Oscar Martínez: “Quiero vivir en un país donde cualquiera pueda expresar su punto de vista sin ser demonizado”
El actor, que hace más de tres años está radicado en España, aterrizó en la Argentina para presentar Bellas Artes, su nueva serie para Star+; repasó su vida lejos del país y mostró su postura ante los dichos de su colega, el protagonista de Casados con hijos
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Un nuevo estreno lo trajo por un ratito a Buenos Aires. Un proyecto sumamente tentador bajo las órdenes de Gastón Duprat y Mariano Cohn, esa dupla imbatible que ya lo hizo brillar en El ciudadano ilustre y Competencia oficial, film que protagonizó junto a Penélope Cruz y Antonio Banderas. En esta oportunidad, su misión será ponerse en la piel de Antonio Dumas, un prestigioso historiador que competirá por el cargo de director del museo iberoamericano de arte moderno de Madrid. “Hay que decirle al espectador que el título puede ser engañoso. Seguro muchos piensan: ‘Uy, esto debe ser solemne’, ‘Esto debe ser para aficionados a las artes plásticas’ y nada que ver... es para todo tipo de público”, advierte Oscar Martínez sobre Bellas artes, esta nueva ficción que ya puede verse por la pantalla de Star+ y que habla sobre egos personales, conflictos sindicales, precariedad laboral y la atribulada personalidad de los artistas.
El actor -que está radicado en España- charló con LA NACIÓN sobre los motivos que lo llevaron a ser parte de esta nueva serie, reveló por qué no extraña vivir en la Argentina y opinó sobre el reciente cruce entre Guillermo Francella y Nancy Dupláa.
-Estás de visita en la Argentina, en tu Buenos Aires, por Bellas Artes...
-Sí, estrenando Bellas Artes aquí, en toda Latinoamérica y en España. Nosotros estamos siempre obligados por contrato a promocionar lo que hacemos y a veces cuesta; no es lo que más nos gusta. A veces hacés una peli que está buena, pero no cumple tus expectativas y tenés que salir a promocionarla igual. En este caso, estoy no solo feliz sino orgulloso de la serie porque superó mis expectativas ampliamente. Cuando la vi me encontré con algo que no imaginé y eso que de 100 días de rodaje, estuve 99 y ¡todo el día! (risas). Estoy feliz porque sé que es un producto muy elevado, muy diferente, muy diverso.
-Con un equipo de trabajo que a vos te gusta mucho y que además te permite ser parte de lo creativo...
-Claro, nosotros somos un equipo de trabajo con Gastón Duprat, Mariano Cohn y Andrés Duprat, que es el autor de los guiones. Fue el autor de El ciudadano ilustre, de Competencia oficial, y ahora de Bellas Artes. Y sí, ellos son muy generosos conmigo y me incorporan al proceso creativo desde el embrión, desde la primera idea, en todas las instancias y etapas. Me escuchan mucho, toman nota de lo que les digo entonces cuando llegamos al set para rodar tanto ellos como yo sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer. Esta es una idea que me comentaron hace tres años y se fue postergando el rodaje entonces durante todo ese tiempo se siguió trabajando, puliendo, enriqueciendo la historia, afinando más el personaje.
-Más allá de que te guste trabajar con este equipo, ¿qué tiene de diferente Bellas Artes?
-Primero es difícil que si ellos me proponen algo, yo lo desestime. Puede haber algo que me guste más o que me guste menos, pero no lo voy a desestimar. Siempre el mundo del arte, en sus distintas manifestaciones, aparece en la obra de ellos como fue en El ciudadano ilustre, El hombre de al lado, Competencia oficial, Mi obra maestra. En este caso, se trataba justamente del mundo de las artes plásticas que es de lo que Andrés más sabe porque es el director del Museo Nacional de Bellas Artes, así que dije: “Esto va a estar bueno”. Hay muchas cosas insólitas que ocurren; algunas le ocurrieron a él mismo y otras las sabe porque tiene relación con directores de museos de todo el mundo. Viaja permanentemente, va a la Bienal de Venecia, al Reina Sofía, al Thyssen y le han contado cosas que uno dice: “No puede ser”.
-Tu nieto, por ejemplo, es muy particular...
-Mi nieto es una delicia de criatura. Lo adoro a ese chico. La función de este niño angelado tan bonito es hacer las preguntas que nos hacemos todos y que se va a hacer el espectador. “¿Por qué esto que es una obra, que no es el Guernica de Picasso, cuesta más caro que todo este edificio?”, le pregunta a mi personaje viendo una obra o le dice: “No me gusta esto, está mal dibujado” y él tiene que responderle esas preguntas. Pero el propio Dumas (que es el director del museo) en un punto piensa parecido y en algunos casos se pregunta cómo hace para responderle eso.
-Contame un poco los entretelones... ¿Dónde está montada la serie?
-Se utilizaron dos centros culturales, uno en Ávila y otro en El Escorial, que son los que utilizaron en Competencia oficial. Hay un tercer edificio que se tomó entero en Alcobendas, que es en las cercanías de Madrid donde está lo que sería mi despacho. O sea, el museo en sí está hecho en tres locaciones distintas. Por supuesto que la gente de arte hizo un trabajo extraordinario y no te das cuenta de que son tres lugares distintos.
-Hay muchos amigos tuyos en la serie, ¿es cierto que todos te pedían participar, hacer un cameo?
-La verdad que eso me halaga mucho. El otro día le preguntaron a Gastón cómo había logrado que gente que es protagonista como Ángela Molina, Imanol Arias, Pepe Sacristán (que además es mi amigo hace más de 30 años), Miguel Ángel Solá que está en la segunda temporada, Milena Smith (la coprotagonista de Penélope Cruz en Madres paralelas), estén. Yo sé que me valoran, me respetan y me quieren, pero también es cierto que tienen una admiración enorme por Mariano y Gastón; allí ellos son Gardel y Lepera. La gente de cine los tiene en el Olimpo. El ciudadano ilustre, por ejemplo, es una película de culto. Cada vez que aparezco en un festival toda la gente me habla de ella.
-Penélope Cruz y Javier Bardem se declararon fanáticos...
-Penélope y Javier Bardem quedaron tan enloquecidos con esa película que un día estaba en casa cocinando y me empezaron a llegar audios de WhatsApp de ellos que acababan de ver la peli. Tiempo después de eso (en el año 2007) le hacían un homenaje a Pilar Bardem, a quien yo conocí bastante y me invitaron. Cuando entro al VIP estaba Javier en la barra con unos amigos tomando cerveza y me dice: “Mi mujer te está esperando allí”. Penélope se levantó, me hizo como una reverencia graciosa, tomó una silla y me dijo: “Tú te quedas aquí”. Quería preguntarme cómo era trabajar con Mariano y Gastón; cómo era trabajar con dos directores. Bueno, estuvimos hablando dos horas y me expresó su deseo de trabajar con ellos. Y Javier también.
-¿Se viene una segunda temporada de la serie?
-Sí, hicimos dos temporadas y la mayoría de estas figuras, salvo Pepe Sacristán, van a estar. Dani Rovira, que es otra figura, me dijo: “Estando tú, yo lo que quería era estar”. Y con Imanol (Arias) me pasó que fuimos a un estreno y me dice: “Oye, ¿vas a hacer una serie? Yo quiero estar ahí”. Le dije que no sabía si había un personaje y me dijo: “No me importa. Hago de un camarero que te sirve un café, te dice dos palabras y se va. Yo lo que quiero es estar ahí”. Finalmente, le escribieron un personaje que es un antiguo amigo de Antonio Dumas y aparece en la segunda temporada.
-¿Cómo es cada vuelta cuando venís a la Argentina? ¿Sentís ese amor del público argentino, de los colegas?
-Sí, por supuesto que sí. Me es muy reconfortante eso. Después de más de 50 años de trabajo que los colegas te valoren, que el público te quiera y te respete es el capital humano más importante que te podés llevar de esta profesión. Es hermoso, te calienta el corazón.
-¿Qué es lo que más extrañás de la Argentina y cómo se nos ve en la otra parte del mundo?
-Esta es una pregunta muy recurrente y la verdad es que no nos ven, no nos están mirando. Lo que sí ocurre es que no pueden entender cómo Argentina llegó a estar como está. No lo pueden entender porque para ellos era -¡y lo era!- uno de los países más ricos del mundo en cuanto a recursos naturales y humanos. Como le explicás a alguien que tiene en mente aquella Argentina mítica que tenía un dígito de pobreza, movilidad social ascendente, una educación y salud pública que eran un ejemplo mundial que haya llegado a esta decadencia, a este fracaso y que después de 40 años de democracia tengamos casi 60 % de pobreza, una pobreza vergonzante porque hay millones de niños que están pasando hambre en este momento en Argentina. Lo digo y... [llora]. Es vergonzante, tiene que ser vergonzante para todos nosotros. Entonces extraño aquella Argentina en la que yo me crié, en la que yo me formé. Por supuesto que extraño los afectos más cercanos, mis hijas, mis nietos, mis amigos entrañables.
-¿Cómo es vivir en España?
-La calidad de vida es muy superior. Yo me cruzo con muchos argentinos porque hay muchos allá viviendo y lo primero que me dicen es: “¡Qué diferencia, Oscar!”. Se refieren a la inseguridad, a sacarte la mochila de ese estado de alerta en el que hay que vivir aquí que es muy estresante y que hace que la gente esté crispada, de mal humor, que cualquiera te conteste mal. Allí el humor social es otro. La gente está contenta, despreocupada, no hablan de política prácticamente. Cuando yo iba a trabajar (todavía no vivía allí) subía al avión y era como que ya me convertía en otra persona, me aflojaba, me relajaba, estaba contento. Por supuesto que problemas hay en todas partes, no es que allí no hay confrontación. Estamos hablando de un país que tuvo una guerra civil, que murieron un millón y medio de personas, que se enfrentaron entre hermanos, entre primos, entre padres e hijos, que tuvo una de las dictaduras más vergonzosas del siglo 20: el franquismo. Sin embargo, cuando hicieron el pacto de la Moncloa, ese gran acuerdo de las fuerzas políticas permitió que España progresara y sea lo que es hoy. Yo me pregunto por qué aquí no es posible, por qué aquí desde todos los sectores ideológicos y políticos se alienta la belicosidad, se alienta la fragmentación, la confrontación salvaje permanente, se demoniza al que no piensa igual.
-¿Sentís que pasa eso con tus colegas? Por ejemplo, con Guillermo Francella que dio una opinión y Pablo Echarri y Nancy Dupláa salieron a contestarle...
-Los últimos 20 años fue así, antes no era así. También es cierto que en el primer peronismo sí hubo diferencias. No se llamó grieta pero Niní Marshall, que era la más grande, se tuvo que ir de la Argentina. Libertad Lamarque se tuvo que ir y hubo gente a la que le arruinaron la carrera y no pudo trabajar más. Se hizo una asociación de actores paralela y si no estabas en esa asociación ponías en riesgo tu carrera. En fin, tenemos una triste tradición en eso, pero yo creo que no nos favorece, que no nos hace bien, que tenemos que ponernos de acuerdo en cuatro o cinco cuestiones de políticas de Estado que son innegociables como educación, salud, vivienda, distribución de la riqueza, el hambre. Eso le pido a la clase política porque este estado de confrontación (que sigue pasando y que fue alentado desde las altas cumbres del poder político) no nos lleva ningún lado, o mejor dicho, nos lleva a un fracaso peor. La Argentina es un barco que viene escorado desde hace mucho tiempo, que tiene el casco dañado y nosotros arriba del barco nos matamos salvajemente entre nosotros, en lugar de entender que si el barco naufraga, naufragamos todos, los que piensan de un modo y los que piensan de otro. No puede ser que no logremos acuerdos básicos sobre temas fundamentales, esenciales y perentorios para resolver.
-Es un poco de lo que habló Guillermo Francella... de ilusión, de tratar de salir adelante.
-A mí me sorprendió que Guillermo hablase, pero lo que dijo, podés estar de acuerdo o en desacuerdo, fue moderado, fue razonable, no salió con una bandera ni de manera tribunera. No le faltó el respeto a nadie, simplemente expresó su punto de vista. Yo quiero vivir en un país donde cualquiera pueda expresar su punto de vista sin ser atacado, demonizado inmediatamente. Tanto Guillermo como Nancy, Pablo o el que quiera hablar. Quiero un país plural donde no nos estemos pegando con un bate de béisbol en la cabeza por haber dicho algo.
-¿Por qué te sorprendió que Guillermo hable?
-Porque a lo largo de toda su carrera nunca se expresó políticamente que yo recuerde.
-¿Sentís que expresarte te juega una mala pasada?
-Sí, expresarte en este país es muy difícil. Es difícil por este clima que fue instalado deliberadamente donde o estás conmigo o sos enemigo de la Nación, sos enemigo del pueblo, sos enemigo de la patria. La patria es de todos como dijo Borges, o sea del que piensa como yo y del que piensa lo opuesto.
-Vos siempre te expresaste políticamente
-En general sí, por eso me sorprendió lo que pasó con Guillermo. Me pareció excesivo y brutal porque fue razonable lo que dijo, moderado. Una cosa es decir: “No estoy de acuerdo con lo que acaba de decir Francella” y otra salir a descalificar, a agredir, a pegarle salvajemente. Me parece que esa crueldad y ese estilo de relacionarnos nos hace un daño enorme. Además son otras las cosas de las que nos tenemos que ocupar.
-¿Cómo ves hasta ahora a Javier Milei como presidente?
-Yo no puedo ni quiero opinar de eso. Sé que hay mucha gente que está pasándola muy mal. Sé que hay hambre en la Argentina, también sé que no lo produjo ni lo generó este gobierno que tiene meses. Pero lo que no me gusta es esto de desde la cúpula del poder político estimular el enfrentamiento, usar un lenguaje soez, demonizar al que piensa distinto o al que dice algo que no te gusta. No me gustó antes y no tengo por qué aceptarlo ahora.
-Recién hablabas de clima social y seguramente en esta semana habrás vivido una Argentina con un clima social diferente a cuando la dejaste en noviembre...
-No, cuando yo vine en noviembre el ánimo social era crispado. Vi mucha tristeza en la gente, en los rostros. No sé si cambió tanto. Puede ser que hay ciertas cosas que están pasando que enervan a la gente más que antes. Es muy delicado, hay que tener mucho cuidado. A las autoridades, a los líderes de los distintos partidos o grupos ideológicos, ni que hablar a los que están en funciones, ya sea diputados, senadores o el Poder Ejecutivo hay que exigirles prudencia, razonabilidad, amplitud de criterio, respeto por el pluralismo porque están fomentando un daño gigantesco y la fragmentación es cada vez más grande en la Argentina.
-¿Te imaginás en algún momento volver a trabajar acá?
-Sí, me lo imagino con la misma facilidad que me imagino que no porque se tienen que dar un montón de circunstancias. Pero sí claro, me gustaría venir a filmar.
“La mujer de mi vida”
-Hablemos de amor... ¿qué significa Marina Borensztein en tu vida?
-Es la mujer de mi vida. Por empezar, ya batió todos los récords. Yo estoy en terceras nupcias y en septiembre van a hacer 18 años que estamos juntos; nunca alguien me aguantó tanto, ni yo aguanté tanto a alguien (risas). Yo estuve siete u ocho años después de mi segundo divorcio solo, sin algo que me conmueva hasta que apareció Marina y me hizo volver a creer que es posible. Es una compañera extraordinaria, me acompaña muchísimo sin dejar de ser ella misma, ni de hacer sus cosas (…) Es la mujer de mi vida y la última, sin ninguna duda.
-Aparte te acompañó en esta decisión de irse juntos a España...
-Bueno, ahí hay otro dato que la gente no sabe. Malena, la hija de Marina, que vivió conmigo desde los 7 años hasta los 22, 23, se puso de novia con un chico inglés y vive en Londres. El hecho de que Marina la tenga cerca -porque son dos horas de avión- influyó mucho. Si Malena no se hubiera venido, no sé si Marina me hubiera acompañado, quizá lo hubiera hecho a medias. A su vez, en 2020 lamentablemente murió su madre Berta a la que ella tampoco hubiera dejado, así que eso más lo de la hija fue lo que la decidió.
-¿Cuándo te tendremos de vuelta?
-No lo sé. El año que viene voy a estrenar una obra mía que la voy a dirigir, pero no sé si me voy a subir al escenario. Quizá se venga alguna segunda temporada de Galgos. También me acaban de ofrecer un guion que tengo que leerlo porque me lo dieron el día antes de venirme. Lo voy a leer en el vuelo de vuelta.
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