Olga Garaventa, sobre la aparición de una supuesta hija de Sandro: "Me provocó un gran daño moral y psicológico"
"El 4 de enero es un día muy difícil para mí. Por eso, me quedo en mi casa, sin salir. Quizá me acerco hasta la puerta para conversar con algunas 'nenas' que llegan para saludarme, pero nada más. Me parece que es la mejor forma de rendirle el homenaje que se merece", le dice Olga Garaventa a LA NACIÓN, mientras saborea su primer café de la mañana en el bar temático ubicado en la planta baja del castillo del barrio de Boedo construido por Roberto Sánchez, el hombre que fue su marido hasta el momento de su muerte.
Hoy se cumplen diez años de su partida. De aquel adiós de Roberto, como ella prefiere decir, en términos de intimidad familiar. Para sus seguidoras, en cambio, se trata de una década sin la presencia física de Sandro, del ídolo endiosado por sus "nenas", como él definió a sus fanáticas. Así las menciona Garaventa y así se hacen llamar ellas mismas. No es un rótulo: es un status. "Me maravilla la constancia y el amor desinteresado que tienen. Por eso las recibo, converso, me tomo fotografías. Ellas lo mantienen vivo", reconoce la mujer de cabellos rojizos que, en 2007, bendijo con una boda el vínculo sagrado que lo unía a él.
Garaventa jamás lo mencionará por su nombre artístico. Sabe diferenciar entre esa construcción de la industria del espectáculo y el hombre de carne y hueso que compartió una parte de su vida con ella. Este sábado, desde las 12, una serie de actividades y proyecciones cinematográficas lo recordarán en ese edificio de la calle Pavón donde él planeó instalar estudios de grabación y oficinas. Ese castillo que sobresale con su cúpula blanca y su estilo medieval entre el caserío bajo del sur de la ciudad.
Amor gitano
"Estos diez años fueron lindos, aunque también tristes y agitados. Por fin, hemos llegado a una tranquilidad y manteniendo una conducta, eso es lo importante. Los ídolos como él traen agitación, así que una tiene que estar preparada para lo que venga", reconoce Garaventa buceando, ya no solo en aquel 4 de enero fatídico, sino en todo lo que tuvo que acarrear a lo largo de estos últimos diez años.
-¿No debe haber sido fácil ser la mujer de Roberto Sánchez y, luego, su viuda?
-Para nada. Ser la mujer de Roberto es un lugar muy codiciado. ¿Quién no hubiera querido estar en este lugar? Hay que saberlo llevar, hay que saberlo manejar. Por eso hay que ubicarse en tiempo y espacio, y no cometer ninguna equivocación ante lo que pueda suceder. Evitar que un error pueda traer un problema más serio.
-En vida de Roberto, a los dos se los percibía muy empáticos. Y, luego de su fallecimiento, usted continúa con esa línea de estricto perfil bajo.
-Uno no puede romper la manera de comportarse de él, sería tirar por la borda todo lo que hizo. No estaría bien eso. Uno debe respetar lo que Roberto ha hecho con su sacrificio, con su esfuerzo y con su disciplina.
-Al pesar del duelo hubo que sumarle otros dolores…
-Prevaleció lo bueno, pero hubo cosas difíciles de afrontar. Tuve que aprender a resolver, a enfrentarme con cuestiones inesperadas para las que no estaba preparada. Pero él dejó grabado, en el inconsciente de una, cómo debía manejarme ante determinadas situaciones... así lo fui llevando adelante.
-¿Dejó instrucciones?
-Roberto me dijo: "No te va a resultar fácil, te van a querer enloquecer, pero vos seguí siempre en una misma línea. Sabés las cosas cómo son, sabés la verdad de todo. Ante lo que escuches, no contestes. Siempre tenés que ser una lady, una señora. Aunque se venga el mundo abajo, vos seguí en tu casa. Te van a doler cosas que drián y vas a sufrir mucho, pero vos siempre en silencio, sin responder. Con el tiempo siempre saldrá la verdad a la luz". Así lo hice. Y me mantuve en calma.
Garaventa se refiere al proceso iniciado por Sandra Borda para que la Justicia, análisis de ADN mediante, declarase que Sandro era su padre. Sin embargo, los estudios realizados, tanto con Roberto Sánchez en vida, como los llevados a cabo con material genético extraído luego de la exhumación del cadáver del cantante, dieron negativos. Para la Justicia, Borda no sería hija del músico. "Me provocó un gran daño moral y psicológico. Fue tremendo lo que hizo. Si una persona, desde muy temprana edad, sabe que va a tener un juicio de filiación, por qué crema a sus padres y luego sale a buscar su identidad. Ella hizo eso", explica Garaventa sin perder la calma, apelando su distinguido medio tono y educados buenos modos, aunque precisa y contundente.
La viuda de Roberto Sánchez no da nombres. Con cautela, prefiere apelar al "ella" para poder adentrarse en la traumática situación: "Ella impugnó el ADN que se hizo con Roberto en vida, dijo que era trucho. Por eso tuvimos que llegar a la exhumación. Es imperdonable. Nosotros jamás nos opusimos a nada. Pusimos un genetista, ella una médica patóloga. Siempre fui muy respetuosa de la Justicia y estoy a favor de la búsqueda de la identidad, es un derecho. Pero ella fue muy agresiva y me hizo mucho daño".
-¿Hubo comparación de resultados entre los últimos estudios y aquellos realizados con material genético estando Roberto Sánchez aún con vida?
-Se cotejó el primer ADN con los resultados obtenidos luego de la exhumación. Ella puede apelar, pero eso no va a prosperar porque no es recurrente. Ella tiene tres ADN negativos.
-Imagino lo traumático de un proceso de exhumación.
-Fue muy doloroso tener que recurrir a eso, pero lo que más dolió fue la agresión en los medios. Todos tenemos derecho a la verdad sobre la identidad, pero se debe manejar en el ámbito de la Justicia. El daño no me lo hizo sólo a mí, sino a Roberto, a Sandro. ¿Cómo lo dejó parado delante de todo el mundo?
A pesar del resultado negativo de parte de la Justicia con respecto a una posible paternidad del músico, la familia se siente afectada moralmente. Esta es una sensación que va más allá de Olga para adentrarse, también, en Pablo y Manuela, sus hijos. "La identidad es un derecho y hay que pelear por ese derecho. Eso es indiscutible. Pero todo lo que se hizo mediáticamente, estuvo de más. Estos temas se deben manejar en el plano legal y los tiempos deben ser los tiempos legales. No se debe salir a defenestrar a una persona en los medios. Nadie se opuso ante la Justicia, siempre se estuvo a disposición. En 2014 salió, en primera instancia, la resolución que ella no era la hija de Roberto. Y, hace diez días, aproximadamente, se confirmó en Cámara de Apelaciones lo mismo", explica Pablo Ferraudi, el hijo de Olga Garaventa.
El homenaje
Una década sin el prócer. Sin ese hombre campechano que jamás compró el personaje que vendía. El Gitano, el que vendió millones de discos en toda Latinoamérica, el que nació rockero y se transformó en romántico. El enigmático. El que se escondía detrás de los muros de su mansión de Banfield. O el que, con solo contar con estudios primarios, podía dar cátedra a la hora de hablar de religiones comparadas. Aquella partida dolió. Vaya si dolió. Pero hoy, a exactos diez años de su último suspiro en la clínica de Mendoza, donde fue sometido a un trasplante cardiopulmonar, su legado sigue vivo, agigantado.
Aquel 4 de enero de 2010, a las 20.40, un shock séptico, según rezaba el parte oficial, pudo con su vida. Tenía 64 años. Y aún mucho para dar. El cuerpo quebrantado dijo basta para hacer nacer el mito. Ese que hoy está más vivo que nunca. Ese que es protagonista con aura perceptible en el castillo de la calle Pavón al 3900 que el propio Sandro diseñó para albergar estudios de grabación y oficinas. Blanco y con una torre que se destaca en medio de la barriada de Boedo. Allí, una cava y un bar temático con objetos que le pertenecían conforman una guarida, un refugio de contemplación a cargo de Pablo, el hijo de Olga Garaventa, el que Sandro adoptó casi como propio y que lo convirtió en su mano derecha.
En ese castillo porteño, hoy se desarrollará Sandro Inmortal, una muestra homenaje abierta al público. Allí, en el Centro Cultural Cava, que funciona en el primer piso de las instalaciones, se llevarán a cabo una serie de actividades que convertirán la fecha en un motivo de encuentro de fans para compartir anécdotas y música. "Se llevarán a cabo tres visitas guiadas, en el espacio de arte habrá cuadros y objetos personales, y se proyectarán las películas Muchacho, Embrujo de amor y Subí que te llevo", explica Ferraudi quien, además de ser el responsable de la actividad del castillo, es un reconocido fotógrafo artístico. El joven artista, junto con los periodistas Graciela Guiñazú y Eduardo Barone, son los responsables de preservar el legado. Incluso, de convertir en una fecha aún no definida, parte de la casa de Banfield en un museo de experiencia inmersiva, abierto al público.
Mientras tanto, el castillo de la calle Pavón es un lugar ineludible para los seguidores del músico. Los objetos personales y la colección fotográfica mantienen vivo el espíritu del ídolo: "Acá está su espíritu, su energía, hay algo especial. Se percibe. El diseñó y construyó este lugar que atrapa ni bien se ingresa. Me he quedado horas sentada en el bar escuchando música. Es hermoso, muy placentero. Me encanta venir", reconoce Garaventa, quien comenzó trabajando como personal de mantenimiento cuando el castillo albergaba las oficinas del representante Aldo Aresi y la planta baja era el depósito de los equipos de sonido que Sandro utilizaba en sus conciertos. Allí lo conoció. Y lo que en el comienzo fue una relación tibia, distante, concluyó en matrimonio. Cosas de la vida. Artilugios del destino.
"Venía para la entrevista y pensaba en cuántas veces había hecho este recorrido, en el tiempo de mi vida dedicado a este lugar. Una se emociona. Estoy muy contenta con que se haya abierto, sobre todo por sus 'nenas', que ahora tienen un sitio donde reunirse y encontrarse con todas las cosas de Roberto, de Sandro. Ellas querían tener un lugar, por eso están felices", asegura. En ese sentido, Ferraudi reconoce que la apertura del castillo significa también un motivo de agradecimiento: "Él era consciente que llegó hasta donde llegó porque las fans lo respaldaban; decía que se podía tener mucho talento, pero que era la gente la que decide acompañar a un artista o no. Ese respeto que él tenía por el público, nosotros lo seguimos manteniendo. Seguimos en esa línea".
La vida sin él
"Todas las noches le dedico una oración. Y, por la mañana, un rezo", explica la mujer que prefiere llevar su apellido paterno, a pesar de los ruegos de su marido: "Siempre firmé con mi nombre de soltera y él, en broma, se enojaba: ´Usted está casada, es Garaventa de Sánchez´, me decía".
-No usar el apellido de él, habla también de su discreción.
-Lo que me sucedió con Roberto es algo que la vida me regaló, pero mi esencia y mis principios me los dieron mis padres. Roberto me los marcó aún más, eso es innegable. Yo trato de seguir esa línea. Ante todo la humildad, porque él era así. A mí nunca se me subió el ego a la cabeza. Si bien soy la esposa de Sandro, soy María Olga Garaventa. Ni con el padre de mis hijos ni con Roberto, usé el apellido de ellos. Solo lo hago para firmar algún documento de manera protocolar. No es por ningunearlo, sino porque yo soy así por la crianza que recibí.
-¿Cómo es la vida en la mansión de Banfield sin Roberto?
-No es fácil, es una casa grande, donde cada paso es un recuerdo. Voy recorriendo ambientes y no hay nadie, estoy sola. Mis hijos, Pablo y Manuela, tienen su vida, no los puedo atar a la mía. Cuando se van de casa, el silencio es sepulcral. Hay que saber convivir con esa soledad. El domingo es un día muy difícil para una mujer sola en semejante casa, por eso a la tarde busco salir con mi familia o ir con amigas a algún shopping.
-¿Por qué no hay fotos de él en la casa?
-Roberto nunca tuvo fotos suyas exhibidas. Yo continué esa línea. En casa, tampoco cantaba ni tocaba. Solo, alguna vez, se sentaba frente al teclado.
-Será porque en esa casa famosa de Banfield, que inspiraba tanto misterio, no vivía Sandro sino Roberto.
-Es así, el nunca estaba subido al personaje.
-¿El tiempo hace que el dolor se temple y afloren los recuerdos más gratos?
-Los primeros dos años estaba muy estresada por todo lo que había vivido. Ahora se siente más el recuerdo. Una trata de acordarse de lo lindo.
-Siempre se la ve impecable. ¿Era la manera de seducir a su marido?
-A él le gustaba eso. Además me decía: "Arreglate, porque se abre la puerta de calle y puede haber una cámara". Y tenía razón. Era muy detallista.
Homenaje 10 años sin Sandro en El Castillo (Pavón 3939, CABA). Sábado 4 de enero de 12 a 22, con visitas guiadas a las 13.30, 16.00 y 19.15 hs. Muestra fotográfica Sandro Inmortal y proyecciones. Bono contribución: $100 Estudiantes y jubilados: $50.
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