No quería ser actor pero el oficio lo sedujo; debutó de la mano de su papá y tiene otra actividad para “oxigenarse”; desde hoy se lo puede ver en cines en Una flor en el barro
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Todos le dicen que se parece mucho a su famoso papá y eso a Nicolás Francella no le molesta, en absoluto. Sin embargo, él no se ve parecido físicamente a Guillermo Francella, aunque si en los códigos, en los gestos y en las miradas. En una charla con LA NACION, el actor cuenta su experiencia en Una flor en el barro, película de Nicolás Tuozzo que se estrena este jueves en cines y que luego se exhibirá en Star+. En ella el actor interpreta a un maestro. “Lo disfruté mucho porque me gusta trabajar con chicos y soy súper paternal. Me imagino siendo papá”, se sincera. También habla de la relación con su “viejo”, revela que nunca quiso ser actor y que tiene un plan B, “porque es un oficio muy inestable”.
Toma un café, se acomoda en un sillón y habla de lo que lo tiene muy entusiasmado: “Ya había filmado Los padecientes con el mismo director y cuando leí este guion me emocioné y tuve una buena intuición. Había varios condimentos que me atraían, como por ejemplo trabajar con chicos porque se me da fácil, me generan ternura e intriga también”, dice Nicolás.
-¿Tenés espíritu de docente?
-Si o más bien algo paternal. Ser padre es algo en lo que he pensado muchas veces. Me lo imagino. Me gustó la historia, porque es un tema actual y universal. Filmamos en 2021, en pleno rebrote de Covid, en medio de una ola de calor, con cortes de luz y en zonas complicadas.
-¿Y ahí no pensaste: “para esto me hice actor”?
-(Risas) Creo que hay algo de la aventura que me gusta, algo del caos que me atrae. Y además, por primera vez entré en una segunda etapa de la película: la producción, venta y estrategia de comunicación. Todo eso me gusta mucho y es fundamental en el proceso. Podés estar filmando siete semanas y que todo salga maravillosamente bien, pero también hay que ver cómo se acomoda todo ese material. Es la primera vez que lo hago y me entusiasmó. Cuando le ponés cabeza, garra y amor salen cosas muy buenas. Porque además de un buen guion, buenas actuaciones y dirección, me gusta pensar qué vuelta de rosca se puede dar para seguir enalteciendo la película.
-Decías que sos muy paternal, ¿te imaginás como papá?
-Soy súper paternal, siempre lo fui. Me imagino siendo papá y me genera cosas lindas.
-¿Estás en pareja?
-Estoy soltero ahora.
-¿Y vivís con tu familia?
-No, hace nueve años que vivo solo.
-Creciste con un papá muy famoso, ¿alguna vez padeciste su popularidad?
-No, para nada. Nunca me pesó ser hijo de... Ya con trabajo encima y más grande, tengo más empatía con su centro de atención y cada vez puedo entenderlo un poco más.
-Todos te dicen que sos igualito a él, ¿vos te vez parecido?
-Lo he escuchado tantas veces... Me río, siempre aparece eso y lo dicen hasta mis amigos. Yo no sé si me veo tan parecido. Pero sí tenemos códigos, gestos y miradas con las que nos entendemos sin hablar siquiera.
-Tuviste oportunidad de trabajar en España, donde participaste de una de las temporadas de Altamar, ¿pensaste en vivir un tiempo en otro país?
-Me encanta trabajar acá y tener la experiencia de trabajar afuera también, pero volver. Trabajar unos meses en otro país es una buena aventura y con eso suficiente. No busco pertenecer a otro lugar. Me gusta ir, trabajar y tener prevista una vuelta a no ser que surja otra cosa que sea interesante y me quede un poco más.
-¿Podrías vivir en otro país?
-Creo que no. Tengo admiración por la gente que tiene claro qué quiere. Yo tengo claro que me gusta mucho estar en Buenos Aires, no planeo probar vivir en otro lado. Sí ir a trabajar, pero no a vivir.
-¿Es verdad que no querías ser actor?
-No quería ser actor, es verdad. Terminé la secundaria y estudié publicidad, pero dejé. Creo que fue por la exigencia de querer saber qué hacer en la vida. Lo único que tenía claro era que quería trabajar y no estudiar, o no sabía qué estudiar. Intenté publicidad y no me gustó el lugar que elegí, sentía que seguía en el colegio. Y empecé a trabajar como meritorio de producción, después en Telefe en algunos programas.
-Y de pronto te animaste a estar delante de cámara, ¿cómo fue ese salto?
-Empecé a sentir mariposas en la panza. Tuve curiosidad por saber cómo daba delante de cámara y probaba y pasaba. El director me decía: “dejá de pasar delante de cámara, ya nos damos cuenta” (risas).
-¿Tal vez no querías seguir la misma carrera que tu papá por rebeldía o miedo a comparaciones?
-Tengo una relación tan cercana y tan linda con mi papá que la rebeldía no tenía cabida. La empatía padre e hijo siempre estuvo. Pero quizá sí estaba el fantasma de hacer la misma carrera y las inseguridades de un pibe de 19 años que estaba probando qué le gustaba realmente.
-¿Qué te decían en casa?
-Mis padres son dos personas muy presentes. Mi mamá (María Inés) es la que entretiene la casa, toca el saxo, estudia italiano, trabaja en organización de eventos. Tiene una energía muy linda.
-¿Y tu papá te hace críticas constructivas, te aconseja?
-Trata de no estar muy encima para no condicionarme. La bajada de línea de un padre puede condicionar mucho. Se medía en las palabras, en los consejos, pero siempre fue una fuente de consulta para mí.
-Varias veces trabajaron juntos, ¿hay proyectos para hacerlo nuevamente?
-Mi primer trabajo fue con él en Mi papá es un ídolo. Faltaba un chico para completar el elenco infantil y me preguntaron si me divertía. Yo tenía once años, eran vacaciones de invierno y dije que sí. Fui parte de los amigos de Sebastián Francini. Y después también estuve en El hombre de mi vida, en la tele y en cine en Corazón de León. Hubo otras posibilidades, pero los proyectos no se terminaron desarrollando. Si hay una idea sólida que nos gusta y nos desafía, volveríamos a trabajar juntos. Lo disfrutamos.
-¿Tenés otros proyectos?
-Hay dos películas dando vueltas. Y éste año se estrena The Penguin & The Fisherman, la primera película norteamericana que hice (dirigida por David Schurmann). Es una historia bellísima basada en un hecho real que fue un documental también. Es la primera vez que hablo en inglés en una película y la post producción fue dura, aunque sé el idioma, pero no es lo mismo. Jean Reno es el protagonista y estoy ansioso por verla. La filmamos en Brasil y en La Patagonia. Estamos esperando poder entrar al festival de Sundance y viajar.
-¿Cómo fue la experiencia de filmar con Jean Reno?
-No compartimos escena, porque él grabó en Brasil y yo en La Patagonia. No coincidimos y estoy esperando viajar para poder hacerlo.
-Hiciste mucho más cine y televisión que teatro, ¿por qué creés que se dio así?
-Me interesaron más proyectos audiovisuales que de teatro. Y me pasó que varios proyectos de teatro que me acercaron y me atrajeron yo no llegaba con le edad.
-Tenés un restaurante en Nordelta, ¿es tu plan B?
-Sí y me parece lo más sano porque este trabajo es muy inestable. Me oxigena y tengo la suerte de que mis socios son, además, familia: mi tío, mi primo y un amigo de mi primo, que manejan el día a día. Trato de autogestionarme como actor y también en la vida. Me gusta hacer muchas cosas.
-¿Por ejemplo?
-La producción, la gastronomía.
-En redes sociales, un cliente se quejó por los precios. ¿Cómo lo tomaste?
-Creo que no tuvo mala intención, pero no tengo mucho más que decir sobre el tema. Después se polemizó un poco y ya está.
-Decís que te gusta la gastronomía, ¿cocinas?
-Me gusta cocinar. En casa me pongo música, abro un vino y cocino rico.
-Una cita con vos mismo...
-¡Claro! Hay que tener citas con uno mismo.
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