"Sé que él te lastimó, que te hizo temerle al amor. No te merecía, porque tu corazón es hermoso. Él no supo ver lo que tenía y doy gracias a Dios. Sé que llevará un tiempo, pero vas a ver que yo nací para amarte". Esas líneas pudieron fácilmente haber salido de un drama romántico, pero no es ese el caso. El autor es Keith Urban, cantante country y segundo marido de la actriz Nicole Kidman . En su canción "The Fighter" del álbum Ripcord, el artista se dirige a su esposa para hacerle una promesa tan simple como compleja: ser lo suficientemente fuerte cuando sea ella quien no pueda levantarse. "Nos conocimos en el momento justo. Cuando empezamos nuestra relación ella me dijo que quería ser valiente conmigo. Siento que hubo algo en el aire trabajando para unirnos, algo que nos estuvo observando todo este tiempo", le contó el músico a la revista People .
Hoy, a sus 51 años, Kidman también alude a ese factor inexplicable que la conectó a ese hombre que no solo le devolvió el sentido a una vida que estaba signada por la soledad, sino que también le permitió formar una familia sólida. "Yo quería un compañero, alguien con quien compartir todos mis días. Quería más hijos. Si bien la suerte cumplió un rol, hubo algo más: yo estaba dispuesta a cambiar, y a recibir un cambio", le expresó la actriz a la publicación US Weekly. Sin embargo, años antes de cruzarse con Urban, Kidman, nacida en Hawái y criada en Australia, comenzó su carrera en Hollywood de la mano de quien sería su primer marido por once años: Tom Cruise .
Tom Cruise y el flechazo que duró una década
Tras algunos roles en films australianos como Emerald City y Dead Calm, Kidman hizo su primera incursión en una producción hollywoodense en 1990 con la cinta deportiva Días de trueno. En la audición para el largometraje de Tony Scott, la actriz conoció a Cruise, quien ya era una megaestrella, y se enamoró perdidamente a los pocos segundos de verlo . "Estaba muy nerviosa cuando entré al lugar y de repente lo veo llegando con su Porsche. Se baja y comienza a caminar y se me cae la mandíbula al piso. Después tenía que audicionar para el dulce Tony. Pensé que no me iban a dar el papel y a la tarde me llamaron para decirme que era mío; ahí empezó una nueva etapa de mi vida, una de las más importantes", recordó.
Fue el destino, con Tom decidimos adoptar porque surgió ese deseo. Esos niños tenían que estar con nosotros
Cruise tenía 28 años y ella, 23. Sin embargo, la inexperiencia no fue un impedimento para casarse en 1990, en Telluride, Colorado, y en plena Nochebuena. "Me casé demasiado rápido, era demasiado joven", se sinceró la actriz con la revista Red. "Sin embargo, no me arrepiento de esa decisión porque me trajo a Bella y a Connor, y lo cierto es que sí tuve un matrimonio fantástico por un largo período de tiempo". Bella, su primera hija adoptiva, llegó a la vida de los actores en 1992 y Connor, tres años más tarde. A los 25, Kidman buscaba equilibrar su ascendente carrera - que la volvió a unir con Cruise en el film Un horizonte muy lejano -, con todo lo que implicaba estar casada y ser madre a esa edad. "Fue el destino, con Tom decidimos adoptar porque surgió ese deseo. Esos niños tenían que estar con nosotros, yo lo sentía así", expresó la actriz.
Por años, Cruise y Kidman representaron el prototipo de pareja ideal de Hollywood: dos intérpretes carismáticos que demostraban, película a película, que tenían un rango actoral lo suficientemente amplio como para sustentar una filmografía diversa y extensa. Mientras Cruise cosechaba nominaciones al Oscar por Nacido el 4 de julio y Jerry Maguire, Nicole comenzaba a ponerse selectiva en sus decisiones profesionales. Así fue como pudimos verla en el que sería uno de sus mejores papeles: el de la ambiciosa "chica del clima" Suzanne Maretto en Todo por un sueño de Gus Van Sant. Cuatro años más tarde, a ambos les surgía la oportunidad de reencontrarse en otro proyecto en común y de la mano de un verdadero genio del cine: Stanley Kubrick.
Ojos bien cerrados y el comienzo del fin
"Es un libro difícil de describir. ¿Qué libro de calidad no lo es? Explora la ambivalencia sexual de un matrimonio feliz e intenta equiparar la importancia de las fantasías sexuales y las hipótesis sobre lo que podría haber sido en realidad". Así se explayó el director de La naranja mecánica y El resplandor sobre Traumnovelle, la novela del austriaco Arthur Schnitzler en la que se basó para su obra póstuma: Ojos bien cerrados. La crisis matrimonial de Alice y Bill Harford fue encarnada por la dupla Kidman-Cruise en un rodaje cuya duración estaba perfectamente estipulada: seis meses en Londres, a partir del 4 de noviembre de 1996. Sin embargo, al tratarse de Kubrick, los planes fueron modificándose en el camino y los actores terminaron de filmar las agotadoras secuencias de discusión, pasión y desencanto, en enero de 1998. Una razón clave por la cual se extendió el rodaje fue porque el cineasta fue alterando las escenas de acuerdo a los matices que iba encontrando en las interacciones de la pareja real, como si se tratase de un experimento. "Recuerdo mirarlo a Stanley y decirle: 'Mirá, no me importa cuánto tiempo lleve, pero tengo que saber: ¿vamos a terminar en seis meses?' La gente estaba esperando y nosotros también. Le dije: 'Stanley, no me importa, pero decime, decime si van a ser dos años", contaba Cruise por entonces.
Asimismo, Kubrick invitaba a los actores a una suerte de terapia de pareja, con él oficiando de psicólogo, para que pudieran verbalizar sus miedos y frustraciones. "Tom escuchaba cosas que no quería. Fue algo honesto y brutal al mismo tiempo", contó Kidman, quien dormía con su marido en la misma habitación que los personajes que interpretaban. La realidad y la ficción se encontraban completamente entrelazadas. "En ese momento trabajamos mucho en la relación, necesitábamos tiempo para nosotros solos, sin los chicos, al menos una salida, una cena (...) me sentía como una niña y necesitaba crecer", añadió la actriz. Ojos bien cerrados se estrenó tras la muerte de Stanley, el 16 de julio de 1999. Dos años después, Cruise y Kidman firmaban el divorcio.
El divorcio, la Cienciología y el alejamiento de sus hijos
Si bien Kidman, en las pocas veces que habla de su ruptura con Cruise, se la atribuye a cierta inconsciencia en la decisión de haberse casado tan súbitamente - y siendo ella tan joven -, lo cierto es que el rumor que siempre sonó más fuerte como motivo de divorcio fue otro: la Iglesia de la Cienciología. Cruise se involucró por primera vez con ese sistema de prácticas y creencias religiosas desarrollado en 1954 por el estadounidense L. Ron Hubbard cuando su primera esposa, la actriz Mimi Rogers, le recomendó que acudiera a una sesión, convencida de que iban a poder ayudarlo a tratar su dislexia . Con el paso del tiempo, Cruise se involucró tanto con la Iglesia, que fue la cara visible junto a John Travolta, los voceros ideales de un sistema cuya contracara fue expuesta con crudeza tanto por el autor Lawrence Wright, como por el documentalista Alex Gibney en su trabajo Going Clear: Scientology and the Prison of Belief, como por la exintegrante de la Iglesia, la actriz Leah Remini, en la serie ganadora del Emmy Leah Remini: Scientology and the Aftermath. "¿Qué le pasa a Tom Cruise? ¿Por qué no habla de las cosas que ya fueron expuestas? Nunca hizo nada y es responsable, porque mucha gente se vuelca a la Cienciología por él", cuestionó Gibney.
Al momento del divorcio, Kidman se enfrentó al peor escenario: no solo perdía la cotidianidad con su esposo sino también a sus hijos. Isabella y Connor se alejaron de ella por uno de los supuestos mandatos de la Cienciología: si un familiar o persona conocida no adhiere a las prácticas de la Iglesia, debe ser considerada como "un individuo que suprime a su entorno" y hay que cortar lazos. Por lo tanto, Cruise obtuvo la custodia total de sus hijos y la actriz no pudo dialogar con ellos durante años. "Siempre elegí no hablar públicamente de la Cienciología. Tengo dos hijos que son parte y respeto sus creencias", fue lo único que deslizó Kidman sobre el tópico, en una entrevista con The Hollywood Reporter.
Era el año 2003. Kidman recibía el Oscar a mejor actriz por su interpretación de Virginia Woolf en Las horas y subía al escenario para, sin quererlo, poner en evidencia ese estadio de su vida: el trabajo era su refugio y sus mejores papeles surgieron en esa dolorosa época. Desde Moulin Rouge!, pasando por Dogville, hasta Reencarnación, Nicole pulía arduamente sus roles como una forma de combatir la tristeza y el alejamiento de sus hijos.
La reflexión después de la tristeza
"En esos años en los que estuve casada, me sentía abrumada, yo era muy tímida y solo quería estar en casa, hacer una vida tranquila", le contó posteriormente a Vanity Fair, en una charla en la cual, mientras se estaba reconstruyendo, reflexionaba sobre esa familia que había perdido. "Recuerdo que cuando adoptamos me sentía en una burbuja, y solo hay otra persona que te entiende plenamente, y esa persona es tu pareja", remarcó.
Me encontraba sentada en el hotel Beverly Hills, con la estatuilla dorada en mano, y lo que sentí fue algo extraordinario: nunca en mi vida había estado tan sola
Asimismo, en una reciente entrevista con la publicación Tatler, la actriz también habló de la angustia irreparable que le ocasionó el haber perdido dos embarazos cuando estaba en pareja con Cruise. "Conozco el anhelo. Ese anhelo. Es un anhelo enorme y doloroso. ¡Y la pérdida! Sobre la pérdida de un aborto espontáneo no se habla lo suficiente. Es un dolor masivo para ciertas mujeres. Hay una enorme cantidad de dolor y una enorme cantidad de alegría, por otro lado. La otra cara de tener que pasar por tanto anhelo y dolor para llegar hasta la sensación de '¡Ahhh!' cuando tienes un hijo", expresó la actriz, para luego entrar en detalles sobre su experiencia. "Tuve un aborto espontáneo al final de mi matrimonio, y tuve un embarazo ectópico al comienzo. Fue increíblemente traumático para mí", recordó.
Por otro lado, hay una imagen que pinta de cuerpo entero esa época en la que su carrera estaba en pleno apogeo. "Me encontraba sentada en el hotel Beverly Hills, con la estatuilla dorada en mano, y lo que sentí fue algo extraordinario: nunca en mi vida había estado tan sola", evocó en Londres, en la conferencia Women in the World. Nadie repreguntó. Estaba claro qué le sucedía entonces a Kidman: extrañaba a sus hijos y no podía establecer contacto con ellos. Los premios eran totalmente secundarios y prescindibles.
Keith Urban: el hombre indicado en el momento justo
Luego de una relación de un año con Lenny Kravitz - con quien salió de 2003 a 2004, y con quien estuvo a un paso del altar -, y de rumores de romance con su compañero en Regreso a Cold Mountain,Jude Law, Nicole se sintió invadida por esa necesidad de formar una familia con otro hombre, ese "compañero" al que se refería en su charla con US Weekly. En 2005, su deseo comenzó a concretarse cuando en la gala G'Day USA conoció a Urban. "Tuve la capacidad de navegar cinco o seis años hasta que me topé con Keith, literalmente", contó. El choque hizo mella en el artista country, que se movía en un mundo que le era completamente ajeno a la Nicole estrella de Hollywood.
Sin embargo, lo que ella anhelaba era precisamente eso: alguien de otro microcosmos, un outsider que la saque de la soledad. Cuatro meses después de ese primer encuentro, el músico neozelandés la llamó y empezaron una relación de bajo perfil, andando en moto en Nueva York, refugiados en Nashville, y compartiendo momentos en los tours del cantante. En enero de 2006, contraían matrimonio en Sydney. "Fue una ceremonia muy emotiva, fue hermosa, ambos lloraron mucho al mirarse", le contó un invitado a la revista People. "Conocerla y casarme me cambió la vida, fue el comienzo de algo nuevo, realmente pensé: 'Ok, ahora sí empiezo a vivir'", le confesó Urban a CBS News.
Si bien el compositor no quería convertirse en padre rápidamente, Kidman sabía que solo era cuestión de tiempo... y así fue. La pareja le dio la bienvenida a su hija Sunday Rose en 2008 y luego, en 2010 y por viente subrogado, a Faith Margaret. "Conocerlo a Keith antes de cumplir 40 y tener a Sunny y a Fifi juntos fue algo completamente inesperado, algo tan bello. Soñaba con eso, pero no tenía ni idea de si alguna vez me iba a pasar. Me siento bendecida de tener una relación tan profunda, y que las niñas reciban ese amor tan grande", expresó Nicole, en una de las tantas entrevistas en las que remarca lo significativo que fue para ella todo lo que trajo Urban a su existencia.
Contra viento, marea y adicciones
Ese lazo fuerte al que alude Kidman fue puesto a prueba cuando Urban debió tratar su adicción al alcohol, enfermedad que venía batallando desde hacía una década. Meses después de ese casamiento idílico, la actriz y el músico se separaron por unos meses cuando el artista decidió ingresar a un centro de rehabilitación "por miedo a perderlo todo". El propio músico habló al respecto con gran candidez. "Si no elegía ese momento para hacer lo correcto, para volver a esa vida que quería, entonces iba a perder todo eso que me daba miedo no tener cerca, aunque fue muy muy duro para mí", contó.
Kidman, por su parte, trató de naturalizar ese escollo. "Lo tomé como otro giro, como algo que había que enfrentar. Fue triste, pero logramos superarlo, y espero poder darles esperanza a otras parejas que estén pasando por lo mismo", expresó la actriz. En una entrevista con Rolling Stone de 2014, Urban brindó detalles sobre el rol clave que cumplió su esposa para que él pudiera rehabilitarse. "Me siento muy afortunado de que me haya hecho una intervención. Llamó a un grupo chico de amigos y así empezó todo. Conocerla y enamorarme de ella se convirtió, y ahora lo puedo ver, en mi propia sobriedad. Fue por ella que pude recomponerme. No me importaba otra cosa que dar vuelta la página y hacer lo que fuese necesario".
Kidman, años más tarde, brindó un testimonio alusivo en People y fue muy elocuente: "Como lo amaba, tenía que demostrarle que estaría siempre para ayudarlo, yo solo le tendí la mano", expresó con el mismo romanticismo con el que su esposo escribe - y habla - sobre ella.
Lo primero es la familia
Kidman y Urban no solo sortearon ese momento oscuro en la vida del músico sino que también se acompañaron en sus respectivas carreras. Así, dejó de ser extraño verla a Nicole sentada en los CMT Music Awards, los galardones que premian a lo mejor del country, y en los que Urban siempre arrasa. En igual medida, el músico no falta a ninguna entrega de premios SAG, Globo de Oro, Oscar y Emmy. Siempre lo vemos allí, de la mano de su esposa. Sus hijas, sin embargo, son resguardadas en esos eventos públicos. "Cuando nació Sunday, la miré y me pregunté 'Oh, Dios, ¿qué va a pasarle?' y se me estrujó el corazón. Me asaltó una emoción, un amor hermoso que viene junto al miedo por lo que pueda pasarle en la vida, y me recordó al miedo que tenía por las vidas de Bella y Connor", declaró Nicole. "Cuando se trata de mis hijos, me vuelvo una leona, por eso nunca vendo fotos con ellos ni hago producciones, quiero que mantengamos nuestro nicho y nunca quiero estar lejos de ellos".
Si bien la felicidad inmensa que siempre le brindaron Sunday y Faith colmaban la vida de Nicole, lo cierto es que el deseo de retomar contacto con Isabella y Connor, como es lógico, jamás desapareció. De hecho, en parte fue por ellos que aceptó rodar en 2016 Lion: un largo camino a casa, la biopic de Garth Davis por la que fue nominada al Oscar, y en la que se puso en la piel de Sue Brierley , una mujer australiana que adoptó a Saroo, un niño de la India que se pierde en una salida con su hermano y no logra regresar a su hogar en Khandwa. "Me sentí identificada con Sue, porque desde el momento en que tuve a mis primeros hijos en brazos, que me conecté con ellos. Todo está relacionado. El destino siempre te va llevando al lugar donde tenés que estar. Hay una simpleza en ese amor que me vinculó a Sue", manifestó en una nota con The Guardian.
En el mismo año del estreno del film, trascendió que Kidman se había reencontrado con Cruise para hablar sobre Isabella. La propia joven de 25 años confirmó al poco tiempo que efectivamente se había visto con su mamá: "Por supuesto que hablamos", reveló. De hecho, cuando presentó su línea de ropa Bella Kidman Cruise, Nicole la apoyó sin miramientos. El nombre del microemprendimiento no era casual: era la primera vez que Isabella mencionaba a su madre. "Ambas hicieron a un lado las diferencias y ahora están en buenos términos", le reveló una fuente a Life & Style. De hecho, en enero de este año, cuando Nicole obtuvo el Critics' Choice Awards por su interpretación en la miniserie Big Little Lies, brindó un poderoso discurso. "Quiero agradecerles a todos mis hijos que me dan mucho cariño", expresó, en alusión a sus cuatro amores. Recordemos que cuando ganó el Emmy meses antes, sus palabras solo estuvieron dirigidas a Sunday, Faith y Keith. El tiempo, afortunadamente, hizo que pueda hablarles a todos por igual.
Un amor a prueba de distancias
"Nos comunicamos voz a voz y piel a piel. Hablamos a cada rato y sí usamos FaceTime, pero no nos mandamos mensajes porque creo que a menudo el texto puede llevar a equívocos. Ya me ha pasado, en ocasiones que vuelvo a leer un mensaje y me pregunto '¿Qué significa eso?'. Y tengo que leérselo a alguien para ver qué interpretan. Yo no quiero eso entre mi pareja y yo", contó recientemente la actriz respecto a su presente con Urban y cómo lidian con la distancia. "No nos escribimos. Nos llamamos. Y así durante 12 años de matrimonio. Nunca nos hemos escrito un mensaje; ese no es nuestro tipo de relación. Interesante, ¿no?", reveló. Urban también compartió los mismos detalles en una entrevista radial con el programa Bianca, Terry & Bob. "No puedo pasar ni una semana lejos de ella, así que hacemos todo lo que sea necesario para estar juntos, entre giras y rodajes".
Por lo tanto, si bien Urban canta sobre Kidman en "The Fighter", esa sentida letra puede ser aplicada a la inversa. Ella también peleó por él, ella también luchó por esa relación que los hizo renacer. "Antes de casarme, era un desastre con mis novias, no duraba mucho con ellas, y eso que escribo sobre eso. Pero Nicole me despertó, Nicole me sacó de la adicción, e incluso puedo decir que yo nací con ella". Su esposa no solo comparte ese sentimiento sino que también lo hace público, quizá como forma de reafirmar que pudo salir de esa sensación vacua que la invadió cuando tenía el Oscar en la mano, pero nada más alrededor. "Keith es todo para mí; siempre y cuando él esté ahí, yo voy a estar bien, así como no lo estoy cuando se va. Cuando nos conocimos, éramos dos solitarios. Hoy, él es mi roca".
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