Norberto Díaz, el villano favorito que soñaba con ser psicólogo y tuvo una muerte inesperada
Dio sus primeros pasos en el mundo de la actuación gracias a una novia y luego, brilló en diferentes producciones; tenía 58 años cuando falleció
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Norberto Díaz fue el villano de las telenovelas por excelencia, pero todos sus colegas coinciden en decir que era una persona muy tierna y que siempre tenía una sonrisa para todos. Fue un actor de raza. Nació el 1° de marzo de 1952 y murió repentinamente, muy joven, a los 58 años, el 18 de diciembre de 2010. Como le sucede a la mayoría de sus colegas, él no soñó con ser actor ni pretendía estar en todos los actos escolares ni tampoco se disfrazaba para hacer monerías frente a un espejo. Él quería ser psicólogo y hasta cursó algunas materias en la Universidad de Buenos Aires mientras militaba fervientemente en la Juventud peronista. El bichito de la actuación le picó a los 18 años y gracias a una novia de entonces. Para estar más cerca de la joven se anotó en clases de teatro con ella. Ahí se dio cuenta de que algo profundo le sucedía cuando hacía una escena y decidió seguir con más ímpetu. Dejó los estudios universitarios y no contó nada en su casa para no darles un disgusto a sus padres. “Una de las anécdotas más entrañables que me relató con lágrimas en los ojos en muchas ocasiones fue cuando en medio de una escena, su personaje estaba barriendo arriba del escenario y de repente se le cayó la escoba al público. Cuando fue a buscarla estaba su papá, Agustín Delfín Díaz, con la escoba en la mano y una sonrisa en sus labios. En este gesto entendió que su padre aceptaba la elección. Siempre me lo contaba con mucha emoción porque sus padres fueron al teatro de sorpresa y a partir de ahí se convirtieron en sus mayores admiradores”, contó la hija del actor, Manuela Díaz, en una entrevista.
Su primera gran maestra fue Hedy Crilla y después siguió formándose con Lito Cruz y Augusto Fernandes. De 1976 a 1980 fue parte del grupo de repertorio dirigido por Agustín Alezzo y con él protagonizó sus primeros trabajos, Sólo 80, Tiempo de vivir y Despertar de primavera y luego hizo Butley, El cruce del Niágara, Don Elías campeón, Chorro de caño, En boca cerrada, Pericones, Mal de padres, locos de verano, Nuevas directivas para tiempos de paz, Lisandro, El diario de Ana Frank y Chicas del calendario. Cuando murió estaba haciendo El conventillo de la Paloma.
En televisión debutó en 1973 en Canal 9 con Lo mejor de nuestra vida... nuestros hijos y luego hizo División homicidios, Paulina Morales, Trampa para un soñador, Juan sin nombre, Un callejón en las nubes, Nosotros y los miedos, Compromiso, Situación límite, Qué nos pasa che, Hombres de ley, De los Apeninos a los Andes, Cosecharás tu siembra, El oro y el barro, Zona de riesgo, Celeste siempre Celeste, Más allá del horizonte, Nano, Perla negra, Sheik, Poliladron, Ricos y famosos, La condena de Gabriel Doyle, Muñeca brava, Cabecita, Yago pasión Morena, Mil millones, Los simuladores, Son amores, Floricienta, Doble vida, Mujeres asesinas, Collar de esmeraldas, Los cuentos de Fontanarrosa, Mujeres de nadie y Algo habrán hecho. Estaba grabando El elegido cuando falleció y debieron modificar la historia para justificar la desaparición de su personaje.
Emoción y un sueño cumplido
Rubén Stella fue un gran amigo y así lo recuerda para LA NACIÓN: “Con Norberto me unió, desde muy jovencitos, un entrañable cariño. Juntos soñamos y trabajamos para la concreción de un proyecto que finalmente se llamó Hombres de Ley. Caminamos y recorrimos oficinas de diversos productores recibiendo respuestas de lo más dispares y dolorosas, desde ‘a quién le va a interesar historias de abogados’ hasta, ‘interesante, para que lo haga...’ (y aquí venían nombres de variados actores). Siempre tan sagaces los productores. Nos golpeaba. Trastrabillábamos, pero no caíamos. Y después de un tiempo y de asimilar el ‘impacto’ seguíamos insistiendo. Después de tres años de golpear puertas, un día de diciembre de 1987, entrábamos juntos a ATC para ensayar lo que iba a ser el primer capítulo de tres dichosos años de trabajo. Norberto, con los ojos llenos de lágrimas, buscó mis brazos y nos fundimos en un largo y emotivo abrazo de celebración por haber cumplido la primera parte de un sueño largamente acariciado. Fuimos colegas, compañeros, amigos, compinches, aliados... Luego, como casi siempre, la vida te propone disímiles rumbos, pero en mí nunca nada logró empañar aquellas horas, días, meses de sueños, de anhelos y de logros”.
A pesar del éxito de Hombres de ley a Norberto Díaz le costó encontrar trabajo luego de que finalizara ese ciclo. “En la Argentina ser médico o actor es una desgracia”, decía por ese entonces. “En muchos programas de hoy, hay actores que no tienen condiciones y los que sí tienen talento, como no tienen rating, se quedan al margen”, se lamentaba.
En las novelas era uno de los villanos favoritos y él lo disfrutaba: “Por suerte, un actor puede vivir gracias a una telenovela, pero es preocupante la poca producción de cine nacional que hay actualmente, y hacer teatro hoy es cada vez más difícil. El teleteatro bien usado es una eficaz herramienta para el artista. No me arrepiento de hacer telenovelas, soy un agradecido de poder trabajar en ese género”, decía. Y reflexionaba: “No creo que el teatro sea un camino al éxito. Más bien considero que es un tránsito hacia el crecimiento actoral”.
En cine hizo No habrá penas ni olvidos, Darse cuenta, Obsesión de venganza, Mirta de Liniers a Estambul, Chorros, Después del último tren, Veredicto final, El faro, El mar del Lucas y Buenos Aires plateada.
Una muerte inesperada
Se casó con la actriz Alejandra Abreu, a quien conoció en la tira Trampa para un soñador, y en 1986, tuvieron a Manuela, también actriz. Siempre tuvo un perfil muy bajo y era celoso de su vida privada. Se sabía que tenía algunos problemas gastrointestinales y que lo habían operado de una hernia, pero nada hacía sospechar que su vida se apagaría tan prontamente. Ese 18 de diciembre estaba en una quinta con amigos y con su hija; habían decidido pasar el fin de semana comiendo asado y descansando. Por la tarde, Diaz dijo que iba a dormir una siesta y cuando fueron a buscarlo lo encontraron muerto.
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