Una vez más, Rusia y Bielorrusia, y ahora también Moldavia y Armenia, cayeron rendidos a sus pies. La "Oreiromanía" hizo estragos del otro lado del planeta y Natalia Oreiro (41), que esta semana cierra su Unforgettable Tour, tiene el corazón contento con diecisiete shows, miles de kilómetros sobre sus espaldas y la certeza de que aquel idilio con los fans rusos que arrancó con Muñeca brava sigue intacto. Hay que decirlo: son días de entrega absoluta. No en vano es la "extranjera más rusa de todas". Además de los distintos escenarios que pisó, y las visitas a la televisión y las radios locales, se reúne face to face con sus seguidores y no ahorra en selfies, autógrafos, sonrisas y palabras de cariño (se defiende bien con el idioma). "Todas las giras son especiales porque me preparo durante muchos meses pensando en la puesta en escena, el vestuario, las canciones. Hace veinte años que vengo y, si bien el público se renueva, quiero seguir sorprendiéndolos", le cuenta Natalia a ¡Hola! del otro lado de la línea y con diez horas de diferencia.
Para celebrar dos décadas de romance, por primera vez la acompaña una banda de músicos y de bailarines rusos. "Fue una propuesta que surgió del promotor. Llevo hechos más de cien conciertos en Rusia, y siempre con mi banda argentina, que lo sigue siendo y entre las que está Andrea Álvarez en batería, que es una genia. Pero en esta ocasión me propusieron celebrar con músicos rusos. Es una forma de hacer un show en equipo porque tienen un talento enorme en todas las áreas, además de una historia alucinante que descubro en cada ciudad a la que llego".
Detallista como pocas, el vestuario incluye seis cambios y es de su autoría. "Es algo que siempre hice y me encanta. Me inspiré en Paco Rabanne y el vestuario de Barbarella, una película que me encanta. En el show narramos una historia de otra galaxia a través de la animación. Después de una suerte de Big Bang, un planeta llamado Quarzo queda sin sol y empieza a congelarse, entonces mandan a su heroína más valiente en busca de otra galaxia con un nuevo sol. En cada planeta que visito, hay un vestuario diferente, signado por espectaculares piedras. Me encantan las gemas y su energía", dice.
La gira le demandó más de un mes fuera de su casa en San Isidro, por lo que la visita de su marido, Ricardo Mollo (61) y de su hijo, Atahualpa (7), fueron una alegría planeada. "Ata me acompañó en una parte muy corta de la gira porque está en segundo grado y ya no puede faltar tanto. El reencuentro fue muy esperado. Tiene un padre maravilloso, absolutamente generoso, que me acompaña en las aventuras que encaro. Nos extrañamos mucho, pero Ricardo hace posible que yo pueda girar, de la misma manera que cuando él es el que se va yo estoy ahí para bancarlo. Como son buenos compañeros, llegaron antes que yo y aprovecharon para recorrer y hacer turismo", dice. En Armenia, precisamente, Ata subió al escenario en el saludo final. "Cada vez que termino un show, tengo la costumbre de salir a saludar. Él solito se acercó para ayudarme a agarrar las flores y los regalos que me dieron. Mi hijo está acostumbrado a que lo lleve a la escuela y que sea una mamá sin maquillaje ni producción. Pero, también, sabe que su madre ama subirse al escenario y compartir un rato con gente con la que si bien no hablamos el mismo idioma tenemos una comunicación especial, difícil de poner en palabras. Él ama Rusia tanto como yo, y estaba emocionado con conocer Armenia".
Atahualpa me acompañó sólo en Armenia porque ya está en segundo grado y no puede faltar tanto. El reencuentro fue muy esperado
LA MÁS RUSA DE LAS EXTRANJERAS
En su visita al reconocido programa de televisión Vecherni Úrgant, Natalia bromeó con que, después de veinte años de visitar el país, era hora de que Putin le diera la nacionalidad. "Por supuesto que fue un chiste y me llovieron copias de pasaportes de mentira. El programa al que fui es de un presentador muy conocido y gracioso (Iván Úrgant) y siempre hacemos humor con que soy la extranjera más rusa de todas y que como hace años a Gérard Depardieu le dieron el pasaporte por ser amigo de Putin, hice un chiste diciendo que yo era mucho más rusa que Depardieu. Amo Rusia y mi relación va más allá de si tengo un pasaporte o no. Fue una broma", aclara.
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