Hace un año se conocieron en un escenario, el del teatro Lola Membrives, protagonizando el musical Sugar, y a partir del próximo miércoles volverán a reencontrarse ahí mismo para dar vida a los personajes principales de la comedia Departamento de soltero. Pero en el medio a Nicolás Cabré y Laura Fernández les sucedió algo extra profesional que fue la comidilla de todas las revistas del corazón: se enamoraron el uno del otro. El detalle, sin dudas, le agrega un plus al evento teatral, que seguramente atraerá la atención de un público masivo.
De todos modos, el proyecto cuenta con un pedigrí de importancia: la película Piso de soltero (The Apartment), que, con libro y dirección del gran Billy Wilder, contó con un reparto encabezado por Jack Lemmon y Shirley McLaine y ganó cinco de los 10 premios Oscar a los que aspiró en 1961. La novedad es que, hasta ahora, el film nunca había tenido una versión teatral. Ni en los Estados Unidos ni en otro lugar del mundo. Es por lo tanto, la Argentina, un estreno mundial. Acorde con esta importancia, el espectáculo nuclea a cuatro de los productores más importantes del medio - Adrián Suar, Nacho Laviaguerre, Diego Romay y Gustavo Yankelevich- que, según anticipan, no han escatimado para brindar un show "a lo grande". Y el equipo artístico no le va en zaga: Alberto Negrín se ocupa de la escenografía, Eli Sirlin de la iluminación y Mini Zuccheri del vestuario, todos capitaneados por otro prestigioso, el director Daniel Veronese. Por último, el trío protagónico lo completa Martín Seefeld y también integran el elenco Gonzalo Urtizberea, Pauta Ituriza, Pablo Finamore, Pablo Fusco y Daniela Pantano.
A Departamento de soltero se la podría definir como una comedia romántica, que desde el humor intenta abordar temas muy sensibles como el machismo, la soledad, la traición y la dignidad. El personaje principal es Beto Fernández (Cabré), un modesto oficinista de una compañía de seguros que para ganar un ascenso les presta su departamento a sus diferentes jefes, que se lo piden para llevar a cabo sus citas amorosas. En el medio de este raid amatorio (de otros, claro), se cruzará con la señorita López (Fernández), recepcionista de la empresa y amante del gerente de la misma, y... Contar más sería "spoilear" el final de la historia.
-¿Habían visto la película antes de decir sí al proyecto?
-Laura Fernández: Yo no la conocía, la vi a raíz de que me llegó la propuesta porque quería saber en qué estaba basada la obra y tomar conciencia de la historia que íbamos a contar.
-Nicolás Cabré: Yo no la vi ni la veré. Creo que uno inconscientemente agarra algunas cositas de otros actores, así que prefiero no hacerlo. Siempre que me tocó hacer algo que viene con historia previa preferí no saber mucho ni verlo, se trate de Sugar, de esto o de cualquier otra cosa.
-F: ¿Sugar (Una Eva y dos Adanes) tampoco la habías visto?
-C: No, no la vi antes de ensayar ni durante la temporada ni luego de dejar la obra.
-Evidentemente tienen distintos criterios de trabajo...
-C: Es que si incorporás algunos tics del actor original y luego el director ve al personaje de otra manera, complicás el trabajo. Así que yo prefiero estar libre de carga y culpa.
-F: Pero sólo nos diferenciamos en eso a la hora de trabajar, en la forma en que encaramos nuestros personajes. De todos modos, es un placer ver cómo Nico va construyendo el suyo y lo que consigue. Soy su fan número uno. En el resto somos iguales, ambos somos obsesivos y nos gusta llegar bien temprano al teatro.
-¿Qué diferencias tendrá la versión teatral con respecto al film de Billy Wilder? ¿Le temen a las comparaciones?
-F: No, yo no le temo a las comparaciones. En primer lugar porque se trata de algo diferente. Creo que fue un gran desafío para el director Daniel Veronese llevar una película al teatro, porque no se trata de una obra que se hizo un millón de veces y ya está adaptada y las escenas encuadran en la hora y media o dos que tiene que durar un espectáculo. Fue todo desde cero, entonces esto nos permitió adaptarla del modo que a nosotros nos parecía. Tiene cosas de la película y, por supuesto, la historia está basada en ella, pero ya desde lo visual es otra cosa. Se le incorporaron elementos como mapping, proyecciones y un montón de juegos que serán increíbles para quienes vengan a verla, que obviamente en la película no están. El concepto general fue tratar de mantener lo cinematográfico, sí, y de que pareciera que estás viendo una película que por momentos es en formato 3D. Pero en realidad es otra cosa. La historia y los personajes se mantienen, pero tuvimos la libertad de poder crear con Daniel una propuesta diferente.
-¿Qué es lo que más les interesó de esta propuesta?
-C: La historia, que es simple y a la vez encantadora. Es la historia de un tipo que está absolutamente solo y desvalido, inmerso en una empresa donde lo tratan bien cuando les conviene y abusan de su buena voluntad; ya que sus jefes se aprovechan y le usan su departamento para sus aventuras. Y él, tratando de caerles bien, no tanto por ambición como por soledad, no les dice que no. Mientras sufre porque está enamorado de la chica de sus sueños y por su torpeza no sabe cómo avanzar. La obra tiene mucho de comedia y esto me permite jugar a hacer reír y por momentos también destila una dulzura que toca una teclas muy conmovedoras. Otra cosa diferente es que se rompe la cuarta pared (que es la línea imaginaria que separa a los actores de la platea) y mi personaje le habla directamente al público, le cuenta su historia.
-¿Te había tocado alguna vez romper la cuarta pared?
-C: No, una vez lo intentamos con Alfredo (Alcón) cuando hacíamos El gran regreso, pero no lo logramos. Lo ensayamos mucho, pero no hubo caso. Teníamos que arrancar la obra hablándole al público, pero en los ensayos no nos podíamos mirar porque nos reíamos. Lo intentamos y lo intentamos, pero cinco días antes del estreno dijimos: "Esto no va, vamos a hacer un papelón". Así que a la obra directamente hubo que quitarle toda esa introducción. Evidentemente romper la cuarta pared es difícil, y sé que no es lo mío, pero esta vez me tengo más confianza y creo que al final voy a aprender a disfrutarlo. Indudablemente se trata de un gran desafío porque a mí, como actor, desde chico me enseñaron a no mirar al público.
-Y a vos, Laura, ¿qué desafío te depara Departamento de soltero con respecto a otros trabajos?
-F: Es una comedia romántica que tiene muchos momentos graciosos, yo lo veo ensayando a Nico y me mato de la risa con las cosas que hace... pero mi personaje tiene otro color, no es como Sugar Kane, en Sugar, que pretendía hacer reír de una forma bien picaresca. No, la señorita López es una chica que es atenta, dulce y simpática, pero que elige mal en el amor y que de alguna manera se deja maltratar y convencer, aunque no permite que sus compañeros de la empresa la manoseen. Es decir, tiene algo de ir contra el machismo, pero a su vez en el amor la basurean y no puede salir de una relación enfermiza. Entonces transito muchos momentos de angustia, de algo que hasta ahora no me había tocado atravesar en mi carrera. Por eso, para mí todo este trabajo que venimos haciendo con Daniel Veronese, Nico y todo el equipo está buenísimo, me permite aprender todos los días. Es algo más para crecer y me encanta. No fui al lugar cómodo, o donde yo siempre me sentí mejor, fui por otras teclas que está buenísimo aprender a tocar.
-A propósito, en esta oportunidad no tendrás que bailar ni cantar, que son tus fuertes. ¿Te pone nerviosa depender exclusivamente de tus recursos actorales?
-F: Desde el primer momento me encantó justamente eso, poder profundizar en la parte actoral de cada una de las escenas; a lo que generalmente en los musicales se le presta menos atención. Y le pedí a Nico que sea muy exigente conmigo, que esté encima todo el tiempo y que me ayude, quiero crecer como actriz. Me encanta este desafío actoral, acompañarlo a él y estar en una obra que hace poco tomé conciencia de la magnitud que tiene. Cuando hace unos días pasamos a ensayar en el teatro me di cuenta de toda la maquinaria que requiere, y en lo que consiste toda la puesta escenográfica y técnica, que incluye los efectos de sonido, los mapping y las pantallas que se trajeron de los Estados Unidos. Es de no creer.
-Por lo que contás, el nivel de esta producción se acerca a la de un gran musical.
-F: Totalmente, en ese sentido se asemeja mucho a la de Sugar. Por eso el público se volverá a encontrar con un gran espectáculo en la avenida Corrientes.
-¿Encontrás un paralelo entre tu carrera y la de Shirley McLaine? Ella empezó como bailarina y, luego, por una contingencia, tuvo la oportunidad de protagonizar un musical. Más tarde, se convirtió en actriz de comedia.
-F: No lo pensé. Yo quiero hacer mi camino y las oportunidades van apareciendo y sucediéndose y yo trato de elegir a conciencia. En este caso, no sólo elegí estar al lado del hombre que amo sino de alguien que profesionalmente me hace crecer mucho. Puedo equivocarme o no en mis decisiones, pero siempre son muy meditadas y tienen por objetivo ascender un escalón más en mi camino de crecimiento. Lo que tiene de lindo y maravilloso Departamento de soltero es que tiene una verdad... es una comedia, sí, y tiene por eso cierta levedad, pero a la vez es muy realista. Cuenta una historia de amor, que encima es una historia que estoy viviendo debajo del escenario.
-¿Creen que la historia de amor que ustedes viven en la realidad se va a ver reflejada en el escenario?
-F: Sí, nuestra realidad se traslada indefectiblemente al escenario. Pasa que hay algo que va más allá de actuarlo, que es que sucede realmente. Es indudable el amor que nos tenemos y eso se refleja en el escenario. En el escenario, entre los dos, sucede algo re lindo, se crea un momento hermoso.
-¿Vos pensás lo mismo, Nicolás?
-C: Sí, pienso que nuestro amor se traslada inevitablemente al escenario. Si bien estamos contando una historia, que obviamente no es la nuestra, por momentos yo la miro y me pasan cosas que con una compañera normal no me sucederían nunca. Me encanta detenerme, verla y admirarla. Hoy, tener la posibilidad de hacer lo que me gusta y compartirlo con ella es algo bellísimo. No hay dudas de que el bienestar que siento, que sentimos, se va a trasladar al escenario y al público. Es como redondear un círculo perfecto.
-¿Venían planificando volver a trabajar juntos o la propuesta los tomó por sorpresa? ¿Dudaron en algún momento?
-F: Cuando empezamos a salir dijimos: "No vamos a trabajar más juntos" porque pensamos que iba a ser lo mejor para la relación.
-¿Y por qué cambiaron de opinión?
-C: Cuando Adrián (Suar) me acercó la obra nosotros estábamos recién empezando a salir. Desde un primer momento él me dijo: "Esto lo tiene que hacer Laura" . Y yo le decía "no sé, después vemos" y así se fue dilatando la decisión. Como yo estaba haciendo Mi hermano es un clon en televisión y ella Sugar en teatro aún había tiempo para pensarlo. En el medio a mí me fueron sucediendo muchas cosas... y hoy estoy más grande y perdí ciertos pruritos. Encontré una tranquilidad que desconocía y me di cuenta que, en vez de ser algo negativo, el compartir el trabajo con ella es lo que hoy me hace feliz. Compartir el trabajo con Laura es lo más lindo de esta experiencia y, además, el papel era sin dudas para ella.
-F: A mí me pasó que cuando Nico me dio a leer la obra, vi que la historia era divina, que se iba a representar en este teatro, donde debuté hace 11 años y luego hice Sugar, que significó tanto para mí; y que iba a contar con productores de primera línea. Entonces pensé: "No puedo no estar". Antes de leerla, yo trataba de ayudar a Nico a pensar con quién podría hacerla, pero luego comprendí que esa actriz era yo.
-¿Cuáles son los pro y los contra de trabajar en pareja? ¿El desgaste es un riesgo?
-F: Esto es para nosotros algo nuevo porque cuando hicimos Sugar no éramos pareja, recién empezamos a ser novios cuando terminó la temporada en Buenos Aires, a mediados del año pasado y partir de ahí estuvimos muy descoordinados por los horarios de trabajo. Yo terminaba muy tarde por mi rol de jurado en el "Bailando..." y él arrancaba muy temprano por las grabaciones de Mi hermano es un clon. Nos veíamos sólo un ratito, ¡a los dos y media de la mañana! Ahora, sucede todo lo contrario. Por eso, el tema es encontrar el equilibrio. Después de los ensayos, y ya en casa, nuestra regla es, llegado un punto, cortar y dejar de hablar de trabajo porque si no, esto se convierte en un círculo vicioso.
-C: Para mí hoy son todos pro. Yo tenía ganas de vivir algo así, compartir con ella el amor y el trabajo. Estoy completamente seguro que este es el lugar donde quiero estar y sólo puede ser si es con Laura. Si de repente algo en un ensayo no me gusta, me doy vuelta y sé que está ahí, al lado mío. Y, al revés, cuando algo me sale bien, la miro y nos sonreímos. A esto no lo cambio por nada.
-Nicolás, ¿qué opinás del crecimiento profesional de Laura?
-C: Yo la admiro y veo en ella esa fuerza de la cual a veces carezco, tiene un empuje y unas ganas admirables. Todos sabemos que en la actuación son sus primeros pasos y tiene un qué sé yo que es especial y una mirada que asombra. No es alguien que esté ahí sentada y punto, es alguien que aporta y hace cosas que me encantan. Me encanta ver todo lo que hace y lo esponja que es, ¡absorbe todo! Yo sabía lo trabajadora que era porque compartimos un año en Sugar, pero no la conocía en el momento de creación. Recordá que Sugar la ensayamos y la estrenamos con Griselda (Siciliani) y que luego Laura la reemplazó. Tiene una fuerza admirable que yo disfruto muchísimo. Cuando estoy en el escenario y levanto la vista y la veo hacer bien todo lo que hace, me hace sonreír. Verla desplazarse y crecer y no sólo en esto, sino en todo lo que emprende, me llena de amor, de orgullo y admiración. Me impresiona.
-Laura, te hiciste famosa por participar año tras año en "Bailando por un sueño...", y este año no estás, ¿lo extrañás?
-F: No, fue una decisión difícil de tomar después de tantos años, ya que era parte de mi vida. Más que nada porque bailar es algo que yo disfruto con el corazón, pero creo que está bueno dar espacio a que aparezcan otras cosas y a vivir otras experiencias. Es un paso que tenía que dar para seguir aprendiendo. Me habían convocado y lo agradezco porque en el programa crecí mucho, ellos depositaron mucha confianza en mí y yo se los devolví con trabajo. Pero creo que este año era para esto, para enfocarme de lleno en la obra.
-Y si te llamaran para realizar una participación especial, como bailarina o como jurado, ¿la aceptarías?
-F: Mmm... no lo sé. Llegado el momento lo pensaré. Cada decisión que tomo lo hago después de pensarlo mucho, con conciencia y seguridad. De esta misma forma, también le dije que no a otros proyectos. Por ejemplo, tuve una propuesta para hacer nuevamente un musical y dije que no.
-Nicolás, ¿qué expectativas tenés con respecto a la próxima entrega de los premios Martín Fierro, ya que estás nominado como mejor actor protagonista de una ficción diaria por Mi hermano es un clon?
-C: Ninguna, no voy a ir a la entrega, al igual que no fui nunca, no soy funcional a ese circo. Agradezco la nominación, pero no sé si es un reconocimiento o un castigo.
-¿Qué balance hacés del programa? Arrancó con todo y luego fue perdiendo audiencia.¿Qué creés que pasó?
-C: Uno nunca tiene la guía de cómo deben ser las cosas. Yo lo disfruté y tratamos de hacer lo mejor posible. A veces una capta la atención del público y otras veces no. Y algunas historias pegan más y otras, menos. Sobre la marcha se pueden ir haciendo cambios y de hecho en su momento hubo varias reuniones, pero no existe la receta del éxito. Yo terminé contento porque no soy una persona que mide el resultado de un trabajo por el rating. Es más, nunca hablo del rating. He hecho programas que funcionaban muy bien y sin embargo no me gustaban ni me cerraban por ningún lado. Por eso para mí Mi hermano es un clon no fue ni un éxito ni un fracaso, fue un programa más. Hacía un tiempo que no hacía una tira diaria y descubrí que hay cosas se van modificando y que las necesidades son otras.
-¿Qué opinás de la televisión actual? ¿Está cambiando demasiado vertiginosamente?
-C: ¡La vida se ha puesto vertiginosa! Los tiempos van cambiando y uno tiene que aggiornarse. Te comprás un teléfono y al instante ya es viejo. Creo que la velocidad de esta época la puede llegar a entender mejor mi hija Rufina, que nació en esta década, que yo. No soy un analista de medios, pero entiendo que estamos tratando de acomodarnos a un sistema que cambió con la aparición de Netflix y de otras plataformas.
-¿El teatro es más benévolo para el actor?
-C: Pasa el tiempo y el teatro sigue siendo el espacio por excelencia para el actor. La televisión y el cine dependen de un montón de factores. En el teatro, una vez que se levanta el telón, el espacio es tuyo y tenés que resolver imponderables. Y a veces sale todo bien, y a veces no. Y noche a noche tenés que enfrentarte a un público diferente. Esa ha sido siempre la base del teatro y aún lo sigue siendo. En la televisión y en el cine, en cambio, la tecnología y sus cambios se imponen y el actor es un factor más.
-Más allá del trabajo, ¿qué planes tienen como pareja? ¿Contemplan la posibilidad de casarse o tener hijos próximamente?
-C: Yo estoy muy feliz, estoy súper bien, pero ese tipo de decisiones las reservo para nuestra intimidad, no quiero hacerlas públicas.
-F: En lo personal, no soy Susanita, no tengo ese tipo de metas. Así que si aparecen, bien; y si no, también, pero entre nosotros hay mucho amor y a medida que las cosas van fluyendo van apareciendo ganas y proyectos. Todos los pasitos que damos son hechos con mucho amor y seguridad. Me encuentro descubriendo el amor de una manera que nunca creí en mi vida, de una manera diferente. Siento que encontré a quien realmente me hace feliz. Con Nicolás me siento segura, en paz y en libertad. Tuve varias parejas y conocí el amor, pero nunca de esta manera. Hoy cuento con todos los condimentos para ser feliz.
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