvimos un segundo estreno muy afilado, terminamos la función y nos miramos con Ale Müller y nos dijimos: “Loco, así hay que hacerlo”. Porque salió bien y por muchos ensayos que tengas, la comedia termina de completarse cuando viene el público. Estamos muy contentos.
-Con 49 años y 45 de carrera, ¿imaginaste alguna vez dedicarte a otra cosa que no fuera la actuación?
-Nunca me imaginé otra vida. Si lo pienso mucho, siempre me gustó el fútbol y a los 12 años, llegué a jugar en Deportivo Español, pero lo que me gustaba era jugar a la pelota y no entrenar. Tal vez, hubiera sido una posibilidad, pero este era mi destino.
-¿Cómo fue que un nene de 4 años debutó en televisión?
-Mi papá tenía un kiosco de diarios y tenía un cliente que trabajaba en una agencia de publicidad. Soy el mayor de cuatro hermanos varones y el que me sigue, Marcelo, era rubio de ojos celestes, con rulos. Un día, este hombre vio a mi hermano y dijo que era un comercial caminando, le dio el teléfono de una representante de niños, lo llevaron y como no tenían con quién dejarme, también fui. Hicimos juntos un comercial de postres (Exquisita) allá por el 1976 y yo tenía más actitud para el trabajo, era muy obediente, más sumiso, tenía muy buena memoria y de hecho, memorizaba guiones antes de saber leer. Mi hermano decía que tenía calor, que no le gustaba que lo miraran, ya era una estrella antes de empezar (risas). Yo tenía otra actitud y era muy extrovertido. Hice varios comerciales y después un casting para un personaje en un programa de Canal 13 con Claudio García Satur y Víctor Hugo Vieyra, quedé por morochito y porque parecía pobre, porque tenía que hacer de un niño en un orfanato. Le gustó al director, que era Jorge Palaz, y de alguna manera fue mi descubridor y quien me propuso el nombre artístico porque soy Pablo Ragonese. Me dio tres opciones para elegir y terminé decidiéndome por Rago porque así me llamaban en el colegio, acortando mi apellido. Tenía 6 años y como no había tantos chicos que actuaran tuve mucha continuidad y hacia una novela detrás de la otra.
-Hiciste muchos éxitos, ¿alguno tiene un rincón especial en tu corazón?
-Muchos. Por ejemplo, TVR, que conduje durante cinco años y fue un sueño hecho realidad. Me acuerdo que en una nota para LA NACION, hace muchos años, conté que mi deseo era conducir TVR, mi programa preferido. Y tiempo después el productor me llamó y me dijo: “Te voy a cumplir un deseo, ¿querés conducir TVR?” No podía creer lo que me estaba pasando. También disfruté la película Belgrano porque además quiero mucho al personaje y me renovó el público porque se proyectó en las escuelas y había muchos niños que no me tenían de otros trabajos.
-Cuando hiciste Amigos son los amigos eras un adolescente, ¿pudiste disfrutarlo?
-Tenía 17 años y fue una etapa increíble. Cuando hacíamos Clave de sol, con Leo Sbaraglia siempre jodíamos y decíamos que éramos Los Beatles. Y con Amigos son los amigos con Carlín (Calvo) éramos Los Beatles y Los Rollings Stones porque el éxito fue mucho más amplio. Fue una explosión. Fueron cuatro años muy intensos, más allá que estaba en otra y tenía otros conflictos de una adolescencia tardía. Tengo los mejores recuerdos y todavía me siguen diciendo: “Pendex o fumá”. Carlín estaba en la cresta de la ola y aprendí mucho viéndolo, con lo bueno y lo malo de la carrera. Pude ver de primera mano muchas cosas que después me sucedieron a mí. Siempre te chocás con cosas nuevas y hay que pasar por la experiencia para empezar a tomar decisiones propias. Y otro trabajo que me encantó hacer es Vientos de agua, que me sigue dando satisfacciones. Cuando se dio en Canal 13 pasó sin pena ni gloria, pero se vendió mucho en DVD y lo mismo pasó en España, donde funcionó mucho mejor que Dr. House. Ahora está en Netflix y le va muy bien. La vi dos o tres veces y me encanta la serie. Tengo que asumir que me gusta mi trabajo ahí y pocas veces estoy conforme.
-¿Sos muy autocrítico?
-Tengo etapas. De chico no me gustaba verme y en la adolescencia me divertía. Después otra vez no... Quizá tiene que ver con asumir la edad, no lo sé (risas). Estoy orgulloso de esa serie.
-Hiciste una participación en La historia oficial y estuviste en El secreto de sus ojos, dos películas argentinas ganadoras del Oscar, ¿cuánto sumó en tu trabajo?
-No se puede creer tanta suerte, ¿no? Son esas cosas que pasan y estoy seguro que muchas veces me ayudó. Por ahí, en cada proyecto hay una terna de actores y posiblemente alguno debe haber pensado: “Y, bueno, llamemos a este que de última nos asegura un Oscar” (risas). Seguro eso me dio más trabajo.
-Si mirás hacia atrás, ¿qué balance hacés sobre toda tu historia?
-Me parece que no pudo haber sido mejor. Hasta los 17 años mis padres tomaban las decisiones laborales por mí, pero a partir de los 18 desarrollé un buen olfato para las elecciones que hice y fue un privilegio poder hacerlo. Muchas veces tuve encontronazos con mi representante, pero siempre seguí mi instinto. Busco hacer lo que más me gusta y con quien me siento cómodo. Soy muy trabajador y bien predispuesto, aunque disfruto de mis momentos de ocio, claro.
-Cuando te denunciaron por abuso, ¿tuviste miedo de que tu carrera y tu prestigio se terminaran?
-En el momento me pasaron varias cosas. Primero pensé en mi familia porque mi vieja, Mimí, la pasó muy mal, y también mi hijo y mi novia. Sentí que tenía que cuidarlos a ellos y protegerme yo, pero nunca tuve miedo ni pensé que mi carrera se terminaba. Sabía que eso iba a pasar rápido, recibí mucho apoyo de parte del medio, actores, directores, productores, y me sentí muy acompañado. En el verano de 2020, un amigo me prestó su casa en San Clemente y fui unos días de vacaciones con mi mamá, mi hijo, mi novia y su hijo, y recibí mucho apoyo de la gente. En ese momento justamente salió la resolución y fue una explosión de alegría. Volví de la playa contento, bronceado, más flaco y listo para volver a trabajar. Y empezó la pandemia.
-¿Qué sentiste con el fallo de sobreseimiento?
-Lloré muchísimo abrazado a mi vieja. Para ella fue muy emocionante que en la playa la gente me saludara y me diera su apoyo. Por supuesto que mi mamá no tenía dudas de que lo que habían dicho era mentira, pero comprobar que me apoyaban fue importante.
-La decisión de no hablar en ese momento, ¿fue acertada?
-Fue una forma de cuidarme. Justo se estrenaba El robo del siglo y la denuncia se hizo cuando estábamos haciendo el junket de prensa y se portaron muy bien todos, y decidimos que no valía la pena exponerme. No me angustió y ahora es un capítulo cerrado.
-¿Perdiste trabajo? ¿Tuviste bajones?
-Tenía una obra de teatro para hacer ese año y el rodaje de Hoy se arregla el mundo, que acaba de estrenarse. No sé si tengo una parte buda o ninja, pero estaba muy en eje, concentrado, no tuve momentos de angustia porque confiaba en que iba a salir todo bien. De hecho, las primeras veces que hablé con mi abogado, Fernando Burlando, me decía: “Quedate tranquilo”, y yo sentía que había algo que estaba casi resuelto antes de empezar. Nunca estuve involucrado en algo así y no fue lindo ocuparme de eso, pero estuve fuerte. Debo tener una parte zen que yo desconocía y me sirvió mucho en ese momento.
-Estás de novio hace varios años, ¿conviven?
-Hace seis años que estamos juntos con Tamara y convivimos desde hace un año. En pandemia nos vimos poco porque ella tenía a su papá muy enfermo y lamentablemente falleció en abril pasado. Después pudimos vernos más seguido, venía mucho a casa con su hijo de 8 años, con quien compartimos mucho y se lleva muy bien con el mío, Vito, de 19 años.
-¿Tenés buena relación con Vito?
-La mejor. Terminó el secundario el año pasado, tenemos una relación hermosa. Es un copado, estoy feliz de cómo lo educamos, es buena persona, muy compañero. Tenemos una gran relación, somos confidentes. La verdad, me emociona.
-¿Vive con vos?
-Desde que nos mudamos con Tamara, Vito decidió venirse a vivir a casa y obvio va a la casa de la madre (la actriz María Carámbula) también. Somos una familia ensamblada que funciona perfecto porque Tamara es un encanto de persona, tiene un espíritu muy familiar, es muy conciliadora, simpática y a su vez tiene carácter. Me gusta todo.
-¿Cómo se conocieron?
-Por Instagram, en 2016. Ella me spoileó fotos y un día entré a su perfil, vi que era preciosa, decidí escribirle y hablamos durante un tiempo hasta que finalmente nos conocimos. Hace seis años que estamos juntos y funcionamos bien aunque algunos decían que era muy joven, porque tiene 28 años. Pero creo que la diferencia de edad es perfecta, quizá tiene que ver con que las mujeres son más maduras.
-¿Qué otros proyectos tenés?
-Seguimos con Mi mujer se llama Mauricio y posiblemente hagamos gira durante el año. Hay una peli para filmar y en junio, se estrena Ringo en Star+, sobre la vida de Ringo Bonavena y yo interpreto a su entrenador. Está muy buena la serie, más allá de la inversión, es un personaje alucinante.
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