Mamá de Donatello de tres años y de Alfonsina de uno y medio, la bailarina creó Bloody Tango pensando en el futuro. En diálogo con LA NACIÓN habla de la maternidad y como con su pareja, el ex futbolista Ramiro Arias, logran encontrar el equilibrio
- 12 minutos de lectura'
Bailarina, ¡mamá! Actriz, ¡mamá! Productora, ¡mamá! Esposa e hija, ¡mamá! Los roles de Noellia Mazol se entremezclan constantemente y en cada pasaje de la charla con LA NACIÓN en el que menciona a sus hijos Donatello (tres años) y Alfonsina (un año y siete meses), le cambia lal voz y le sale una sonrisa, incluso cuando se refiere al cansancio que puede generar la maternidad mientras se trabaja y tiene que hacer un “croquis” con la logística. “Tengo la misma esencia que antes, pero me cambió la vida por completo”, dice al referirse a cómo y quién era antes del nacimiento de su primogénito.
Sus hijos son su eje y es justamente por ellos que decidió embarcarse en la aventura de producir. “Fue pensando en el futuro y en las ganas de seguir trabajando en lo artístico sin tener que poner el cuerpo”, dice sobre cómo decidió estar del otro lado del escenario (aunque por el momento está desde ambos) para darle vida a Bloody Tango, el espectáculo que estrenó en julio con Lourdes Sánchez y Jony Lanzarte y que realizará nuevamente en el Teatro Politeama el viernes 9 y el sábado 10 de agosto, con la idea de hacer giras y presentarlo en el exterior.
Marzol además habla de la importancia de tener tiempo con su marido Ramiro Arias, quien dejó el fútbol porque “estaba harto”, según cuenta ella, para dedicarse a la representación de jugadores. “Desde que soy madre me levanto y estoy con ellos, voy a trabajar y cuando detecté que necesitaba tiempo para mí y para la pareja mi marido estuvo de acuerdo. Cada quince días hacemos una salida en pareja, aunque estemos cansandos lo hacemos igual. No llegamos a estar en crisis, capaz tuve una crisis personal”. El nacimiento de Donatello y Alfonsina no solo la descubre a ella como madre, sino a sus padres como abuelos y, al respecto, revela: “Mi papá como padre es cero cariñoso, no recuerdo que dijera: ‘te amo, te quiero’, no sabe cómo acercarse con un abrazo y con mis hijos es la persona más dedicada que existe. Es puro amor y eso me emociona”.
—¿Cómo surgió esta necesidad de producir?
—Surgió por la necesidad de hacer determinadas cosas artísticas y entre las posibilidades estaba esperar que llegara una propuesta, que era lo menos factible, o producirlo yo por mi cuenta. Después de ser madre además empecé a proyectar un poco el futuro, y la carrera de bailarina es bastante corta en relación a otras carreras por una cuestión física, y pensando en la necesidad de futuro, de seguir trabajando en lo artístico pero viendo qué posibilidad había de no tener que poner el cuerpo.
—Aunque acá aún ponés el cuerpo...
—Sí, ahora bailo y es el impulso, produzco lo mío y confío y después, en lo sucesivo, veremos si puedo empezar a producir a otras personas.
—¿En quiénes te apoyás?
—Tengo mi gurú de productor que es Gabriel García, que hizo Priscila; él me acompaña y me guía.
—Vos ahora producís y tu marido dejó de jugar al fútbol para ser representante. Aunque son profesiones diferentes, ¿van como en un mismo sentido sus carreras?
—Rami estaba harto de jugar al fútbol, no quería saber más nada, fue para escapar. Él no disfrutaba este último tiempo de jugar y lo que implica, mucho tiempo afuera y te toca viajar mucho o cerrar un contrato y tener que irte afuera, no le era demasiado cómodo. Nuestros trabajos son bastante diferentes, pero hablamos y conozco sus anhelos y objetivos. Después de las nueve, diez de la noche que se duermen los chicos es nuestro momento de ponernos al día.
—¿Y en cuanto a lo artístico? ¿Qué vamos a encontrar en Bloody Tango?
—Es un espectáculo de tango moderno fusionado con otras danzas, muy virtuoso del estilo que se ve en programas de televisión, con una dinámica que no es la de tango a piso, es acrobático, danza moderna y contamos una historia, no es un show de cuadros sucesivos. Hay once artistas en escena, Ana Devin que canta y es poner a la mujer en el rol de cantante. Está apuntado a que la gente venga a ver tango y se divierta, sin estar pendiente del reloj porque no es chicloso ni melancólico. Es muy sensual y la idea es juntar a dos generaciones, a los amantes del tango y a los más jóvenes. El tango, además, es una de las danzas más lindas. Yo bailo desde los cuatro años pero ahora estoy ahondando en el mundo del tango. Ahora estoy yendo a lo más específico y es como hacer un máster.
—Debutaron en julio y ahora agregaron funciones, ¿lo esperabas?
—No, me sorprendió porque era un producto para el exterior y por eso elegimos el tango como danza, íbamos a hacer solo dos funciones para grabar y venderlo afuera y el público acompañó y llenamos y ahora estamos planeando una gira por Argentina, además de las funciones de agosto; después seguiremos con lo que teníamos en mente.
—Y además, tomaste la decisión de dejar Sex después de cinco años, lo que no debe haber sido fácil.
—Era un riesgo pero mi lugar seguro es donde está el riesgo, ahí me siento bien y le busco la vuelta al desafío. Sex lo disfruté y para ese momento de mi vida que necesitaba estabilidad y seguridad laboral porque tuve hijos, porque no cualquier compañía te permite bailar embarazada o decir: ‘hoy no bailo o cambio el cuadro porque estoy descompuesta’; estuvo buenísimo. Pero llega un momento que como artista te llama el bichito de querer hacer otras cosas y probarte en otros roles. A Sex le había sacado todo el jugo posible, hice todo, cambié 80 mil coreos en estos años y no tenía más.
—¿Qué te dijo José María Muscari?
—José entendió cuáles eran mis inquietudes, lo adoro y tengo una relación muy fraternal con él como para contarle las cosas.
—Hace cinco años cuando entraste a Sex eras otra Noelia.
—Sí, fue un cambio muy grande, un antes y un después de ser madre; tengo la misma esencia pero te cambia la vida por completo.
—Tus hijos son muy chicos, ¿cómo es la logística familiar?
—Todos los días son un croquis, con la niñera, los abuelos, nos pasamos el informe los lunes de cómo viene nuestra semana y vemos cómo cubrir los baches.
—Son pares a la hora de criar.
—Sí, Ramiro paterna a medias literalmente conmigo y de esa manera es más fácil, soluciona todo a la par mía; si uno se siente mal sabe qué hacer, dónde ir, cómo medicar; él cocina, cambia, baña. Siempre estuvo ese rol activo, se lo di y lo tomó como desafío, es indiferente si está él o yo. Tenemos la ayuda de Karen, la niñera, que está siempre al pie del cañón cuando necesitamos o queremos salir los dos solos.
—En ese sentido, esta generación de padres hizo un quiebre respecto a las anteriores, ¿no?
—Pasan dos cosas, que estaba instalado que el rol del hombre era diferente a lo que estamos acostumbrados y es como que por otro lado nosotras tenemos que hacer un mea culpa y entender que no le damos ese espacio y no te animás dejarle tus hijos a tu marido y que resuelva como nosotras, que no nacimos sabiendo maternar, tampoco. Hay que dar ese espacio y resolver como uno puede, que no es lo ideal tal vez, pero es lo que uno hizo.
—¿Tienen diferencias a la hora de criar?
—Sí, somos una pareja estable y llenos de amor pero las discusiones tienen que ver con la crianza, cosas que pensamos diferente. Por ejemplo, Rami es más flexible y yo soy más estricta.
—También los chicos, aunque tienen poca diferencia de edad, tendrán personalidades diferentes.
—Sí, siempre recriminaba a mi mamá ‘cómo nos criaste tan diferentes’, que no coincido en nada con mi hermano, discutimos y cómo puede ser. Y ahora me doy cuenta que uno nace con una personalidad propia más allá de la crianza y el mismo método para poner límites no lo puedo usar con los dos. Entendí a mi mamá y entendí que uno hace lo que puede.
—¿Son distintos tus papás como abuelos a como fueron como padres?
—Mi papá como padre es cero cariñoso, súper mega estricto, cero flexible, no recuerdo que dijera ‘te amo, te quiero’, no sabe cómo acercarse con un abrazo y con mis hijos es la persona más dedicada que existe para que se quede con ellos. Dona lo primero que dijo fue ‘abu’ a mi papá y es puro amor, nada que ver como padre a cómo es como abuelo.
—¿Y tu mamá?
—En mi mamá depositaba más confianza. Él me sorprendió mucho y resultó ser el favorito. Me emociona ver la relación que tienen, son compinches. Dona tiene tres años y tienen una complicidad que va más allá, es algo natural que surgió, que me emociona y son imprescindibles el uno con el otro. Dona espera la hora de la visita del abuelo como el evento de su vida y mi papa trabajaba y llegaba tarde y ahora lo llamo y deja todo para venir a cuidarlos. Me emociona y sé que el ser abuelo no tiene que ver con paternar, cosa que no ha hecho conmigo, darles chocolates antes de la cena o quedarse hasta tarde mirando pelis. Es un amor incondicional.
—¿Y los papás de Ramiro?
—Los otros abuelos viven en Rojas, los aman pero no está la cotidianidad. Cuando van están fascinados. Hemos tenido mucha suerte, son lo más y están los cuatro.
—Y a partir de esto, ¿cambió tu relación con tu papá?
—No, siguió igual. La misma pero conmigo más adulta, donde entendí cómo es él y ya sabe cómo soy yo; asumimos que es así y tenemos una linda relación.
—Dijiste que cada 15 días salen con Ramiro solos...
—Sí, es imprescindible tener ese momento para nosotros para nuestra relación, porque con los nenes tan chiquitos es complicado encontrar el momento para conectar como pareja. Esta semana nos toca la salida. Cuando sabemos que llega la semana de salida pactamos fecha y aunque estemos cansados y digamos “prefiero quedarme”, nos obligamos a salir porque lo necesitamos. La pasamos bien, comemos, tomamos alcohol; no es habitual ir a un restaurante y estar tranquilos si vamos con los chicos.
—¿Cómo se dieron cuenta de la importancia de ese momento? ¿Llegaron a estar en crisis?
—No llegamos a una crisis. Yo estaba acostumbrada a terminar las funciones por lo general de miércoles a domingo y comer con el elenco, tener ese espacio social mío. Desde que soy madre me levanto y estoy con ellos, voy a trabajar y cuando detecté que lo necesitaba, que pasaba mucho sociabilizando antes y ahora no, lo propuse y él estuvo de acuerdo. Ahora ya arreglamos que terminan las funciones de Bloody y vamos a celebrar con el elenco. Capaz tuve una crisis personal.
—¿Y de a cuatro que les gusta hacer?
—Nos encanta ir al campo, que se enchastren, que estén con los animales al aire libre. Soy relajada, prefiero que coman barro y no tablet. Yo de chica era medio bardo.
—¿Cómo se maneja el tema de los chicos y las pantallas?
—Es complicado porque uno trabaja con el celular, es difícil entonces prohibir y hasta hay salones de cumpleaños que proponen juegos con pantallas. No usan celu ni tablet, sí miran tele de forma medida. Durante el día prefiero que hagan otras cosas, también tenemos la suerte de vivir en una casa y está la posibilidad de que jueguen afuera, en un departamento es más complicado. Hacemos juegos y actividades de azar, y siendo Rami futbolista y yo bailarina, los incentivamos más desde ese lugar. Todo es válido, cada uno va resolviendo como puede.
—Van a un jardín Montessori, ¿por qué eligieron ese método de enseñanza?
—Dona empezó a ir y vimos que Alfonsina se entusiasmaba viendo a otros nenes entonces dijimos de hacer la prueba y no hicieron casi adaptación, se llevaron bien con la metodología Montessori y nos alivia la mañana: van de 8 a 12 y para ellos está buenísimo. Los jardines de por acá cerca proponían una educación con muchas pantallas y cuando fuimos a la entrevista a este jardín nos dimos cuenta que coincidíamos con la cultura Montessori. Sin conocer, por ejemplo, teníamos la cama al nivel del piso para generarles independencia y así con otras cosas.
—Son dos bebés prácticamente, ¿cómo fue tener doble pañal, doble chupete?
—¡Uf! En vacaciones de invierno dejaron el chupete, Alfonsina se podría haber quedado un tiempo más pero Dona necesitaba que se lo quitemos y lo usó cuando nació la hermana, que también lo dejó con él y no le costó nada, pero es gracioso porque ella copia todo lo que él hace.
—Más ahora que ya juegan y hacen cosas juntos...
—Sí, que ahora jueguen juntos fue un relajo porque no hay que estar todo el tiempo con el ojo en los nenes y tienen sus momentos de hermanos.
—¿Cómo sigue tu año?
—Por el momento estoy abocada a este proyecto y esperando a que crezca mas y pensando en la gira, que es complicado porque hay que armar presupuestos, contratar gente y no quiero otra actividad por que sé que se vienen viajes por delante y quiero estar en mi casa con mis hijos, que veo que crecen rápido.
—¿Te da nostalgia verlos crecer?
—Aún no porque tengo la cuota de bebé en casa con Alfi todavía, pero cuando ella sea más independiente me agarrarán ganas. Me encantaría tener muchos hijos, pero cuando digo eso bajo a la realidad y pienso: “ni en p..., es mucho laburo”. En el último embarazo no la pasé bien, pero me divierte maternar. Me gusta verlos chiquitos y acompañarlos en lo que necesitan.
Más notas de Noelia Marzol
- 1
En fotos: del día de playa de Zaira Nara en Punta del Este a la visita solidaria de Benjamín Vicuña
- 2
La palabra de Mirtha Legrand, tras su entrevista a Roberto García Moritán: “Fue tensa, tensa”
- 3
Navidad: del mensaje de Wanda Nara a las sentidas palabras de Lali Espósito y el íntimo plan para celebrar en familia de Blake Lively
- 4
Amelita Baltar, su enemistad con “la otra” ex de Piazzolla, la insólita charla con el Papa Francisco y su balance a los 84 años: “He vivido como un hombre”