Nicolás Furtado: el reservado actor uruguayo que se transformó en “Diosito” y terminó en medio de un escándalo
Con el estreno de El Marginal 5, el uruguayo se despide de su alter ego carcelario, mientras su vida privada cobra relevancia a través de un presunto affaire y de su actual romance con la española Ester Expósito
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Nicolás Furtado viene desde hace años escapándole a los “titulares” y evadiendo las preguntas sobre su vida privada. En las contadas notas que ha dado en el último tiempo, aclaró y volvió a aclarar que quiere que lo conozcan por su trabajo y no por su prontuario amoroso.
Sin embargo, en los últimos meses, se convirtió en el supuesto tercero en discordia entre la China Suárez y Benjamín Vicuña y en el nuevo novio de Ester Expósito, la actriz e it girl española.
A pesar de haberse convertido en eso que intentaba evitar, Diosito sigue manejándose como si su vida privada fuera privada, algo difícil de sostener en un mundo hiperconectado. Sin ir más lejos, días atrás fue noticia por hacer una presencia en un boliche, esconderse en el VIP y no dejar que le saquen fotos ni a él ni a su novia.
También por una serie de historias que tanto él como Expósito compartieron en sus respectivas cuentas de Instagram: una foto de dos botellas de gaseosa cortadas, el clásico “vaso” de fernet cordobés, y otra en la que se los veía sentados en el Estadio Único de La Plata, preparados para ver a La Renga, su banda de cabecera.
Algo que rápidamente se convirtió en tendencia porque al fin de cuentas este uruguayo trae a su novia a Argentina y le muestra su costado más argento: el rock barrial y uno de sus brebajes típicos.
Furtado se cansó de contarlo: La Renga es su banda preferida y el rock para él debería ser una materia de estudio. Si hace falta se va a San Luis o a Rosario para meterse en el pogo y cantar temas que solo saben los fans. “Viajamos como sea. Y nos metemos en el pogo, eh. Estamos en tercera fila. Soy muy del rock de acá: La Renga, Los Redondos, Los Piojos y Callejeros a full. De chico era muy fanático de Callejeros”, contó hace un par de años a la revista Rolling Stone.
Su fanatismo lo llevó a zapar nada menos que con Chizzo, líder de La Renga. “Tocamos ‘La balada del diablo y la muerte’ y ‘La razón que te demora’, y cuando terminamos yo le seguía cantando temas como ‘Noche vudú’ y otros que no pasan por la radio”, relató.
Encontrar información sobre la vida de Nicolás Furtado no es tarea sencilla ya que no le gusta hablar de él. Más allá de haber cruzado hace tiempo la línea de actor popular gracias a “Diosito” Borges, el ya mítico personaje de El Marginal que lo llevó a otro nivel, el uruguayo es muy celoso de la información que comparte.
Hasta Ester Expósito no había presentado ninguna novia en sociedad y de sus días en Montevideo se sabe poco. Sí se sabe que para conseguir el papel del presidiario hizo la tarea: se “infiltró” en la villa 31 de donde tuvo que escapar porque rápidamente había llegado a un lugar del que no era tan fácil salir, buscó una dentadura postiza bien border, durmió en la calle y después de todas esas experiencias fue al casting caracterizado como el personaje. Él es afín al método que usó Jack Nicholson antes de Atrapado sin salida y otros actores que estudian entornos para recrear personajes.
Después, el resto es historia: el Diosito que presentó en el casting es el Diosito que se vio en pantalla, incluso fue tal el arco del personaje que construyó que en lugar de morir en el sexto capítulo de la primera temporada vivió hasta la quinta y última.
Tras sorprender con Diosito, Furtado se sentó en el living de Susana Giménez, fue tapa de la revista Rolling Stone, hizo un protagónico con Natalie Pérez, volvió a convertirse en un marginal en Entre hombres, miniserie de HBO, y jugó a ser Passarella en Maradona, sueño bendito.
Un chico tímido en Montevideo
Furtado es hijo de una profesora de secundario y un farmacéutico. Sin herencia artística, se movió con timidez durante su adolescencia. Según contó en la nota con RS, solía observar a sus compañeros desde afuera: no era popular ni loser.
Solo tenía un amigo, que ahora vive en España, y con el que compartían gustos. Sus gustos en ese momento iban por el lado de la música: tocaba la batería en Los Croners, pero lo hacía por “un cajón de cerveza”. A Nico le gustaba ser uno más, aunque su profesión ahora le complique ser parte de una marea.
“En cuarto o quinto año del liceo vinieron las sanciones. Me peleaba con profesoras que hasta hoy son amigas de mi vieja. En ese momento, con mi mejor amigo, el Armenio ni siquiera nos veíamos parecidos a los demás. Éramos dos pibes de barrio que nos sentábamos en la esquina a flashar y hablar mucho de la vida”, relataba. También por esos años, descubrió los recitales, el pogo, dormir en la calle después de una noche de caravana. La cultura del rock, esa que le imprimió a Diosito cuando sugirió que fuera fanático de Los redondos.
La música no resultó ser el camino. Antes de descubrir por dónde iría su vida, se probó en el básquet, deporte al que, según dijo, se podría haber dedicado de forma profesional. Pero no, después de convencer a su familia de que la actuación no era un pasatiempo, hizo varios cursos y estudió en la escuela de actores del director Ricardo Beiró.
Sus primeros trabajos como intérprete fueron en Uruguay [en Porque te quiero así y Dance!] donde lo descubrió un productor y llegó su primer papel en la Argentina, en Dulce amor. Su vida cambió de rumbo, si bien él había nacido en un barrio humilde en Montevideo y la casa donde vivía la habían construido su padre y su abuelo Máximo [una de sus personas preferidas], en Buenos Aires no conocía a nadie y tenía que empezar de nuevo.
El punto de quiebre
Dicen que la vida, como las películas, tiene un punto de quiebre y si hay que encontrar uno en la biografía de Furtado es sin duda Diosito. “Tuve un poco la suerte de que me haya tocado. Creo que desde el mundo carcelario este personaje permite jugar con el humor, con un costado más humano, psicológicamente se puede desarrollar más a fondo porque tiene escenas que me lo permiten. Creo que la oportunidad se presentó para sacarle muchísimo jugo. Para mi fue bisagra”, dijo sobre este personaje por el que ganó un premio Platino.
Pero el camino no fue tan lineal. Después de interpretar a Cooper, un hijo rebelde de una familia rica, en Relocos y repasados, de Manuel Facal, Furtado estaba en Buenos Aires y la carrera del actor tiene sus altibajos. “Después de los primeros laburos, quedé medio parado y ahí empezó a tambalear todo”, confesó a RS. Había tenido papeles en Somos familia, Educando a Nina y cuando le llegó un papel importante en Fanny la fan, la tira fue levantada en menos de un mes por mal rendimiento. Estaba en ese momento de oscuridad, viendo oportunidades en otros países cuando surgió el casting de El Marginal.
Entonces fue a por todo: se metió en la villa, se expuso, se imaginó cómo tenía que ser Diosito, lo creó y fue a probar su destino. Compuso el personaje antes que los mismos creadores que cuando lo vieron no tuvieron dudas. Furtado cambió de piel y encontró su salto al vacío. Sacó ese pibe que creció en recitales, sumó mucho material que consumió en videos y encontró este arquetipo. Su personaje trascendió, no murió como estaba previsto, de hecho siguió en cada una de las temporadas. Su estilo más punk-rock, su dentadura, su manera de hablar, lo convirtieron en ícono. Furtado se ganó la continuidad y cambió de status: se convirtió en un celebridad.
El día después de…
Muchas veces el problema de apropiarse tanto de un personaje es, justamente, despegarse de él. A poco de que se estrene la última temporada de El Marginal, Furtado se despidió de Diosito. “El 4 de mayo estrenamos #ElMarginal5 y con esta temporada nos despedimos de esta gran historia, El Marginal ya es de ustedes. Hasta siempre”, escribió en su cuenta de Instagram junto a una foto donde se lo ve caracterizado como esta suerte de álter ego que lo acompaña desde hace 6 años.
Aún no llegó o quizá nunca llegue un personaje como Diosito, pero a Nico no le gusta encasillarse. En paralelo a este tumbero se animó a meterse en una comedia romántica con Natalie Pérez en Amor de película; se convirtió en detective en Perdida e hizo team con Martín Piroyansky en Porno para principiantes.
En pandemia revisó su mood carcelario para interpretar a Mosca en Entre hombres, la miniserie de HBO, se metió en la piel de Daniel Passarella en Maradona, sueño bendito y se convirtió en un narco boliviano que pasó su vida en la Argentina en Impuros, la ficción brasileña de Amazon Prime.
Para estos últimos papeles volvió a estudiar y a encontrar nuevas formas, hizo sugerencias para Mosca, desde su andar a un exceso de mandíbula, y trató de encontrar su propio Passarella, sin imitar, sino desde la creación. Después de haber sido reconocido con un premio Platino y de haberse instalado en España, la carrera de este uruguayo de 34 años empieza un nuevo capítulo.
Aunque él no parece muy a gusto… Todas las noticias que lo rodean está teñidas de asuntos sentimentales: su affaire con la China Suárez, su crisis con Ester Expósito, su actitud con la gente dentro del Vip de un boliche porteño... Pero él sigue con su actitud punk-rock, sus anteojos negros y ese firme, pero algo incómodo, caminar.
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