Óscar Jaenada, del villano padre de Luis Miguel a un habilidoso periodista que busca salvarse el pellejo, en la nueva serie de Mariano Cohn y Gastón Duprat
Nacido en Cataluña, este camaleónico actor se dio el gusto de interpretar a Camarón de la Isla, Cantinflas y Luisito Rey, además de codearse con figuras de la talla de Sylvester Stallone, Johnny Depp y Penélope Cruz
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El periodista protagonista de Horario estelar -la serie de Star+ creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat que acaba de estrenarse- con bigote, pelo largo y gesto adusto podría ser Luisito Rey, el nefasto padre de Luis Miguel en la serie homónima. Claro que si el bigote se lo recortara “anchoita”, se pusiera sombrero y relajara el cuerpo se convertiría en Mario Moreno, Cantinflas. Aunque con pelo largo y barba a tono, podría pasar como descendiente directo de Hernán Cortés... Y pará: ¿no es el que le puso los puntos a Sylvester Stallone en la última (y peor) entrega de la saga de Rambo? ¿El amigo de Robert de Niro? ¿O el que compartió aventuras en 3D con Johnny Depp y Penélope Cruz en Piratas del caribe: Navegando aguas misteriosas? Sí, cada uno de ellos junto a otras varias decenas de personajes son creaciones de Óscar Jaenada, actor camaleónico que en los últimos años se ha movido profesionalmente entre su España natal, Estados Unidos y Latinoamérica. Siempre distinto, siempre impecable.
Con Luisito Rey como masiva carta de presentación en nuestro país, Óscar Jaenada caló bien hondo en el gusto argentino. Sin embargo era el mismo que desde hacía tiempo veíamos en superproducciones internacionales. Casi 1, 80 de altura, sin un gramo de más, cara angulosa y huellas de haber vivido, a priori uno podría pensar en Jaenada como una buena elección para hacer de Don Ramón (y es raro que todavía no se lo hayan propuesto) pero no de mucho más. Grave error: le bastan sutiles cambios en su postura, fisonomía y tono de voz para hacer lo que quiera. Y es que el actor siempre tuvo claro cuál era su destino, pero la vida no se lo hizo fácil.
Solo en los bares
Nacido en Cataluña el 4 de mayo de 1975, Óscar fue siempre de menor a mayor. Cuando su pueblo le quedó chico se fue a trabajar a Barcelona, y de ahí a Madrid: “Estaba a las 4 am trabajando en un bar en Barcelona y dije ‘me voy de aquí’, y me fui para Madrid. Yo creo que esa vez fue la primera, la que me hizo aprender que hay que hacerlo, que hay que dejarlo todo por un sueño, cueste lo que cueste. Esa primera vez que perseguí mi sueño, creo que es la que más recuerdo en mi profesión. Ni siquiera los premios o las películas, o las escenas con Robert De Niro, o con Johnny Depp, o con quien sea. El momento más importante en mi carrera es ese primer salto”, contó años después.
Claro que la capital española tampoco es que lo recibió con los brazos abiertos. La barra de aquel bar se transformó en la barra del Hard Rock Café cuando se fueron en el alquiler de hostal y en un book de fotos las únicas 6 mil pesetas que tenía en el bolsillo. Terminó durmiendo en un banco de plaza, hasta que una amiga lo rescató y le brindó cobijo en su casa.
Una noche, entre copas, hard rock y café la vida lo cruzó con el director de casting Luis San Narciso: “Hablamos un rato, le dije que yo quería ser actor, me dijo que le diera lo que tuviera pero yo no tenía nada, había hecho teatro en Barcelona hacía un montón de años pero no lo tenía grabado. Me dijo que preparara un currículum y se lo enviara, así que lo preparé como pude. Y así empezó todo”.
Así, a partir de 1999 inició una serie de participaciones en la televisión y cine de su país, de las que por aquí no tuvimos noticias. Sin embargo, de la lista surge una curiosidad: Jaenada participó en 2004 de la coproducción El juego de la verdad, cuyo rodaje lo trajo a la Argentina. Pero hay más, porque el título del film hace referencia a un tema de… Luisito Rey. Cosas del destino.
El mismo año llegó su primer desafío, dar el porte de protagonista para la biografía de Camarón de la Isla, el inolvidable cantante de flamenco andaluz. La composición del actor fue notable. Aplauso, medalla, beso y Goya a mejor actor.
Jaenada comenzó a pisar cada vez más fuerte. Filmó a las órdenes de Steven Soderbergh la película sobre el Che Guevara protagonizada por Benicio del Toro y Jim Jarmusch; y compartió pantalla con Idris Elba, Zoe Saldana y Chris Evans (Los perdedores, 2010); Bruce Willis, Henry Cavill, Sigourney Weaver (The Cold Light of Day, 2012); o Guillermo Francella y Nicolás Cabré en Atraco! (2012). Hasta que en 2014 le llegó a su vida otro papel de proyección internacional: Cantinflas.
¿Un español haciendo de un ícono mexicano? Apenas se conoció su nombre, el país Azteca se le puso en contra: “Lo comprobé el segundo día que estaba en México. Ya había portadas de periódicos cuestionando mi elección, tuve todo y a todos en contra, pero no era la primera vez que me pasaba, así que me recogí y les respondí con la película -contaba en una entrevista para El español-. Del personaje real había poquísimo, según iba investigando me iba dando cuenta de que Mario Moreno utilizó a Cantinflas para parapetarse, para ser alguien muy distinto. Regaló a Cantinflas al mundo para que Mario estuviera en casa. Eso lo pagó, lo sufrió y lo disfrutó también”.
Con su composición del comediante, Óscar se ganó al público mexicano, pero no así al español, donde la película no conseguía distribución. Hollywood también estaba atento a su crecimiento, y por eso pudo sumarse en 2019 al elenco de Rambo: Last Blood, y en el camino sumar a su anecdotario a Sylvester Stallone: “Nunca había trabajado con alguien que tuviera tanto control no solo sobre una película, sino sobre una franquicia entera, como es el caso de Stallone. En el set había obviamente un director, un asistente de dirección y un guion, pero todo eso pasaba a segundo plano cuando él llegaba”. La frustración de esos cambios se compensaba cuando era el mismo John Rambo quien lo maquillaba: “Ningún actor americano ha derramado más sangre que yo, lo que me convierte en un experto en esto”, le decía Sly según L.A. Times.
Paradójicamente, mientras a Óscar su país le cerraba las puertas, Hollywood y Latinoamérica se las abrían. Y cuando el brillo de su estrella comenzó a menguar, llegó el papel que lo colocó en la cima.
Lo importante aquí es la pasta
Si la composición de Cantinflas podía despertar tanto amor como odio, ponerle rostro y voz a Luisito Rey, el padre del protagonista de Luis Miguel: la serie, era convertirse directamente en el hombre más despreciable de México y alrededores.
A favor de la decisión estuvo el hecho de que Jaenada no tenía idea de quién era, apenas si había escuchado algún que otro tema de su hijo. “Antes de aceptar el papel estuve hablando con personas que conocen a Luis Miguel y a su entorno -le contó a El español-. Me explicaron una historia sobre el padre que fue la que me acabó de convencer. El padre de Luis Miguel, que era español, afirmaba que Picasso le había regalado un cuadro. Un cuadro que en realidad había pintado él. Mira qué tipo de pibe era. Con la serie de Luis Miguel conseguí que en México pasara por segunda vez lo que ya conseguí con Cantinflas, que odiaran amarme. No podían reconocer que un tipo de Barcelona como yo, hiciera con tanta veracidad personajes tan mexicanos como estos”.
“La verdad es que Luis Rey ha sido para mí como un regalo sorpresivo, porque cuando hice de él, no sentí tanto su peso ni me resultó tan exigente; improvisé mucho. Pero me dio las mayores satisfacciones después, debido a la popularidad que tuvo en todo el continente americano, y que llevó incluso al entonces presidente Enrique Peña Nieto a decir que Luisito era más odiado que él”, admitió en L.A. Times.
Horario estelar, el periodismo en el banquillo
Lo que no pudo el cine lo pudieron las plataformas y así, Óscar Jaenada pudo ser profeta en su tierra, en la que le gusta vivir y quisiera trabajar más. Prueba de su renovado romance con el streaming es Horario Estelar, la serie de 10 capítulos que Star+ estrenó en febrero, donde compone a Ramiro del Solar, un periodista intachable que se juega su prestigio para ocultar los rastros de una relación prohibida y una muerte involuntaria. Una crítica al poder mediático, vestida de thriller.
“Los periodistas, incluso los de informativos, sufren de cierta manipulación personal, o incluso profesional. Es un cáncer que no hemos sabido curar. Hemos dejado que el periodismo sufra, y pierda ese respeto que tenía hace varios años. Creo que entre todos podemos revertir esta situación, hay que expulsar o independizar, pero volver a limar lo que es la noticia, un hecho, sin opinar. Simplemente hablar de una información pura y dura. En España, el único canal informativo independiente que teníamos era CNN, y nos lo cambiaron por Gran Hermano. O sea, claramente te dicen que no te quieren informar, que te quieren entretenido”, le contó el artista a la periodista Mónica Ortiz y continuó: “Yo tengo mucha confianza, porque no considero que Horario estelar sea simplemente un producto de entretenimiento. Nos va a hacer pensar, quizás incluso cambiar de opinión en ciertos aspectos. Nos presenta a un líder de opinión y cómo nosotros, inconscientemente o culturalmente, a un señor o señora que está al frente de un informativo, que va bien vestido y que habla muy bien, simplemente por eso le damos credibilidad. Creo que esta serie va a ayudar a que se abra un poquito el ojo, porque a lo mejor estos líderes de opinión vienen un poco torcidos, manipulados, o incluso muy adulterados”.
Contundente, sin medias tintas ni corrección política, Óscar Jaenada continúa cimentando su ecléctica carrera artística a partir de una sana honestidad brutal. En los papeles que interpreta, y también en su vida.
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