El ex Jugate conmigo vuelve a la televisión después de quince años; actualmente se gana la vida como carpintero, está casado desde hace veinte años con la actriz y son padres de dos nenas
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Alejado de la televisión hace más de quince años, Octavio Borro dejó atrás la popularidad que le dio Jugate conmigo y luego Costumbres argentinas, De corazón, Rebelde Way, Chiquititas, Son amores, y encontró un camino que lo hace más feliz: tiene su propia carpintería en su casa, en Quilmes. Papá de Nina, de 11 años, y Mila, de 9, está en pareja con la actriz Julieta Fazzari y llevan veinte años juntos. Cuando creyó que le había “bajado la cortina” a la actuación, lo convocaron de LaFlia y aceptó ser parte del nuevo reality que debuta en estos días en eltrece, Hogar dulce hogar, con la conducción de Eugenia Tobal y en el que Borro tiene la doble función de asesor y jurado. En diálogo con LA NACION, Borro contó qué fue de su vida en todos estos años, por qué se alejó de la tele y por qué vuelve.
-¿Fue tu decisión dejar de actuar o se fue dando?
-Fue de a poco. La incertidumbre que te produce no saber cuándo vas a trabajar es terrible. Después me enganche con la carpintería y me di cuenta que es lo mío porque soy más feliz haciendo muebles que trabajando de actor. Y es un trabajo que depende de mí, no tengo que esperar que te llame. No trabajar me hace mal. No era solamente la plata sino la incertidumbre de no hacer nada y no saber cuándo vas a volver. Estás un año parado y te replanteás todo.
Amor dulce amor
-Los dos son de perfil tan bajo que pocos saben que estás en pareja hace muchos años con Julieta Fazzari, que también fue muy famosa y se alejó un poco del medio, ¿cómo se conocieron?
-Nos conocimos en Grande Pa porque cuando terminó Jugate conmigo trabajé durante el último año de la comedia. Pero en ese momento la diferencia de edad se notaba más. Empezamos a estar juntos unos años después, haciendo El mago de Oz en teatro, en gira por el interior del país. Pasaron veinte años y tenemos dos nenas, Nina, de 11, y Mila, de 9.
-Una pareja de veinte años no es nada fácil de construir...
-Eso depende del amor y por suerte siempre estuvo. Obviamente a veces hay diferencias, pero estamos enamorados y felices de la familia que tenemos. Tengo una vida normal, llevo a mis hijas a la escuela y las voy a buscar porque soy el que más está en casa. Y muchas veces cocino yo, aunque con Julieta nos repartimos las tareas. Tengo una familia hermosa, estoy laburando, tirando para delante y ahora tengo este nuevo desafío que es muy interesante porque es un cambio y los cambios vienen bien.
La vuelta a la tele
-¿Qué pensaste cuando te convocaron para ser parte de Hogar dulce hogar? ¿Dudaste?
-Me contactaron por Instagram, donde publico las cosas que hago y me pareció interesante porque el programa junta las dos cosas que más me gustan. Si bien dejé la actuación, es parte de mi vida: fueron 15 años muy lindos. Es una buena propuesta. Es una producción de LaFlia que se va a ver pronto, no sé aún cuándo, que conduce Eugenia Tobal, es un reality en el que compiten dos equipos y soy el coach y el jurado junto con otros tres compañeros más (Luis Escobar, Sol Álvarez Roldán, y Agus Gallo). Está bueno volver a sentir esa adrenalina tan particular. Hace mucho que no me paro delante de una cámara así que es algo que transito con gusto. Un desafío muy lindo.
-¿Fuiste parte de Jugate conmigo por casualidad o eras de esos niños que soñaron siempre con ser actores?
-Llegué al mundo del espectáculo de pura casualidad. Me había anotado en una agencia para hacer publicidad y al primer casting que me mandaron fue para Jugate conmigo y ahí quede. Fue muy extraño porque ni cantaba ni bailaba ni actuaba. Son esas cosas que se dan y fue una época muy linda, de muchas emociones. Muy loco para un chico de 20 años. Yo soy más bien tímido y me escondía un poco, me costaba ese éxito. Fue muy fuerte y nadie sabe manejarlo.
-¿Sufriste la popularidad?
-No, pero tampoco la disfrutaba aunque tenía sus beneficios. Era otro mundo, no había redes ni celulares. Todo era muy distinto.
-¿Te arrepentiste de haberte alejado del medio?
-No, porque encontré lo que me gusta, que es la carpintería. Nunca pensé en qué hubiera sido si seguía. Estudié actuación y trabajé durante 15 años, con interrupciones. Después con Julieta nos fuimos a vivir a Panamá y estuvimos dos años.
El oficio de carpintero
-¿Querían probar suerte en ese país?
-Tengo un amigo que vive allá y es mayorista de artesanías, nos visitó, nos mostró las fotos de ese paraíso y nos dijo que fuéramos. Decidimos aceptar porque yo había terminado ya Paraíso rock y la película de Eliseo Subiela, No mires para abajo y los dos estábamos sin trabajo en ese momento. En veinte días cerramos la casa, sacamos los pasajes y nos fuimos a vender artesanías en la playa. Ahí empecé a trabajar la madera de una forma autodidacta y me enganché con la carpintería. Finalmente volvimos porque no es fácil estar lejos de los afectos y no pudimos acostumbrarnos, a pesar de que era un paraíso.
-Ahí descubriste tus dones para ser carpintero...
-Mi papá era un tipo que hacia de todo y yo siempre miraba y aprendía. Empecé de una manera autodidacta y cuando volví a Buenos Aires fui a trabajar en la carpintería de Gastón Campora, que es mi maestro. Unos años después me abrí y tengo mi propia carpintería en mi casa. Es mi pasión. Hago muebles de todo tipo, madera, melanina, lo que me pidan. No soy muy paciente, pero para la carpintería sí porque lleva su tiempo y es un trabajo de mucho cuidado, tenés que estar atento a las medidas. Yo lo amo, pero si no te gusta no lo podés hacer. Me meto en la carpintería y me olvido de todo.
-¿Seguís en contacto con algún colega de Jugate...?
-Somos muy amigos con Coraje Ábalos, nos vemos de vez en cuando y charlamos siempre. A los demás dejé de verlos. Alguna vez me han llamado para reencuentros, pero estaba reacio a todo eso y no participé de ninguno.
-¿Y todavía te reconocen en la calle?
-Ya no tengo el pelo largo (risas). Al principio me reconocían hasta en el auto y ahora menos, pero cuando sucede me saludan con mucho cariño y me dicen: “Ah, vos eras tal...”’.
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